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El superintendente caminaba furioso, escoltando al chico híbrido de oso, empujándolo por el pueblo hasta llegar a la comisaría. 

—¡Cállate capullo! —gritó, harto de las quejas del hombre que llamaban la atención de los habitantes de Karmaland. 

—Pues camina más lento —pidió en un gruñido Rubius, enfadado, todavía sin poder creer que el recién llegado había descubierto que él era culpable del atentado en la casa de Lolito. 

Apenas entraron a comisaría el superintendente le encerró en la primera celda que encontró libre, desesposándolo antes de cerrar la puerta con llave. 

—¡Lo lamentarás! —exclamó molesto. 

—Uy sí, estoy muy asustado, Winnie-the-pooh —respondió sarcástico, yéndose inmediatamente hasta la oficina de Alexby y Fargan, buscando a alguno de los dos hombres. 

—Superintendente —saludó Fargan con respeto al verle— ¿No es muy temprano? 

—¿No lo es para ti? —contra-preguntó, recibiendo una pequeña risa. 

—Ya estoy por irme, estoy aquí desde las diez de la noche, aproximadamente. 

—Adivinaré, porque eres un búho. 

—Exacto...si usted fuese un híbrido de ave, seguro sería un águila. 

—¿Un águila? —cuestionó, apoyando su espalda baja contra el escritorio de Alexby, curioso por lo que el otro iba a decirle— A ver, ilumíname. 

—El águila está relacionado con el poder —explicó— Aunque también se relaciona con el sol, la fuerza y la luminosidad. 

Reborn asintió, sin saber que contestarle. 

—Bueno, yo me retiro que hace media hora salió el sol y yo debo irme a dormir. 

El híbrido dejó los papeles que estaba leyendo ordenados en un cajón y se dirigió a la puerta. 

—¿Sabes? La pareja perfecta para el sol, es la luna... —divagó Fargan si mirarle, dudando si seguir hablando— Y creo que sé quien es tu luna. 

El hombre se fue, dejando a Reborn pensativo, aunque este sacudió su cabeza. 

—Julia era un sol —aseguró para sí mismo en voz baja, dirigiéndose a una gabineta donde habían carpetas, 11 exactamente, todas de colores, diferenciándose de las beige.

—Vegetta...Fargan...Alexby...Frank...¡Mangel! 

Inmediatamente sacó el folio gris que le pertenecía al nombrado y lo abrió. 

Lo primero que se veía allí era una foto de el hombre, serio, con lentes para la vista y la cinta azul decorando su frente. 

—Mangel Warrior, 30 años de edad, guerrero retirado, número... —leyó para sí mismo, tomando el teléfono junto a la pared y marcándole. 

—Mangel al habla —contestó con voz ronca luego de tres tonos. 

—Soy el superintendente Conway, ¿estabas durmiendo? 

—Sí...bueno, no, me desperté hace unos minutos pero me quedé acostado. 

—Bien...ya arresté a Rubén Doblas Bear, por la explosión de la casa —informó apoyándose contra la pared— Pero recordé que dijiste que él tenía una razón para hacerlo, así que me gustaría que vengas. 

—Está bien, llegaré como en media hora. 

Un murmullo inentendible se escuchó al otro lado de la línea. Conway supuso que se trataba de Lolito, la pareja del chico y el mejor amigo de Auron. 

—Te espero —avisó y colgó, no queriendo saber lo que sucedía del otro lado de la línea. 

Cerró la carpeta gris, yendo a guardarla, aunque el nombre de la siguiente carpeta le llamó la atención.

Auron.

Estaba solo en comisaría, ningún empleado de menor rango entraría ahí sin avisar y Mangel llegaría luego de mucho rato, así que nadie le vería husmeando la información del hombre. 
A demás, no tendría nada de malo. Solo el superintendente investigando sobre un héroe de Karmaland. 

La carpeta era roja, casi carmesí, y apenas abrirla se veía una foto del chico con el semblante serio, sin aquella llama en su cabeza, pero con el piercing de su ceja brillando, seguramente por el flash de la cámara. 

—Auron Abduzcan, 25 años de edad, psiquiatra y médico para héroes, número de celular...ubicación...antecedentes...

Reborn observó la larga lista, siendo la mayoría de delitos explosiones a casas ajenas e ignorar los límites establecidos por los Dioses. 

El chico tenía varias denuncias en su contra por parte de los héroes y multas por quejas de personas ajenas al pueblo, pero nada que alarmase en demasía a Conway. 

—¿Qué mierda? ¿Denuncia por secuestro de Brett Goalie? ¿Y ese quién es? 

Guardó la carpeta con el ceño fruncido, pensando que luego le preguntaría el porqué de aquella denuncia. 

...

Joder. 

Suspiró con fuerza, regañándose ante la idea de reclamar algo, cuando no tenía ninguna razón ni derecho para hacerlo. 

—¿Superintendente? 

Abrió la puerta de la oficina encontrándose con Mangel, quien le brindó una pequeña sonrisa. 

—¿Está en la sala de interrogatorios? 

—No, lo llevé directamente a una celda, ¿te molesta hablarle por ahí? 

Ambos hombres caminaron con parsimonia, dirigiéndose a la celda principal que tenía vista a Karmaland. Las otras se encontraban bajo tierra. 

—No, está bien, pero...¿Qué debería decir exactamente? 

—Primero, ¿porqué dices que sabes sus razones? 

—Desde que empecé a salir con Lolito...él se ha comportado extraño, y hace poco se enteró que le pediré matrimonio, así que supongo que, bueno...explotó. 

—Felicidades, es un paso muy importante. 

—¿Usted de se ha casado? 

—Casi —respondió, sin dar mucha información. 

Mangel, entendiendo, evitó hablar más sobre el tema. 

—¿Entonces Doblas Bear está celoso de su relación? 

—Oh, no —negó el ex-guerrero— Creo que piensa que le dejo de lado por mi pareja, o algo así, pero él está coladísimo por Vegetta. 

—¿El mariconetti sin camiseta? 

—Ese mismo. 

—¡Mangel! ¡Debes sacarme de aquí! 

Los dos hombres se pararon frente a la celda, observando como el teñido de rubio se aferraba a los barrotes. 

—Rubiu'...sé que tu explotaste la casa, ¿porqué? 

El híbrido de oso frunció el ceño, pensando en como debería jugar sus cartas. 

—Quiero hacer una llamada. 

Los dos, tanto Conway como Mangel, elevaron sus cejas con asombro, aunque era muy obvio a quien llamaría Rubius. 





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