Capítulo 18

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Se ocultó tras un arbusto que pasaba desde la cerca hacia afuera de su casa, lo suficiente para crear otro que diera hacia la acera, necesitaba una podada con urgencia, pero en ese momento el haberse saltado las labores de jardinería había sido una buena idea. Mirando hacia el interior, todo estaba recubierto por las cintas amarillas, todas exactamente donde las había visto por última vez. Ahora no se llevaría ningún artilugio, se quedaría con la casa entera. No había ningún policía alrededor, era como si la hubiesen abandonado. Puso un pié sobre el primer escalón de la entrada y escuchó con suma complacencia el rechinido detestable de la madera húmeda que se abría por los costados. Hogar, dulce hogar.

— ¿Y la llave? —Se había agachado a ver el tapete de la entrada, para su sorpresa estaba vacío— Es el mejor escondite para las lleves, ¿Quién se la llevaría?... —Estrechó la vista y pensó— Malditos policías.

De un puñetazo con la mano robótica rompió el vidrio de la ventana, más o menos a la altura que tenía el picaporte para poder abrirla. Pasando por el alféizar, se introdujo al interior, a penas lo había logrado escuchó un montón de minúsculas patitas huyendo de él. Estiró el brazo y alcanzó el interruptor de la luz.

— ¡Malditos...! —Quiso gritar, empuñando las manos— ¡Se llevaron mi casa! Oh, no espera mi casa es así —Rió— siempre quise decir eso.

El lugar estaba totalmente vacío, exceptuando por un par de colchonetas mohosas, una separada de la otra que se veían en una esquina de la casa, un sillón amarillento y un televisor que a duras penas mostraría una imagen de ruido estático si fuese encendido. ¿Cuántos meses habían pasado desde que él y su compañero fueron atrapados? Recorriendo el lugar, se dio cuenta de que al menos su hogar había sido nada más que registrado. Pero lo que sí tenía presente desde un inicio, era que todo su equipo y armamento estaba bajo custodia de los polis. El taller estaba vacío, tomando en cuenta de que la "casa" solo se trataba de una habitación, juntando la cocina con el baño, separándolos por un biombo casero de madera y metales. La cafetera estaba desconectada y el lavavajillas cubierto por un óxido verdoso. Ya no podría lavar nada allí, a menos que quisiera contagiarle a alguien hepatitis con un vaso de agua. Un pequeño ¡pop! rompió el silencio en la habitación.

—Vaya, vaya —Dijo una voz mascando goma de mascar en el fondo, escondiéndose entre las sombras que la tenue luz de la bombilla no alcanzaba a disolver, sus ropas oscuras la habían ayudado a pasar desapercibida— ¿Tan urgido por esa estabas? Mírate que me hiciste sentirme un mal tercio.

— ¡T-Tu...! Tu eres la niña que se escapó de la escuela —La apuntó con un dedo— Ya te ayudé ¡¿Q-Qué haces tú aquí?!

Ocultando una risa tras los guantes sin dedos, caminó hasta la luz para hacerse visible. La chiquilla llevaba una especie de laptop hexagonal portátil bajo el brazo que lanzó al frente, instantáneamente levitando frente a ella como paneles de luz. Ajustándose la capucha a los hombros, tecleó en el aire y con un gesto de la mano las pantallas voltearon a mostrarle su propio retrato. Fotos de su cartel de búsqueda.

—No sabía que el conserje de la escuela era buscado en el país por cargarse los bancos con explosivos —Meneó la cabeza— Al menos podrías haberte traído algo, no tienes varo para sacar a tu cuate, serás pendejo —Rió.

—Eso es porque... ¡Yo no tengo que estar dándote explicaciones, enana!

—Será mejor que le bajes, no vine aquí para entregarte a la poli —Haciendo el mismo gesto con la mano, las pantallas volvieron a mirarla. Ella tecleó en el aire haciendo aparecer las letras de un teclado cada ver que sus dedos hacían contacto, desapareciendo cuando los quitaba. Esta vez, le mostró a Jamison algo un poco más interesante— ¿Qué te parece?

— ¿Fue cosa tuya?

La pantalla mostraba una foto retocada, muy semejante a como se veía vestido con el traje de conserje que llevaba en la mañana, en el pié de la imagen la descripción de sus años de trabajo como conserje en Overhigh, cuatro años exactamente, encontrándose su nombre completo, huella dactilar, teléfono antiguo y número de identificación. Todo estaba allí. La muchacha lo había incluido en la escuela para pasar desapercibido, como si nunca hubiese sido un delincuente. Frunciendo el entrecejo miró a la morena que parecía muy confiada, ella no entendía lo frustrante que era saber que su carrera delictual era borrada, le había tomado años crear ese reconocimiento que causa escozor por donde pasaba. Tirándose sobre el sillón mohoso del medio en un sonido apagado por la falta de relleno, dejó el sombrero de lado quitando la vista de ella.

—Sí, te ayudé porque me ayudaste. Pero no creas que te lo dejaré tan fácil, güey, oh, no. Tu cabeza vale al menos tres veces el salario que ganarás.

— ¿Y eso qué? ¿Me vas a entregar a las autoridades? Mira como tiemblo, enana —Sacudió las manos mostrándoselas utilizando un tono burlesco en la voz.

—Tranquilo, no quiero dinero —Le acercó una de las pantallas mientras masticaba la goma, esta tenía la foto de alguien más— ¿Conoces a este tipo?

— ¿Ah? —Entrecerrando los ojos vio al nigerino, por un momento casi lo reconoce de otro lado, pero sus sospechas fueron guiadas a otro recuerdo mucho más cercano— Lo vi en la fila de inscripción, ¿Quién es? ¿Tu padre? —Sonrió con ironía, como si aquello fuese verdad.

—Ya bájale, quiero que me mantengas al tanto de todo lo que haga. Su nombre es Akande Ogundimu, tiene el puesto de administrador. Es muy carismático, lo reconocerás enseguida.

— ¿Y qué te hace creer que voy a ayudarte?

En seguida la otra pantalla que tenía su foto como conserje se volvió su cartel de se busca.

—Muy convincente.

Volviendo a guardar las pantallas bajo su brazo, estalló una pompa de chicle. Jamison siguió a la chica con la mirada, dirigiéndose a la puerta, antes de que saliera por esta, se devolvió.

—Entonces tenemos un trato—Volvió a macar, pero esta vez en no hiso un globo, se sacó la goma de la boca y la pegó en la madera del pórtico. Muy madura —Que no se te ocurra sacarlo.

Diciendo esto último abrió la puerta y la cerró con gentileza, sin hacerlo bien, como si esa nunca hubiera sido su intención, viéndose a través de la apertura como cruzaba la calle a la otra acera, desapareciendo al pasar tras un árbol.

— ¿Quién... Quién se cree esa mocosa? —Levantándose de la silla, tomó un papel de un comprobante de compras que estaba en el piso y quitó la goma de mascar, tirándolo a una pila de basura en una esquina. Está bien que todo estuviese desordenado, pero no tenía por qué empeorarlo, ¿Verdad?


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¡Vacaciones! ...Shit
Estaré de vuelta el 19 con más capítulos
:'T

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