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Recibió el mensaje de su novio en cuanto estuvo a punto de entrar nuevamente a clases. Le pedía de quedar en el parque, como siempre. Una sonrisa borró la sombra de la preocupación que se había instalado en su rostro cuando Bon lo evitó por la mañana. Además de que parecía que la gente susurraba a sus espaldas, pues varias veces oyó ese nombre en las conversaciones ajenas. Con una breve sacudida de hombros -que le sirvió para quitarse las últimas dudas de encima-, entró al aula. Varios grupos, como siempre, se habían formado, mientras todos esperaban al profesor. Sabía que algunos esperaban ansioso a que llegase otro maestro que no fuese el de Educación Cívica, y que les comunicase que aquel hombre de grandes lentes se hallaba enfermo o tal vez, que simplemente no podía venir por tal o tal razón.

Avanzó silenciosamente hasta sus amigos, que, para variar no lo vieron venir. Pero antes de que pudiese sorprenderlos, se quedó quieto al oír de lo que hablaban.

-...Exacto, él.-asintió Foxy.

-¿Estás seguro? Es raro que los Nightmares hayan decidido hacerle eso... Además, ¿con qué propósito? No creo que lo que han escrito sea verdad...-masculló Freddy, pasándose una mano por su cabello castaño.

-Todos hablan de eso, y no creo que se equivoquen. Pocos rumores de este instituto llegan cambiados.-aseguró nuevamente el pelirrojo.

-Entonces... Es verdad que ese guitarrista es... ¿Homosexual?-esta vez fue Chica la que habló.

-Eso dicen...

-Vaya...

-¿De qué...? ¿De qué habláis?-el pobre Bonnie no podía estar confundido.

Todo el grupo se sobresaltó, menos Golden que, apoyado contra la ventana, ya lo había visto venir. El rubio le lanzó una mirada, como disculpándose, pero el otro apenas le hizo caso: quería saber.

-H-hey Bonnie...-balbuceó el castaño.

-¿De qué hablabais?

-Macho, mira que eres insistente, rarito.

-Me da igual. Quiero saber.

-Pues al parecer al guitarrista de los Toys le pintorrearon la guitarra... Escribiendo cosas como ''maricón'' y tal...

-Se supone que es obra de los Nightmares.-añadió la suave voz de Golden.

Sintió como su corazón fallaba un latido. Así que era eso por lo que le evitó... La inquietud hizo nuevamente acto de presencia, como una ilusión que desaparece y reaparece aleatoriamente. Posiblemente querría hablar de ello en el parque... Tan solo, el de melena morada esperaba que no le hiciesen daño...

Un hombre de cabello oscuro y unas gafas cuadradas sobre la nariz entró en la sala, saludando a sus alumnos. Algunos maldicieron en voz baja y otros resoplaron, pero todos y cada uno volvió a su asiento. Bonnie volvió a cruzar el aula para ir hasta su mesa, con las dudas devorándole el alma. Rápidamente, sacó su cuaderno de materias, mientras que el profesor comenzaba a explicar lo que harían.

Sólo quedaban tres horas, tendría que aguantar.

~*~

Lentamente, comenzó a guardar sus cosas. El boli rojo en el estuche. El verda también. Luego vino el azul. Metió su libro en la mochila, luego el cuaderno. Se la estaba jugando, si el profesor le pillaba... Lo mantendría en el aula diez minutos más, ya le había pasado una vez. Dejó su estuche sobre la mesa, no quería parecer muy sospechoso. Miró el reloj. Todos sus compañeros estaban igual. Incluso varios estaban agarrando sus bolsos ya, preparándose para salir pitando en cuanto sonase el timbre del fin de clases. Las agujas estaban a un paso de alcanzar la meta deseada por todos... Un tic, un tac, otro tic, le siguió otro tac... Y, finalmente, sonó.

Se oía las sillas de los pisos superiores arrastrarse, a la gente hablar casi a gritos... Pero Bonnie apartó aquello de su mente: tenía que llegar ya al parque.

Se impulsó desde su silla, casi tirándola. Una de las ventajas de ser bajo es que se podía colar entre los demás con bastante facilidad, y eso mismo hizo en ese instante. Ignoró a sus amigos que lo llamaron un par de veces, por hoy podría saltarse la práctica. Eso último le daba igual. Quería reunirse ya con Bon.

Un incómodo malestar flotaba alrededor suyo.

Corrió por los pasillos, chocando un par de veces con alumnos, que le respondieron con una colleja, enfadados por aquello. Se golpeó una pierna contra varias mochilas que yacían en el suelo, hechas polvo, pero después del quemazón inicial, lo ignoró y siguió su camino. Varias piedras salieron disparadas cuando las percutó al correr por la avenida principal del instituto. Uno de los vigilantes le llamó la atención, pero pasó de él. Había cosas más importantes que hacer en ese momento.

Tuvo que aguardar unos minutos en un paso de cebra que se puso en rojo en cuanto se acercó a él, como queriendo fastidiarlo. Una marea de gente se congregó a su alrededor, adultos que volvían de trabajar, niños de primaria o preescolar, jóvenes que, impacientes como él, miraban sin cesar su reloj, queriendo adelantar el tiempo, o que, al menos, fuese más rápido. El muñequito del semáforo decidió cambiar su vestimenta roja por una verde. El pelimorado comenzó nuevamente a correr, tratando de evitar a todas esas personas que le obstaculizaban el paso. Recibió codazos, y algún que otro pisotón, pero siguió avanzando, más lentamente, pero siguió.

La entrada del parque se alzó de golpe ante Bonnie. Una sonrisa esperanzada se dibujó en su rostro, y aceleró aún más. Mechones de pelo golpeaban su cara, y sus gafas rebotaban alegremente, siguiendo el ritmo de su mochila azul y blanca. Apresurándose, recorrió los caminos del lugar hasta llegar a ''su'' banco. Disminuyó el paso al ver que, por una vez, Bon no había llegado tarde.

Respiró profundamente e iba a llamarlo cuando se percató de que los ojos de su novio se hallaban rojos e hinchados, como si hubiese llorado durante un largo periodo de tiempo. Atrasó su marcha, para caminar dubitativamente hacia él.

El peliceleste alzó su mirada hacia el de melena morada y despeinada.

El pelimorado bajó su mirada hacia el de ojos sonrojados y cansados.

-Hey... Bonnie...-sorbió ruidosamente, pasando su manga bicolor sobre su mirada fatigada.

-B-Bon... ¿Que te pasa?

El aludido palmeó el asiento a su lado. Bonnie se sentó, preocupado.

-¿Qué te ocurrió?-volvió a preguntar.

-Supongo que debes de saber lo que ocurrió... Los rumores y cotilleos se esparcen como la pólvora...

-...

-Lo suponía...

Bon cogió aire.

-Bonnie... No creo que esto vaya a funcionar.

Una puñalada.

-¿P-perdón? ¿El qué?

-Lo nuestro.

Segunda puñalada.

-Lo he estado pensando mucho y... No creo que nos venga bien estar juntos.

Tercera.

-¿Por...? ¿Por qué?

-Somos de bandas distintas...

-¿Y?

-Somos ambos chicos.

Cuarta herida.

-¿E-eh?

-No me puedo enamorar de un chico. Eso... No es posible...

El dolor depositó granos de sal en las llagas.

-Pero... No veo lo... Raro...-susurró, la voz cortada.

-¡Sólo es eso! ¡No me puedo enamorar de un chico!-exclamó Bon, alzando la voz. Rápidamente miró a su alrededor, asustado de que alguien le hubiese escuchado. Y retomó lo que estaba diciendo-. Además... No creo que...

Las defensas de su corazón estaban siendo aniquiladas.

-...No creo que... De verdad sienta amor por tí.

Golpe de gracia.

Bonnie reprimió un sollozo. Eso no podía estar pasando.

-N-no me irás a decir que esto... Que esto es admiración...-sería el colmo para el de lentes.

-Tal vez... Lo sea.

Una lágrima tras otra, trazaron su dolor con pinceladas invisibles sobre sus pómulos. El peliceleste lo miró, reteniendo las lágrimas también.

-Lo siento, Bonnie...

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