ㅤㅤㅤ1O. LA BATALLA

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ㅤㅤㅤAnastasia no podía estar más nerviosa y ansiosa ese día. Y Garrett tomando ruidosamente sangre no estaba ayudando para nada a su estado. Era el día. Hoy se decidía todo. Iban a averiguar si todavía les quedaba un futuro. Se supone que sí. Los entrenamientos habían ido bien después de eso y Charlie estaba bastante lejos, a salvo.

Sin dudas Emmett y Garrett eran los más emocionado, muy a pesar que en el entrenamiento no les había ido del todo bien. Los que mejor peleaban, sin incluir a Jasper, eran Anastasia, Alice y Edward, desafortunadamente el ultimo no iba a estar presente en la batalla.

Bella y él se iban a quedar lejos de la batalla, con Jacob que había cubierto su rastro. El olor de la humana solo se encontraba en la explanada donde todo sucedería, la cual estaba bastante lejos del pueblo. Se supone que todos estarían en la batalla, pero había ocurrido un cambio de planes con tal de que la Swan menor estuviera a salvo.

Todo iría bien.

—¡Garrett! —chilló, harta de los irritantes ruidos que hacía la pajilla que usaba para beber del vaso de sangre.

—¿Qué? —preguntó con falsa inocencia. —¿Quieres? —le extendió el vaso con malicia.

Ana le dio una pésima mirada, pero la ola de insultos que pensaba darle fue interrumpida por Alice.

—Hay que irnos —fue todo lo que dijo.

Siendo más que suficientes sus palabras. Todos abandonaron sus tareas, que eran meramente para no estar de pie sin sentido, y fueron al bosque. Todo parecía particularmente más silencioso de lo usual. No había ni un pájaro en vuelo, como si supieran que ese día tenían que estar escondidos y lejos del caos que iba a desatarse.

Al llegar al claro, Ana inhaló profundamente. El olor de Bella estaba en todos lados y era intenso. Era difícil no pensar en seguir el olor y dudaba que los neófitos lograran resistirse. Escuchó a los metamorfos acercarse, pero no demasiado.

Debía decir que no estaba particularmente a favor de matar a los suyos. Si no fuera por Victoria y Riley, esos neófitos estarían viviendo en paz en cualquier otra parte y ni siquiera tendrían que estar teniendo esa pelea en primer lugar. Escuchó ruidos a la distancia, parecía ser mucha gente.

—¿Alice?

—Están aquí.

En un segundo, un montón de neófitos aparecieron, y sus pies se movieron en automático.

El primer neófito que mató era una chica, una muy joven, arrancándole la cabeza. Aunque no vaciló, sintió un poco de pena. Pero eran los neófitos o ellos. Ella sabía perfectamente de que lado estaba. Los metamorfos entraron en escena a los pocos segundos después.

Los siguientes a esa muerte fueron fáciles de matar, no les daba chance de dar pelea. Eso pareció ser notorio para los recién nacidos porque comenzaban a atacarla en grupos. Ahora estaba peleando con tres a la vez. Empujó uno demasiado lejos y vio que un lobo lo mataba, no sabría decir de quién se trataba. Mientras mataba a otro, el que quedaba llegó a rodearla con los brazos.

Maldición.

Volvió a usar el cabezazo, siendo efectivo porque ya estaba libre. Al girarse para matarlo, vio que Garrett tenía la cabeza del neófito entre las manos.

—Lo tenía bajó control —se quejó irritada.

—Un gracias estaría bien —dijo con una sonrisa arrogante, soltando la cabeza.

La rubia lo ignoró y se lanzó sobre él para empujarlo al suelo ya que no se había dado cuenta que un neófito iba directamente hacia él. Ambos miraron como un lobo se hacía cargo de sepárale la cabeza del cuello.

—No te distraigas o tendré que cargar tu cadáver —habló mientras se ponían de pie.

—Hagamos fuego, esto es un caos —dijo, ignorando su comentario, y ella asintió.

Los dos vampiros se dirigieron a un árbol caído de donde iban a sacar madera para hacer una hoguera y comenzar a quemar cadáveres. Una neófita, debía tener unos quince años, salió de detrás del tronco, pero retrocedió al verlos, a diferencia de los otros que atacaban al instante y sin pestañear. Garrett estuvo a punto de lanzarse sobre ella, pero Ana lo detuvo.

—Está asustada —no necesito del don de Jasper para saber eso. En los grandes ojos rojos se veía el miedo, alternaban entre los dos, y cada vez se pegaba más al tronco. —Si no atacas, nosotros no lo haremos.

—Habla por ti —dijo el de cabello marrón y la rubia lo miró mal.

—¿Cómo te llamas?

—Bree —murmuró, la voz le tembló. La pequeña tenía la tez blanca, no sabía su edad, pero suponía que era baja que el promedio y el cabelló largo de un bonito color chocolate que le recordó a los ojos de Charlie. Se preguntó de qué color tendría los ojos antes de ser de ese rojo intenso.

Se parecía mucho a alguien que conocía muy bien.

—Bueno, Bree. Necesitamos fuego —señaló el árbol y la joven se apartó al instante.

—Si intentas algo, te matare —amenazó Garrett mientras rompía algunas ramas.

—¿Tienes fuego? —le preguntó Ana y recibió como respuesta una carcajada.

—Yo siempre tengo fuego.

Anastasia puso sus ojos en blanco y acomodó los trozos de madera en el suelo. Garrett lanzó el mechero y lograron una hoguera de buen tamaño. Comenzaron a lanzar trozos de neófitos, limpiando la zona. Ya no quedaban ninguno con vida, estaban quemando a todos.

Alice se acercó con una cabeza para quemar, pero se quedó paralizada antes de lanzarla.

—¿Alice? —preguntó preocupada.

¿Qué más podía pasar el día de hoy?

—Casacas rojas —dijo Garrett antes que la castaña saliera del trance.

Ana supo perfectamente de quienes se trataban.

—Vienen para acá. Los Volturi —comunicó su sobrina una vez todos llegaron, incluyendo Bella y Edward.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó el cobrizo.

—Unos minutos, tal vez diez.

—¿Te encargas tú, Anastasia? —le preguntó Carlisle y ella asintió. Siempre había tenido una mejor relación con los Volturi que su hermano. Había respeto, pero con Ana había más. —La manada debe irse. Los Volturi no honraran el tratado con ellos.

La mayoría de lobos se había ido cuando un neófito apareció de la nada. Un lobo gris decidió atacarlo hasta que otro lobo se metió, uno de tono rojizo. El recién nacido logró rodearlo con los brazos y, por el chillido que el animal había dado, lo lastimó de gravedad. Supo que se trataba de Jacob cuando volvió a ser humano y otros metamorfos se acercaron a terminar el trabajo.

Edward, Bella y Carlisle se acercaron al herido. Garret hizo un sonido de falsa lastima.

—Pobre cachorro —se burló y Anastasia tuvo la decencia de no reírse.

Rosalie no tuvo tanta.

Su familia y Bella regresaron después de que los lobos, ahora humanos, se llevaran al herido. Quedarse solo causaría más problemas. Odiaba los metamorfos, pero esperaba que Jacob resistiera hasta que su hermano fuera a verlo.

Bree se acercó lentamente y Jasper le dio una mala mirada.

—Quédate atrás —le ordenó Ana y la neófita no dudó en obedecer.

—Es una mala idea —murmuró su sobrino, pero ella no le hizo caso.

Se puso delante de todos cuando Alice los alertó, aunque ya podían escuchar los pasos a la distancia. Fue una sorpresa, nada feliz, que Garrett se parara a su lado.

—Mantén la boca cerrada —le advirtió. El hombre era tan busca peleas como Emmett.

—Lo intentare —dijo divertido y la mujer le dio una mirada de que hablaba muy en serio.

No le impresionó ver a Dimitri, Alex, Jane y Felix, este último fue el que la mantuvo informada de que estaban los reyes haciendo y sabía que era imposible que ellos asistieran. De todas maneras, no le preocupaba ninguno de ellos. Sabía muy bien cómo lidiarlos.

—Ama Anastasia —saludó Jane y ella respondió con un asentimiento. —Increíble. Nunca había visto un clan escapar intacto de un ataque como este —supo que la rubia era la que estaba a cargo.

Después de todo, Jane era la discípula de Aro.

—No somos cualquier clan, Jane —le sonrió suavemente a la rubia, quien respondió de la misma manera.

—No, claro que no —aceptó.

—Parece que nos perdimos de una buena pelea —comentó Alec.

—Sí. No con frecuencias somos innecesarios.

Anastasia estuvo a punto de hablar, pero Edward se le adelantó.

—De haber llegado hace media hora, hubieran cumplido su propósito —su tía dio una profunda inalada y Garrett intentó no reír ya que al final no fue él quien abrió la boca como una esperaba.

—Edward —regañó con sus dientes apretados. Miró a Alec. —¿Ahora hablas sin antes saludar?

—Lo siento, ama Anastasia —murmuró con torpeza el vampiro y bajó la mirada.

—Les faltó uno —comentó Jane y la rubia se giró a ver a la neófita.

Al parecer, Bree se sintió muy abrumada y asustadas de todas las miradas, y correteó hacia Ana. Tomó su mano como si fuera una niña que se había perdido y buscaba ayuda. La rubia no la apartó, de hecho, le dio un reconfortante apretón.

—Se rindió. Está con nosotros —le aclaró.

—Tú no puedes ofrecer eso —le dijo duramente la pequeña rubia y la Cullen alzó una ceja.

—¿No? ¿Quién me lo va impedir? ¿Tú, Jane? —la Volturi la miró fijamente, tal vez usando su don, lo que dudaba. De todas formas, ella no lo sentía. —¿Vas a matarla?

—Por supuesto.

—Mírala —le ordenó, pero mantuvo los ojos fijos en los suyos. —¡Mírala, Jane! —atrajo bruscamente a la vampira a su pecho, poniéndola enfrente, pero rodeándola con protección. Por fin los ojos rojos se movieron a la recién convertida. —¿A quién se parece?

Jane tragó sonoramente saliva.

—A Alec.

—Es la copia femenina de tu hermano mellizo —era verdad, se parecían demasiado. Ana empujó suavemente a la pequeña hacia Garrett, quien la sostuvo con firmeza por los hombros. —Si la quieres muerta, me vas a tener que matar primero —sus palabras hicieron a algunos sobresaltarse, pero nadie dijo nada. —¿Se lo ordenaras a Felix? ¿Vas a matarme, Felix? —el mencionado retrocedió al instante. Lo tomó como respuesta. —¿Dimitri? —al igual que el otro, dio un corto paso hacia atrás. —¿Qué hay de ti, Alec? ¿Mataras a tu reflejo?

El joven no retrocedió como los demás, pero sin dudas se encogió.

—No...

—¿Jane? —la rubia se quedó en silencio. —Es tu momento, Jane. Decisiones, decisiones. ¿Qué pensaran tus amos cuando les digas que me mataste por una irrelevante neófita? ¿Crees que estarán orgulloso? —sonrió con burla. —Seguro que Caius te matara de la felicidad.

Pensar en el rubio rey hizo estragos en Jane. Tembló al pensar de repente que la muerte era mejor que enfrentar la descontrolada furia de su rey por haber matado a Anastasia. No quería ese destino para ella.

—Lo dejare pasar si ella responde a mis preguntas —la voz de la pequeña rubia salió firme a pesar que estaba temblando de miedo.

Ana miró a Bree.

—¿Puedes hacer eso? —la joven asintió rápido. —Pregunta lo que quieras —aceptó.

Los ojos de Jane fueron a la neófita. No pudo evitar pensar en su mellizo al verla.

—¿Por qué viniste? ¿Quién te creó?

—No lo sé. Riley no nos dijo. Dijo que nuestros pensamientos no eran seguros.

—Dice la verdad —le aclaró Edward al ver la duda en la Volturi.

—Fue Victoria. Perteneció a un clan pequeño con el que tuvimos... ciertas diferencias —se explicó Ana. —Ninguno del clan existe actualmente.

—Mm —murmuró pensativa. —¿Los Cullen se harán cargo de esta neófita?

—Yo lo haré personalmente —le dijo Carlisle.

—Bien —contestó y miró a Bella con burla. —A Caius le interesara saber que sigues siendo humana.

—Se eligió el día —le dijo Anastasia con irritación. —No seas chismosa, Jane. No te queda bien —la mencionada endureció el rostro. —Pueden retirarse.

De una manera casi inconsciente, Felix, Alec y Dimitri hicieron una reverencia. Jane no lo hizo, pero le dio un respetuoso asentimiento.

—Estaremos atentos —dijo a modo de despedida, dándole una mirada a la humana. Se dio vuelta, siendo imitada por los otros Volturi.

—Ah, ¿Dimitri? —el chico se giró al instante al llamado. —Yo no es necesario que continúes informándome. Muchas gracias.

Jane miró con algo cercano a odio a su compañero, pero no dijo ni una palabra. Se giró molesta y caminó sin parar. Ninguno de los Cullen se permitió relajarse hasta que dejaron de escuchar a los Volturi.

Anastasia fue la primera en dar un suspiro de alivio.

Habían sobrevivido.



( . . . )



ㅤㅤㅤAnastasia pensó que Charlie aún estaba pescando, suponía que volvería mañana, entonces fue a su casa, pero estaba muy equivocada. Cuando Jacob salió tan lastimado, alguien fue por Billy Black para avisarle, por ende, también Charlie lo sabía.

Fue toda una sorpresa escuchar la patrulla llegar a su casa. Se asomó por los ventanales de su habitación, creyendo que estaba alucinando, pero no. Ahí estaba el auto del humano estacionando en la entrada.

—¡Anastasia!

No estuvo segura de quien llamó su nombre, tampoco le importaba, pero mentalmente le agradeció porque eso la hizo reaccionar. Haciendo uso de su desarrollada velocidad, fue como magia cuando apareció frente a Swan, quien apenas estaba bajando apresuradamente del auto.

Su compañero se sobresaltó por un momento, sorprendido por no haberla visto venir, pero eso no le importó y la estrujo en un fuerte abrazo.

—Dios, estás aquí. ¿Estás bien? ¿Te lastimaron? —se separó abruptamente y la escaneó con los ojos. —¿Todos están bien? ¿Alguno de ustedes está herido? —la rubia negó rápido.

—Todos estamos bien. ¿Tú estás bien?

—¡Claro que no! Estaba muerto de la angustia...

Ana ni siquiera lo estaba escuchando, solo se puso de puntitas y lo atrajo con fuerza del cuello para besarlo como nunca lo había hecho. Tuvo que detenerse cuando el humano se estaba quedando sin aire.

—Te extrañe demasiado —se excusó a un Charlie sin aliento.

—Yo también. Nunca volvamos a separarnos —dijo tontamente y la vampira dio una carcajada.

—No, nunca. Jamás —lo atrajo a un abrazó, escondiendo su rostro en la clavícula e inhaló el aroma a vainillas y café dulce.

—Estaba tan preocupado. Te amo —la apretó con fuerza.

—Lo siento. Te amo más —su voz se escuchó amortiguada.

Se separaron cuando llegó el sonido de otro auto acercándose. Al mirar, se dieron cuenta que se trataba de la camioneta de Bella, en la cual estaban la dueña y su sobrino.

—¡Papá! —gritó con felicidad y se acercó corriendo a ellos. La joven se lanzó a los brazos de su padre, riendo de la felicidad. —Estoy feliz de que estés bien.

Anastasia miró a Edward con burla.

—¿Quieres que también nos abracemos? —preguntó divertida y el joven hizo una mueca.

—Yo paso —fingió fastidio y su tía lo miró con falsa indignación.

—Tenemos algo muy importante que contarles —eso capturó su atención a Bella. —A todos —le dio una mirada al cobrizo, quien respondió con una expresión de preocupación.

Charlie se giró a mirar la rubia con confusión. Ana aprovechó que los dos jóvenes estaban hablando con la mirada para mover sus labios. El castaño hizo una expresión de terror al entenderla que la hizo reír.

—Vamos a adentro. Seguro Alice reunió a todos —se burló de su sobrina y tomó la mano de su compañero de vida para llevárselo.

—Debe ser aburrido para ella que todo sea noticia vieja —comentó mientras se dejaba arrastrar.

—No creo que se aburra. Seguro se burla de que nosotros no sepamos nada —se rio junto a Charlie.

Llegaron a la sala de estar, donde estaban todos, excepto Emmett porque se había llevado a Bree a su primera casería y lección. Incluso Garrett estaba presente, aunque se notaba que no tenía ni la menor idea de porque estaba ahí.

La Cullen le cedió a su acompañante el único lugar desocupado, que era un sillón individual. No tenía problemas en quedarse de pie y había planeado hacerlo de no ser que Swan la tomó de la cintura y la hizo sentarse en el regazo. La vampira sonrió y rodeó el cuello con uno de sus brazos.

—Gracias, Alice —se burló un poco Edward. A su hermana no le importó, solo dio pequeños aplausos de emoción.

—Tenemos una noticia muy importante que darles —la emoción de Bella era casi incontenible. Ana y Charlie se sintieron como Alice, era noticia vieja para ellos. —¿Edward?

—¿Yo? —su sobrino se señaló torpemente. La humana asintió. —Está bien. Eh... —se removió nervioso. —Ustedes saben que Bella y yo estamos juntos, ¿no? —la rubia sintió a Charlie ocultar el rostro en su cuello, aguantando la risa. —Bueno... Nosotros estamos... Nosotros vamos...

—¡Nos vamos a casar! —chilló la Swan menor, claramente sin paciencia, y enseñó la sortija. No era nuevo para Anastasia, era el anillo que le perteneció a la madre de Edward.

Algunos se acercaron, efusivos por felicitarlos. Charlie bufó.

—Tuviste razón, otra vez.

No solo hablaba de la palabra yerno que había entendido en la entrada, sino también de lo que había dicho sobre Bella y Edward casándose antes de convertirla. En Seattle también tuvo razón.

—Siempre la tengo —dijo orgullosa y se puso de pie, saludando al cobrizo.

—Estoy muy feliz por ti, sobrino —lo abrazó y le dio unas palmadas en la espalda. Al separarse, Bella y ella se miraron con incomodidad después de que Charlie ya la hubiera saludado. —Felicidades.

La castaña asintió con torpeza y el Swan mayor carraspeó sonoramente.

—¿Ana? —la llamó y ella frunció el ceño.

—¿Qué? —preguntó confundida y el humano rodó los ojos.

—Vamos a decirlo.

La rubia seguía sin entender de que hablaba hasta que escuchó la risa de su rubio sobrino y lo comprendido. Ahora era Jasper quien tenía la vieja noticia. La vampira sonrió incomoda a las atentas miradas de todos, sobre todo la de Bella que estaba con el ceño fruncido.

—No creo que sea el momento —admitió y de verdad lo pensaba. Dudaba que la castaña estuviera feliz no solo por acaparar la atención, sino por lo que se trataba la noticia.

—¿Y cuándo será el momento? ¿Antes o después de que tengan una batalla con dragones?

—Los dragones no... —se interrumpió y rodó sus ojos. —Bien. Dilo.

—¿Por qué tengo que decirlo solo? —preguntó indignado.

—Porque tú quieres hacerlo.

—Lo diría yo si lo supiera —bromeó Alice.

Ahora fue Anastasia quien carraspeó.

—Si, bueno... —miró a Charlie y una pequeña sonrisa se le escapó. —Nos vamos a casar.

Alice chilló con tanta fuerza que fue aturdidor hasta para los humanos. Sin dudas la habían tomado por sorpresa.

—¡Déjame ver, déjame ver! —tomó bruscamente su mano izquierda y miró de cerca su anillo. —¡Es hermoso! Oh, lloraría si pudiera.

—Felicidades, tía —Rosalie le dio una gran sonrisa.

Ana hizo un gesto para que se detengan cuando Esme y Carlisle se acercaron a felicitarlos y abrazarlos.

—No importa, lo hablaremos después —miró a Bella. —¿Cuándo será la boda? —le preguntó, tratando de desviar la atención.

—¿Qué? —murmuró confundida. —Ah, trece de agosto.

Su castaña sobrina volvió a chillar demasiado fuerte. Garrett hizo un sonido de dolor.

—Alguien, por favor, cállela —suplicó mientras la vampira murmuraba algo sobre el poco tiempo que quedaba para la boda y lo mucho que tenía todavía por planear. —A todo esto, ¿estoy invitado? —la humana le sonrió.

—Sí, pero no con esos ojos —hizo un gesto divertido al de ojos rojos.

Eso no va a ser bueno.

Sus ojos fueron a Charlie. La hermosa y tranquila sonrisa de felicidad que tenía la hizo sonreír de la misma manera. El castaño la miró y la atrajo al costado de su cuerpo, dándole un beso en la sien. La rubia cerró sus ojos y apoyó su cabeza en hombro. Abrió sus dorados ojos y miró a su familia charlando feliz.

Todo iba a estar bien.

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