10. Vete a la mierda.

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T A E


Le doy una mirada rápida al móvil cuando el semáforo se pone en verde y bufo, tratando de poner la conversación con Hank.

— ¿Dónde te metiste? Acabas de sacar mi trasero de mi casa porque se te ocurre hacer una reunión imprevista y cuando llego a la empresa, ¡me dicen que ni siquiera te presentaste esta mañana! —Hundo mis cejas, observando con impaciencia el tráfico—. No quiero saber que esto es una puta estrategia para hacerme ir a esa estúpida cena porque me las pagaras demasiado caro, Hank.

Tiro mi móvil al asiento de copiloto y apoyó la mano en el claxon tratando de que los de adelante se apuren. La paciencia esta mañana no me acompaña, supongo que desde que Hank me hizo salir de casa por una "reunión improvisada" previa al cierre que teníamos mañana con un hotel.

Cuando logró salir del tráfico decido meterme por otra calle menos transitada y vuelvo a tomar el camino al destino que me propuse ir apenas salí de la empresa. Aparto ambas manos del volante bajando la velocidad y soltando un suspiro me desajusto la corbata mientras a lo lejos comienzo a ver el vecindario en donde está situada la mansión. Golpeteo con mis dedos el volante cuando llegó y ansioso espero que me abran las rejas.

Hank ama venir a las reuniones que Amelie hace con sus amigas solo porque sabe que de aquí saldrá con una de ellas para irse directamente a su departamento. No es sorpresa o secreto saber que les gustamos, pero nunca se me pasó por la cabeza la idea de acostarme con una de ellas. Sí, tenía necesidades, pero no era una prioridad de vida como para ir teniendo sexo con la primera persona que se me cruzara. Tengo sexo cuando quiero y lo veo convenible, cuando se que la atracción es mutua y al otro día no estarán detrás de mi jodiendome la vida.

A comparación, de Hank lamentablemente no puedo decir lo mismo. Ni con mis dedos puedo contar las veces que tuvo que poner una perimetral a varias mujeres solo porque él le prometía cosas que jamás les daba. En pocas palabras, Hank fue, es y seguirá siendo un completo idiota que no puede controlar a su propio pene.

— ¿Realmente piensas que estoy aquí solo por ti? Por favor, tengo una vida por si no sabías.

Cuando bajó del coche que consigo estacionar entre los dos demás intento ir hacia el porche, pero una voz conocida llama mi atención desde el costado de la mansión. Detengo mis pasos y buscando su presencia consigo reconocer su cabello rubio y su cuerpo dándome la espalda mientras que Oscar a unos cuantos pasos de ella la observa completamente furioso.

Amelie, Hank, su amiga droga personas y una niña junto a Thomas acompañan la escena y como ellos soy consciente de cuando Oscar acorta la distancia entre los dos y como con su mano abierta abofetea su mejilla haciéndola retroceder unos cuantos pasos. Mi hermana suelta un jadeo de la impresión y se lleva ambas manos al pecho en un intento por protegerse al ver aquella escena y Hank la detiene del brazo aunque ella no pudo mover ni siquiera un solo músculo de su cuerpo de su estado de shock.

La amiga de la rubia al ver aquello toma con fuerza a la niña rubia que estaba con Thomas y la pone detrás suyo intentando que no vea más de lo que Oscar tiene para dar. Y a mi nisiquiera me sorprende ver como se toma tal atrevimiento para violentar a una mujer, él realmente ha perdido la cordura hacia bastante tiempo.

—Quiero que ahora mismo juntes tus cosas y te largues de aquí. —Escucho que le dice Oscar—. Si llego a ver que nuevamente intentas joder mi vida me las pagas muy caro.

《¿Ella estaba aquí por él?》

La niña grita entre llantos cuando Oscar toma del brazo a la rubia y ella cierra sus ojos al igual que sus labios conteniendose, eso lo puedo asegurar.

— ¡¿No me escuchaste?! —La empuja, pero ella no levanta la mirada para verlo.

Veo como el pequeño cuerpo de la chica se sacude en una respiración rápida y aún con la mano en su mejilla levanta su mirada pero no su cabeza.

—No vuelvas a tocarme nunca más en tu miserable vida delante de Estrella, ¿Oíste? —responde pausadamente.

— ¿O qué?

Aquel comentario solo hace que el pequeño cuerpo reaccione y con su puño cerrado lo golpee justo en su nariz. Veo como Oscar se cubre cuando comienza a salir sangre de ella y suelta un pequeño gruñido lanzándole una mala mirada.

— ¡Eres una hija de perra!

Cansado de aquella escena recorro nuevamente las expresiones de los demás y cuando veo el cuerpo de Thomas totalmente paralizado y con sus ojos abiertos una furia enorme comienza a crecer dentro de mí. Entre tanto drama me había olvidado de su presencia y de que estaba observando todo en primer plano. Comienzo a caminar con rapidez cuando veo las intenciones de Oscar y antes de que pueda volver a golpear a la rubia sostengo su brazo con fuerza.

—No voy a permitir que sigas con este circo aquí.

— ¡¿Vas a defenderla?! —grita, haciéndome cabrear.

—No me interesa tu vida, la suya o lo que te haya hecho, pero no dejaré que golpees a una mujer delante de Thomas. —Doy un paso hacia adelante empujandolo—. Tú sigue siendo el cretino que eres, pero no dejare que mi sobrino se alimente de tu circo estúpido, así que vete.

— ¿Me estás echando?

Elevo una de mis cejas

— ¿Quieres que te coloque una alfombra roja y te tire flores hasta la salida? —Apunto con mi cabeza las rejas—. Vete antes de que me olvide que te conozco.

Oscar le da una mirada a la rubia que ahora está con la niña.

—Me las pagaras. —Observa a la chica morena—. Me las pagaran.

Sin moverme de mi lugar observamos como se acerca dando zancadas a su coche y sale de la mansión acelerando su coche como un asdolecente cabreado. Una vez que está lejos de Thomas relajo mis hombros tensos y suelto un suspiro cerrando los ojos unos cuantos segundos. En mi vida iba a volver que mi sobrino viera algo similar, no iba a tenerlo presente, así no quería que fuera su infancia. Él iba a ser tan inocente que la violencia iba a estar lejos de sus posibilidades, sobre todo cuando se trataba de una mujer.

—Lo siento por todo esto, no sabía que se conocían —se disculpa Amelie, abrazando a Thomas cuando giró a verlos—. Si deseas irte, puedes hacerlo. Podemos estar en contacto para que otro día Estrella pueda venir y pasar el día con Thomas.

La rubia apenas le da una mirada.

¿Era madre de Estrella? ¿La misma niña de quien Thomas no dejaba de hablar?

—Prefiero irme —solo responde, con la mirada en la niña que aún no deja de llorar en su hombro.

Su amiga parece entender su indirecta y ambas giran alejándose de nosotros hasta detenerse en un pequeño coche.

—Estrella...—murmura Thomas.

Giro a verlo al igual que todos y el pequeño solo sale corriendo hacia la mansión. Amelie suelta un suspiro y mentalizando sale detrás de él. Sabía cuán confundida la había dejado esta situación, sobre todo porque ella era la única que pensaba que Oscar era un buen hombre porque no sabía su vida oscura. Hank suelta un suspiro como si realmente estuviera agobiado con esta situación y se lleva ambas manos a la cintura viéndome. Finjo una sonrisa siendo totalmente inocente y dando pasos lentos hacia él golpeó su abdomen aprovechándome de su guardia baja,

—Eso fue por haberme mentido.

(...)

—Pensé que no vendrías. —Hank se cruza en mi camino colocándose a mi costado para acercarnos a nuestros socios—. Debes disculparte por el golpe de hoy.

— ¿Si? —Lo observo de reojo.

—Sí.

—Está bien.

— ¿Esas son tus disculpas?

—No, es un: está bien. —Me encojo de hombros, antes de llegar con los demás.

Con una sonrisa gentil saludo a todos tomando asiento en los únicos lugares vacíos de la mesa y de inmediato comenzamos a hablar sobre trabajo. Me gustaba cuando las personas no andaban con rodeos a la hora de reunirnos e íbamos directo al trabajo, eso me hacía ahorrarme tiempo y me aseguraban una noche plácida en casa sin tanto estrés.

Ya hacía unos cuantos meses habíamos cerrado unos negocios en Rusia con ellos, la empresa que construimos fue lo que demostró que tan bien nos había ido y como nuestra sangre era ambiciosa desde las raíces, no habíamos perdido tiempo en concretar otra reunión para comprar gran parte de la empresa de cosméticos que ellos tenían en una ciudad cercana de donde estaba la nuestra. Lo que buscábamos era una unión entre ambas, sabíamos que funcionaría, habíamos pasado tantas noches pensandolo hasta que tomamos una decisión definitiva.

Me quedo en silencio cuando Hank comienza a desenvolverse muy bien y solo prestó atención por si algo sale mal. Cuando la conversación termina y mi hermano termina de decirles la propuesta general que teníamos, los tres hermanos nos piden un tiempo para poder pensarlo con más relajación, al parecer hasta el momento no habían pensado en la idea de expandir y agregar más socios a su empresa.

Sin otra alternativa me quedo a terminar la cena mientras comienzan a hablar de otras cosas sin importancia e impaciente observó la hora en mi reloj. Realmente quería volver a casa y echarme en la cama, no había nada que deseará más en estos momentos. Observando la lluvia deslizándose por los grandes ventanales escucho como se organizan para ir luego a beber a uno de los bares de Oscar y rápidamente inventó una excusa negándome cuando me invitan.

—Está lloviendo —aviso, llamando la atención de todos nuevamente—. Y yo debería irme.

«Qué pésima excusa.»

Hank pone sus ojos en blanco cuando se da cuenta que es solo una tonta excusa pero termina asintiendo al igual que todos. Victorioso me levanto de mi asiento disculpándome y me alejo de la mesa sonriendo por haberme liberado de aquel caos. Suspiro cuando las gotas comienzan a golpearme al salir y con tranquilidad espero que me traigan el coche bajo la pequeña llovizna. Llovía, pero aún seguía haciendo calor, el clima cuando mezclaba ambas cosas me ponían de buen humor.

Una vez me traen el coche comienza conducir directamente hacia casa sin hacer ninguna parada que pueda privarme de mi reencuentro con mi bella cama. Me detengo en el semáforo y cuando enciendo el limpiaparabrisas para apartar las gotas que caen, logro distinguir una silueta de mujer en la esquina. Al principio no le doy importancia, pero cuando acelero y paso cerca de ella, el cuerpo pequeño que está temblando me hace detener el coche con rapidez haciéndome agradecer el hecho de que no hubiera nadie detrás de mí.

— ¿Qué haces aquí? —Pone sus ojos en blanco e intenta ignorarme—. Podría ser tu salvación para que no mueras de pulmonía, ¿realmente vas a ignorarme?

—Estoy trabajando, vete. —Se cruza de brazos.

—Si eso lo sé, ¿pero bajo la lluvia? debes realmente odiar tu vida.

Ella vuelve a verme enfadada.

— ¿Me ves cara de querer seguir escuchando tus estupideces?

—No, tienes cara de "soy una loca bajo la lluvia"

Veo como sonríe, pero lo oculta mordiéndose el labio inferior.

— ¿Y cómo sería eso?

Me inclino hacia adelante y tomó el espejo que Amelie había dejado en la guantera.

—Así.

La rubia gesticula una mueca de disgusto.

—Uff, realmente me veo horrible.

—Eres horrible.

—Vete a la mierda.

—Es donde estoy yendo.

— ¿Y qué esperas?

Sonrío, aprovechándome de su enfado.

—A que te subas conmigo. —La rubia se queda en silencio—. Tengo un pasaje más para irnos a la mierda.

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