Circunstancias de rutina (una introducción)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Es bastante sencillo distraer a personas como Rubius y el grupo ya se había mentalizado para el reto que eso representaría como hace uno cualquier otro día.

Vegetta no piensa mucho en ello cuando el hombre desaparece de su vista, en compañía de Luzu y Willy continua abriéndose paso entre los árboles a las afueras de Karmaland, todos están decididos a ser productivos últimamente, lo cual beneficia al pueblo entero y considerando lo calmado que ha estado Lolito, las cosas parecen ir viento en popa para el progreso.

Excepto que nunca puede haber un momento de paz real en karmaland.
El tono que carga la voz de Rubius en la distancia no es del todo alentador, pero al menos no es el sonido de una mina explotando.
—¿Pero que es eso? ¿Qué es eso?

Luzu suelta un suspiro resignado mientras recoge su madera y dice —Rubius ya se encontró con otro elefante indio.

—No, está cosa no se ni lo que es, en mi vida la había visto, ¿Pero que es?

—¿Dónde te metiste? No te vemos. —vocifera Vegetta, aún sabiendo con seguridad que Rubius no esta usando los poderes de invisibilidad es imposible indicar la distancia a la que se encuentra y no importa hacia donde giren la cabeza, no logran verlo entre la espesura de la naturaleza.

—Es por acá, bajen un poco hacia la izquierda por ese sendero feo.

—Como terminemos muertos… —advierte Willy, asegurando las correas de su pesada mochila donde ha apilado todo lo recolectado y avanza hacia la voz de Rubius con desgana, pisando cuidadosamente entre las rocas que llevan directamente a una zanja.

—Que no —dice Rubius intentando calmarlo y de repente, a lo que podrían ser unos tres metros comienza a gritar —¡Eh! Que he intentado cogerlo y me ha mordido ¡Que hijo de puta, se ha hundido en la tierra!

Luzu niega con la cabeza, quedándose atrás mientras los otros dos bajan en busca del castaño —.Es un rata-topo seguro.

Afortunadamente la tierra en aquel foso es seca así que no tienen que preocuparse tanto en resbalarse con nada. Vegetta es el primero en llegar junto a Rubius, quien esta de cuclillas en el suelo observando con atención, posiblemente intentando descifrar que dirección tomo aquello que encontró.

—¿Era un animal grande o que? —pregunta Willy a poco de llegar a su lado.

—No tengo idea.

—Como no vas a saber —dice Willy con incredulidad.

Rubius comienza a ponerse de pie y sacude las manos en sus pantalones para quitarles la tierra —.Era un pokemon de la vida real, como una cruza entre un animal pequeño de estos del bosque y de estas plantas raras. Tenia como veinte ojos en la parte de arriba y estaba… —hace un enorme ademán para simular los ojos de la criatura, pero la sangre manchando la tela blanca de su manga es inconfundible. Rubius parece no haberla notado hasta ahora, por lo que Vegetta tiene que tomar el brazo izquierdo del hombre para inspeccionarlo.

La tela se encuentra considerablemente humedecida y cuando la aparta, la sangre escurre libremente por todo su brazo goteando a la tierra desde su codo.

Las marcas de los dientes en su piel parecen algo profundas, van desde el final de su palma hasta después de su muñeca y aunque no tienen un gran diámetro individualmente, la separación entre los dientes no parece demasiada, lo que es ligeramente alarmante considerando el conjunto de venas y tendones justo debajo.

—No tiene muy buena pinta. —murmura el de cabello negro y cuando levanta la cabeza descubre que Rubius lo esta mirando a él.

Se mantiene con la boca entre abierta como si buscara el hilo de lo que estaba diciendo antes de ser interrumpido y poder seguir describiendo al animal que lo atacó. Vegetta cree por un segundo que hay extraño en la forma en que lo observa, sus ojos cargan una determinación extraña y siente el impulso de soltarlo, pero su expresión es suave y sus mejillas se tornan rosadas, de repente todo el aire entre ellos parece estar cargado de estática y es incapaz de hacer nada.

No tiene tiempo de registrar más porque entonces Willy está arrebatándole el brazo del hombre de las orejas de oso para dar un vistazo por su cuenta.

Willy toca la marca de la mordida con dedos invasivos, ocasionando que Rubius de un respingo y deslice la vista hacia su mano, como si no supiera que es exactamente que le ha causado molestia.

Rubius ha visto heridas peores a lo largo de toda su vida y cantidades más abundantes de sangre abandonando con muchísima más prisa su cuerpo en situaciones de las que aún se sorprender de haber escapado vivo, el hecho de no sentir el dolor latiendo en su piel tras la mordida le es extraño. Debería seguirle doliéndole y por alguna razón el desconcierto generado por aquel hecho le hace volverse con una rapidez inadecuada debido a la alarma y toda su expresión cambia, hay un ligero rastro de pánico en su voz.
—Creo que me voy a desmayar.

Ni bien las palabras salen de su boca sus piernas comienzan a ceder, Willy y Vegetta lo sostienen antes de que vaya a dar al suelo.

—¿Era algo venenoso? —exclama Luzu desde la seguridad de la lejanía, sus compañeros logran avanzar hasta donde esta y él extiende los brazos para ayudar a subir a Rubius, quien se fuerza por mantener los ojos enfocados en cualquier sitio, mientas que Vegetta ayuda a Willy a salir del pequeño foso.

—Vaya suerte hombre. Si quieren podemos ir a mi casa a curarle eso, está más cerca. —ofrece Luzu, pero el hombre de cabellos blancos y boina verde niega la cabeza con una sonrisa que no promete más que problemas.

—Vamos a casa de Fargan.

—¿Qué vamos a ir a hacer con Fargan? Si mi casa está a nada de aquí.

—Bueno, pero esta en medio de una colina y no creo que vayamos a poder subir a este tío con todo lo que ya llevamos.

—Podemos dejar algunas de las cosas en el pueblo antes.

—¿Tú crees que va a aguantar dos viajes? Míralo.

Luzu decide que discutir no los va a llevar a ningún lado, así que el grupo se mantienen en silencio por lo que resta del trayecto para salir del bosque, el sol colorea las nubes de tonalidades anaranjadas, las sombras que proyectan los alrededores se alargan frente a ellos y cuando finalmente las luces del pueblo comienzan a alumbrar su camino más que cualquiera de los astros presentes, Rubius finalmente encuentra en si la fuerza para volver a hablar.

Ha mantenido la mano oprimida al pecho todo el rato a falta de un mejor vendaje y aunque ya no debería de seguir sangrando la mantiene ahí —.Creo que estoy lo bastante bien para poder llegar a casa por mi cuenta.

Y efectivamente, las piernas de Rubius parecen poder sostener su propio peso, el color que había abandonado su cara anteriormente parece haber vuelto. Pero no hay un médico real en Karmaland ni absolutamente nadie que les diga que él va a estar bien en cuanto se alejen, así que Vegetta interviene.

—No podemos dejarte ir sólo, no sabemos los efectos de la mordida de ese animal. Lo mejor sería que te quedes con alguno de nosotros hasta que sepamos más.

—No hace falta, solo me tomo por sorpresa…la sangre, voy a estar bien —murmura y antes de que puedan argumentar algo, el de las orejas de oso comienza a alejarse del grupo el cual ahora intercambia miradas confundidas.

—Pues, ¡Avísanos si pasa algo en el camino! —dice Luzu, rascando su nuca con algo de nerviosismo. Podrá tener la edad que tenga, pero las noches en Karmaland son peligrosas para cualquiera, Rubius se gira y simplemente asiente antes de dar su despedida definitiva.

—Deberíamos darle esto a esos, los del pueblo, ya saben. —dice Willy, interrumpiendo el silencio que se había asentado entre ellos, la espalda empieza a dolerle por el peso de la mochila.

La vista de todos sigue pegada en la dirección por la que ha desaparecido la silueta de Rubius hace unos momentos y el ambiente parece extraño, más que nada porque conocen sus reacciones y el irse tan repentinamente sin escuchar a los otros o hacer una broma sobre la situación esta indicando que quizás no se encuentre del todo bien físicamente y quiera ocultarlo, o a lo mejor sólo ha recordado que tiene que alimentar a su cerdo Juan Carlos.
La mente de ese chico es un enigma en ocasiones.

—Vamos entonces. —responde Vegetta, consciente de que mas tarde alguien tendrá que asegurarse de que aquel tonto no se haya hecho aún más daño y que la angustia lo perseguirá toda la noche hasta saber que esta bien, ahora ya es algo tarde para alcanzarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro