D I E C I O C HO

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Los monstruos son reales.
Viven dentro de nosotros.
Y a veces, ellos ganan.

—Stephen King

・゚•*¨*•.¸¸☆*・゚

|Narra Tess|

La mirada que me echa Jones cuando cuelgo el teléfono es nueva para mí, alza las cejas pícaro y suelto una carcajada porque nunca antes he visto esta faceta en él. Jones es de las personas más serias y profesionales que he conocido en mi vida.

—¿Qué pasa? —le devuelvo el teléfono fijo.

Él lo toma y lo deja en el soporte que hay encima del escritorio, tratando de ocultar una sonrisa.

—Nada...

Me muerdo el labio sin entender bien qué es lo que quiere decirme con esta actitud.

—Volverá mañana —cambio de tema, él asiente.

—Me alegra saberlo —sonríe y las arrugas junto a sus ojos aparecen.

Procedo a irme a mi cuarto intentando pasar por su lado, pero su voz me detiene:

—Oye, Tess... —me detengo en seco y me giro para ver qué es lo que quiere.

—¿Sí?

—Tengo que informarte de que faltaré hoy hasta la noche, ya que necesito ir a una junta, donde me llevaré a unos cuentos oficiales más. Pondré a cargo de ti a Damián para que se asegure de que estás segura ¿de acuerdo?

Yo asiento ante esto, sin pedir más explicaciones.

El pelo se me pega a la frente debido al entrenamiento tan duro que tuve hace unos minutos, entrenamiento que dejé tirado cuando Jones me dijo que Myles estaba al teléfono. Vine tan rápido como mis piernas me lo permitieron. Simplemente algo estalló en mí de felicidad y no pude hacer otra cosa que no fuera correr hacia aquí como una loca.

Jones se queda callado, hasta que vuelve a abrir la boca:

—También... —vacila — me gustaría pedirte perdón —se rasca la nuca con el dedo y frunce el ceño, como si estuviera incómodo con la situación.

Jones tiene el cabello ligeramente oscuro, aunque se le pueden apreciar sutiles canas presentes a los lados. Sus ojos azulados lo hacen ver más varonil y maduro de lo que ya es.

—¿Perdón? ¿Por qué?

—Porque yo te juzgué mal al principio —se apoya en la otra esquina del escritorio, justo al lado del teléfono fijo —. Y quería disculpame porque yo de verdad creí que eras culpable, e hice cosas horribles.

Tomo aire con sutileza.

—Estoy intentando superarlo, ya sabe, olvidar un poco todo lo que viví aquí —por instinto, me rasco el codo nerviosa.

—Es totalmente comprensible. Pero necesitaba hacértelo saber —confiesa el hombre, cruzado de brazos.

No sé cómo lo hace, pero hasta pidiendo disculpas parece profesional, sin embargo yo pidiendo disculpas parezco un cachorro perdido, y eso que no es algo que suelo hacer, ya que no causo mal a nadie. Soy pacífica, viéndolo así.

—Gracias de todos modos, es algo que aprecio mucho —admito, esbozando una media sonrisa.

Él asiente soltando aire por la nariz, el ruido del escritorio chirríando sutil cuando se levanta.

Salgo de ahí y voy directa a mi cuarto, a pesar de que es la hora de la comida y de que hoy toca lasaña para comer. Me doy una ducha corta pero intensa, me pongo algo ligero y cómodo, quitándome la ropa sudada de deporte, y salgo de ahí más animada que ayer. La verdad el haber hablado con Myles me ha mejorado el día considerablemente, porque ahora estoy más tranquila, sabiendo que su hermana está bien y que él vendrá hoy en la noche. Creo que el presentimiento que tenía fue un simple susto, nada más, debería no hacerle caso a esas cosas.

Me alegra muchísimo que él venga. Me alegra demasiado, aunque más que nada siento tranquilidad.

Siempre lo pienso. Aunque es un pensamiento tan reprimido que lo suelo ignorar y enterrar en lo más profundo de mi cabeza. Me refiero al hecho de lo que siento por él. Porque hace unas semanas estaba segura de que era amistad o apreciación, pero ahora ya no tengo idea. Y me confunde demasiado pensar en ello, es un tema que no quiero tocar ni siquiera con el pensamiento y que evito más que nada.

Solo sé que me hace feliz, que es de las pocas personas que se preocupa por mí y la persona más tierna que he conocido, a pesar de su porte indestructible de policía rudo y frío. Soy afortunada de haber visto esas facetas de él, y soy una egoísta porque me siento feliz con el hecho de que he sido una de las pocas personas que ha tenido la suerte de ver al Myles tierno en todo su esplendor.

He sido beneficiaria de muestras de afecto de su parte, de sonrisas escondidas, de bromas que acababan en carcajadas, de sentimientos ocultos... Y es simplemente perfecto.

Sonrío ampliamente mientras cruzo la puerta del comedor, recibiendo el aroma a comida y el barullo de cubiertos y platos.

◦•●◉✿ - ✿◉●•◦

|Narra Myles|

—¿¡Llevas todo!? —mamá grita desde abajo.

—¡Sí!

Dejo la maleta negra en el suelo y saco la manilla para poder llevarla. No es muy grande la verdad, pero para mis escasas cosas es inmensa. Cierro la puerta de mi cuarto tras echarle el último vistazo nostálgico y bajo las escaleras tratando de no hacer mucho escándalo con la maleta mientras golpea los escalones de madera.

Mamá se encuentra de espaldas a mí cuando llego a la planta inferior, se ajusta el moño que tiene hecho en la coronilla y me mira con las manos en la cintura una vez se da cuenta de mi presencia.

—Llegarás tarde al aeropuerto —me reprime. No debí haberme quedado dormido.

Dejo la maleta a un lado y papá llega ajustándose la chaqueta que se acaba de pasar por los hombros.

—Te portas bien, ¿de acuerdo? —señalo a Madd, que está sentada en el sofá.

Tiene la pierna derecha sobre una de esas almohadas con estampado de flores que tanto le gustan a mamá, ni siquiera sé como es que le ha dejado usarla. Me mira con el ceño fruncido.

—¡Por favor! ¿Pero quién te crees que soy? —expresa ofendida, abriendo la boca exageradamente y poniendo la mano en su pecho.

Camino hacia ella con una sonrisa.

—Cuídate.

Me acero y se levanta para abrazarme
A pesar de que le saco casi ocho años de edad, es bastante alta. Le saco casi dos cabezas, pero para su edad, la considero alta. Se aleja de mí y se vuelve a sentar cojeando hacia el sofá.

—No te olvides de lo que hablamos —me señala con el mando de la tele y luego la enciende en un canal de música juvenil.

Le regalo una media sonrisa al recordarlo.

Tomo mi maleta y no digo nada respecto a eso. Papá finalmente termina de ponerse los zapatos y justo sale mi madre del cuarto con una chaquetilla encima. Afuera no hace tanto frío, apenas es otoño, pero ella se empeña en abrigarse como si fuera diciembre.

Tras la charla entre mamá y Madd sobre que no puede moverse del sofá hasta que lleguen, salimos de casa y nos subimos todos al Audi gris de mis padres. Yo me siento delante con mi madre y mi padre detrás del todo. Somos una familia muy amena, en mi casa la que mejor conduce es mi madre, eso puede sonar extraño para mucha gente, pero para mí es lo más normal del mundo. Mi padre es más de quedarse detrás observando el paisaje mientras mi madre acelera sobrepasando el límite de velocidad de vez en cuando.

Ahora incluso tengo que pedirle que frene de vez en cuando por lo apurada que va, y no es para menos, llegamos con diez minutos de retraso ya.

El Audi color gris se pierde en el aparcamiento que hay junto al aeropuerto cuando llegamos.

Bajamos del coche cuando son las cinco y quince, y mi vuelo era a las cinco en punto. Entramos apresurados mientras arrastro la maleta tratando de no chocar con nadie, y llegamos a la zona de embarque a salvo. Papá y mamá se despiden de mí y me hacen prometerles que volveré a visitarlos pronto, yo ruedo los ojos solo para molestar a mi madre. Aunque claro que lo haré, además, a una parte de mí le encantaría que la próxima vez fuera con Tess.

Para mala suerte la mía, el avión que tenía preparado ha despegado sin mí, y bufo frustrado mientras camino a recepción para ver si me pueden asignar otro cuanto antes. Se me ilumina la cara cuando la mujer morena del otro lado me da la noticia de que hay uno que sale también para Evanstone en unos veinte minutos, de modo que compro el billete y me siento a esperar.

Después de pasar la maleta por la banda de seguridad y dar mi billete de entrada al segurata que cubre la subida de pasajeros, embarco en el sitio número 44, junto a la ventana. Me pongo el cinturón de seguridad una vez me siento y me quedo dormido antes de darme cuenta, sintiendo como el avión se eleva del suelo para llevarme al único lugar al que quiero llegar cuando antes; con ella.

Con Tess.

|Narra Desconocido|

Dos días atrás...

Pongo el teléfono contra la oreja y espero, oyendo el sonido de los pitidos de fondo, mientras muevo mis dedos de arriba abajo en el posabrazos del sofá de cuero negro, haciendo un ligero repiqueteo. Al tercer pitido, Lennon contesta.

—¿Sí? —su voz grave me recibe al otro lado de la línea.

—Lennon, soy yo.

—Dígame señor.

Me levanto de mi sitio y camino hacia la vitrina de color oscuro, que bajo esta tenue luz se ve de forma mínima y casi no veo por donde camino.

—Necesito un pequeño trabajito —abro la puerta de la vitrina, donde están los vinos de calidad que siempre guardo.

—Lo que usted ordene.

Lennon siempre ha sido mi mano derecha, desde hace prácticamente poco tiempo, pero es una de las pocas personas en las que puedo confiar. Una de las personas que me ha demostrado lealtad.

—Necesito que consigas un coche —paso la mano por la botella de vino tinto antes de tomarla por el cuello y sacarla del estante —. Quiero que te cubras bien las espaldas, no quiero descuidos. Necesito que estés siguiendo a una persona durante unos días, ¿de acuerdo?

—Entiendo, puede mandarme una fotografía —asiento para mí y toqueteo el móvil para pasarle la foto de la persona que estoy hablando.

—Necesito que la encuentres sola, y la atropelles —continúo —. No quiero que la mates, ¿de acuerdo? Solo quiero que sea un pequeño susto, eso es todo, ya sabes como hacerlo de forma impecable.

—De acuerdo

Cuelgo el teléfono y lo dejo sobre la mesa para luego cerrar la vitrina y servirme una copa de vino en una de esas copas clásicas que hay dentro, a pesar de que están algo empolvadas. Me siento en el sofá relajadamente mientras le doy el primer trago, y exhalo aire por la nariz justo después.

Miro hacia la hermosa oscuridad que hay a mi alrededor.

—Queda poco, mi querida Tess, muy poco —el vino baja por mi garganta quemando todo a su paso, causando una agradable sensación en mi sistema.

Es esa sensación que tanto me gusta; la destrucción.

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Capítulo corto, gente.

Los amo mucho, de verdad. Estoy muy feliz de que Culpable esté subiendo tanto, ya ganó ocho concursos, y los que le queda JAJAJAJA :)

En fin, que espero subir el próximo capítulo pronto, ya que con este me demoré. Al principio iba a ser muy largo, pero decidí hacerlo así por UNA razón, que veréis muy pronto.

PD. La obra será presentada a los Wattys 2020. ¡Estoy muy emocionada!

Sí, eso quiere decir que quedan dos (máximo tres) capítulos para finalizar el 1er libro.

Bexos.





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