48. Decisiones complicadas.

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T A E

Acarició el cuero sintético que cubre el volante y suspiro mirando a través del espejo retrovisor en búsqueda de su presencia. Habíamos quedado en este callejón hace unos minutos, pero como se le hacía costumbre siempre tardaba en venir. Él decía que era por precaución, nosotros sabíamos que se dormía y no podía jugar con la puntualidad.

Cambié la frecuencia de la radio cuando la canción comenzó a molestarme y terminó apagándola frustrado. Este era nuestro primer encuentro después del viaje y realmente estaba nervioso de saber cómo había proseguido a seguir todo esto.

Solamente Bera y yo sabíamos sobre mi requerimiento a él y era porque no quería que justamente el asunto traspasara a las manos de Oscar para que estropeara el trabajo del detective. Antes de salir al encuentro me había dicho que intentará tranquilizar mis nervios, que despejara mis dudas preguntándole lo que pudiera y que intentara comprender el proceso para tampoco estropearlo.

Era la primera vez que me encontraba en una situación como está, investigando a una persona para hundirlo lo más que pudiera. Lo único que me había sucedido gravemente fue cuando tuvimos un juicio con los periodistas en aquellos días que nos seguían a todas partes y provocaron que Amelie tuviera un accidente.

Fue una situación difícil porque estaba embarazada de Thomas en ese tiempo, para ser más exactos estaba en sus últimos días y no quería someterse a un juicio largo porque no tenía ganas de presenciarlo. Por suerte con Hank la hicimos entrar en razón, ellos estaban violando nuestra privacidad y con pruebas pudimos obtener una restricción para cualquier periodista que intentara jodernos la vida.

De todas formas esto no era lo mismo. Aquí ya había enviado a alguien a investigar y no era consciente de que tan legal era eso o si precisamente nosotros saldríamos ganando como en aquel tiempo creía que era posible.

Sí, tenía mucho dinero y contactos que podían ayudarme. Pero Oscar era igual que yo, él tenía el mismo estatus económico, contactos y lo que lo hacía estar un escalón arriba de nosotros era que él se manejaba por el mal camino y aquellas personas estaban a dispuesto a todo.

¿Yo estaba dispuesto a todo por Lacie?

Yo tenía una vida antes de ella, yo creía ser feliz antes de ella, yo estaba tranquilo antes de ella, pero después de ella conseguí sentirme completo. Conseguí obtener cosas que sin saberlo me hacían falta y si no era capaz de darlo todo por ella entonces me estaba fallando a mi mismo, porque su bienestar era algo que anhelaba con la misma intensidad que ella.

Apartó la mirada cuando siento la puerta abriéndose y Dumas, el hijo de mi detective, entra sacándose la capucha de su chaqueta. Frunzo mi entrecejo.

—¿Qué haces tú aquí? —pregunto viéndolo. Él se acerca hasta mi GPS y presiona un lugar a unos cuantos kilómetros de donde estamos.

—Conduce hasta ahí a una velocidad mínima, quedarnos detenidos será más riesgoso —dice sacándose la paleta dulce de la boca.

Me gustaría no obedecerlo porque si una cosa odiaba era que personas desconocidas me dieran órdenes, pero tenía razón. Aquí corríamos riesgo de cualquier cosa. Encendí el coche mordiéndome la lengua y salí del callejón donde habíamos quedado con su padre.

—¿Me vas a responder qué haces aquí?

Como respuesta, muerde el dulce provocando un ruido que detesto.

Suspiro.

—Mi padre se fue de luna de miel por quinta vez —contó como si nada, como si no hubiésemos tenido un trabajo en conjunto que seguir.

—Ahora veo que la responsabilidad es lo suyo —ironice.

—Él confía en mí.

—Aquí el problema es que yo tengo que confiar en ti. —Lo observo de reojo encogerse de hombros.

«Mocoso engreído.»

—Si te sirve estuve muy cerca de trabajar para las Kardashian.

—¿En serio?

—No, pero pensé que serviría. —Quise no reírme, pero lamentablemente no pude evitar sonreír. Era un idiota—. A mí también me tomó por sorpresa todo esto, estuve todo un día completo leyendo lo que mi padre había recaudado y el asunto del trabajo.

—Si no tengo otra alternativa entonces comienza —respondo dándome por vencido. Si el hombre había confiado en él, entonces me tocaba esperar a ver los resultados con muchas ganas de denunciarlos por su irresponsabilidad aunque no sirviera de nada.

Cruce uno de los prestigiosos vecindarios para ir directamente al centro de la ciudad y me uní al poco tráfico que había. El lugar que me había asignado no nos llevaba a ninguna parte, solamente pretendía que no nos quedemos varados así que decidí tomar mi propio camino para recorrer la ciudad por las calles más largas.

—Mi padre me dijo que se trataba de un trabajo delicado y aunque trato de explicármelo la verdad es que lo comprendí muy rápido. No creo que sea así, lo que tú quieres es reunir información para denunciar a alguien que lo único que ha hecho oficialmente es golpear a una mujer —comienza a relatar con su mirada en la ventana. Asiento aunque no está viéndome—. Para serte sincero con toda la movida de mujeres los casos de violencia de género están muy peleados. En su mayoría, por no decir todos en general, no son tomados con la importancia que se necesita y aunque reunamos la mayor cantidad de pruebas necesarias si él tiene contactos no dudaran en taparse los ojos y ser un caso más.

Suspiró por tercera vez y muerdo mi labio inferior frustrado. Eso no lo había pensado.

—¿Qué propones tú?

Él se encoge de hombros.

—No está mal el querer denunciarlo por violencia de género porque tal vez tengamos suerte, pero no te aseguro que esté detrás de las rejas por mucho tiempo. —Abre la ventanilla y tira el palillo de la paleta—. Lo que yo te recomiendo y por lo que he visto que consiguió mi padre en este poco tiempo, sería que investiguemos a todos sus socios en general. Podríamos denunciarlos por trata de personas, prostitución, maltrato y más cosas si indagamos en esa mierda. Los años serían más, nos conviene muchísimo más y terminamos con el problema de raíz.

—¿Y cuánto duraría todo eso?

Chasquea su lengua.

—Varios años para serte totalmente sincero.

Apoyo mi codo en el borde de la ventanilla y me llevo la mano hasta el cabello pensativo. No tenía mucho tiempo, no si Oscar seguía respirando en este mundo.

—¿Y mientras tanto?

—Si crees que corren riesgo las soluciones que te daría sosteniéndome en el lado legal, sería que denuncien o que se vayan de aquí por el momento. Después tienes muchísimas más soluciones, pero claramente yo no me involucraré en aquello y no te llevaría a mucho como legalmente sí si nos dejas trabajar a nosotros. —Por primera vez gira a verme—. Yo si fuera tú harías las dos. Denunciaría, me iría y como se que la justicia es una mierda cuando no hay dinero de por medio, también pagaría por protección personal.

Él tenía razón, mi principal objetivo fue denunciarlo por lo que le había hecho pero claramente no iban a hacer nada porque la justicia era una mierda. En este caso fue más intento de homicidio que violencia en general, pero él tiene contactos como para salir limpio de ahí.

¿Y qué ganaríamos? Que se llenara de rencor, que siguiera con su estúpido juego de hacerle la vida imposible porque si de algo estaba seguro de las personas como él, era que cuando no obtenía lo que quería se cegaba por rencor más que por odio y ahí nos poníamos en peligro nosotros.

Tenía la esperanza de que todo esto no fuera tan difícil, tan complejo, pero si accedía ya nos estábamos metiendo con personas peligrosas. Personas que estaban dispuestas a todo y aunque yo era capaz de hacer lo que fuera necesario, no podía compararme con ellos jamás.

¿Tenía miedo? Sí, lo tenía. ¿Y qué si lo admitía?

¿Cómo no tener miedo si detrás de mí había más personas? ¿Cómo no tener miedo si la persona que amaba estaba en peligro? ¿Cómo no tener miedo si soy un simple empresario y no un mafioso?

Yo no sabía manejar un arma, ¿realmente creen que pueda ponerme al nivel de ellos? Mi alma no estaba cargada de maldad, no de ese grado y lo lamentaba, porque ahora me sentía como un idiota sin ser capaz de proteger a las personas que quería.

La única arma que tenía por el momento era el dinero, así que tenía que sacar provecho de ello como fuera.

—También me gustaría tocar algunos detalles al respecto —habla nuevamente sacándome de mis pensamientos.

—¿Cuáles?

—En el último avance que mi padre tuvo llegó hasta un hombre llamado Hank Carter, deduzco que se debe tratar de alguien familiar. —Presiono mis labios nervioso y en silencio dejó que prosiga—. Para serte sincero él no tiene muchas causas, no tiene nada que lo involucre directamente con los más importantes de la banda. Sí tuvo participación en lugares ilegales, pero no creo que eso pueda perjudicarlo, no por ahora, así que si lo crees necesario puedes decirle que se aparte antes de que comience la investigación.

—¿Qué debería hacer cuando la investigación comience?

—Huir, esconderse y no para ser un prófugo, porque con lo poco que tiene seguramente no le tomen importancia, pero con quienes tendrá problemas será con los socios del acusado. —Trago saliva relamiendo mi labio inferior—. Te aconsejo que si crees conveniente sacarlo del miedo, dile que salga del país. Del continente si es necesario.

—¿Y sabes algo sobre Kilian Carter? —pregunto.

—No, no ha llegado hasta ahí. Pero si es como Hank no tendrá problemas, también tendría que irse. —Detengo el coche en un semáforo y bufo pesadamente—. Sobre el último tema, ¿Tú sabes que Oscar es...?

—Sí. —Cierro mis ojos unos segundos—. Pero no está reconocido, mi padre jamás lo hizo. Así mismo si lo estuviera, no me detendría. Si lo preguntabas por eso, él sí es mi hermanastro pero no me detendré.

—Entonces perfecto. —Sonríe cuando giró a verlo—. Me das el sí y comienzo con la investigación. Tengo contactos para que el asunto llegue más lejos que la policía así tenemos más oportunidad de triunfo, le presentaré todo legalmente y seguiremos con el proceso hasta que sea necesario.

¿Me estaba metiendo en problemas? Tal vez, corría esa posibilidad, pero la sensación de sentirme cobarde por no poder hacer nada me había llevado a tener que tomar decisiones complicadas, capaz de cambiarnos el futuro a todos.

Inflo mi pecho con oxígeno y suspiro tratando de calmar los latidos de mi corazón. Estaba nervioso, pero cuando llegué al lugar de encuentro fui con un solo pensamiento: que no me detendría hasta conseguir que Lacie fuera libre.

Sin mí o conmigo, pero que lo fuera finalmente y esa iba a ser mi prioridad.

—Sí, sigue con el proceso —decidí, presionando el acelerador del coche.

—Muy bien, entonces para no arruinarlo esta será nuestra última reunión hasta que consiga cosas importantes. Será para el bien de los dos y para el trabajo en concreto, no te preocupes que aquí seguiré yo, obviamente con la ayuda de mi padre cuando se decida acabar con su puta luna de miel —comenta con ironía, riéndose. Lo imito y él estira una de sus manos para apuntarme el cordón de la vereda—. Déjame ahí.

No dije nada más, solo lo obedecí y lo vi alejarse del coche poniéndose la capucha para pasar desapercibido entre las personas que caminaban con apuro. Agradeciéndole en silencio y a la lejanía, mientras pedía en silencio que nada le pasará porque aunque al principio no me había hecho gracia su presencia por dentro presentía que ahí estaba nuestra solución.

(...)

Salude con un meneo de cabeza a mi secretaria acompañada de una sonrisa y camine hasta mi despacho. Ya faltaban pocos días para que mi secretaria diera a luz a su bebé y aunque se ofreció a buscarme temporalmente un reemplazo yo le había dicho que me ocuparía para no robarle el último tiempo de embarazo, que de lo que aprendí de Amelie, sabía que era uno de los más duros.

Elevo mi mirada cuando ingresó y me saco la chaqueta observando el cuadro que tengo detrás del escritorio. Nunca comprendí porque a Lacie le gusta tanto unas simples líneas en un cuadro tan oscuro. En realidad tiene algo dibujado, que creería que es lo que componen las líneas y muy aparte de eso, también tiene una historia.

Para ser sincero, poco la recordaba. El cuadro me lo hizo una chica que se había acostado conmigo, terminamos bien el encuentro y una vez la encontré en una exposición. Se disculpó por...no me acuerdo porqué y me comentó que el mismo día que estuvo conmigo había acabado su relación de muchos años.

¿A quién le importa? A mí no, pero el significado que le dio me gustó.

La chica cayó en las drogas por sus mentiras, eso sí recordaba y de ahí salió ese único cuadro que lo llamó "en el paraíso de tus ojos" y su frase completa esa noche fue: "En el paraíso de tus ojos, descubrí cual era el temor de los ángeles caídos."

El cuadro en sí eran unas líneas que crean la silueta de una mujer sutilmente con la mirada agachada, de espalda y en ella tenía cortes como si hubiese tenido alas. Las líneas eran blancas y el trasfondo negro.

—Tae —llama una voz detrás de mí. Giro un poco para verlo y termino mi recorrido hasta mi escritorio para tomar asiento—. Te estaba buscando.

—¿Para qué?

Kilian da un paso hacía adelante.

—Para despedirme.

Sin poder evitarlo sonrío.

—Te vas ahora que todo se puso feo. —Chasqueo mi lengua estirando mi mano hasta mi bolígrafo.

—Yo no tuve nada que ver con lo que Oscar le hizo a Lacie —dice con un poco de desesperación, como si fuera a mí a quien tendría que darle explicaciones—. Y si no me acerqué antes fue porque no sabía si ella me quería ver.

Presiono mis labios y me encojo de hombros.

—Si te soy sincero si fuera por mí te prohibiría acercarte a ella por lo que te resta de vida, pero no la considero como parte de mi propiedad para decidir eso y soy muy consciente de que ella puede escoger lo que le sea conveniente. —Aunque me molestaba, esa era la verdad. Yo no decidía por ella, eso fue lo que aprendí—. Así que si quieres ir a verla, ve. Pero si le haces algo entonces ahí tú y yo tendremos un problema.

Kilian sonríe queriéndome causar lástima y asiente.

—Al final Hank tenía razón, ambos se merecen.

Quise decirle que su falsa pena no me compraba, pero lo primero fue lo que me sorprendió.

—¿Qué sabes de Hank? —Lo veo gesticular una mueca de disgusto.

—No estoy en posición de aconsejar a nadie, pero te recomendaría que lo llames. Realmente él no tuvo nada que ver con todo esto, a él también lo engañó Oscar y aunque te cueste creerlo no está ahí porque quiere. —Recorre con su mirada el despacho para huir de la mía porque sabía que le iba a exigir explicaciones—. Solo tienes que tener presente que como tú, todos tenemos debilidades.

—No me lo dirás —adivino y él asiente volviéndome a ver.

—Prefiero que te lo diga él para que entiendas mejor —responde bajando la mirada hasta lo que trae en manos. Se acerca al escritorio y me lo extiende. Con desconfianza lo tomo y abro el sobre—. Nunca me acosté con ella, creo que merecías saberlo. Espero que en algún momento puedas perdonarme y acabar con lo que sea que nos impide tener una buena relación, nos vemos Tae.

No respondo porque tengo toda la atención en las fotografías que me dio y el corazón se me encoje cuando veo a Lacie tan feliz posando en ropa interior que es difícil creer que es ella en realidad.

Termino sonriendo y cuando elevo la mirada él ya no está.

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