Prólogo: Un encuentro.

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¿Quién diría que terminaría así?

Yo, un simple novato, mirando directamente a las fauces de la muerte, un novato arrogante que decidió desobedecer a su instructora el día equivocado y al piso equivocado.

Todo por una estúpida fantasía, la idea de tener un encuentro predestinado en el calabozo.

La idea que mi abuelo inculcó en mí desde que tengo memoria, cada vez que leía historias acerca de esos gloriosos héroes que yo admiraba tanto y que deseaba ser igual a ellos.

Deseaba ser el héroe de una princesa encantadora, tal vez rubia, una chica inocente y pura que bajó al Dungeon y desobedeciendo las reglas, se aventuró más de lo que realmente podía, estando rodeada de monstruos que querían acabarla.

Y yo, con una espada en mi mano, la salvaría de la muerte. Entre gritos, rugidos y aullidos resaltaría un sonido: Mi propia voz, asegurando que la salvaría de los monstruos. Al final, ella permanece sentada en el suelo mientras yo estoy parado gloriosamente frente a ella.

En sus cristalinos pero hermosos ojos llenos de lágrimas estoy reflejado, entonces con un débil y apenas visible sonrojo en su corazón nacería un pequeño amor.

Pronto ella empezaría a estar más cerca de mí, intentándolo por todos los medios, desde fingir que iba a hacer algo para escaparse del trabajo y llegar a mi lugar de entrenamiento, a incluso armarse de valor y pedir mi dirección, empezando a visitarme todos los días. Por lógica también tendría amigas, y si me acercaba mucho a una de ellas, entonces mi bella dama se sentiría celosa, se molestaría y pronto me apartaría de esa amiga mía.

Finalmente la invitaría a salir, iríamos a una cita, en la que por fin, por fin le daría mi primer beso solo a ella, quedando unidos por siempre.

Aunque esa era mi idea, la realidad fue distinta…

"¡¡GROOOOWL!!"

No encontré a ninguna princesa que necesitara ser salvada, lo que encontré fue a un Wyvern en el quinto piso. Un Wyvern que realmente no debía nacer ahí había venido desde los pisos intermedios y ahora, viendo el color de su garganta, está apunto de incinerarme.

—… Perdón, Kami-Sama… perdóname mamá…  —Fue todo lo que pude decir aceptando mi muerte.

Algo en mí me gritaba que pelee, que desenvaine mi espada y lo enfrente, pero, mi conciencia estaba sobre mis instintos, y mi conciencia inundaba mi cuerpo de miedo. Mis músculos estaban rígidos, el sudor frío resbalaba por mi cara, cayendo hasta mi barbilla, las lágrimas empezaban a caer.

Estaba solo, y estaba apunto de morir…

"¿¡GROH!?"

O eso pensaba, pues moviendo un poco el viento pude escuchar un golpe húmedo, seguido de la sensación de ser bañado en algo cálido. Los rugidos del Wyvern eran dolorosos, o así se sentían, pues empezaban a apagarse lentamente.

Abrí los ojos, y pude ver cómo la bestia empezaba a desaparecer en cenizas, la piedra mágica se había roto. Solo ella permanecía de pie.

Una hermosa chica cuya belleza podría ser comparada con una diosa, cabello y ojos dorados, de un perfil elegante mientras sostenía su aguda espada, era el porte de una princesa…

Aiz Wallenstein, la Princesa de la Espada.

Sentí el calor subiendo a mi rostro, estoy seguro que me había sonrojado. La elegancia de su fino rostro se estaba grabando a fuego en mi memoria y mi alma.

—¿Estás… Bien…? —Ella preguntó inclinando levemente la cabeza, mirándome con esos bellos ojos cómo dos enormes joyas doradas.

Mi corazón se aceleró a un ritmo que no estaba acostumbrado, estaba sentado mirando directamente a esos ojos.

Mi sueño se había cumplido, pero los papeles se invirtieron.

Ella me había salvado, y yo, instantáneamente me había enamorado de ella.

Aunque no contaba con lo que pasó después, una pequeña gota de sangre estaba cayendo por mis labios, era la gota de sangre de aquel Wyvern, una tentación monstruosa de conocer el sabor de ese líquido. Por lo que pasé rápidamente mi lengua, capturando la gota de sangre con ella.

Creo que no debí hacerlo… ¿Qué es esta sensación?

Se siente caliente, cómo estar bebiendo fuego, pero, no es desagradable… siento que solo esta gota de sangre está calentando mi cuerpo, siento que en mi pecho se encendía una fuerte llama, una llama que empezaba a calentar mi garganta conforme bajaba esa gota.

Era… placentero, sentía algo que no sabía que era, pero me llenaba de placer, por un momento olvidé todo lo que había pasado, olvidé que acababa de ser salvado por ella, olvidé mis preocupaciones, olvidé que era real y que no, solo… olvidé.

Todo lo que sentía era esa nueva llama ardiente en mi pecho, una llama que se sentía demasiado bien.

—Huh… ¿Estás bien…? —Ella volvió a preguntar, mirándome completamente.

Su voz me trajo de regreso al mundo, la miré completamente.

¿Estaba mal buscar un encuentro predestinado en el calabozo?

Re-Conclusión: No, no lo estaba.

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Bueno, un nuevo Fic.

Solo diré que crearé nuevos Monstruos para esta aventura, cambiaré varias cosas cómo pisos de aparición.

Espero que disfruten mucho de mi nuevo Fic, yo soy Ritsuka.

Gracias por leer!

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