C I N CO

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


La esperanza puede ver

el cielo a través de las
nubes más densas.

Thomas Broks

☆*・゚•*¨*•.¸¸☆*・゚

Riley fue torturada.

Todavía cuesta asimilarlo del todo, es un hecho escalofriante y demasiado fuerte como para asimilarlo tan rápido hasta para la peor persona de este mundo.

Mi vista sigue fija en el techo de piedra de mi bonita celda, tanto así que no me fijo en nada más. No es hasta cuando me doy cuenta de la presencia de alguien mirándome a través de los barrotes. Al principio no me inmuto, pero luego reacciono y miro hacia allí, girando mi cuello.

Creo que mi cara debe de ser arte cuando me doy cuenta de que el agente Colligan me está mirando fijamente. Casi se me sale el alma de lo rápido que me levanto y me planto frente a él, lo único que nos separa siendo los barrotes que rodean mi "zona de protección", por así decirlo.

—Ho-hola —tartamudeo y me aclaro la garganta antes de cagarla más.

Él me mira y luego pasa su vista a un lado.

—Tengo nuevas noticias —anuncia, con la mirada sobre mí de nuevo.

Y a mí no se me ocurre hacer otra cosa que no sea analizarle con atención.

Sus ojos son de un tono muy peculiar, no a modo de raro, sino de bonito. Son azules, pero más oscuros de lo que nunca antes vi, y sus cejas gruesas y oscuras hacen que se vean aún más especiales y únicos. En cuanto a su rostro, otra parte que destaca de él es su mandíbula. Tiene la típica mandíbula marcada y bien formada con la que sueña cada chica, sus labios, sin embargo, son proporcionales a su cara. La verdad, estoy empezando a pensar que es jodidamente perfecto, hasta que me percato —por primera vez— de la cicatriz de su mejilla. Es muy sutil, y si no miras con atención casi no la notas, por eso es la primera vez que la veo. No es muy grande, pero se observa que en su día fue de gravedad. Es recta, pero irregular, y le llega desde el pómulo hasta casi la barbilla. La curiosidad de saber cómo se la hizo se me instala en la cabeza mientras le miro sin parpadear.

Me quedo embobada viéndolo y cuando él carraspea, despierto de mi ensimismamiento. Me siento estúpida en cuanto me doy cuenta de que lo miraba como una colegiala viendo un chico malo.

—¿Me has oído? —apela, hundiendo las cejas.

—Eh... sí, claro. ¿Qué ha pasado?

—¿Recuerdas que me comentaste lo del té? —asiento —. Pues hemos encontrado la supuesta bolsita de té en el contenedor de tu casa —hago una mueca —. Sí, un asco haber buscado allí, pero como no lo hice yo...

Suelto una risotada que me sorprende hasta a mí, por lo que cierro la boca tan rápido como me doy cuenta de que me he reído a lo grande, tanto que seguro los demás reclusos también me han oído.

Sí, estoy volviéndome loca.

Un momento, ¿el agente Colligan acaba de bromear conmigo? Tiene que ser un sueño.

Me mantengo seria, a pesar de que estoy divertida y confusa a partes iguales. Y su chiste es la razón.

—¿Y? —emito siguiendo el hilo de la conversación.

Él abandona el dejo de sonrisa que tenía en su cara y se aclara la garganta.

—La hemos analizado y efectivamente, de allí proviene la droga que encontramos en tu cuerpo.

Lo sabía.

—¿Entonces... tenía razón?

Asiente y me resisto a alegar algo más como: "chúpate esa, asesino"

—¿Soy libre? —ahí va.

Mi cara debe ser la viva imagen de la esperanza en estos momentos. Pero se me descompone el gesto cuando él niega con la cabeza. A pesar de que sabía que no, tenía la pobre esperanza de que sí. Ilusa de mí.

—No, son pruebas importantes, pero no podemos presentar esto ante el juez, ya que no lograríamos que te dejen libre. Podría interpretarse como si tú lo hubieras puesto ahí...

Pego mi frente a los barrotes, soltando un suspiro cansado. Se sienten fríos contra mi cara, y mis manos parecen demasiado grandes en comparación con los barrotes gruesos. Empiezan a transpirar y se me resbalan por el frío hierro.

—¿Entonces? —sueno demasiado derrotada. Levanto la mirada hacia él, pero solo un poco.

Mete las manos en sus bolsillos.

—Todo depende de ti, de que recuerdes algo más. No sé con exactitud lo que producía esa droga, pero está siendo analizada y a más tardar mañana tendremos los resultados de sus efectos primarios y secundarios —se pasa la mano por el pelo y lo desordena más de lo que está —. Pero estoy seguro de que gracias a eso no recuerdas casi nada de lo que pasó, ese mismo era el objetivo de que tú te la tomaras. Para el asesino era fácil drogarte, hacer contigo lo que le diera la gana y luego hacer que lo olvidaras todo.

Trago saliva y siento ganas de vomitar. La bilis me sube por la garganta, y se me instala un vacío en la boca del estómago.

Levanto mi cabeza y lo enfrento, mirándole a los ojos de forma más clara y directa que antes.

—Lo sé, pero no lo he olvidado todo, poco a poco soy capaz de recordar cosas.

—Ese es el problema, no tenemos tanto tiempo. En menos de dos meses es el juicio y, sinceramente, me sentiría muy mal si te condenaran a pesar de que yo creo cada vez más en tu inocencia.

Mi cabeza empieza a sentirse pesada de tanto pensar y darle vueltas a las cosas.

Suspiro derrotada.

—Está bien, intentaré... no sé como lo haré, pero intentaré recordar algo más —afirmo sin muchas ganas. Sé, sabemos, que eso no es fácil.

—Bien, eso es todo —finaliza y parece proceder a irse, pero algo se lo impide. Incómodo, devuelve su mirada hacia mí y se rasca la nuca con el dedo índice.

¿Signo de nervios?

Bajo mi mirada de sorpresa, me susurra:

—Créeme que yo también quiero que se solucione esta situación —admite de pronto. Yo parpadeo como una estúpida, incrédula.

—Gracias —sueno torpe. Me da una última mirada y tensa su cuerpo antes de irse por el pasillo que lo llevará seguramente a su oficina.

Lo veo aquí las veinticuatro horas del día, pero de seguro va a su casa en las noches, o eso creo. No es que esté aquí las veinticuatro horas del día...

Bueno, no tengo ni idea, solo sé que da igual donde duerma, donde viva o lo que diga, solo importa que está de mi lado. Y que no estoy sola, razón que me hace sonreír como una estúpida por segunda vez en el día.

¿A pesar de todo?

A pesar de todo.

◦•●◉✿ - ✿◉●•◦

El momento ha llegado, resulta que me ha llamado urgentemente a verle, y yo claramente he acudido rápidamente a su cita. No es que pudiera negarme. Pero tampoco es que quisiera.

Una vez entré a aquella habitación oscura y ya familiar, me lo encontré como siempre, aunque esta vez habiendo más cosas en la mesa, esparcidas por esta. Me aproximé hasta que me senté en la silla, agradecida porque esta vez no me hubiesen dejado puestas las esposas que oprimían cada vez más mis muñecas, tanto así que comenzaban a formarse cardenales alrededor de ellas. De verdad que era estresante no poder usar las manos, imaginar que me podía caer de cara y no podía hacer nada para detenerlo era horrible.

—¿Qué has encontrado? —cuestioné, y se me pasó el minúsculo detalle de que lo acababa de tutear. Pero él pareció no percatarse, o si lo hizo, no comentó nada al respecto.

Tomó en su mano una bolsita de plástico muy pequeña y me la tendió sobre todos los demás papeles. Con manos dudosas y movimientos torpes, la recibí entre mis manos ya bastante sudadas por los nervios.

La curiosidad se hizo presente en mis facciones.

—¿Qué es?

Se veía algo a través del plástico, pero la bolsita era algo opaca y no conseguía distinguir bien lo que había en su interior. Ni siquiera por el tacto.

Cruzó sus dedos sobre la mesa, descansando sus brazos sobre la misma, sin dejar de mirarme.

—Es la bolsita de té que encontramos en tu contenedor, de la que nos hablaste. Adivina cuáles fueron los resultados.

Sonrió fugazmente, sin dientes.

—¿Teníamos razón? —él asintió, yo dejé la bolsa en la mesa y esperé paciente a que me proporcione más información mientras leía una hoja que me encontré sobre la mesa.

—Tras el análisis, se reveló que es una droga experimental —fruncí el ceño y luego vi como se apresuró a resolver mi duda, que se encontraba plasmada en toda mi cara —. Es decir, es una suma de muchas drogas, no es segura, y puede ser letal —tragué duro.

Continuó;

—Entre otros, causa sudores fríos, mareos, dolores a nivel lumbar y otros, sobre todo en las primeras veinticuatro horas tras su ingestión. Además, produce amnesia a corto plazo, también alucinaciones, y en los peores casos, hasta la muerte.

—Joder...

Ladeó la cabeza levemente hacia un lado para observarme con cara de circunstancias.

—Sí, básicamente te suministraron una bomba letal en todo el sentido de la palabra, pero a pesar de eso, la amnesia en personas normales no debería de durar más de un par de semanas.

Mi pecho se oprimió con fuerza.

—Entonces hay esperanza.

Él desvió la mirada, mientras yo me mantuve en silencio. Cuando se decidió a mirarme nuevamente, me sorprendí al ver la preocupación genuina en sus ojos azulados, sin poder evitarlo, tragué en seco. Había tristeza en sus ojos. 

Lucía preocupado realmente. De hecho, en algún momento de la conversación, había adoptado una posición más relajada, pero sin abandonar la tensión perpetua de su cuerpo.

—¿Y si no? ¿Y si logras recordarlo todo, pero a pesar de eso no es suficiente para sacarte de toda esta mierda? —parpadeé tres veces seguidas, sin palabras.

Me incliné un poco sobre la mesa cuando me recuperé del trance, ganando un poco de estabilidad.

No me sentaba bien que tuviera las esperanzas tan muertas. Pensé que la pesimista aquí era yo.

—Lo sé, pero algo es algo. Y no creo que no encontremos nada en mis recuerdos, creo que encontraremos todo lo que necesitamos. De un modo u otro, yo averiguaré cómo llegué a esa situación —afirmé, luego me apartó el pelo reseco de la cara.

Él negó con la cabeza con suavidad pero con insistencia, como si apartara los pensamientos negativos de su mente y se centrara en otras cosas. Me alegré de que fuera así.

—Es cierto, está bien, quiero que me mantengas informado de todo lo que recuerdes, ¿Está bien?

—Está bien.

Sacudió la cabeza sin despegar sus ojos de mí, y un silencio tirante nos rodeó. Un silencio de unos doce segundos en los que ninguno hizo más que mirar al otro.

—Vale, eso es todo, puedes irte —me levanté de mi sitio torpemente mientras él recogía lo que todavía estaba esparcido por la mesa.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —me volví con duda antes de salir, girando mi cuerpo hacia él.

Él asintió con la cabeza, cerrando por un segundo los ojos.

—¿De verdad crees que lo lograremos o...? —mi voz sonaba más temerosa de lo que habría querido, pero no pude evitarlo.

En mi estado, creo que me importaba una mierda sonar temerosa o no, solo necesitaba respuestas que me permitieran dejar de machacarme mentalmente, al menos de momento. Era tanta la presión mental que sentía constantemente que no sabía si conseguiría aguantarlo por más tiempo.

Sus ojos me miraron fijamente y se rascó la nunca con el dedo índice como hizo en las celdas. Lo había identificado como a un signo de incomodidad.

—Sabes que será difícil, pero lo haremos, ¿vale? —su voz me reconfortó instantáneamente, y calmó la emoción del momento.

Me basé solo en afirmar y salir por la puerta, con nuevas dudas, nuevas respuestas y nuevos sentimientos encontrados.

▌│█║▌║▌║

Este capítulo es cortito, bueno... más corto que los demás, jeje

En fin, que agradezco a los
que votáis desde todo mi corazón, también agradezco las sonrisas que me sacáis. Y me animáis a seguir, de verdad.

Preparados, porque se viene capítulo importante y lleno de información.

Bye.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro