42.1. En la boca del Lobo.

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L A C I E

Apartó el pie cuando terminó lo último que me quedaba y sonriendo sacó con cuidado la tela de la máquina. Con esperanzas de que me haya quedado bien lo tomó de los bordes estirandolo y chilló por lo bajo. Me había quedado tal cual lo había imaginado ya que el boceto con el que me intenté guiar parecía ser todo menos un vestido.

Con la luz tenue de mi lámpara que titila no borró la sonrisa encantadora y orgullosa de mi trabajo me quedó algunos segundos recorriendo todo el vestido buscándole errores. Cuando encuentro algunas sin coser vuelvo a someterlo a otra cirugía en la máquina de coser y terminó de sellar algunos puntos con aguja e hilo. Al acabar finalmente me pongo de pie soltando un bostezo y me alejo hasta mi tocador para tomar mi móvil.

No había podido dormir mucho debido a la ansiedad que me carcomía por terminar el vestido que le había prometido. Cuando fuimos con Idaly a una feria cerca de casa y vi las telas supe desde un principio como lo iba a ser ya que meses atrás había encontrado un pequeño alhajero de mamá con algunos bocetos pequeños de sus trabajos guardado.

Sus trabajos siempre habían sido sensacionales, mamá tenía una buena imaginación acompañada de un extraordinario gusto para recrear vestidos y aunque ahora no estaban a la moda, siempre seguían cautivándome. Al contrario, aunque con los años conseguí dominar mi habilidad de coser, el don de crear vestidos no era lo mío y aunque había hecho bocetos jamás se lo mostré a nadie por vergüenza.

Me acerco a la ventana de mi habitación y observó como el sol sale del todo, iluminando el gran día caluroso. De apoco los pájaros comienzan a cantar, el cielo se pone verdaderamente hermoso y nuestros vecinos salen con la basura en mano mientras recogen el periódico del porche.

Mi cuerpo estaba tan cansado que podía sentir cada extremo dolerme, pero mi cabeza me decía otra cosa, me recordaba que si cerraba los ojos él ahí estaría. Y yo no quería verlo. Desde la última vez me había puesto tan paranoica que dormía con mis oídos alertas, temiendo que una noche llegará a robarme lo único que me importaba en esta vida más que a mí misma.

Él no me había dicho nada, ni siquiera volvió a contactar conmigo y no sé si eso era bueno o malo porque no confiaba en él. ¿Y si un día llegaba con la policía y me la quitaba? ¿Y si investigaba mi vida y descubría a qué me dedicaba? ¿Cuántas probabilidades había de que no me la quitará sabiendo que era una Escort?

Sentía ira, dolor y mucho resentimiento. ¿Pero cómo iba a caer en la tristeza si era yo sola contra todos? ¿Cómo defendería a Estrella si me tomaba el tiempo de llorar? No, absolutamente este no era mi momento para sentarme a pensar en lo que vendrá.

Giro sobre mi lugar cruzada de brazos y desde mi distancia observo el vestido rojo que también había hecho con tela que compramos en la feria aquel día. Ese fue muy fácil de hacer y aunque era un modelo ya existente, yo le había dado mis retoques. Era rojo porque Idaly me envolvió en esa tela antes de dejarme escoger el color y tan suave que podría fácilmente ser un pijama.

Me acerco a la pequeña mesa que había usado para apoyar la máquina y tomó el vestido blanco de Estrella antes de colgarlo al lado del rojo. Había insistido en hacerle uno a Idaly, pero ella se negó alegando que no tendría tiempo y que tenía dinero para comprárselo. Que en otro momento se lo haga, con tiempo y tranquila.

Ella tenía razón, con suerte y había llegado a terminar el de Estrella que me costó muchísimo más que el mío. Era muy simple, pero la tela era un poco más gruesa. Blanca y con mariposas de colores, con el diseño perfecto para una niña de su edad.

Hoy finalmente era el cumpleaños de Amelie y estrenaríamos los vestidos por la noche en la fiesta. Idaly también había sido invitada porque estuvo con nosotras toda esta semana en la que nos dedicamos a organizarla. Le había caído tan bien que las tres tomamos una rutina que extrañaría demasiado, una que consistía en encontrarnos en una cafetería, desayunar o almorzar y después ir en busca del salón perfecto.

Cuando escucho un ruido detrás de la puerta apartó la mirada de los vestidos y acomodo mi cabello antes de salir a hacer el desayuno. El día había comenzado y aunque moría por dormir mi subconsciente se seguía negando manteniendo mi cuerpo alerta en todo momento.

Por primera vez me sorprendí al ver comprensión en la mirada de Hank cuando explicamos el motivo del porque no iríamos a trabajar. Después de todo era su hermano y debía tener un poco de consideración, pero así mismo ni siquiera se negó al principio, solo lo aceptó.

Idaly estaba igual que yo, pero ninguna de las dos dijo nada y salimos de ahí antes de que se arrepienta. Esas cosas nunca se sabían con claridad y nosotras decidimos aprovechar el día completo para consentirnos las tres; Estrella, Idaly y yo.

Miramos películas, nos alisamos el cabello, pintamos nuestras uñas y también le dedicamos tiempo a nuestro rostro con mascarillas que conseguimos en la feria. Cuando empezó a oscurecer sacamos turno para la ducha mientras preparábamos todo. Nos duchamos, cambiamos y maquillamos con tiempo mientras oíamos música de la televisión principal.

Estrella estaba tan encantada con su vestido que ver el brillo de felicidad en sus ojos me hizo saber que todas las noches de desvelo valieron la pena. Mi mejor amiga también me elogió por lo bueno que habían quedado y me recomendó no olvidarme de las cosas que podía llegar a hacer porque según ella tenía experiencia de sobra y un buen gusto que no estaba tan mal seleccionado.

Idaly emprendió camino después de terminar y asegurar la casa, poniendo la dirección en el GPS aunque la supiéramos. El camino era algo que nos costaba, pero nos sabíamos guiar bastante bien por haber ayudado a Amelie. Al llegar estacionamos el coche entre los pocos que había y bajamos aprovechando que no habían tantas personas. Le habíamos prometido a Amelie que la ayudaríamos, así que tuvimos que salir de casa antes del horario que comenzaba.

Con la mirada busqué su presencia entre las pocas que había y la encontré cerca de la barra hablando con unos chicos que parecían ser los meseros. El vestido que había escogido le quedaba divino, era uno verde oscuro con mangas caídas y costura apretada en la zona de sus pechos. Lo demás estaba suelto, dejando ver en la parte derecha de su piedra una abertura cuando caminaba.

—¡Llegaron! —Suspira relajando sus hombros. Frunzo mi entrecejo acercándome.

—¿Sucedió algo?

—Algo así. —Gesticulo una mueca de disgusto observando a su alrededor. La imito y confundida vuelvo a verla. Todo había quedado como ella quería—. La comida no se hace, hay meseros que no llegan y falta tan poco.

—¡Oye! —interfiere Idaly al verla colapsada—. Como si tenemos que salir nosotras con bandejas a repartir comida, tú despreocúpate y disfruta.

Apartó la mirada de mi amiga y asiento, estando de acuerdo. Se estaba preocupando por cosas que podíamos solucionar cuando era su fiesta de cumpleaños. Antes de que pueda decir algo más oímos el grito de Thomas detrás suyo hasta que la hace girar.

Vuelvo a ver a Idaly para pedirle las llaves del coche e ir a buscar mi móvil que había decidido dejar ahí, pero apenas nuestras miradas se cruzan con un solo meneo de cabeza me hace apartar la mirada detrás de Amelie.

Tuve que tomar una bocanada de aire y relamer mis labios cuando los sentí tan secos que mi garganta ardió. De pronto sentía calor y era solamente del bueno. De ese que te consumía completa, te embriagaba sin saber y te mojaba sin pensar.

A unos pequeños metros de nosotras estaba la persona en la que poco pensé, pero sentí su ausencia como el infierno. Estaba vestido increíblemente bien con un traje bordo combinado con detalles en negro como su camisa, entre otras cosas. Tenía el cabello perfectamente peinado, justo igual que el pequeño Thomas y ambos se veían demasiado adorables.

Volví a la realidad y deje de acosarlo cuando su mirada se encontró con la mía en un viaje que ni siquiera busqué. Nos observamos por segundos, tentándonos a la distancia y susurrándonos en silencio todo aquello que no nos atrevíamos a decir. Por ejemplo, que con ese traje ardía como el infierno y aunque quedaría mejor fuera de él, me excitaba de forma increíble así como estaba.

Aunque la intensidad en nuestras miradas era grande pude notar perfectamente como alguien se le acercaba desde atrás hasta apoyarse en él y justo ahí decidí dar marcha atrás con todos mis pensamientos.

(...)

—¿Te he dicho que estas preciosa? —insiste, acercándose para que pueda oírlo. Finjo una sonrisa al ser el centro de atención de miradas disimuladas por parte de su familia y llevó la copa a mis labios para disimular.

—Como quinientas veces, más o menos. —Trago el contenido.

—Bueno, lo estás. —Se apoya contra el respaldo de la silla apartando la mirada hacia el centro del salón donde están sus primos.

Habíamos acabado de cenar y aunque yo había ayudado a Amelie a organizar la mayoría, mi sorpresa fue mucha cuando supe que estaba en la misma mesa que toda la familia de Kilian. Sus hermanos, su padre, su madre y algunos sobrinos también. Por suerte estaba Idaly y entre medio de ambas Estrella. Aunque lo menos que hacía era sentarse ya que estaba correteando el lugar con Thomas.

Al frente de nosotros, justo en el centro del salón, estaba la mesa principal compuesta claramente por la cumpleañera, sus hermanos, su madre, su abuela y Bera. ¿Qué hacía ella ahí? Era un misterio que no quería resolver. Ella y Tae estaban de espaldas a mí, lo que era un gran alivio sinceramente.

La hora de la cena familiar ya estaba por acabar, lo que quería decir que la fiesta para mayores comenzaba en el otro salón que había alquilado. Hoy era la noche libre de Evolet y como teníamos a una niña con Idaly solamente asistiríamos a esta parte de la noche, luego regresaríamos a casa. Amelie lo comprendió.

Apartó la mirada de Estrella después de localizarla cerca de donde estábamos y veo como Amelie viene directamente hasta donde estamos. No la había visto hace unos minutos y a juzgar por su expresión suponía que nada bueno sucedía. Con un ademán de mano me pidió que la siguiera y pidiéndole a Idaly que vigilará a Estrella la seguí hasta la barra.

—Dos bebidas de la más fuerte que tengas —le pide al barman. Él asiente y cuando vuelve a verme la presiono con mi expresión de confusión—. No te imaginas lo que me sucedió.

—¿Qué?

—¡El maldito DJ me canceló a última hora! —chillo. Tomo los dos vasos y me entregó uno antes de beberse el suyo de un solo trago.

—¿Cómo...?

—No lo sé, dice que le surgió un asunto personal y no podrá asistir. ¿Qué culpa tengo yo? ¡Ni siquiera me recomendó un colega!

—¡Uhg! Despreocúpate, lo solucionaremos. —En realidad no tenía la menor idea, solo me bebí mi trago al igual que ella—. ¿Alguna idea?

—No, ni siquiera nadie sabe improvisar. —Bufa apoyándose contra la barra. Se acaricia la frente pensativa unos segundos antes de elevar la mirada—. Aunque podemos poner un pendrive.

—¿Un qué?

—Un pendrive, es un dispositivo donde se pueden guardar canciones.

—¿Y no es mejor Youtube?

—¿Y oír las publicidades? —Sonríe—. No, gracias.

—Está bien, está bien. —Juego con la copa en la barra—-. ¿Tienes el pendrive aquí?

—¿Qué voy a hacer con un pendrive aquí? —Frunció su entrecejo—. Creo que está en el departamento de Tae.

Cargo mi peso en mi otro pie inconscientemente.

—Y dile que lo busque. —Me encojo de hombros.

—Conoces a Tae...

—Por desgracia. —Ella se queda en silencio—. ¿Qué harás?

—Pensé que podías ayudarme con eso.

—No iré al departamento de Tae, olvídalo. Convéncelo de que lo busque él, pero a mí no me metas en problemas.

—No te meterás en problemas, él irá contigo.

—¿Y qué hay de diferencia con que vaya él solo a que vaya yo?

Amelie suspira, como si no lo supiera.

—Que él no volverá, pero si vas tú probablemente sí.

—¿Probablemente? Ahora me quedo más tranquila —ironizó.

—¡Por favor! —Gesticula un puchero, juntando ambas manos.

—Amelie, en serio...

—¡Juro que te lo compensaré! —chilla.

Suspiro con frustración y la apuntó con mi dedo índice.

—Espero que sea realmente valiosa tu recompensa porque estas metiéndome a la boca del lobo.

Amelie vuelve a chillar tirándose contra mi cuerpo y después de besar mi mejilla se aparta yéndose hasta su mesa. Sin querer ver la expresión de Tae le pido al barman la misma bebida y me la bebo de un solo trago.

¿Me estaba metiendo en un lío? Probablemente. Solo tenía que mentalizar mi objetivo y no desviarlo por nada. Yo me quedaría en el coche mientras él lo busca y después volveríamos, ¿no sonaba tan mal, no?

¡Mierda, mierda y mierda!

Apoyo con fuerza la copa en la barra y juntando coraje me doy la media vuelta con la mirada en Idaly cerca de nuestra mesa. No desvió mi mirada y con mis piernas temblorosas me acercó fingiendo estar segura de mis pisadas.

—Idaly —la llamó, haciéndola girar al instante. Desdibuja su sonrisa cuando me ve y preocupada se acerca—. Tengo que hacerle un favor a Amelie, ¿puedes quedarte con Estrella unos segundos?

—¡Claro! ¿tardarás?

—No, volveré pronto. Por favor, no le saques la mirada de encima.

—No te preocupes, la cuidaré. —Me sonríe intentando transmitirme confianza.

Sin ese sentimiento y con retorcijones en el estómago asiento con mi cabeza girando sobre mis talones. Localizó a Amelie en la entrada y al acercarme escucho que le está dando indicaciones a Tae sobre el pendrive. Él asiente sin elevar la mirada de sus llaves y cuando notan mi presencia se quedan en silencio.

Aniquiló con mi mirada a Amelie aunque no comprenda el porqué y sigo a Tae por atrás hasta su coche. Me abre la puerta sin decir nada y después de cerrarla rodea su coche metiéndose. El aroma varonil que desprende su espacio dentro del coche me embriaga dejándome contra el asiento mientras escucho los movimientos que hace.

Coloca su dirección en el GPS y aunque sabía que se conocía el camino, comprendí que tal vez era una manía suya que no podía cambiar. Tecleo rápido en la pequeña pantalla y después aceleró saliendo del estacionamiento. Lo último que vi por el espejo retrovisor, fue la silueta de Amelie en la entrada mientras nos perdíamos de vista.

En la boca del lobo, ahí fue donde me metí.

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