Se levantó de aquella silla situada frente aquel gran espejo, mismo que mostraba su apariencia pulcra y fina, pero en el que solo veía resignación. Keith se había ido dejándole solo en aquella agonica monotonía que venía presenciando desde que se convenció a sí mismo de no ser lo suficiente para Lotor, Keith, el pueblo, su padre, ni para sí mismo, el joven príncipe se estaba cansando de toda aquella espuma que le sentía rodear y que le ahogaba en cada momento que presenciaba el como sus gemelas completaban todos los índices que tenía aquella nación frente a los tres, mientras él sólo se resguardaba en su alcoba como un siempre muñeco que no era capaz de obrar por sí, agotador.

- A la mierda - Pronunció, arrepintiendose al instante en el que oyó como tocaban unas suaves tres veces en su puerta, si era su padre tendría una gran reprimenda.

- Príncipe, el representante terrestre ha llegado, su padre solicita su presencia en el gran salón.

Sin esperar un segundo llamado se dejó escoltar por aquella joven Alteana a la espera de acompañar como parte de la familia real aquella cena de meros  tratos, no le emocionaba en lo más mínimo, sin embargo y como siempre decía su padre, era su - maldito - deber. Bajo lento y elegante haciendo que aquella larga capa ondeara con cada paso que daba y que sus largas botas se cruzaran en un zic zac continuo, todo frente a la atenta mirada de la corte espacial misma donde se encontraba no sólo su padre y su familia, también estaba Lotor.

Llegó al final y se sentó en su puesto al lado de Verónica, posando su mirada al frente para observar a un joven de cabellera negra acompañado con una gran cicatriz que pasaba por su rostro, acompañado por otros 2 sujetos, los que suponia eran los terranos.

- Lance, te presento a Shiro, representante de la raza humana y nuevo miembro de la corte.