Capítulo 18: Segundo encuentro.

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He estado pensando mucho, y tras hacerlo, concluí que el feminismo es una mierda. En serio, vaya propaganda sin sentido la que se está llevando. 

Bueno, en sí el feminismo es una cosa, pero la manera en la que es aplicado está mal. Me vale verga si piensas distinto, puto. 

Por otro lado, por fin he decidido la manera de terminar esta historia norteña. Vamos, sé que no ha habido interacción romántica entre Bell y Alfia, pero tengo una buena razón. 

Si solo quisiera que cogieran, hubiera escrito la típica escena del afrodisíaco (cof, cof, así es, hablo de mi historia BellxAsfi xD) 

En fin, pienso que esta historia dará hasta el capítulo 25. 30 si es que meto peleas importantes y así, pero 20 si me centro solo en desarrollar a Bell y Alfia. 

Spoiler: Vas a odiar a Bell en los próximos caps. Bueno, eso pienso. 

Igual que asomarse a un abismo. 

Asusta, pero no puedes dejar de mirar. 

Así era ella. 

Y miré demasiado. 

Hasta

                caer

                             al

                                   vacío...

X X X

.

.

.

La personas son ciegas.

No en un sentido físico, sino emocional.

Las emociones son aduladas como algo intrínseco del ser humano, y nunca como algo que causa la ceguera sobre el raciocinio y la lógica.

Por ejemplo, era lógico que un hombre o mujer encontrara desagradable una conducta diferente a la suya.

Por ejemplo, era razonable que alguien se negara a algo que no quería hacer.

Las emociones le daban un vuelco total a esa lógica y razón.

Un hombre enamorado, o una mujer enamorada, bien podrían abrazar a una persona cuya personalidad era opuesta a la suya por el mero hecho de un sentimiento de afecto.

Era lógico y razonable, de una manera irónica, decir sí a algo que no deseas hacer. Todo por el mero hecho de los sentimientos nacidos de una emoción llamada amor.

Dirías sí a todo si la persona que te lo pide es la persona que amas. Por más ilógico e irrazonable que fuera.

Por ejemplo.

-- ¿Te vas?.

-- Sí, buscaré a alguien.

-- .... Ve con cuidado.

-- Regreso pronto.

Alguien que, ilógicamente, salía en busca del amor cuando este lo esperaba todos los días en casa.

-- .... Te quiero, Bell.

Alguien que, irrazonablemente, elegía reprimir con todas sus fuerzas los sentimientos desbordantes que guardaba hacia alguien especial en su corazón.

-- Y yo a ti, tía.

Las personas son ciegas.



X X X



El frío de la mañana se esfumó al medio día. La luz del sol calentaba los lugares, y el viento corría entre los espacios huecos y calles.

En medio de ese ambiente, me acerqué a una persona.

-- ¿Quién eres?.

-- Me llamo Bell, Bell Cranel.

El joven de cabello rojo y ojos azules mostró una expresión desconcertada, a diferencia de mí, que mostraba una sonrisa artificial y sospechosa.

-- Eres Welf Crozzo, ¿cierto?.

-- ....

Asintió, a lo que me hizo acercarme más a él.

Era la persona que llevaba buscando toda la mañana.

-- Oye.

Retrocedió, pero eliminé esa distancia.

-- Quiero que me hagas un arma. Una buena.

-- ....

La extrañeza de su mirada se volvió irritación, como un espectáculo que había visto cientos de miles de veces.

Con un tono disgustado, me echó.

-- Piérdete, no hago espadas mágicas.

Dio la vuelta y se alejó, dejándome atrás en medio de la calle. Yo solo pude ladear la cabeza, inconforme.

-- .... ¿Es así?.

Volví a avanzar, moviéndome entre las personas que transitaban el lugar. Entonces le tomé del cuello de su camisa.

-- ¡O-Oye, qué mierda!

-- Vamos, no quiero esa basura de arma. Me oíste, ¿no? Quiero una buena.

-- ¡S-Suéltame, bastardo!

-- Ya, ya.

Arrastré a mi nuevo amigo Welf Crozzo por la calle sin que nadie me detuviera. Las personas que me reconocían, en su mayoría aventureros, hicieron de la vista gorda con cierta incomodidad en sus ojos.

-- Hablemos de negocios, amigo.

-- ¡No somos amigos!

Con ese intercambio de palabras, me dirigí a un bar donde pudiera charlar cómodamente con este joven demasiado entusiasta.

Resta decir que fue un alborotador de principio a fin, e incluso cuando llegué al Bar de Mamá Mia y tomamos asiento, no se calmó hasta que la misma Mamá Mia amenazó con romperle los brazos si no se callaba.

-- Viejo, ¿qué demonios quieres de mí?.

-- ....

Guardé silencio, fascinado de la increíble y eficiente habilidad de Mamá Mia para convencer a las personas.

¿Solo debía amenazarles con romperles los brazos? Había cosas en esta ciudad que no eran de mi total desagrado.

Como dijo mi tía, la violencia no es el problema, sino la solución.

-- Verás —hablé, dejando la bebida de uva sobre la mesa —Necesito un arma personalizada, y según mi investigación, eres bastante bueno como herrero.

-- ....

-- Sé lo que piensas. "¿Por qué este imbécil de apariencia sexy y digna viene conmigo, un herrero de tercera clase, y no con un Dios herrero como mi Diosa o Goibniu?" ¡La respuesta a tu pregunta es fácil!

-- ....

Golpeé la mesa con la fuerza suficiente para hacerla temblar, asegurándome de no romperla y recibir un sermón de la aterradora dueña de este lugar.

Entonces, confesé mi única debilidad en este mundo.

-- ¡Soy pobre!

-- ....

Se me encogió el corazón, casi soltando un grito desgarrador por la tragedia que me asolaba.

-- Estoy tan endeudado que ahora mismo no puedo darme el lujo de cotizar un arma hecha por alguien tan prestigioso. ¡Por eso vine a ti, Welf Crozzo-kun!

-- No me llames por mi apellido, y quita ese "-kun", da escalofríos.

-- ¡Entendido, Welfy!

-- .....

Una vena saltó en su frente, pulsando constantemente. Pensé por un momento que reventaría, pero no lo hizo.

-- No me mires así —dije, un poco lastimado por la hostilidad en su mirada —Solo necesito a un buen herrero, uno que no cobre tan caro. No necesito tus espadas mágicas, no tengo interés en ello. Mi magia es la mas fuerte, después de todo.

-- .... Eres el del <Juego de Guerra>, ¿no? Lo vi, y no puedo dejar de preguntarme el por qué necesitas un arma. Incluso sin tus puños, bien podrías eliminar a cualquier <Familia> de Orario sin un arma.

Sonreí, casi mostrando un sonrojo.

¿Ya eran tan famoso? Debo admitir que se siente bastante bien. Ser admirado, temido y envidiado.

Tampoco es que fuera un suministro que me permitiera vivir. No necesitaba el reconocimiento de nadie que no fuera mi tía, pero tampoco era desagradable recibir la atención de las masas.

Ojos que me veían como un villano, o me veían como un héroe de antaño. Cosas así le daban un pequeño sazón agridulce a la vida.

-- Es simple —levanté un dedo, entonces declaré —Es un arma que nadie mas tiene en el mundo. Bueno, al menos no aquí. La idea me salió de una de las historias de mi abuelo.

-- Ya....

Welfy me miró como un loco, pero no le di importancia. Muchas personas lo hacían, cuestionando mi cordura con sus miradas.

-- ¿Entonces? —pregunté —¿No quieres establecer un contrato de exclusividad conmigo? ¡Vamos, te haré famoso!

Mi amigo, mi buen amigo, me miró con sospecha. No se le veía tan convencido de aceptar, como si sus ojos dijeran que los beneficios al relacionarse conmigo no eran claros.

Mas bien, casi parecía lamentarse de haberse involucrado conmigo en primero lugar. ¿Tan malo era? Bueno, soy consciente de mi retorcida personalidad.

No era mi deseo caerle bien a la gente, y tampoco tenía interés en hacer amigos. Solo necesitaba una cosa.

Volverme fuerte.

-- No te ves convencido, déjame solucionar eso.

Saqué un trozo de papel de mi traje, luego lo extendí sobre la mesa, justo frente a los ojos de Welfy.

-- ¿Qué es esto? —preguntó, con sus ojos mostrando curiosidad.

-- ¿Esto? Es mi hoja de estado.

-- ¡.....!

Welfy abrió los ojos con sorpresa, luego apartó la mirada hacia un lado de forma tan rápida que pensé se rompería el cuello.

-- ¡¿Qué tratas de hacer, loco?! ¡Quita eso de mi vista!

Por supuesto, mi hoja de estado solo mostraba una de mis habilidades, las demás estaban aún en lenguaje divino.

Además del nombre y mi nivel, solo una habilidad era visible para aquellos que no podían entender el lenguaje divino.

-- ¿Por qué exageras tanto? Esto solo es mi carta de victoria.

-- ....

Regresó a verme con complicidad, sin mirar siquiera la hoja en la mesa. ¿A caso creía que lo extorsionaría por ver mi estado?.

Divulgar esto para que fuese acosado por las grandes <Familias> también era una opción.

-- No me tomes por alguien tan bajo —pedí, soltando un suspiro mientras señalaba con el dedo la única habilidad escrita en Koiné —Mira, esta es mi oferta.

-- .....

Me miró con sospecha, pero después de unos segundos, bajó la mirada a la parte de la hoja que apuntaba con mi dedo.

Ahí, en letra cursiva, estaba escrita la habilidad de desarrollo <Suerte>.

-- Esto..., que carajos....

Sonreí, satisfecho con haber captado su atención.

Alcé mi dedo y expliqué.

-- Esta habilidad, como imaginarás, me da una suerte increíble. Desde ganar apuestas hasta encontrar cosas raras o perdidas. Un ejemplo, minerales poco comunes.

-- ....

Tragó saliva, con los ojos temblando y sin dejar de ver la hoja de estado. Luego me miró, ya sin sospecha y ahora con duda.

-- En pocas palabras, a cambio de un contrato de exclusividad, ¿me ofreces encontrar materiales raros para mis trabajos?.

-- Eres listo.

Las palabras ya no eran necesarias, lo que siguió después fue un mutuo acuerdo entre dos caballeros priorizando los beneficios propios.

Como verdaderos amigos, nos dimos la mano.



X X X



Temprano por la mañana, cuando la brisa fresca del amanecer aún te congelaba las mejillas de un soplido.

-- Veamos, hay demasiadas.

Una semana después de haber formado un contrato de exclusividad entre herrero y aventurero, me embarqué a mi primera misión.

Los nervios llenaron mi cuerpo al momento en que puse un pie en el Gremio, justo frente al tablero de anuncios.

Había bastantes misiones. Los niveles de peligro variaban, pero todas implicaban adentrarse en el calabozo a excepción de unas pocas que se realizaban en la superficie.

-- ¿Qué opinas, Treyni?

"Elige unas cuantas misiones de búsqueda. Con la suerte que tienes podrás terminar rápido, ¿no? Vayamos por lo rápido por el momento, lo divertido será después de que salgas de la pobreza".

-- Hum, ciertamente.

Asentí un par de veces, totalmente de acuerdo.

Tampoco es que estuviéramos en la ruina total, pero debía tomarme en serio los pagos quincenales si quería vivir la vida despreocupado y no atado a una enorme deuda.

Podía reunir unas decenas de millones cada quince días en mis días libres después del servicio comunitario, pero seguía sin estar bien. A este paso, si me apegaba a solo dar pagos puntuales, terminaría atado a Orario por el resto de mi vida.

Incluso ese podría ser el verdadero objetivo del anciano debajo de la ciudad.

-- Vayamos por estas cuatro, entonces.

Solté un suspiro, al igual que los pensamientos; y tomé cuatro hojas de papel cobrizo. Todas eran misiones que pedían la recolección de hierbas medicinales ubicadas en las profundidades del calabozo.

Conforme y decidido, caminé hasta la área de recepción y consulta. A lo largo de una barra y ventanas, hermosas jóvenes atendían desde adentro.

Formé fila en la cola de espera mas corta y esperé mi turno pacientemente. Por supuesto que recibí innumerables miradas, pero me limité a ignorarlas.

Ya no era alguien que pasara desapercibido. Tampoco es que intentara ocultar cosas desde el principio.

-- Hola, buenos días —una joven saludó al otro lado del mostrador cuando mi turno llegó —¿En qué puedo ayudarle?

-- .....

Guardé silencio mientras miraba a los lados.

De izquierda a derecha, todas las recepcionistas evitaban mi mirada, aún cuando perfectamente les había notado mirándome hace poco.

-- Hmmm.

Miré hacia atrás y fue lo mismo.

Las personas detrás de mí desviraron sus ojos, evitando el contacto visual. Las filas de la izquierda y derecha fueron lo mismo.

-- Oye.

Me dirigí a la única persona que me miraba a los ojos con una sonrisa formal en sus labios y una expresión gentil.

-- ¿Sí?

La mujer semi-elfo ladeó la cabeza ligeramente. El cabello castaño, el cual no le llegaba ni a los hombros, quedó colgado como un péndulo hacia la dirección en que se inclinó.

Sus lentes, similares a los que usaría una maestra, reflejaron el color verde esmeralda de sus ojos.

Era bastante linda.

-- ¿No me tienes miedo? —pregunté, un poco consternado —Estás muy tranquila.

-- .....

La expresión de la recepcionista mostró un ligero desconcierto. Me miró por unos segundos antes de mostrar esa sonrisa perfectamente pulida otra vez.

-- ¿Debería temerle?.

-- .....

Nos miramos fijamente el uno al otro, rodeados de un silencio absoluto.

Mi expresión plana y su expresión deslumbrante chocaron como polos opuestos. Debía admitirlo, era bastante buena.

-- Quiero tomar estas misiones. Por favor, regístrelo.

-- Entendido.

No dijimos nada más allá de eso, y tampoco hubo un cuestionamiento de su parte hacia mi pregunta repentina.

Solo tomó las hojas de papel mientras sacaba un libro grueso y viejo, anotando los números de serie en las hojas, eliminando cualquier situación donde dos aventureros tomaran la misma misión.

Similar a un registro.

-- Listo, han sido registradas bajo su nombre. ¿Aún no le dan un alias? El próximo Denatus está cerca, le deseo suerte.

-- .....

Tomé las hojas de vuelta, sin despegar la mirada de su rostro perfectamente entrenado. No era solo su sonrisa, también lo eran sus ojos, sus labios; todo.

Una mascara de felicidad hecha a base de tristeza.

-- Ya veo, no lo sabía —dije, mostrando una sonrisa —Algo me dice que tendré uno bastante bueno. Muchas gracias, señorita...

-- Eina, Eina Tulle.

-- .... Ya. Muchas gracias, Eina-san. Hasta luego.

Sacudió su mano en lo que era una despedida. Incluso cuando le di la espalda, tuve el presentimiento de que seguía sonriendo.

Sonreía, pero incluso cuando sonreía, parecía estar llorando.

"Pobre mujer".

Solo ella sabía lo que su corazón estaba soportando, y yo solo podía imaginarme lo difícil que era su tormento.

"Aunque debe ser uno bastante duro sí me baso en su mirada".

Me encogí de hombros.

-- Tampoco es que sea asunto mío.

No necesitaba pensar en cosas triviales, solo debía juntar dinero. Mucho dinero.

Con eso en mente, bajé por las escaleras y me adentré al calabozo.



X X X



Hay dos tipos de personas en el mundo; las que siguen sus propios deseos, y las que siguen los deseos de los demás.

Bell era del tercer tipo. Uno que no existía, o más bien, que seguía sin escoger adecuadamente.

Era alguien fiel así mismo, fiel a sus deseos. Hacía lo que quería hacer, y decía lo que quería decir.

Alguien cuyas características definitivamente encajaban con el primer tipo de personas, las que siguen sus propios deseos.

Sin embargo, su autonomía no era completamente pura.

Una parte de sus deseos seguían los deseos de otra persona.

-- Treyni, lo he estado pensando un poco.

"¿Qué cosa?".

-- Ya sabes, sobre mi alma gemela.

Bell suspiró.

Estaba de cuclillas en medio de unos matorrales, buscando una planta medicinal con forma de estrella.

Trabajando en ello, y habiendo encontrado unas cuantas, habló mientras las arrancaba con sutileza, cuidando de no maltratarlas.

-- Sé que dije no buscarla hasta solucionar mis problemas, pero...

"Ajá, ajá".

-- Quiero verla. Ahora entiendo que proponerle matrimonio en aquel entonces fue estúpido de mi parte, por eso, quiero verla y disculparme.

"Supongo, sí"

-- Y entonces presentarme, y luego preguntar su nombre. Escuchar su voz.

"Ya veo, ya veo"

La voz comprensiva de Treyni resonó en su cabeza, y aunque Bell sabía que era inútil hablar con ella, creía que necesitaba decirlo en voz alta.

Su confidente, Treyni, nunca sería capaz de revelar nada de sus conversaciones. Eso la convertía en alguien bastante confiable, incluso si no lo era.

-- ¿Qué piensas? ¿Debería contener mis deseos, o debería seguirlos?

"Aunque me lo preguntes así, no es mi asunto. Si te digo que no vayas, ¿qué sentirías?"

-- Bueno, me desanimaría, por supuesto.

"Exacto. Si quieres una respuesta, siempre haz lo contrario a lo que te desagrada. Tampoco es que me importe, porque seguro serás rechazado otra vez, fufufu"

-- .....

Se escuchó un suspiro decepcionado.

Bell se preguntó por qué era que le sorprendía una respuesta tan cruel de su confidente. Era una regla no escrita no esperar nada de una mocosa que le gustaba verlo sufrir.

-- Olvídalo —murmuró, y entonces regresó su atención a la planta medicinal —Me concentraré en la misión. No tengo tiempo para seguir buscando la cantidad requerida a tientas, así que tomaré el camino fácil.

Se puso de pie y salió de los matorrales, con varias plantas en sus manos.

-- Crezcan.

Tomándolas desde el tallo cuidadosamente arrancado, Bell imbuyó magia espiritual para hacerles crecer.

Pronto, las plantas, cuya apariencia era inmadura, crecieron hasta florecer con una belleza resplandeciente, soltando varios capullos.

Estos capullos crecieron en flores, las mismas de antes, y las flores volvieron a soltar sus capullos, quienes volvieron a crecer magníficamente y repitieron el ciclo de reproducción.

"Eso es trampa, ¿no?" —cuestionó Treyni —"Nunca pensé que mis poderes se usarían para los beneficios de un vago flojo sin sentido de la aventura. Puaj, lamentable..."

-- Guarda silencio.

Bell la ignoró mientras continuaba con la producción en masa de las plantas medicinales. Las duplicó tantas veces hasta llegar al número requerido en la misión y un poco más, las cuales volvió a plantar dentro de los matorrales.

-- A esto le llamo una línea segura de producción —habló, mostrando una sonrisa satisfecha.

El silencio ominoso dentro de su cabeza mostró la clara insatisfacción de Treyni, pero no era algo que a Bell le afectara.

De hecho, le venía mejor que estuviera en silencio.

-- Bien, completemos las misiones restantes.

Con una expresión resplandeciente y satisfecha, partió en busca de las plantas medicinales restantes.

No hubo peleas intensas con monstruos poderosos. Aquellos con la fuerza suficiente apenas lo hacían bostezar, y aquello que no, se limitaban a eludir instintivamente la fuerte presencia que lo rodeaba.

Era ese tipo de aventurero, así como existencia. Poseía el poder necesario para superar por sí mismo los pisos no explorados por las grandes <Familias>.

Solo, y con una actitud positiva, se dedicó a recolectar plantas medicinales para llevarlas al punto de entrega.



X X X



El área donde abundaban las plantas medicinales especificadas en las misiones se dividió desde el piso 27 hasta el piso 45. Los tres tipos en distintos lugares intercalados entre esos pisos, por lo que más que ser complicado, fue molesto.

La suerte de Bell le ayudó a encontrar cada tipo de planta con rapidez, pero ir de un piso a otro se volvió fastidioso.

Por eso le tomó 6 horas en completar las 4 misiones y regresar a la superficie para el cobro de recompensas.

-- ¿Eh, qué haces aquí?.

Eina le miró, desconsertada.

-- ¿No habías partido en la mañana? —preguntó, mirando al relajado Bell al otro lado del mostrador —¿A caso te rendiste?.

Dijo eso, pero logró vislumbrar la mochila que colgaba del hombro de Bell. Eran las mochilas destinadas a guardar las provisiones e ítems recogidos en el calabozo.

"Imposible, ¿recolectó todo en solo 6 horas? Eran misiones destinadas a mínimo una semana de exploración por la distancia entre las distintas ubicaciones..."

Parpadeó, todavía sin querer aceptar la indiscutible verdad.

-- He venido por mi dinero.

Logró regresar a la realidad cuando Bell habló y colocó la mochila sobre el mostrador, revelando su contenido.

-- .....

Los ojos de Eina quedaron fijos, observando la gran cantidad de flores.

"Son todas, y son mucho mas de las que se pidieron..."

Regresó a mirar a Bell, y al notar la impaciencia en sus ojos, tosió para regresar a sus cabales.

-- Lo siento —habló, tomando la mochila y revisando cautelosamente la calidad —Tasaré todo, regreso en unos minutos, ¿sí?.

-- Sin problema.

Eina le dio la espalda y se dirigió al área de intercambios. Normalmente se haría una transacción rápida en el lugar, pero debido al origen de las misiones, era ella quien debía comprobar la autenticidad del encargo.

Le tomó 5 minutos, y entonces regresó con Bell.

-- He confirmado que todo está en orden.

-- Bien, ahora, sobre el dinero—

-- Ah, tome.

Bell recibió un pedazo de papel, y sus ojos lo miraron fijamente. No entendía qué demonios tenía que hacer con eso.

¿A caso la linda recepcionista le estaba dando la basura para que fuera a tirarla? No le molestaba, pero estaría bien si lo pidiera amablemente.

-- ¿Qué es esto?

Finalmente, cansado de la situación sin salida, preguntó hacia Eina, a lo que ella respondió con una sonrisa.

-- Es la dirección de la persona que solicitó la misión. Vaya a este lugar, entregue la mercancía, y entonces le darán su recompensa.

-- ....

Hubo silencio, después una exclamación incrédula a modo de respiro.

-- Esto es raro. ¿No se encarga el Gremio de repartir las recompensas?

-- Sí, normalmente lo es.

Eina sonrió con torpeza mientras explicaba.

-- Sin embargo, solo aplica en las misiones encomendadas directamente por el Gremio. En este caso, las cuatro misiones que usted tomó, son de una persona ajena a las instalaciones.

-- .... Ya.

-- Y en estos casos, el Gremio solo actúa como intermediario. Nosotros recibimos un pequeño porcentaje dependiendo del peligro y riesgo de la misión, y es la persona que solicitó la misión la que realiza el pago al aventurero que tomó dicha misión.

Bell se quedó sin palabras antes la explicación de Eina. Sus ojos mostraron una grata sorpresa mientras preguntaba.

-- ¿Es algún tipo de impuesto o cobro de cuota? ¿Cobran por esto? ¿En serio? Debí haber preguntado más a fondo sobre las misiones.

-- Sí gusta, tenemos un área que se especializa en capacitar a los aventureros. Incluye un descuento en el precio por ser aventurero, en caso de que le interese.

-- Woah, ya sé por qué tienen tanto dinero. Solo falta que cobren por entrar al calabozo.

-- .....

La mirada de Eina, cuya superficialidad era absoluta, indicó que no estaba tan errado en sus palabras.

-- ....

Por eso mismo Bell guardó silencio. Ya no quería saber más sobre la avaricia insaciable de aquellos en el poder.

"¿Harán prestamos, Bell? Necesitamos uno".

"Algo me dice que eso no es buena idea, Treyni".

Sin duda, el poder del dinero era aterrador. Bell, alguien pobre, estuvo mas seguro que nunca ahora.

-- Muchas gracias, llevaré esto entonces. Nos vemos.

-- Que le vaya bien.

Tomó la mochila y la colgó en su hombro, dandole la espalda a Eina y saliendo del Gremio. Una organización extremadamente avara que cobraba hasta por respirar.

Era un lugar que a Bell le gustaría no frecuentar.

"¿A dónde vamos, Bell?"

-- Es una clínica, al parecer.

Caminó por la ciudad, preguntando de vez en cuando a una persona al azar por la dirección que buscaba.

Dar con las direcciones era una de las pocas cosas que se le daban fatal, pero logró solucionarlo con el simple hecho de preguntar.

-- ¿Es aquí?.

Después de un tiempo caminando por las calles, llegó a una clínica de apariencia bastante ostentosa.

De pie frente a la entrada, Bell observó el lugar.

La infraestructura mas usada en Orario eran simples, pero la clínica frente a él tenía incluso una gran parte hecha de cristal, el cual permitía ver sus productos en venta.

Desde pociones curativas a pociones que maximizaban los sentidos.

-- Ya veo, así que por eso pueden darse el lujo de emplear aventureros.

Bell se acercó, inclinando su cuerpo mientras veía los productos exhibidos detrás del cristal.

-- Es muy caro, tanto que solo las primeras clases podrían comprar aquí.

Muy en el fondo, sintió que cada vez se decepcionaba mas de Orario, cuyas raíces eran el dinero, así como los ricos succionando a los pobres.

No era nada parecido a una camaradería hacia los oprimidos al encontrarse en una situación de pobreza similar, no tanto.

-- Bueno, afortunadamente Nazza hace pociones para mí gratis.

Tampoco es que las necesitase debido a su regeneración absurda, pero quiso hacer énfasis en que muy pronto habría una distribución de pociones duales en la ciudad, las cuales Nazza estaba desarrollando, y a un precio accesible para todas las clases.

Pensando eso, Bell entró al local. Solo entonces se topó con una escena que no esperaba ver.

-- ¿Qué dices, Armid? Está en perfecto estado. ¿Sabes lo difícil que fue para nosotros matar al <Cadmus>? ¡Casi morimos!

-- .... Lo sé, pero 15 millones por la piel es demasiado....

-- ¿Eh, pero a caso hay alguien que pueda traerte un objeto de tan alto valor? Esto sirve para crear buenos medicamentos, ¿cierto? ¿Deberías ver por tus pacientes!

-- ....

Una humana negociando con una Amazona, aunque más bien era la clara extorsión por parte de la Amazona.

Bell la recordaba.

"Es de la <Familia Loki>"

Había entrado al lugar, pero su presencia fue ignorada. Decidió eliminar todo rastro de sí al momento que sus ojos captaron a las personas en el lugar.

Estaba otra Amazona y otra humana, ajenas a la plática de negocios.

-- Lo aceptaría, pero....

-- ¿Pero?

Las negociaciones continuaron, con Bell de espectador, sin palabras y atolondrado.

No podía dejar de mirarla.

-- Estoy en la espera del cumplimiento de unas misiones, y debo resguardar el dinero para cuando la persona que las tomó regrese. 15 millones ahora mismo es... imposible para mí.

Tione entrecerró los ojos, esperando el momento indicado.

La <Familia> de Armid es lo suficientemente acaudalada como para no preocuparse por el dinero, pero también estaban los tiempos donde hacían una gran inversión en la producción de productos.

En esos tiempos dejaban la cantidad de dinero necesario para aguantar hasta el momento en que sus productos duplicaran sus inversiones, por lo que sus gastos se limitaban a lo necesario.

-- Pero...

Tione sonrió. Armid había mordido el anzuelo.

Mostrando una expresión poco vista, murmuró con un poco de fuerza. Sus labios fruncidos de forma antinatural.

-- Si me das tiempo, juntaré el dinero para comprarlo. Necesito la piel, es muy efectiva contra enfermedades crónicas....

-- ¿Es así? Bueno, déjame pensarlo.

La forma en que Tione sonrió solo hizo que Armid formara puños con sus manos. Quería negarse y ofrecer un precio considerado, pero sabía muy bien que Tione conocía su ventaja.

Solo la <Familia Loki> se aventuraba a pisos tan profundos como el 51, que era donde residía el monstruo Cadmus.

Lo otros capaces, la <Familia Freya>, eran tan devotos a su Diosa que ni siquiera se molestarían en mover un dedo si no lo ordenaba ella.

"Hay alguien mas, pero..."

Detuvo sus pensamientos.

Armid no tenía conexión alguna con esa persona, y tampoco sabía si se aprovecharía de la situación, tal como lo hacía Tione.

Por eso mismo calló y guardó silencio, porque lo único que podía hacer era aceptar el precio ridículo que Tione exigía.

-- Por favor, dame un par de semanas.

Inclinó su cuerpo en una reverencia. Su cabello gris plateado cayó como cascadas de plata a sus costados.

-- Conseguiré el dinero.

Entonces, pidiéndolo de esa manera, escuchó un resoplido.

-- Bien, acepto.

La voz de Tione, orgullosa de sí misma, sonó por todo el lugar.

-- Pero serán 17 millones por el tiempo de apartado.

-- ....

Hacia esa declaración absurda, Armid mordió su labio inferior y asintió débilmente. No tenía escapatoria de este callejón sin salida.

Entonces se enderezó, viendo las expresiones incómodas de Aiz y Tiona, que parecían juzgar la avaricia de Tione.

-- Está bien —dijo, con un nudo en la garganta —Por favor, ven en 3 semanas.

-- Okey~

Los negocios quedaron terminados, y entonces Tione se dio la vuelta, saliendo del lugar. Detrás de ella iban Tiona y Aiz, que mostraron una ligera inclinación a forma de disculpa.

En la tienda, detrás del mostrador, solo quedó Armid. Su mirada apesadumbrada daba la sensación de querer soltar un par de suspiros en forma de lágrimas.

-- ¿Tendré que solicitar un préstamo a corto plazo? —se preguntó, su tono tan bajo cómo el murmullo de la brisa —Supongo que-

-- No lo recomendaría, ¿sabes? No es diferente a encadenarse, creo.

-- ¡¿....?!

El cuerpo de Armid dio un brinco, sorprendida y asustada por la repentina voz.

¿Entró un cliente? Ni siquiera escuchó el timbre de la campanilla, y tampoco había sentido ninguna presencia.

Fuera de si por la sorpresa, llevó su mirada hacia el origen de la voz. Ahí, en la esquina del interior, estaba de pie un joven de aspecto y vestimenta noble.

-- ....

-- ....

Él la miraba fijamente, como si estuviese en un trance infinito.

Un par de ojos rojos cómo los rubíes combinado con un peculiar cabello blanco como la nieve.

-- Tú.... —formuló Armid, reconociéndolo.

No hacerlo a estas alturas era imposible hasta para los ermitaños.

Era el joven cuya reciente llegada a la ciudad había causado alboroto tras alboroto. Quien actualmente se sentaba en el trono del mas fuerte en Orario.

-- ... eres el de esa noche.

Pero Armid no lo conocía por tales sucesos. Su encuentro con Bell se remontaba a los pocos días de la llegada de este, mucho antes de que su nombre saliera de todas las bocas de la ciudad.

-- ....

-- ....

El desconcierto de Armid incrementó mientras los recuerdos de esa noche afloraban en su cabeza.

La preocupante apariencia ensangrentada en la que lo encontró, así como la declaración de amor y propuesta de matrimonio.

-- Yo...

Una voz insegura.

Era extremadamente raro ver a Bell mostrando una faceta nerviosa. Su corazón latía con fuerza, y sus ojos no podían dejar de ver a los de Armid, que parecían el par de joyas más preciosas en el mundo.

-- L-Lo siento, entré y vi todo eso, así que borré mi presencia para no interrumpir...

-- .... Ya.

Armid estaba sin palabras, aún mirando el rostro nervioso de Bell. El rojo rubí tembló incontrolablemente, manifestando un diluvio de emociones.

Todo continuó por un tiempo prolongado. Nadie dijo nada, sin formular palabras mientras intercambiaban miradas y sus pensamientos se saturaban.

"¿Qué hace aquí?" —se preguntó Armid —"No será para proponerme matrimonio otra vez, ¿verdad?"

No podía entender los tiempos y momentos que tuvieron que pasar para que justo la persona que había imaginado apareciera por arte de magia.

La única posibilidad era el tema del matrimonio, pero Armid estaba resuelta a darle otro rotundo y firme no.

"¿O será que está enfermo? De ser así, debo atenderlo rápidamente, pero..."

Un sentimiento ominoso le agarró el corazón, y solo pudo guardar silencio mientras esperaba a que Bell dijera algo.

Este, por otro lado, estaba sufriendo de un colapso en sus pensamientos.

"¿Qué hago? Sus ojos son hermosos. ¿Debería saludar de manera informal? Ah, sus ojos realmente son hermosos. ¿Será extraño si se lo digo? Que sus ojos son hermosos".

Olvida el hecho de quedarse quieto sin decir nada y mirarla fijamente, ni siquiera podía pensar correctamente.

Nunca esperó encontrarse con la chica de esa noche tan así de repente, por lo que fue tomado con la guardia baja. Momentos como estos requerían una detallada preparación de antemano, y Bell, alguien estúpidamente tonto en este tipo de casos, no lo estaba.

-- ¿Puedo... ayudarte?

-- Ah....

Su voz también es hermosa, pensó.

Imaginó ser despertado por las mañanas con el tono suave y delicado de su voz, y para él, no había escena mas hermosa en el mundo.

"Definitivamente es ella"

La mujer que Alfia aceptaría.

-- Lo siento mucho —habló, corrigiendo su postura y obligándose regresar a sus cabales —He venido por las recompensas de estas misiones, pero no esperé encontrarme contigo...

-- Ya...

Sus ojos se abrieron de par en par cuando vio las hojas un poco arrugadas, así como la mochila colgando del hombro de Bell. Nunca esperó que las misiones, las cuales publicó hace dos días, ya hubiesen sido cumplidas.

Quiso decir algo y agradecer correctamente, pero Bell tomó la palabra antes de que ella pudiera intentarlo.

-- No es lo que originalmente tenía planeado, pero está bien. He venido a disculparme por lo de esa noche.

Se acercó al mostrador, mostrando una postura inofensiva y suave. No quería precipitarse a gritar y acercarse de golpe solo para asustarla.

A pesar de su nerviosismo evidente, seguía siendo un caballero con buenos modales. La etiqueta era uno de sus fuertes si así lo quisiera.

-- Lo siento mucho, de verdad —hizo una reverencia de 45 grados frente a ella, que estaba al otro lado del mostrador —Esa noche no estaba en mis cincos sentidos, me precipité y fui bastante atrevido y grosero con mi declaración.

-- .....

Armid observó la sinceridad de sus palabras y acciones. Bastante confundida, solo pudo asentir con un lindo "Mh, está bien".

No expresó emoción alguna aparte de la confusión en su rostro, pero sus ojos ciertamente destellaban con un brillo cautivador de indiferencia.

Como una muñeca de porcelana rebosante de encanto.

"Que adorable..."

Esa acción hizo que el corazón de Bell saltara cómo loco.

-- Entonces... —habló, cautivando con su voz a Bell —Dijiste que vienes por la recompensa de cada misión, ¿cierto?

-- Ah, si..., es correcto.

Bell asintió, aún con su corazón hecho un caos. Sentía una abrumadora emoción llenando cada parte de su cuerpo con el simple hecho de mantener una conversación normal con Armid, su alma gemela.

Su aspecto noble rebosó de ternura cuando sus mejillas se sonrojaron y sus ojos brillaron con expectativa.

-- Por favor, espera aquí.

-- Lo haría por mil años.

-- .....

Armid se dio la vuelta no sin antes entregarle una mirada de desconcierto y sospecha a Bell. Este solo pudo ponerse rígido ante el descuido de su boca.

"¡Idiota, no hables de más!"

El simple hecho de ponerlo en tal estado ya era una proeza que pocos humanos alcanzarían. Hasta ahora solo había sucedido con Alfia y nadie más.

Se quedó ahí, de pie y en silencio mientras se regañaba cruelmente en sus pensamientos. Todo hasta que Armid regresó nuevamente, colocando cuatro sacos medianos sobre el mostrador.

El sonido metálico reverberó por unos segundos antes de que su hermosa voz sonara nuevamente, bendiciendo a Bell.

-- Es el pago por cada misión. Un total de 500 mil valis.

-- Oh...

Los ojos de Bell se abrieron. Ya estaba tan feliz como nunca con solo estar frente a Armid, pero gracias a su pobreza, su felicidad incrementó al saber que había ganado medio millón de valis en tan solo unas horas.

-- El Gremio debió verificar que todo estuviera en orden —Armid lo sacó de su fascinación —¿Pero te molesta si hago una verificación personal? Quiero asegurarme de la calidad antes de hacer el pago.

Bell no dudó en asentir.

-- Adelante, esperaré.

-- Muchas gracias.

Junto al agradecimiento de Armid, Bell mostró una sonrisa mientras colocaba la mochila sobre el mostrador y esperaba pacientemente.

La acción de Armid observando planta por planta, así como sus lindas reacciones de asombro, fue todo un acto del que nunca se cansaría de ver.

-- Esto es... —tras unos pocos minutos de espera, Armid dejó escapar un sonido estupefacto —¿Cómo es posible tal manera de cosechar plantas que originalmente se dañan incluso cuando siguen sin arrancar?.

Levantó la cabeza y miró a Bell, en busca de respuestas. Sin embargo, él solo seguía sonriendo, fascinado por el adorable actuar de Armid.

Hacia eso, volvió a ver las plantas sobre el mostrador, luego habló.

-- La calidad supera con creces la esperada... —dijo, mostrando una casi invisible sonrisa —Esto es increíble, la calidad de las pociones será infinitamente superior. Las posibilidades de salvar una vida van a incrementar al 50%...

-- .....

Bell se quedó en trance.

Fue pequeña, pero definitivamente había una sonrisa plasmada en los labios de Armid. La belleza que desprendía lo dejó sin palabras, absorto en lo que para él era la perfección.

-- Añadiré un pequeño bono —fue entonces que Armid lo sacó de su trance —No será mucho, pero por favor-

-- No es necesario.

Bell, por muy extraño e imposible que fuera, interrumpió a Armid.

Posó su mano a palma abierta justo frente a ella, indicando que se detuviera.

-- Solo pido lo originalmente ofrecido. Perdón si fui descortés, pero escuché gran parte de su conversación con la <Familia Loki>.

-- ....

-- Estás corta de dinero, ¿cierto? Aceptar ese bono aún sabiendo eso es una deshonra para mí, así que declino amablemente.

-- ....

Armid bajó la mirada.

Era tanta la emoción de haber obtenido tan buenos productos que ya había olvidado la gran estafa que sufrió a manos de Tione.

Con un leve fruncimiento de labios, asintió.

-- Lo siento —murmuró, un tanto decaída —Realmente necesito ese ítem.

No creía que fuera válido, pero aún así lo dijo. Solo creía que era injusto no recompensar debidamente el logro de Bell, pero ni siquiera tenía la capital para hacerlo.

-- Está bien, no te preocupes —Bell, mostrando una sonrisa, le restó importancia. Ya parecía un poco menos nervioso —Es para algo importante, ¿no? De lo contrario, no darías tanto dinero.

-- ....

Asintió, diciendo que estaba en lo correcto. Tomó un leve respiro antes de explicar.

-- La piel de Cadmus es rica en minerales y proteínas capaces de reprimir los estados decadentes en las personas de alta edad. Puede tratar efectivamente una enfermedad crónica a la cual no he podido encontrarle cura.

-- Ya veo. No soy experto, pero puedo notar la importancia.

-- Sí....

Fue raro, pero antes de que se dieran cuenta, ambos ya estaban manteniendo una conversación estable.

Eso por sí solo hizo que Bell tuviera un sentimiento de realización. Sentía haber crecido en este poco tiempo de no verla.

-- En ese caso —sugirió, con una expresión relajada —¿Por qué no cancelas el trato con la <Familia Loki>? Es injusto que se aprovechen de la situación para sacar un poco de dinero extra.

-- .... ¿Eh? No puedo hacer eso, son las únicas personas capaces de conseguirlo para mí-

-- ¿En serio? No creo que sea del todo cierto.

Armid cerró sus labios, captando la clara indirecta de Bell. Su sonrisa rebosante de confianza, así como sus ojos que le miraban con cariño y suavidad.

Todo en él decía que solo debía pedirlo, y fuera lo que fuera, lo tendría.

"Es la persona mas fuerte en la ciudad" —pensó, mirándolo fijamente —"Alguien que diezmó a las dos <Familias> mas fuertes de la ciudad, aniquiló a la <Familia Apolo>, destruyó el <Distrito del Placer> y, según rumores, declaró la guerra al Dios Uranos"

Su personalidad también era algo de lo que todos hablaban. Era alguien que se guiaba por lo que le parecía o no divertido.

Todos tenían esa impresión de él.

"¿Y le gusto a una persona así?".

No tenía la intención de ser condescendiente, pero Armid no era idiota. Bastaba con recordar la propuesta de matrimonio de aquella noche y ver la forma en que Bell la miraba justo ahora para saberlo.

Él estaba interesado en ella.

"¿Por qué? Sé que mi apariencia es buena, pero estoy segura de que tiene a muchas mujeres detrás de él. Entonces, ¿por qué yo?".

Dejó de pensar en ese momento, concluyendo que no era necesario buscar una respuesta.

Mostrando una mirada de sospecha, preguntó.

-- Aceptarías el encargo, ¿eso dices?.

Bell asintió.

-- Si así lo quieres, lo haré. No hay necesidad de acceder a un chantaje tan descarado como ese, solo diles que encontraste a un nuevo proveedor.

-- Pero el Cadmus tardará dos meses en reaparecer. De aquí hasta que ese día llegue, muchas vidas se habrán perdido.

-- No representa problema. Puedes decirles que tu nuevo proveedor soy yo, y que ya no estás interesada en su oferta. Apuesto un brazo a que te lo venderá al precio normal, incluso mas barato.

Bell tenía un punto.

Era muy similar a la guerra mercantil que se llevaba en las calles del mercado.

Si un puesto vendía el kilo de manzanas a 100 valis, estaba la contraparte enemiga que lo vendía a 90 valis. Entonces, el primer puesto de manzanas no tenía más opción que bajar el precio a 80 valis.

Sin embargo, ahí estaba la trampa.

Repitiendo el tira y afloja un par de veces, llegaría el momento donde la primera tienda vendería el kilo a 50 valis, la mitad del precio original. Entonces, la segunda tienda compraría todas las manzanas del primer puesto y las vendería en el suyo, regresando el precio a 100 por kilo.

-- .....

Armid no sabía si considerarse afortunada al haber captado la atención de una persona tan fuerte como Bell. Tampoco mostraba intención de aprovecharse de ello, pero tampoco podía rechazar la tentadora oferta.

-- Entiendo... —lentamente, lo miró —¿Y tu precio es...? No esperas pedir que acepte aquella propuesta, ¿verdad?

-- Por favor, no sería capaz de eso.

Dijo Bell, pero se dio la vuelta, apretó las manos en puños y chasqueó la lengua mientras murmuraba "¿por qué no pensé en eso?".

-- .....

Armid le entregó una mirada en blanco, incrédula por la forma en que alguien tan fuerte actuaba. Le parecía bastante infantil y gracioso.

-- ¡Ejem! —Tras aclararse la garganta, Bell habló —Dejando las bromas de lado, dime, ¿cuál es el precio de venta normal? No el exagerado o inventado, el verdadero. Dame tu opinión como experta en el tema.

-- .... ¿Cómo sabes que no mentiré?

Bell sonrió al mismo tiempo que respondía.

-- No tienes ese tipo de ojos.

-- ....

Que le dijera eso sin ningún tipo de duda fue desconcertante. Le parecía extraño que clasificara a una persona con solo ver sus ojos.

Lentamente, asintió.

-- En circunstancias normales, se paga 7 millones por la piel de Cadmus. Sí se presenta en un estado perfecto, incluso 8 millones. En caso de algún daño en el transcurso del viaje, 5 millones.

Sus palabras salieron lentamente de sus labios, siendo escuchadas por Bell. Solo le entregó una mirada mientras asentía, indicando que creía en ella.

-- Está bien, dalo por hecho.

Dijo, pero Armid no suspiró de alivio. Con un poco de cautela, preguntó.

-- ¿Cuáles son las condiciones?.

Bell sonrió, casi queriendo reírse por el acertado juicio de Armid.

Levantó un dedo, entonces, explicó.

-- Quiero que sea vendido a un precio justo. He visto los precios de tus productos, y son desorbitantes. En un principio pensé que se aprovechaban de su prestigio, pero lo entendí después de escuchar la conversación que tuviste con la Amazona.

-- ....

-- No tienes otra opción, ¿cierto? Vender los productos a un precio accesible hará que tu producción colapse, y entonces, ya no habrá medicamento alguno. Entre vender o no vender, elegiste vender, incluso si no todos tenían acceso al catálogo de precios.

-- ....

No era algo raro en la ciudad que existiese todo tipo de corrupción, chantaje e incluso temas profundamente bizarros.

Las personas ya se habían rendido en querer cambiarlo, porque las personas con la fuerza suficiente para hacer algo se ponían del lado malo. Así que era inútil.

-- Está bien.

Pero Bell era diferente.

Él tenía la fuerza suficiente para hacer lo que quisiera e incluso obligar a otros a hacer lo que no querían hacer. Incluso si era extremo, si Bell lo consideraba necesario, lo haría.

-- Si aceptas mi condición, proveeré todo tipo de material que me pidas.

-- ....

-- Tus precios bajarán, tus clientes aumentarán.

-- ....

-- Pero más importante.

-- ....

-- Habrá más personas que serán salvadas.

-- ....

Armid bajó la mirada, dando un asentimiento.

Su cabello plateado se balanceó como finos hilos de seda, deslizándose sobre su conjunto de santa, así como sus mejillas y frente.

Hizo una reverencia.

-- Gracias.

La voz le temblaba.

-- Muchas gracias.

No recordaba cuándo fue el último día en que casi se rompía a llorar. Tal vez fue cuando no pudo salvar la vida de su primer paciente, o los otros mas que vinieron después.

Sus ojos ardían.

-- Muchas gracias....

Detrás del mostrador, inclinando su cuerpo en una reverencia y con su cabello colgando en el aire, Armid Teasanare agradeció de corazón al joven frente a ella.

-- Sí, de nada.

Bell sonrió.

Genuinamente quiso estirar su mano y acariciar la hermosa cabellera frente a él, pero se forzó a no hacerlo.

En cambio, preguntó.

-- ¿Puedes decirme tu nombre?.

Fue entonces que Armid levantó la cabeza, enderezando su postura. La expresión en su rostro de porcelana ya era tranquila, rebosando un aura de alivio y felicidad.

-- Me llamo Armid, Armid Teasanare.

-- .... Ese es un hermoso nombre, Armid-san.

Con un leve asentimiento, Armid agradeció. Luego regresó la pregunta.

-- ¿Puedo saber el tuyo?.

-- ¿Oh, no soy lo suficientemente famoso? Me siento algo herido.

-- .... Me gustaría escucharlo de ti.

Las palabras directas de Armid tomaron por sorpresa a Bell. Abrió sus ojos de par en par, su corazón se aceleró y sus mejillas, ligeramente crispadas, se pintaron con un lindo rojo suave.

-- Me llamo Bell —sus labios se movieron de forma automática —Bell Cranel.

-- Ya veo, es un buen nombre —dijo Armid, inclinando su cuerpo al frente —Dime, Bell-san.

Apoyó sus manos sobre el mostrador y se puso de puntillas, acercándose lo mas que podía a Bell.

Estirando lo mas posible su cuerpo, preguntó.

-- ¿Por qué haces esto?

Quiso añadir: "¿es porque te gusto?", pero se detuvo en ello. Nada bueno saldría de traer el tema antes de siquiera poder abordarlo.

-- ¿Por qué lo hago? ¿No es obvio?.

Bell, en cambio, mostró una expresión desconcertada. Bajo la mirada de Armid, respondió con total naturalidad.

-- Tu trabajo ayuda a las personas. No debe haber razón o motivo para querer ayudar a alguien que ayuda a los demás. Es simple lógica.

-- ....

Por un momento, los ojos de Armid temblaron. Casi, de manera imperceptible, mostraron genuina sorpresa por la respuesta.

Diferente a lo que pensaba, Bell no involucraba sus sentimientos en el acuerdo que acababan de formar. Se mantuvo imparcial en todo momento.

-- ¿Es así?

-- Sí.

-- ....

Casi como si le pareciera divertido, Armid mostró una sonrisa. Era leve, pero sus labios dejaban ver esa linda curvatura color rosa pastel.

Hablaron alrededor de 4 horas, cuando la tarde estaba por perderse en el horizonte, y el ocaso iluminaba la ciudad de color rojo profundo.

Armid explicó a profundidad las fechas en las que crecían ciertas plantas, también los lugares donde lo hacían, así como la forma correcta de cosecharlas.

Desde todas las plantas que utilizaba, hasta las temporadas donde mas producción requería de las medicinas.

También se redactó y firmó un contrato con cláusulas justas para ambos. Ya no había necesidad de pagarle un porcentaje al Gremio debido al trato directo entre cliente y proveedor. 

¿Bell? Escuchó atentamente cada palabra que la hermosa voz de Armid entonaba. Se le derretía el corazón, pero logró mantenerse "estable" durante toda la conversación.

-- Entonces, te veré mañana —la clínica había cerrado, iluminada la tenue luz de luna —Descansa, Bell-san.

-- Sí, te veré mañana.

Dijo Bell, con el corazón palpitando como loco.

Sentía una realización mayor a ninguna otra por haber logrado formar una amistad, aún pequeña, con su media naranja.

Sacudiendo la mano al aire, dio la vuelta y caminó hacia las puertas de cristal.

-- Ah, se me olvidaba.

Sin embargo, dio la vuelta de pronto y se acercó a Armid.

-- ¿Si?.

Armid ladeó la cabeza, confundida. Creía haber terminado todo lo esencial con respecto al contrato de proveedor/cliente.

-- Armid-san.

Bell, mirándola a los ojos, habló.

-- Cásate conmigo.

-- ....

Lentamente, como la manecilla corta de un reloj, los labios de Armid se curvaron en una linda sonrisa.

Uno de sus dedos, suaves y de apariencia frágil, acomodó su cabello detrás de la oreja.

-- .... No.



X X X



Al día siguiente, después de llorar por la noche ante mi segundo rechazo, me encontré con mi amada.

-- Buenos días, Armid-san —saludé con una sonrisa —Incluso por las mañanas te ves hermosa.

-- Buenos días —dijo ella, con una fría indiferencia —Estos son los materiales que necesitaré hoy. ¿Puedo contar contigo, Bell-san?

-- Ugh, tan cruel....

Tomé la hoja en mis manos, dejando mi corazón roto en el aire. Luego de leerla y asegurarme de poder traer todo, la doblé y metí en mi bolsillo.

-- Vuelvo en unas horas...

Me di la vuelta, haciendo arcadas con mis piernas y curvando mi postura en una deprimida. Hoy, con el corazón roto en mil pedazos, me dirigí al Gremio.

-- Espera.

Así debía ser, sin embargo, la voz de Armid-san llegó por detrás.

Di la vuelta rápidamente, mirándola.

-- Etto...

Su figura, una de pie frente a la clínica, presumiendo dignidad en un traje de santa estilo gótico y con decoraciones purpúreas, me cautivó.

La brisa fresca de la mañana balanceó su cabellera plateada. Sus pestañas, largas y gruesas, bajaron y subieron en lo que era una cautivadora danza de miradas avergonzadas.

-- Gracias, supongo...

Giró sus ojos hacia la derecha, dando la impresión de no importarle tanto. Luego giró sobre sus talones e ingresó a la clínica.

-- .....

De pie en medio de la calle, sonreí.

-- Qué linda.

La motivación que recibí gracias a esa maravillosa y divina vista me hizo terminar el trabajo en solo una hora. Regresé del calabozo, mostré los ítem y recibí el pago.

Charlé un poco con ella, pero decidí marcharme después de notar lo ocupada que estaría con la producción de medicamentos.

-- Me voy —dije, con la intención de no estorbar en su trabajo —Te veré mañana, Armid-san.

-- Sí, nos vemos mañana.

Me entregó una sonrisa, y eso fue suficiente para mí.

-- Muchas gracias, Bell-san.

Sí, lo era por ahora.

Me fui con una sonrisa en los labios, vagando por las calles y puestos de la ciudad por un par de horas antes de ir a un Bar y reunirme con mi maestro.

Finalmente reanudaríamos nuestras clases sobre mujeres después de un tiempo, por lo que estaba un poco emocionado.

"Me he decidido"

"¿En qué cosa?"

La voz de Treyni resonó en mi cabeza. Tenía un tono seco y a la vez curioso.

No pregunté por qué había estado en silencio desde ayer y solo contesté mientras caminaba hacia el punto de encuentro con el maestro.

"Me desharé de la deuda lo antes posible"

"Ah, eso. ¿Qué tienes en mente?"

"Aún nada, pero le preguntaré al maestro. Debe tener un buen consejo para su querido discípulo"

Con las expectativas en las nubes, llegué al Bar, encontrándome con el maestro, quien me recibió con una expresión dura y malhumorada.

-- Llegas tarde.

-- ¡Lo siento mucho, maestro!

-- .....

Junté las palmas al mismo tiempo que agachaba la cabeza, pero no hubo ningún sonido satisfecho. Mas bien, su humor pareció empeorar.

Sentados en una mesa al fondo del lugar, comenzamos nuestra sesión sobre el entendimiento de las mujeres.

-- Primera regla. Si una mujer dice que el blanco es negro, cuando claramente es blanco para ti, di que es negro. Las peleas verbales, incluso si las ganas, pierden el significado con ellas. No hay mérito alguno, y a cambio, una infinidad de problemas.

Asentí.

No necesité una explicación mas a fondo sobre ello, ya que bastante había aprendido del carácter de mi tía.

Era exactamente como dijo el maestro, solo que mi tía poseía el poder de cambiar el negro al blanco y viceversa. Mi conocimiento y experiencia en el tema era bastante bueno.

-- Segunda regla. No olvides la primera.

-- .....

Seguimos por un par de horas después de eso, pidiendo con regularidad uno que otro bocadillo acompañado de bebidas.

Yo preguntaba y él respondía.

-- ¿Cómo puedo entender lo que quiere?.

Según el maestro, debía observar su cuerpo. Debía enfocarme en su comportamiento y no darle mucha importancia a las palabras, ya que de lo contrario, terminaría enredado.

Por ejemplo, si quiero saber si una mujer se siente cómoda conmigo, debía leer su lenguaje corporal.

Sus pies me buscarían, cuando se ríe me mira, busca tocarme, cuando habla conmigo me mira a los labios.

Todo ese tipo de acciones y comportamientos delatan una atracción de la mujer hacia ti.

-- En caso de tener una pareja, ¿cómo podría entenderla mejor?.

Según el maestro, no debía tratar de entenderla, sino aceptarla. Tal y como lo haría con un amigo.

Era mejor profundizar una buena amistad con mi pareja, ya que el amor y la pasión pueden ser efímeros, pero la amistad es y será perdurable.

Por supuesto, solo si se trata de una verdadera amistad.

-- ¿Cómo puedo recibir una respuesta positiva a una propuesta de matrimonio?

El maestro me miró con incredulidad, luego preguntó un poco más a fondo. Al parecer, ya había olvidado lo que le conté hace unas semanas sobre mi propuesta.

-- Eres idiota —después de contarle todo, dijo eso —Realmente eres un maldito idiota, querido discípulo.

-- .....

Según el maestro, el hecho de proponer matrimonio al primer encuentro, cuando no conoces a la persona y esa persona no te conoce a ti, es tan irreal y estúpido que solo pasa en las historias de amor.

Es mas estúpido si esa persona te encuentra ensangrentado en un callejón oscuro, y es mas estúpido decirle que esa sangre no te pertenece.

También dijo que es estúpido proponerle matrimonio en un ambiente tan frío y tenue como lo era esa noche.

-- En resumen, eres estúpido.

-- .....

No pude refutarlo, pero tampoco pude evitar pensar que el maestro se veía muy contento al estarme insultando cada cinco segundos.

-- Entonces... —un poco desanimado, regresé al tema en cuestión —¿Cómo puedo tener éxito?

-- .....

Según el maestro, la insistencia muchas veces puede ser molesta. También es un tema de mucha ambigüedad.

Aquí surgió la pregunta y controversial tema llamado: "¿Insistir es demostrar o molestar?".

-- Ten mucho cuidado de no confundir las cosas, querido discípulo.

Dijo el maestro.

Asentí mientras enfocaba toda mi atención a sus palabras.

-- Es imposible cambiar el pasado. Por ahora, el hecho de proponer matrimonio de forma estúpida no será borrado de los recuerdos de esa mujer. Sin embargo, se puede hacer un esfuerzo en hacerle creer que ese recuerdo no tenga importancia.

-- ¿Cómo?.

-- Con paciencia y esmero. Primero que nada, no vuelvas a proponerle matrimonio. Debes conocerla, y hacer que te conozca mejor. Crear una relación más cercana para dejar de ser designado como un "desconocido". Está bien dejar en claro tus sentimientos, pero está mal querer imponerlos.

-- .....

Bajé la mirada, incapaz de ver directamente al maestro a los ojos. Ojos que ahora desprendían un ligero sentimiento de duda mientras se fijaban en mí.

-- ¿Qué pasa, no lo entendiste?.

-- No, no es eso...

-- ¿Entonces?.

Planté las palmas de mis manos sobre la mesa de madera y bajé la cabeza, pegando la frente a la superficie fresca de madera. Entonces, confesé.

-- En realidad, ya le pedí que se casara conmigo por segunda vez.

-- .....

Hubo un silencio.

Pude escuchar, gracias a mis sentidos mejorados, el crujiente sonido de algo rompiéndose. Tal vez fue la paciencia del maestro.

-- ¿Cuándo? —preguntó.

Con toda la pena del mundo, di una respuesta.

-- Ayer.

-- .....

Lo que siguió después fue un silencio aún mas espeluznante que el anterior.

Estaba pegando mi frente a la mesa a modo de disculpas, por lo que no podía saber qué tipo de expresión tenía el maestro, pero pude sentir su mirada.

Era la mirada de alguien que perdía las esperanzas en la humanidad.

-- Estoy harto de esto.

-- ¡¿M-Maestro?! ¡¿A dónde va, maestro?!

El maestro se puso de pie, casi haciendo que la silla donde descansaba saliera volando para atrás.

Solo pude seguirlo mientras trataba de calmarlo, pero fue inútil.

-- Me voy. Debo pensar cómo solucionar tu estupidez y que al mismo tiempo mi cabeza siga pegada a mi cuello.

-- ¡Espere! ¡Todavía falta entender las indirectas!

-- Es inútil, con tu nivel de estupidez actual, no estás preparado para esa clase.

-- ....

Salimos del Bar no sin antes dejar una pequeña bolsa de dinero sobre la mesa donde estaba con el maestro. La voz del cantinero dando las gracias y esperando nuestro regreso llegó desde atrás.

Caminando por las calles, tomé al maestro del cuello de su traje y lo jalé a un callejón.

-- ¡¿Huk...?!

-- A ver, maldito elfo.

Estampé su espalda contra la pared de ladrillos. El edificio se sacudió un poco, pero no pasó nada más allá de un poco de escombros y polvo sacudiéndose en el aire.

-- Aclaremos un par de cosas — dije, tomándolo del cuello —No estás aquí por voluntad propia. Tengo el permiso de tu Diosa, así que si quiero, puedo estrangularte hasta la muerte aquí, en un sucio callejón, y dejar que tu cuerpo se pudra.\

-- .....

-- ¿No sabes cómo remediar mi estupidez? No es necesario, solo necesito que me orientes en todo lo necesario para poder hacer feliz a una mujer. Acepto que no es mi fuerte, pero para eso estas tú.

-- .....

-- Si no puedes hacer algo tan sencillo, ¿tiene tu vida algún sentido?.

Los ojos del maestro se inyectaron en sangre ante la falta de oxígeno. Estaba apretando su yugular, por lo que antes de morir, caería inconsciente al no poder hacer funcionar su circulación de aire.

Su rostro, que poco a poco perdía color, se distorsionó con una expresión de agonía mientras sus manos trataban de soltar mi agarre en su cuello.

-- Es inútil.

--....

Lo restregué más en la pared, elevándolo en el aire. Sus piernas patearon el vacío, haciendo el intento por alejarme de él.

-- ¿Qué se siente, Hedin Selland?.

Viendo su apariencia deplorable y patética, pregunté sobre algo que hace mucho tiempo tenía curiosidad.

-- ¿Qué se siente estar del lado de los oprimidos, de los débiles? Seguro que se divirtieron en sus posiciones de reyes antes de mi llegada.

-- ....

-- ¿Fue divertido? Ver a los demás como simples hormigas o basura solo porque no están a tu nivel. ¿A cuántas personas has despreciado? ¿A cuántos has lastimado? ¿Cuántos han perdido la vida a causa de tus manos solo por el capricho de tu Diosa?

-- Hg... ugh... ¡gah...!

-- ¿Qué se siente que un desconocido que llegó de la nada apareciera y les arrebatara todo eso? Tengo curiosidad.

Lo miré, y casi podía sentir que mis labios se distorsionaron en una sonrisa satisfecha.

El rostro pálido, los ojos inyectados en sangre, con las venas a puntos de reventar, así como la expresión agónica de Hedin Selland.

Fue interesante.

-- Quiero que sepas que esos días llegaron a su fin. Esfuércense, griten, lloren, derramen sangre, llenen sus cuerpos de sudor y cicatrices. Físicas y mentales.

-- ....

-- Es hora de que los débiles se vuelvan fuertes, y los fuertes se vuelvan aún más fuertes.

Solté su cuello en ese momento.

El cuerpo del Elfo cayó sobre su trasero en el áspero suelo, y mientras hacía unos extraños y raros sonidos para tomar el aire del que se le había privado, escupí con indiferencia.

-- Si no pueden hacer eso, es mejor que se aparten.

-- ....

Lo dejé allí.

Me di la vuelta y caminé lentamente a la salida del callejón. La luz del día comenzaba a atenuarse, trayendo el atardecer.

-- Ah, cierto.

Entonces recordé.

Miré por encima del hombro a Hedin Selland, cuyo cuerpo estaba caído y recargado contra la pared de ladrillos, con la respiración pesada.

-- ¿Cómo puedo hacer dinero con facilidad y rapidez? Debo pagar mi deuda.

-- ....

-- Debe tener un buen consejo para su querido discípulo, ¿verdad, maestro?.

Los ojos del maestro, cuya superficie mostraba manchas rojas, me miraron de reojo. Lentamente movió sus labios y formuló un par de palabras.

-- Vende tus... servicios.

-- .....

-- Seguro que... mas de una pagaría... por eso.

-- .....

Tras exprimir esas palabras con toda su fuerza, cayó inconsciente. Parece que el shock de ahogamiento fue demasiado fatal para su cuerpo, incluso si era un alto nivel.

"Bueno, fui yo quien lo hizo, después de todo"

Salí del callejón después de eso, dejando al maestro allí y caminando de regreso a casa. Mañana debería reunirme con Armid-san otra vez, luego ver a Welf para verificar el avance de mi arma.

-- Vender mis servicios, huh.

Luego, tal vez pondría un negocio aparte del de Jugamaru-kuns.



X X X



La noche de ese día, cuando Hedin recuperó la fuerza suficiente para ponerse de pie, regresó a <Folkvangr> y reportó la situación a su Diosa.

-- ¿Dijo eso? Vaya, las cosas se están poniendo interesantes.

-- ....

Hedin permaneció en silencio mientras Freya se regocijaba de los hechos. No se molestó en mostrar un poco de preocupación cuando Hedin mencionó su posible muerte a manos de Bell.

Aún así, se mantuvo arrodillado mientras Freya era bañada por la luz azul pálida de la luna colándose por el tragaluz de la habitación.

-- Así que vender sus servicios, fufu...

Una sonrisa expectante e inquieta se posó sobre sus labios. De todo lo escuchado a través de Hedin, esa última parte fue el punto de quiebre para Freya.

Por supuesto que le disgustaba el tema de la propuesta de matrimonio, pero toda infelicidad fue eliminada por esa grata y valiosa información.

-- ¿Crees que lo haga?.

-- .... Si necesita el dinero, las posibilidades son altas.

-- Ya veo.

Freya miró la copa de vino en su mano. El líquido rojo espeso se movía por todas partes con el balanceo de sus muñecas.

Mirando la superficie cambiante, soltó un par de susurros apasionados, cuyas intenciones volaron por el aire.

-- Deseo saber qué tanto puedo comprar.

Su cuerpo se calentó.

Dejó que sus pensamientos volaran y crearan una infinidad de escenarios con Bell, cuyo cuerpo pronto compraría.

-- Es todo por hoy, puedes retirarte, Hedin.

-- Sí, Freya-sama.

A la salida de Hedin, Freya se puso de pie y recostó su cuerpo sobre el colchón. Sus manos viajaron a lugares prohibidos, plasmando sus fantasías con sus dedos.

Esa noche apenas y pudo dormir.



X X X



En la mañana, después de saludar a Armid-san y cumplir con lo que necesitaba hoy, comencé la construcción de mi nuevo negocio.

En mi mano tenía un martillo, y mi objetivo eran los clavos sobre las tablas. Era un poco grotesco y sin clase, pero lo suficientemente bueno para llamar la atención.

Construí una pequeña base de madera y un anuncio que explicaba de qué iba el negocio. Las letras, escritas a mano propia, decían: "Se venden caricias y todo tipo de servicios".

En el centro, sentado sobre una silla encima de la pequeña base de madera, estaba yo, la mercancía.

-- Solo basta esperar.

"Bell, ¿qué mierda estás haciendo?"

"Lo necesario Treyni, lo necesario"

"...."

Ignoré el silencio juzgador de Treyni y miré al frente.

Mi puesto estaba en medio de una calle transitada, pero no por eso debía tener en alto mis expectativas. Mas que nada, debía estar preparado para la posibilidad de no vender nada en mi primer día.

Era normal que los negocios independientes comenzaran lento, solo debía tener la paciencia suficiente.

"Alfia te va a matar" — dijo Treyni.

"Lo sé, por eso no le dije nada de esto"

Era claro como el agua que mi tía presentaría sus quejas, y posiblemente me rompería un par de huesos en caso de enterarse.

Debía ser duro ver a su querido sobrino llegar a tales extremos, por lo que era mejor no decirle nada y evitar su enojo y sufrimiento.

-- Hmmm.

Pasó una hora.

-- Hmmmm.

Pasó otra hora.

El día se fue rápido, y como lo esperaba, no tuve ningún cliente. No era raro, por supuesto. Ya estaba preparado para una situación así.

Pero lo que sí era raro.

-- ¿Por qué no hay nadie aquí?

Era que desde la mañana hasta el atardecer, ni una sola persona había pasado por esta calle.

¿No era un lugar transitado? De hecho, incluso los puestos habituales que vendían bebidas, aperitivos y mas, estaban cerrados.

Mientras me pregunta sobre esa rareza.

-- Hola.

Llegó una voz.

Suave y melosa, casi divina.

Me regresé a verla. Allí, una mujer hermosa cubría su apariencia con una larga capucha. ¿Por qué sabía que era hermosa, entonces?.

Porque su mirada me era muy familiar.

-- ¿Aún sigue abierto?.

Cabello plateado y ojos plateados.

Un rostro divino y un cuerpo seductor.

-- Me gustaría comprarte.

-- ....

-- Todo el día, por favor.

Tuve a mi primer cliente.

Una Diosa, para acabar.

Y desde entonces, comencé mi vida como vendedor de caricias. 


To be continued....



La pobreza acaba hasta con los mas fuertes, claro ejemplo es mi Dios Cid Kagenou. 

En fin, por fin he podido tomar las riendas de esta historia. Confieso que las perdí por unos capítulos y ni siquiera yo sabía qué carajos quería hacer, pero eso ya llegó a su fin.

Mm, sobre odiar a Bell. No siento que sea tan así, pero será un tipo de sentimiento similar a la decepción. Qué puedo decir, la trama así lo requiere. 

También sufrirán Alfia y Armid. No, no de forma física, sino emocional. Ya veremos dijo el ciego. 

Añado que estos días han sido lluviosos, por lo que mi actividad, ya perezosa, se volvió aún mas perezosa xd. Creo que por eso solo pude terminar 2 caps en 3 semanas xd. Bueno, también tengo el de Riveria, pero le faltan un par de detalles. 

En fin, dejo los buzones que estoy en el trabajo y no quiero que me atrapen posteando esto. Ya van varias veces que me cachan xd. 

Buzón de sugerencias: 🍷🧐

Buzón de halagos: 😎👊🏻

Buzón de quejas: 😔👊🏻

Buzón de amenas: 🤯

Buzón de dudas: ❓❓❓

Es todo por el momento, Barrita fuera. 

Chao. 


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