Capítulo 2

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A penas había entrado a la sala de profesores para buscar sus documentos, vio a Ángela y su pareja charlando entre ellas cerca de su puesto. El sonido de la puerta al cerrarse a pesar el tope las hiso voltear. Levantando una mano tímidamente, las saludo.

—Profesora, buenos días, estaba esperándola —Dijo Ziegler sin moverse de su lugar— Estábamos hablando sobre ti.

—Buenos días, Ángela, Entrenadora Phara —Se acercó dejando su bolso colgado de la silla como era su costumbre. El aroma del café de la enfermera sobre la mesa le despejó la mañana y le recordó la idea que tenía pendiente— ¿Ya están listos los papeles?

—Claro que sí, no por nada estoy a cargo de la salud.

—Antes de que lo olvide, Profesora—Dijo la entrenadora girando su silla en dirección a ella sin levantarse de esta— Creo que sería bueno que hiciera algo más de ejercicio.

— ¿Qué...? —Giró a verla ofendida.

—Cariño, no es la manera —Le dijo Ángela, escondiendo una risa.

—No lo malentiendas, es solo que... No te mueves demasiado y por eso te sientes mucho peor... —Mirando hacia arriba intentó mascar más lo que estaba intentando decir— Quiero decir...

—Se refiere a que la gente que tiene algún tipo de actividad física es más saludable y feliz —La interrumpió Ángela— por así decirlo. Sería bueno que hicieras algo divertido que no te tomase demasiado tiempo. Por eso...

—Hablábamos de que sería bueno que participaras en los bailes del instituto que organizan los profesores— Continuó Phara dando un vistazo a la enfermera. Esta se la devolvió asintiendo para ambas mirar finalmente a la profesora esperando que esta aceptara.

— ¿Hablan de que baile con ustedes? —Sorprendida, paso de Ángela a Amari y de vuelta— Pero no tengo idea, yo solo iba a estar detrás siendo de ayuda con los preparativos. No tengo nada que hacer sobre un escenario, me congelaría.

—Solo un poco de práctica y ya está.

— ¿Y si haces pareja con alguien? —Dijo Ziegler— Así no estarías sola.

— ¿Con quién?

—Puedes invitar a alguien si quieres. No hay problema si es alguien de afuera.

—Yo... —Miró la hora en el monitor de Phara— ¡Es tarde! —Tomó su bolso y un tacón de hojas que había dejado preparado del día anterior— La verdad suena divertido, pero no estoy segura.

— ¿Eso es un sí? —Preguntó la morena entrecerrando los ojos, como si aún no entendiera la respuesta si es que la había llegado a dar.

—... Eso creo —Se detuvo un momento a mirarlas, para convencerse de su propia respuesta— ¡Debo irme!

Mei salió corriendo del salón de maestros, dejando la puerta abierta.

—Nosotras también deberíamos irnos. Tienes un partido próximo con los muchachos, ¿Verdad? —Se volteó Ángela a verla.

— ¿Claro, vendrás no es así? —Se levantó tomando su bolso sin quitarle la vista de encima.

—No me lo perdería por nada —Sonrió.

* * *

Cerró las ventanas del salón de clases. El frío estaba apoderándose de su asiento junto a esta y no quería agarrar un resfriado. La clase había concluido y el alumnado se había retirado a almorzar a la cafetería, pero para ella, el día laboral había terminado. Abrió su bolso y guardó el tacón de hojas por corregir. Solo faltaba una semana para el examen final y esta les daría puntos adicionales a la nota final si es que los estudiantes las tuviesen correctas. Arreglándose las gafas, salió por la puerta cerrando la puerta.

Cruzándose por el pasillo, Ángela paseaba con documentos en sus manos hacia su puesto.

—Enfermera, hasta mañana —Le dijo haciendo un ademán de bajar la cabeza, pero se detuvo al recordar que no era costumbre en el país. Pero terminó saludando con la mano al percatarse.

—Mei, que gusto —Le respondió, deteniéndose para hablarle— ¿Ya te vas?

—Sí, iré a ver esa cafetería que esta por el lado este de la ciudad, aprovechando que ahora tengo más tiempo.

—Estupendo, ¿Hablas de aquella que tiene libros?

—La misma —Sonrió.

—Pide, té negro y leche cuando tengas la oportunidad, son tan buenos como las cafeterías de Miami.

— ¿Oh, ve de veras? —Dijo con una mirada pensativa hacia arriba— En ese caso será lo primero que pruebe.

—No te arrepentirás, y te hará bien a la piel —Le guiñó un ojo en medio de una sonrisa, dando un paso hacia el lado para continuar caminando— Hasta mañana.

— ¡Gracias! Nos vemos mañana.

Habiendo marcado su cartilla de asistencia, salió del recinto estudiantil. Con cuidado bajó las escaleras, con la costumbre de verse los pies para no dejarse ningún escalón. Al alzar la cabeza, vio como los autos atravesaban la calle en ambas direcciones.

—Bueno, hora de ir por ese té.

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