05

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


—¡Triple 7! ¡Caranabo! 

El aludido se volteó con el ceño fruncido y esperó, de brazos cruzados, a que aquél irrespetuoso héroe llegase a su lado. 

—¿Qué necesitas, Auron? —preguntó educadamente, esperando a que la respiración del otro se calmase. Se le notaba a leguas la falta de ejercicio. 

—¿Cómo es eso de que hay una misión especial para mí? 

—Veo que Merlon ya se comunicó contigo —murmuró, sonriendo con levedad al haber descifrado lo que expresaba la mirada del otro— ¿Estás asustado?

—¿Pero qué dices? —exclamó ofendido— ¡Claro que lo estoy! 

—Tienes una poderosa espada y grandes habilidades, por ellas fuiste elegido como héroe de Karmaland, no deberías de preocuparte. 

—Vegetta, no soy tan bueno como ustedes, y tengo una puntería del nabo, ¿Cómo voy a pelear yo solo contra algún enemigo como los de siempre? 

—Luchaste a nuestro lado contra Jason y ayudaste a salvar a las princesas, podrás con esto —aseguró, dándose media vuelta y retomando su camino a la comisaría.

—¡Pero voy a ser yo solo! 

Auron, con rapidez, se colocó frente a él y le sostuvo por los hombros. 

—Auron —calmó sosteniéndole las manos— Los Dioses te encomendaron esta misión porque están seguros de que podrás hacerlo, ¿bien? 

El castaño asintió mordiéndose la lengua, se apartó de Vegetta y largó un suspiro. 

—Supongo que tienes razón. 

—Siempre la tengo, Auron. 

—Joder, que ego. 

Y ahí estaba de vuelta el Auron de siempre. 

Vegetta rodó los ojos con cansancio y lo rodeó, pero a los metros se detuvo al notar que le seguía desde cerca. 

—¿Vas a sacar a Rubius de la cárcel? Eso es ilegalísimo. 

—No voy a hacer eso —mintió con descaro, escuchando enseguida un jadeo fingido que le evitó continuar. 

—¡Mentiroso! —chilló Auron con notable diversión— Eres un hombre ilegal. 

—Auron...no fastidies. 

—¡Y todavía me agredes verbalmente! 

Vegetta frotó su entrecejo con notable hastío y continuó su camino ignorando las rápidas pisadas que el médico daba detrás suya. 

Apenas vio la comisaría se metió a esta en busca de algún policía que estuviese allí, cualquiera, pero para su mala suerte se topó con el más malhumorado de todos. 

—Superintendente —saludó de mala gana, desviando luego su mirada al otro hombre— Mangel. 

—Buenas. 

Vegetta ignoró lo cerca de su hombro que había sonado la voz de Raúl y se cruzó de brazos imitando la posición del hombre trajeado. 

—Vengo a buscar a Rubius, exijo que le saquen de la cárcel. 

Conway arqueó una de sus cejas, observando de reojo por debajo de sus oscuras gafas el rostro divertido de Auron. 

—Me temo que eso es imposible. 

—Lo dudo —respondió el de pelo en punta alzando el mentón con altanería— Si quiere llamamos al comisario Alexby. 

—No será necesario, yo soy la mayor autoridad aquí, el comisario Alexby debe de seguir mis ordenes. 

La tensión se notaba en el ambiente, y el único que no se sentía incómodo era Auron, puesto que disfrutaba que alguien fuera capaz de hacerle contra a su líder. Además que luego tendría la oportunidad de burlarse de Rubius por ello. 

El silencio de Vegetta demostró lo obvio, había sido derrotado. Pero él era inteligente, demasiado, llegando al extremo en que debía ocultar sus pensamientos de todos. 

Exceptuando a Rubius, y esa era una de las razones por las que estaba tan enamorado de él. No era un misterio que el sacerdote era malvado, todo el mundo lo sabía y ya no era extraño verle entre las rejas. Pero la situación para él era distinta, era el líder y todos allí dependían de él de cierta forma. 

Solo podía ser él mismo en su mansión, con el híbrido de oso siguiéndole por todos lados y haciendo cosas que, viniendo de otra persona, le parecerían molestas. Pero nada proveniente de Rubius podría molestarle, ni siquiera que ponga minas en su apreciada puerta. 

Y, por ello, para que pueda volver a su casa, para tenerle en su cama y usando sus cosas, le sacaría allí, sin importar lo que tuviera que hacer. 







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro