Capitulo 3 (Chambeador Vs. Traidor)

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Narrador Omnisciente

Había una vez un pequeño pueblo rodeado de densos bosques y montañas imponentes. En este lugar tranquilo y apacible, se encontraba un misterioso túnel conocido como el túnel de Kiyotaki. Los lugareños afirmaban que el túnel estaba maldito, pero solo unos pocos se atrevían a aventurarse en sus oscuros confines.

Un día, tres personas decidieron desafiar las advertencias y adentrarse en el túnel prohibido. A medida que se adentraban en la oscuridad, un escalofrío recorrió sus espaldas, pero su curiosidad era más fuerte que el miedo. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que habían cometido un terrible error, uno que lamentarían hasta el último de sus días.

El túnel de Kiyotaki no era solo un túnel ordinario; era un lugar donde las almas de aquellos que se aventuraban en su interior quedaban atrapadas. Una vez dentro, el túnel manipulaba sus muertes y sus destinos, convirtiéndose en su carcelero eterno. Ya no había escapatoria, pues el túnel tenía un control absoluto sobre ellos.

La leyenda que rodeaba al túnel hablaba de fantasmas que podían teletransportarse para aparecer en los autos de los desprevenidos viajeros. Además, sombras siniestras cobraban vida, asustando a los conductores y provocando accidentes mortales. Estos oscuros eventos llevaban a la muerte a aquellos que osaban adentrarse en el túnel de Kiyotaki.

En el oscuro y desolado túnel, los tres valientes aventureros se aventuraron en lo desconocido. Sin embargo, su destino se volvió aún más sombrío y aterrador de lo que podrían haber imaginado. El túnel, en lugar de terminar como esperaban, se extendió y se transformó en un laberinto interminable de 4444 metros de longitud. Ahora, los tres intrépidos exploradores se encontraban atrapados en el centro exacto del túnel, a una distancia de 2222 metros en cada dirección, sellados en una misteriosa dimensión de la cual no había escapatoria.

A medida que avanzaban, los lamentos angustiantes resonaban en sus oídos, torturándolos con su incesante tristeza. Las paredes del túnel parecían retorcerse y transformarse ante sus ojos, distorsionando su percepción de la realidad. Con cada paso que daban, los muertos cobraban vida una vez más, emergiendo de las sombras como grotescos zombies, con sus cuerpos descompuestos y sus ojos vacíos llenos de una sed de carne humana inextinguible.

La mente de los tres exploradores se veía afectada por la oscuridad y la desesperación que los rodeaba. Los colores parecían desvanecerse, sustituidos por una paleta de tonos grises y sombríos. El tiempo perdía su significado, y los minutos se convertían en horas interminables en este mundo retorcido.

Desesperados por encontrar una salida, los tres intentaron llamar a alguien en busca de ayuda. Sin embargo, sus teléfonos móviles fallaron, dejándolos incomunicados en esta dimensión siniestra. Las luces del túnel comenzaron a parpadear y parpadear, sumiendo a los exploradores en la oscuridad intermitente, aumentando aún más su angustia.

Los exploradores temblaban de miedo mientras los fantasmas salían lentamente de los espejos, acercándose sigilosamente hacia ellos. Sus ojos llenos de terror reflejaban el pánico que los invadía, dejándolos paralizados en su lugar.

En ese momento, un hombre de aspecto siniestro llamado Dark emergió de las sombras con una sonrisa burlona en su rostro. Aplaudió irónicamente mientras se burlaba de los valientes exploradores que se habían atrevido a adentrarse en ese túnel maldito. "Bravo, bravo, bravo, bravo", dijo con sarcasmo y desdén. "Fue una mala idea entrar en un túnel tan condenado", agregó, disfrutando de su propia maldad.

De repente, una figura femenina, Hanako apareció de la nada, sin hacer ruido alguno. Con movimientos ágiles y precisos, acabó con la vida de los tres exploradores en un abrir y cerrar de ojos. Sus almas, aún llenas de terror, fueron absorbidas por el oscuro túnel, desapareciendo en la oscuridad.

Hanako levitó en el aire, posándose grácilmente sobre los hombros de Dark. Con una mezcla de inocencia y curiosidad en su voz, preguntó: "Papá, digo, Uchiha-Sensei, ¿por qué te interesa tanto este túnel?". Sus ojos brillaban con la fascinación de la niñez, sin comprender completamente la oscuridad que los rodeaba.

Dark sonrió maliciosamente, disfrutando de la pregunta de Hanako. "Este túnel, mi querida, es una entrada perfecta a nuestra guarida", respondió con diversión en su voz. Sus ojos brillaban con la promesa de poder y misterio, mientras planeaba las próximas acciones para expandir su imperio oscuro.

{Con Altair}

Altair camina con determinación hacia la salida de la majestuosa mansión, cuya ubicación se encuentra en un universo paralelo. A medida que se acerca, se da cuenta de que no hay una salida convencional, ya que ella misma así lo quiso. Sin embargo, su ingenio y habilidades especiales le permiten encontrar una solución.

En ese momento, Altair vislumbra cómo un misterioso túnel aparece a unas decenas de metros de distancia. La sorpresa y emoción se reflejan en su rostro mientras pronuncia en voz baja: "Dark, siempre me sorprendes". Su sonrisa se ensancha, sabiendo que su compañero le ha dejado una nueva puerta abierta para entrar y salir.

Sin perder tiempo, Altair utiliza su poder para crear unas elegantes sillas y una mesa justo en el exterior de la mansión. Su deseo de estar con Dark es tan fuerte que no puede resistirse a crear un espacio acogedor para ambos. "Me gustará estar con él", murmura mientras se acomoda en una de las sillas, imaginando los momentos de complicidad que les esperan.

En ese preciso instante, Dark aparece junto a Altair, con Hanako aún sentada en sus hombros. La ironía impregna su voz cuando dice: "Altair, ya traje la entrada". Con un gesto divertido, Dark toma a Hanako y la coloca con cuidado en una de las sillas, asegurándose de que la pequeña Yōkai también pueda disfrutar de esta experiencia única.

Altair no puede evitar sonreír ante el comentario de Dark. La complicidad y el entendimiento mutuo entre ellos se hacen evidentes en ese gesto. 

Dark se sienta con elegancia en el ahora sofá de terciopelo, colocando a Hanako y Altair a su lado. El Patio está envuelto en una penumbra misteriosa, con destellos de luz provenientes de las velas que adornan la mesa cercana. Dark dirige su mirada hacia Altair, su voz suave y seductora llena la habitación.

"Altair, mi querida chica vengativa... ¿Te gusta tu nueva entrada?" pregunta con una sonrisa enigmática, sus ojos brillando con una mezcla de intriga y complicidad.

Altair observa el túnel que ahora se encuentra junto a la imponente mansión. Una risa juguetona escapa de sus labios mientras se recuesta cómodamente en el sofá. "Bueno, un túnel maldito junto a nuestra mansión no es precisamente la entrada y salida que esperaba, pero definitivamente tiene su encanto", responde con un toque de humor en su voz.

Hanako hace un puchero adorable mientras cruza los brazos. "Yo también quiero un apodo", dice con una mezcla de molestia y ternura en su voz, buscando la atención de Dark.

Una sonrisa se dibuja en los labios de Dark mientras acaricia suavemente la cabeza de Hanako. "Mi pequeña Yōkai", susurra con ternura, sus ojos brillando con amor y protección hacia ella.

Hanako, con su curiosidad insaciable, observa a Dark y Altair con ojos brillantes. "¿Y qué hace el tío Shisui, digo, Shisui?" pregunta con una chispa de curiosidad en su voz, tratando de desentrañar los misterios que rodean su mundo.

Dark deja escapar una risa burlona, como si no le diera importancia al asunto. "Shisui es nuestro enemigo, al menos por ahora", responde en tono desenfadado, sin revelar demasiado sobre los oscuros secretos que envuelven su relación con Shisui.

{Guarida del Team Shisui}

La guarida estaba sumida en una atmósfera densa y cargada de emociones. Shisui, Meteora y Selesia se encontraban allí, reunidos en busca de respuestas y consuelo mutuo. Shisui, con una expresión preocupada en su rostro, se dirigió hacia sus compañeras, buscando entender lo ocurrido.

"Entonces, ¿cómo les fue?" preguntó Shisui, su voz llena de anhelo por obtener respuestas.

Selesia suspiró con tristeza y miró hacia el suelo antes de responder. "Dark mató a mi creador y también al de Meteora", dijo, dejando escapar un sollozo contenido. El dolor en sus palabras era palpable, la pérdida de su creador aún fresca en su corazón.

Shisui asintió con solemnidad, su mirada oscurecida por la sombra de la sospecha. "De seguro Altair le dio la orden a Dark", pronunció con convicción. Sabía que su hermano menor estaba aliado con Altair, quien seguramente había sido la responsable de darle esa orden fatal.

En ese momento, Ochako y Shōto ingresaron a la guarida, trayendo consigo una combinación de alivio y preocupación en sus rostros. La mirada de Ochako se posó en los presentes, y con una sonrisa forzada, anunció: "Ya traje a Shōto", tratando de infundir un poco de alegría en ese sombrío lugar.

Shōto asintió, pero su tono de voz revelaba su preocupación. "Nos encontramos con Shigaraki", dijo, dejando en el aire la tensión que habían enfrentado en su encuentro.

La curiosidad se apoderó de Ochako mientras buscaba con la mirada a Itachi y a Izuku. Su voz se llenó de inquietud cuando preguntó: "¿Dónde están Itachi y Deku?". Quiere saber en donde están sus compañeros ausentes.

{Con Izuku e Itachi}

Aún era de noche, las sombras se alargaban en el oscuro callejón donde Izuku y Itachi se encontraban. Con cautela, escudriñaban cada rincón en busca de cualquier indicio de la misteriosa creación invocada que tanto les preocupaba.

Izuku, con su mirada aguda, fijó sus ojos en Itachi y frunció el ceño. "Aquí no hay nadie", dijo con seriedad, su voz cargada de preocupación. "Mi sensor de peligro no detecta nada", agregó, dando a entender que algo no estaba bien.

Itachi asintió solemnemente, su rostro impasible. "Aquí no está", declaró con seriedad. "Ya podemos volver a la guarida", añadió, sus palabras resonando en el silencio de la noche. A pesar de su aparente calma, se notaba la tensión en su voz, consciente de los peligros que acechaban en las sombras.

Izuku se giró lentamente, su mirada perdida en la oscuridad circundante. "Bueno, esto pudo haber salido mucho peor", dijo, tratando de infundir optimismo en su voz, aunque en su interior sabía que la situación era delicada. La incertidumbre se apoderaba de él, pero no podía permitirse mostrar debilidad.

Itachi se volvió hacia Izuku, su mirada penetrante. "Volvamos a la guarida", afirmó con determinación. "Necesitamos informar que no encontramos nada", dijo con seriedad, consciente de la importancia de mantenerse en contacto con su equipo. "Esa creación debió encontrarse primero con Dark, y eso es malo", agregó, su voz cargada de preocupación. Sabía que enfrentarse a Dark no era algo que se pudiera tomar a la ligera.

Con el peso de la situación en sus hombros, Itachi e Izuku, sin ver ni detectar a nadie más en el callejón, decidieron bajar la guardia por un momento. 

Un segundo de descuido que sería suficiente para desencadenar una cadena de eventos sorprendentes. En un movimiento rápido y preciso, Tōji logró atravesar el pecho de Itachi con su espada, aprovechando el momento perfecto para llevar a cabo su ataque.

Una sonrisa de triunfo se dibujó en el rostro de Tōji mientras atravesaba la espalda de Itachi con su arma. "¡Itachi! ¡No puedes creerte un prodigio si nunca cubres tus espaldas!" Gritó con determinación, dejando en claro su desprecio por la confianza excesiva de Itachi en sus habilidades.

Fushiguro Tōji

Itachi, desconcertado por la aparición repentina de su agresor, volteó para enfrentarlo. "¿Acaso te conozco?" Preguntó confundido, tratando de comprender la identidad de su oponente.

Tōji se alejó unos pasos, manteniendo su sonrisa enigmática. "Creo que no", respondió con una sonrisa enigmática, disfrutando de la confusión de Itachi ante su presencia.

En ese momento, Itachi dirigió su mirada hacia Izuku, quien estaba presente en el lugar. Con seriedad en su voz, Itachi le indicó a Izuku que continuara adelante, hacia la guarida. "Sigue adelante, ve a la guarida. De este yo me encargaré", dijo con determinación, demostrando su determinación de proteger a Izuku y enfrentar a Tōji por sí mismo.

Asintiendo con determinación, Izuku obedeció las palabras de Itachi y se alejó del lugar, dejando a Itachi solo para enfrentar a su enigmático enemigo.

Tōji, aún sonriendo con malicia, se burló de las palabras de Itachi. "¡No servirá de nada!" Gritó desafiante mientras se lanzaba a atacar a Itachi una vez más, sin mostrar ningún temor ante el prodigioso ninja.

Para Itachi, Tōji era una incógnita, un desafío desconocido que se atrevía a enfrentarlo con su técnica indomable. Tōji era un superdotado, poseedor de habilidades excepcionales, lo que aumentaba aún más la intensidad de la batalla y la incertidumbre de su resultado.

Itachi esquivó los ataques de Tōji con gran dificultad, moviéndose ágilmente para evitar ser golpeado. Su mente se llenó de sorpresa y admiración ante la habilidad de su rival. "Es el oponente más formidable que he enfrentado. Su energía desapareció por completo", pensó Itachi con incredulidad, consciente de que estaba frente a un desafío sin igual.

Sin embargo, Tōji no dejó pasar la oportunidad de burlarse de Itachi. "Pues bien, un hombre sin maldición es tu peor maldición", dijo con un tono burlón. Sus palabras resonaron en los oídos de Itachi, generando una mezcla de frustración y determinación en su interior.

Decidido a demostrar su poder, Itachi fijó su mirada en Tōji y pronunció las palabras mágicas: "Amaterasu". De repente, llamas negras surgieron de su Mangekyō Sharingan y se dirigieron velozmente hacia Tōji.

Sin embargo, para sorpresa de Itachi, Tōji no fue incinerado hasta las cenizas ni siquiera resultó quemado. De manera casi casual, Tōji se deshizo de las llamas, como si fueran un simple obstáculo insignificante.

La incredulidad inundó los ojos de Itachi, quien no podía creer lo que acababa de presenciar. "¿Qué demonios está sucediendo?", se preguntó a sí mismo, intentando comprender la naturaleza extraordinaria de Tōji y cómo lograba resistir su poderoso Amaterasu.

No dispuesto a rendirse, Itachi volvió a fijar su mirada en Tōji, esta vez con determinación. "Tsukuyomi", susurró mientras intentaba enviar la mente de Tōji al mundo ilusorio del Tsukuyomi. Sin embargo, para su desconcierto, su técnica no surtió efecto. Tōji permaneció impasible, sin verse afectado por el poderoso genjutsu de Itachi.

La confusión y la incredulidad se apoderaron de Itachi. "¿Quién demonios es este hombre?", se preguntó internamente, consciente de que estaba frente a un enemigo formidable y misterioso.

Itachi concentró todo su poder en la técnica del Modo Tsukuyomi, invocando el mundo ilusorio a la realidad misma. Su Mangekyō Sharingan giraba furiosamente mientras intentaba desplegar todo su arsenal de habilidades. Itachi intentó desesperadamente todas las habilidades del Tsukuyomi para derrotar a Tōji: Manipulando la realidad, el tiempo, el espacio, la materia, la gravedad, la edad, percepción, la memoria, el dolor y la mente de Tōji. Sin embargo, Tōji no se vio afectado por ninguna de esas habilidades.

"¡Observa mis armas! ¡Son entrenadas para matar a bastardos como tú!" gritó Tōji, su voz resonando en el aire. En un instante, apuñaló a Itachi en el estómago con su Alabarda Celestial Invertida, una arma letal imbuida de poder maldito.

El impacto de la alabarda obligó a Itachi a cancelar a la fuerza su Modo Tsukuyomi. La ilusión se desvaneció ante la realidad cruda y brutal del ataque de Tōji. Itachi, herido y sorprendido, se encontró cara a cara con un enemigo al que no podía controlar con sus ojos.

Itachi, gravemente herido, se encontraba en una situación desesperada. Su cuerpo exhausto y debilitado irradiaba una intensa aura de Chakra, que comenzó a materializarse en forma de una imponente caja torácica. Esta estructura, conocida como el Susanoo, actuaba como un poderoso campo de fuerza protector.

Con cada momento que pasaba, el Susanoo se fortalecía, transformándose en la parte superior de una figura colosal. Esta manifestación divina podía tocar almas y atravesar armas espirituales intangibles, además de tener la capacidad de crear armas y armaduras a voluntad.

En medio de esta batalla encarnizada, Tōji, un enemigo formidable, lanzó un ataque directo contra Itachi. Su golpe impactó con fuerza en el Susanoo, esa defensa inquebrantable lograba quebrar.

Itachi, sin embargo, se encontraba siendo abrumado por la velocidad y ferocidad de Tōji. "Él es demasiado veloz", pensó Itachi con incredulidad mientras luchaba por mantenerse en pie.

En un instante de descuido, Tōji aprovechó la oportunidad y propinó un poderoso golpe a Itachi, mandándolo a volar por los aires. El impacto fue devastador, dejando a Itachi tirado en el suelo, incapaz de levantarse.

Con una mirada desafiante, Tōji se acercó rápidamente a Itachi y, con voz cargada de odio, gritó: "¡Voy a cavar tu ataúd!" Mientras corría hacia el indefenso Uchiha, su determinación de acabar con el prometedor guerrero se volvía cada vez más evidente.

Tōji observó a Itachi con una sonrisa maliciosa en su rostro. "Quería hacer esto desde el momento en que nuestros ojos se encontraron", murmuró con una voz cargada de intención. Con su Alabarda Celestial Invertida firmemente en sus manos, Tōji se abalanzó hacia su oponente, la punta de su arma atravesando con precisión la garganta de Itachi. Un estremecedor silencio se apoderó del aire mientras la hoja se hundía en la carne.

"Atravesé tu garganta", gritó Tōji con confianza, sintiendo la euforia de su victoria. La adrenalina corría por sus venas mientras proclamaba a los cuatro vientos: "¡Yo maté a Uchiha Itachi!". Una satisfacción indescriptible llenó su ser, sabiendo que había logrado derrotar a uno de los más poderosos shinobis de todos los tiempos.

Aunque Itachi poseía una fuerza capaz de destruir continentes enteros con facilidad y una velocidad que superaba mil veces la velocidad de la luz, resultó insuficiente para vencer a Tōji. Este último, en cambio, es diez veces superior en habilidades y poder. Su destreza y ferocidad eran inigualables, y su victoria sobre Itachi lo confirmaba.

Tōji se levantó lentamente, su mirada se dirigió hacia la dirección en la que Izuku había escapado. Una chispa de emoción brilló en sus ojos mientras murmuraba para sí mismo: "Esta misión será verdaderamente interesante". Confiado en sus habilidades y sediento de enfrentarse a oponentes aún más poderosos, Tōji se adentró en lo desconocido, decidido a encontrar a más personas que rivalizaran con su propio poder.

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