Galletas de idiota y la amistad

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Planificar todo al milímetro no es una costumbre que tenga nadie en Karmaland y aun si lo fuese jamás llegaría a ser una buena opción tomando en cuenta la de cosas que suceden cada vez.

La mañana siguiente al incidente del bicho Rubius se descubre de pie en el jardín de Lolito regando las flores, Mangel ha salido a pescar con la promesa de volver con algo antes de la cena y Rubius está bastante conforme con el giro de eventos.

Hace un mes el estar cerca de Lolito y Mangel implicaba pasar mensajes pasivo agresivos al otro ya que se negaban a hablarse, era como estar viviendo en los zapatos del típico chico de padres separados los cuales no se pueden ni ver en pintura.

Claro que tras la intervención de las manos mágicas del cura del pueblo quien está siempre tan atento y preocupado por su comunidad, el par de tortolos decidió lidiar con sus problemas mediante el sano diálogo y finalmente acordaron darse un tiempo para sanar las heridas emocionales como también para restaurar la confianza.

A día de hoy han hecho un enorme avance y parecen estar contemplado la opción de comprometerse de verdad está vez, cosa que le vendría de maravilla a la Iglesia.

Rubius sabe que la dedicación de un buen vecino es bien apreciada por los dioses y se lo prueban cuando al finalizar con el jardín, Lolito lo recibe en la cocina con una bandeja de galletas recién horneadas.

—Te quiero, lolo. —agradece Rubius, tomando asiento en uno de los taburetes rojos y llenándose la boca de galletas para silenciar a su estómago.

—¿Te has curado bien eso? —dice el hombre de cabello rubio rojizo, refiriéndose a la mano vendada de su invitado.

Rubius se aseguró la noche anterior de enviar un mensaje al grupo de los chicos diciendo que había llegado a casa, repitió varias veces a Luzu y Vegetta que no iba a morirse por una herida tan simple, dejando el tema zanjado quizás para siempre.

Aunque parece ser que Lolito finalmente ha aceptado su papel de abuela ¿…Eso lo convierte en el nieto de la situación?

—Awww, te preocupas por mi.

—Me interesa bastante saber que es lo que te mordió, a lo mejor si hace algo podríamos ir a por algunos.

Lolito recarga el rostro sobre una mano, apoyando los codos cómodamente en la encimera y Rubius encoge los hombros para restarle importancia —.Ya lo revisare mañana. Es que encontré al bicho ese en una especie de cráter en el bosque y pensé que se trataba de otro meteorito.

—Vegetta seguro sabe de eso.

—Si, bueno. Intente cogerlo porque quería mostrárselo, no todo me sale bien.  —suspira Rubius, hablar de lo sucedido hace que vuelva a ser consiente de la herida. Lleva toda la mañana sintiendo una especie de hormigueo en ella y el recuerdo de Vegetta rodeando su brazo con aquel gesto de preocupación tan inesperado le devuelve aquella sensación que nace como una chispa de calor en el estómago y se transforma en vértigo.

Tal vez es hambre, por si acaso se come otra galleta.

—¿Sabes, Lolito? Ahora que lo he pensado bien, por los rasgos parecía sólo otra especie de Karmaland.

—Bueno pero cualquier cosa nueva es mejor que no encontrar nada. Podríamos tenerlos de mascotas o yo que se, para algo han de servir.

—De pisapapeles— sugiere el de orejas de oso.

Lolito chasquea la lengua fingiendo desaprobación, aunque el sonido es ahogado por el de la puerta principal.

Mangel asoma la cabeza por el umbral hacía la cocina con las manos totalmente vacías y escurriendo agua —.Voy a darme una ducha.

La decepción y derrota en su rostro mantienen al par de la otra habitación en silencio. Lolito simplemente le lanza una sonrisa reconfortante antes de que se marche y aunque no parezca demasiado, logra aliviar un poco el pesar del moreno, incluso se oye un cambio en sus pisadas.

Es extraño como una simple acción puede generar esa clase de cambios y mas cuando se trata de la persona adecuada, como a pesar de las dificultades o diferencias con que nos topemos en el camino, siempre habrá un momento en que poder ver todo desde una perspectiva diferente, una que nos haga darnos cuenta de que cualquier sacrificio vale la pena.

El siguiente pensamiento a lo que eso conduce a Rubius es un reflejo inconsciente, algo que jamás abandona su mente y lo persigue con una sensación añorante. Una voz dulce y un par de ojos que brillan violetas, cuya mirada pocas veces logra atrapar y que se le están haciendo especialmente difíciles de ignorar desde la noche anterior.

—Te has quedado ahí pensando un buen rato ¿Eh? —dice Lolito, agitando la mano frente al rostro estático del hombre de sudadera blanca quien salta un poco debido a la sorpresa. Rubius agita la cabeza ligeramente como si aquello fuera a librarlo de la sensación, mientras que Lolito se acerca con un aire conspirativo.

—¿Todavía tienes hambre? ¿Deberíamos ordenar una pizza o algo?

Rubius aparta al de cabellos largos con un ligero empujón y trata de reunir toda la sinceridad posible en su voz.

—Solo pensaba en lo mucho que me alegro por vosotros, se que ha sido un tiempo difícil con lo de Mangel tomando más en cuenta la opinión de los otros, lo que has pasado tu con eso de mudarte y demás.

Lolito lo mira atentamente con rostro inexpresivo un par de segundos para luego soltar una pequeña risa que intenta contener para no parecer burlón, funciona a medias.

—¿Aquello que te pico no será de esos que hacen que te vuelvas cursi? Digo, gracias pero es que no se a que viene eso tan de repente.

El de cabello castaño se recarga en su asiento —.No se, me gusta la idea de que mi mejor amigo tenga a alguien a quien poder apoyar y que le cuide.

—Vale —asiente Lolito alegremente, alentando a llegar al punto.

—Y tu tienes…- Rubius hace una mueca y mueve las manos en el aire como si fuera a atrapar la palabra —Tienes estabilidad o lo que sea que te haga feliz ahora, ¿Más espacio? Aprecio lo que tienen y me gusta pensar que en algún momento todos obtenemos lo que merecemos.

—Haces que eso suene como un castigo, “Obtener lo que merecemos”. —señala Lolito y el otro hombre piensa en como reformular la expresión sin éxito.

—Supongo que seria mas bien un Quien o Alguien.

—¿Y ha encontrado al suyo, señor filósofo? — lolito finalmente cree haber dado con el mensaje, excepto que Rubius lo observa confundido, cosa que resulta muy injusta considerando que toda esta conversación apareció de la nada y Lolito intenta descubrir si es que por accidente puso algo que no debía en las galletas.

Aunque en realidad no hay un ingrediente secreto para ser un tonto.

—Creo que por trabajar en tu jardín me merezco unos diamantes, pero voy a callarme si nos consigues hamburguesas antes de que Mangel vuelva.

Para este momento de su vida Rubius entiende y es totalmente capaz de diferenciar el hambre de lo que realmente está sintiendo, pero lo que admitirlo implicaría es un asunto que todavía no puede afrontar y no hay forma de que pueda explicarle eso a Lolito sin mencionar algún otro nombre.

No es algo que pueda evadir por siempre, pero eso no significa que no pueda intentarlo.

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