Love

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Love, amor en inglés... una palabra corta que se le da mucho significado, en mi caso es mi apellido.

Un apellido poco común de origen inglés predominante en Estados Unidos, un apellido que según algunos confirmaban la teoría de que era la reencarnación de cupido.

Aquel lunes en la mañana a media consulta de cupido mi cerebro no dejaba de pensar en aquello que se me había propuesto.

—Entonces siento que no me ama —dijo Rachel, una rubia muy linda.

—¿Por qué lo dices? —me concentré.

—Pues porque nunca me lo dice —se quejó— le he dicho mil veces que la amo y ella ni una... siento que es muy fría conmigo, además de no ser porque yo la abrazó ella no lo haría —gruñó frustrada.

Entonces entendí que lo que pasaba aquí era el mayor problema en las relaciones.

—Déjame preguntarte ella suele darte regalos —me interese.

—Bueno si, es muy detallista —asintió— siempre me lleva a comer donde me gusta, me prepara mis comidas favoritas y siempre está al pendiente de mi... pero eso que tiene que ver con lo otro.

—Tiene todo que ver —confirme— no es que no te ame, es que su lenguaje del amor es diferente.

—¿Qué? —me preguntó confundida.

—Cada quien expresa su amor de formas diferentes, y suelen concentrarse en cinco: los verbales como tú expresan su amor de manera verbal, esta el contacto físico que no hace falta explicar, también los actos de servicio como es estar al pendiente de ti, —explique— los tiempos de calidad y regalos son otro tipo de lenguaje.

La chica asintió pensándolo.

—Como vez ambas tiene lenguajes distintos y que no lo exprese como tú lo das no significa que no te ame de la misma manera —la calmé— es solo un problema de comunicación muy frecuente, habla con ella exprésale como te sientes, el mejor recurso para arreglar una relación es hablando.

—Gracias Cupido eres el mejor —dijo feliz.

—Lo se —asentí— ahora si no es molestia te puedes ir tengo otra consulta.

La chica asintió para salir dejándome a solas mientras guardaba mis cosas, no tenía otra consulta pero ya moría de hambre.

—Señor cupido tengo una consulta —dijo Caleb entrando para sentarse frente a mi.

Le miré de arriba abajo para recaer en mi lista.

—Lo siento sin cita no atiendo —me negué aunque me ganaba la curiosidad.

—Ni porque somos amigos —insistió burlón.

—No hay favoritismo en este puesto, agenda tu cita si quieres mi ayuda —negué.

El moreno bufó para levantarse a la par conmigo.

—Que bueno que estaba mintiendo porque negarte así está muy mal, no es de amigos —me regañó.

—Las amistades y el trabajo no se juntan —me quejé.

—Espera que no tus mejores amigos dirigen esto contigo —me encaro el cabron.

Me quedé pensando, no podía negarme ante eso.

—Ni al caso —negué— en fin qué haces aquí.

—Iba pasando y no pude evitar venirte a molestar un momento —sonrió revolviendo mi cabello— ¿Para dónde vas?

—A comer —quite su mano de mis rulos.

—Bien te acompaño —se apuntó— tengo tiempo libre.

Asentí para irnos a las mesas, saqué mi almuerzo para disponerme a comer.

—Por cierto te lo manda mi abuelita —dijo sacando un molde con galletas— mi abue siempre dice que los festejos son con comida.

Asentí recibiendo las galletas.

—Tranquilo las hicimos sin ningún elemento de la lista —asintió— lo que menos quiero es matarte.

Lo más probable es que este tipo se expresara con los cinco lenguajes del amor... conclusión era una joyita de pareja.

—Gracias —asentí probando una.

Básicamente soy alérgico a casi todos los alimentos, el huevo, la leche, frutos secos, algunos pescados, semillas y una lista demasiado grande.

—¿Cómo te fue con tu madre? —pregunté sacando conversación.

—Bien —asintió incómodo— oye y ya casi es san Valentín, supe que vas a repartir flechas de chocolate —me guiño burlón.

—Para mi mala suerte —me quejé— ¿Por qué? ¿Quieres enviar una?

El chico se quedó pensando por unos segundos.

—Ya lo verás —sonrió— por cierto ni creas que se me a olvidado lo de tu celebración.

—Tenía mis dudas —asentí mientras comía mi galleta— ¿Y que tienes pensado? —pregunté intrigado.

—¿Estas libre hoy? —me preguntó arqueando la ceja.

—Si —contesté confundido.

—Bien te veo al salir —dijo robándome una galleta para salir corriendo— en la puerta B no llegues tarde.

Me quedé observando al chico que se cayó para levantarse e irse corriendo.

—Ahh el amor —se burló Gabo llegando.

—Cállate —negué poniendo los ojos en blanco.

—Oye hoy...

—No puedo estoy ocupado —me negué de inmediato.

—Ni te he dicho que —gruñó comiendo una de mis galletas para mirarla y devolvérmela— con razón nadie te roba de tu comida.

Asentí para guardar mis galletas, a mi si me habían gustado pues ya estaba acostumbrado a este tipo de sabores.

—Iré con Caleb hoy a no se donde —expliqué— al parecer es mi cita.

—Y aún niegas que te gusta —se burló.

—Y lo seguiré negando porque no lo hace —aclaré.

—Como quieras —puso los ojos en blanco— pero mañana tienes la prueba de vestuario, mi abuela dice que no nos ayudará si nos tardamos más.

Bufé para asentir, lo que uno hace por los amigos.

—Te odio —me quejé recogiendo las cosas para irme a mi siguiente clase.

—¡Me amas! —exclamo feliz

Me quedé toda la tarde pensando al lugar al que me iba a llevar.

—Mamá dice que tenemos comida familiar hoy —dijo Grace apareciendo de la nada.

—Tengo planes —señale— me hubiera dicho antes.

—Si te lo digo, a las diez de la mañana que me envío el mensaje te lo dije —insistió, probablemente iba a mentir.

Negué para ver a la pelirroja.

—Te las arreglas yo tengo planes —dije huyendo de ella aunque me llamara.

—Am creo que tu hermana te busca —me dijo Cal cuando llegué con él.

—Finge demencia que nos vamos —añadí.

El castaño asintió con una sonrisita para dar marcha, no dijimos mucho durante el camino, me limité a ver por donde me llevaba hasta que llegamos a un pequeño centro comercial.

—¿Que haremos aquí? —pregunté confundido.

—Bueno ya sabemos que eres un maestro con el  arco y la flecha pero quiero ver que tan bueno eres en la diana —sonrío burlón.

—Veamos —asentí.

Entramos al lugar... era un lugar para lanzar hachas a una pared con una diana, el lugar se veía bien, había varias dianas y muy pocas personas, eso si nos hicieron llenar muchos papeles.

—Amo este lugar —sonrio el moreno observando— mi papá siempre me traía cuando regresaba de servicio.

—Mis madres ni siquiera me dejan utilizar un cuchillo normal —me quejé— ah pero qué tal una flecha que va a 340 pies por segundo.

—Mamás que se les hace —se burló— de acuerdo tú me enseñaste, ahora yo te enseñaré.

El chico tomó una de las hachas para elevarla sobre su cabeza y lanzara con una mano sin si quiera ver la diana, el hacha se quedó justo en el centro con gran facilidad.

—Fácil —sonrió.

Tomé el hacha, era pesada pero no tanto como el arco, supuse que si llevaba la misma trayectoria que la flecha debía llegar bien... y ciertamente lo hizo pero solo golpeó sin quedarse.

—No tan fácil —me quejé.

El castaño sonrió para asentir y traer las hachas, me dio la mía para tomar mi mano que sujetaba el hacha

—Fue bueno el tiro pero te falta fuerza en la muñeca y un movimiento curvo —me enseño moviendo mi mano de adelante hacia atrás— ahora solo ponte de frente ni es necesario mover todo el cuerno.

Asentí para hacerle caso, en un tiro firme le pegué para darle justo en el blanco, sonreí al ver como se quedó.

—Fácil —repetí.

—Tiro de suerte —asintió.

Tomé otra vez el hacha para acertar una vez más.

—Presumido —bufó riendo— hagamos esto diez tiros y el que gane paga el postre.

—Bien, ¿listo para pagar el postre? —me burlé.

El chico asintió, mientras tirábamos nos trajeron la comida que no estuvo mal, un chico tal vez un par de años más grande que nosotros llegó con las bebidas.

—Bien les hago entrega —dijo dejándolas— les comentó que por ser temporada tenemos un paquete especial de pareja para el postre con súper descuento.

—Ah no so...

—Me parece perfecto —dijo rodeándome con su brazo— tráiganos uno, nos encanta compartir.

El chico asintió anotándolo en su lista para irse.

—Y eso —lo mire pues seguía sobre mi.

—Un descuento nunca se desaprovecha así tengamos que mentir —asintió separándose de mi— y a este paso yo pagaré el postre también.

Asentí, todo lo que tuviera que ver con puntería se me hacía relativamente fácil.

—¿Tienes planes para San Valentín? —me preguntó mientras se comía el postre que yo no podía.

—Aparte de ser humillado frente a toda la escuela creo que no —murmuré— qué tal tu.

—Llenarme de helado y ver películas románticas en la tele —asintió— como todo virgen.

—Suena bien —mentí.

—Estás invitado acompañarme si quieres —propuso.

—No me odio lo suficiente —negué, odiaba esas estupidas películas de amor irreal.

El moreno asintió divertido, mientras comíamos recibió un mensaje el que miró serio para negar.

—¿Todo bien? —pregunté confundido.

—Si —asintió— la abuela solamente, esa señora quiere señales de vida cada cinco minutos pero si la llamas nunca contesta.

—Abuelas —asentí.

El chico siguió jugando con la comida.

—Y entonces tu mamá ya volvió a servicio —traté de sacar información.

—Sip —dijo no muy convencido de hablar— tú tienes dos mamas como se siente eso.

—Más hormonas en la casa lejos de eso supongo que es lo mismo —levanté los hombros viendo como cambiaba de tema cada que hablaba de su madre— y tu padre vendrá pronto o igual sigue de servicio

—No lo se, llegan de sorpresa y se van —contó— pero bueno creo que ya hablamos suficiente de padres porque no me dices cómo vas con Kori, ya hicieron lazos fraternales.

Negué para mirar mi cafecito y darle un sorbo.

—Mejor dejemos de hablar de familia no —insistí.

—Mejor —dijo riendo.

Al final terminamos hablando de otros temas, me gustaba ver a las personas hablar de lo que les apasiona, esa sonrisa involuntaria que se formaba en sus rostros era gratificante como el brillo en sus ojos.

—Lo siento, te estoy aburriendo de seguro —suspiró.

—Tu tema de conversación no es de mi agrado pero por mi parte puedes continuar —asenti.

El chico negó riendo para recargarse en su mano y mirarme.

—Gracias por escucharme —sonrió.

—Es mi trabajo —le recordé.

—Ahh morire solo y sin pareja —dijo el mesero trayendo la cuenta — felicidades chicos.

En cuanto se fue no pudimos evitar reírnos, al final me dejó en mi casa.

—Nos vemos cupido —se despidió.

—Adiós Cal —dije bajando de su camioneta.

Al entrar a casa ya me esperaba el regaño pero entré para ver a mis madres espiando por la ventana.

—Lamentó llegar tarde —me disculpé.

—Aja si no hay problema, ¿Quién es él? —preguntó mamá pícara.

—Caleb —contesté.

—Desarolla cariño, desarolla —insistió Ma pidiendo chisme.

Ya iban a empezar.

Estos no más no son novios porque no quieren 🥴

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