56. Crisis nerviosa.

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T A E

Me orillo en la carretera dejando que los coches detrás de mí sigan su camino y apago el motor dejando la llave en el bombín. La canción de LP deja de sonar cuando lo hago y en silencio cierro mis ojos llevándome una mano al cabello para acomodarlo. Estaba tenso, lo podía sentir en cada uno de mis músculos, en mi respiración y también en mis pensamientos.

No podía pensar en otra cosa, la mente me jugaba un papel sucio reviviéndome los últimos minutos como si fuera una tortura, como si la culpa de lo ocurrido fuera mía cuando yo no tenía nada que ver. Estaba ahí, en el ojo del huracán, por culpa de ser hermano de un idiota y de haberme enamorado de la mejor mujer que conocí. Estaba ahí porque quería, porque aunque temblaba de miedo y no sabía con exactitud qué demonios hacer, dar un paso al costado no era una opción.

Sí, tenía miedo. Lo tenía porque no era un mafioso, porque las armas no eran lo mío y porque en mis pensamientos asesinar a alguien jamás iba a ser una buena idea. Había hecho cosas malas en la vida, jugué con corazones, fui un idiota y probablemente una mala persona incapaz de comprender el cariño de alguien más, pero juraba que mis pensamientos no eran negativos y que la muerte era una opción que tomaría en un estado de desesperación, después de intentarlo todo.

Tenía miedo porque sabía que pensando así podía perder a Hank, la podía perder a ella, a Lacie. Porque no tenía huevos para tomar un arma y demostrar mi valor, porque me sentía un cobarde, sin ser capaz de defenderlos. Y tener miedo me frustraba, porque mi mente estaba gritándome lo imbécil que era y lo cobarde, pero mi corazón estaba orgulloso por la persona que era.

Bera tenía razón, yo tenía principios. Esos principios se mantenían siempre, ahí estaban. Mis principios me hacían ser la persona que era, me hacían sentir en paz y bien conmigo mismo porque sabía que la maldad de ese calibre no permanecía dentro de mí, no estaba. Aún.

Había escuchado también por ahí, que depende de las situaciones es cuando uno se conoce a sí mismo y cuáles son sus principios. ¿Yo sería capaz de romperlos si a Hank o a Lacie le sucedía algo? Por supuesto, no tenía dudas. ¿Entonces por qué ahora que estaban en peligro no podía? ¿Por qué mi cuerpo temblaba de esta manera? ¿Por qué me sentía así?

Restriego mi rostro con ambas manos y suelto un suspiro llevando la mirada al techo del coche. Si seguía así no iba a llegar a ningún sitio, ni mucho menos conseguir nada, así que tenía que despejar todo de la mente aunque me costara. Ya iba a tener tiempo para pasar el duelo de la muerte de Kilian, pero aunque sonara crudo y como si no me importara, ahora no tenía tiempo.

Giro nuevamente la llave encendiendo el coche y después de verificar que no viniera nadie, volví a ponerme sobre la carretera. Cuando no hubo más tráfico baje la velocidad y aproveche que el móvil estaba conectado con el coche para marcar el número de Yuri.

El hijo del detective se había quedado en la escena del crimen para poder averiguar más cosas, me había aconsejado que no reconociera el cuerpo en ese momento para no quedar en el medio y ser visto, también que si tenía algún tipo de plan que no interfiriera en el suyo, que lo llevará a cabo. Después de comentarle lo que habíamos hablado con Hank a él le pareció lo correcto, no iba a interceder en su trabajo así que eso íbamos a hacer.

—¡Cuánto tiempo! —expresó sorpresivamente detrás de la línea cuando atendió. Gesticule una mueca de disgusto aprovechando que él no podía verme e intente pensarlo una vez más. No es que no quisiera, pero hablar con él me traía recuerdos que no quería revivir—. Pensé que no ibas a marcar más...en realidad pensé que ya no tenias mi número.

—Ya ves...conservo un poco la basura, llámame reciclador.

—¡Cómo te he echado de menos, simpaticón! —manifiesta elevando la voz. Aprieto la mandíbula con fuerza conteniéndome a no insultar y aferró mis manos al volante.

—Necesito tus servicios...

Él tarda unos minutos en responder, lo único que escucho es como la música detrás él se va alejando de a poco y el eco de unos pasos apresurados antes de que la puerta rechine.

—Eso sí es una sorpresa proviniendo de tu parte...—respondió soltando un suspiro, ahora su voz ya no suena tan alegre—. Sé que no terminamos en los mejores términos y aunque ya te lo he dicho, me vuelvo a disculpar por lo que sucedió.

Hubo un tiempo, hace varios años atrás, donde me dejaba manipular por mi madre con el fin de que no cuestionara ninguno de mis caprichos. Era el típico: darle la razón para no tener que soportar sus insistentes ideas con respecto a mi seguridad. A mí siempre me gustó estar solo, sin nadie más, sin embargo esa idea a mi madre le molestaba porque creía que su hijo era un tipo de celebridad con miles de fanáticos detrás.

Éramos empresarios multimillonarios, sí. Pero éramos reservados y jamás habíamos optado por hacer públicas nuestras vidas ni siquiera en nuestras redes sociales, no luego de lo que había sucedido con Amelie y Thomas. Así que eso nos benefició porque los periodistas jamás sabían dónde nos encontrábamos, a dónde íbamos o con quien nos relacionábamos y eso me facilitó para no tener guardaespaldas.

Hasta que mi madre se salió con la suya. Me presento a Yuri que en ese tiempo se ocupaba de la seguridad de Amelie y a su amigo, Brass. El plan era que él fuera mi guardaespaldas y que siempre estuviera siguiéndome desde cerca, eso me frustró pero terminé aceptando. Al principio todo iba marchando muy bien, hasta que las cosas comenzaron a salirse de control cuando encontré información personal mía en las notas que los periodistas daban en la televisión. Información que solo una persona cercana sabía, alguien que tenía acceso a mi vida privada y no me fue complicado descubrir que se trataba de Brass.

Claramente me molesto que violara así mi privacidad, que por su culpa salieran rostros de mujeres que solo se acostaban conmigo en las revistas y que a costa de eso, varias de ellas salieran a hablar mal de mí como si las hubiese tratado mal solo para obtener fama. Fue una etapa estresante y Yuri se hizo cargo, renunció a su puesto y aunque intentó establecernos otros guardaespaldas por mi parte me negué.

La había pasado tan mal siendo el centro de atención de todo el mundo que le encantaba el chisme que me cegué y hasta el momento la sensación de traición no se suavizo con nada, me molestaba muchísimo tener que haber recurrido a él. Actualmente contaba con guardaespaldas pero ellos no eran cercanos y trabajaban solo cuando yo quería, muy pocas veces, la fachada solo era para mi madre en realidad.

Podría haber recurrido a ellos para este trabajo, pero creía más en la capacitación de Yuri aunque me costara admitirlo. Él ya tenía conocimiento en este territorio, sobre todo en el del peligro.

—Algún día tendremos tiempo para hablar al respecto. —Detengo el coche en el semáforo. Ya estaba en el centro de la ciudad, el plan ahora era ir al departamento a buscar unas cosas antes de que todos se enteraran sobre la muerte de Kilian—. Tengo un trabajo para ti.

—¡Wow! —se sorprende. Nuevamente pienso en la idea principal de mi mente y decido llevarla a cabo—. Estoy realmente sorprendido y me encantaría poder decirte que cuentas conmigo, pero me he retirado hace tres años.

Contengo un bufido.

—Bien, buena suerte. —Me inclino para cortar la llamada.

—¡Espera! —grita, deteniendo mi mano antes de pulsar el botón—. Sé que no confías en mí, lo tengo bastante claro, pero me veo en la obligación de decirte que conozco a alguien que puede ocupar ese puesto. —Mi cuerpo se tensa y frunzo mi entrecejo dispuesto a negarme—. Antes de que digas algo, conozco muy bien a esta persona. Es sangre de mi sangre. Se trata de mi hermano, ha salido hace algunos años del ejército y ahora está disponible para cualquier trabajo. Confío en él, no traerá problemas y sí es así, dejaré que esta vez me demandes.

La primera vez había estado dispuesto a demandarlo, a llevarlo a la cárcel pensando que él también estaba involucrado en eso como su compañero, pero él decidió negociar en que renunciaba antes de que todo se fuera a la mierda y acepte. Ahora no sabía qué decisión tomar. Seguía sintiendo el gusto a traición que me quedó aquella vez, pero realmente necesitaba una persona capacitada y con urgencia. Su idea no sonaba mal.

—Me parece perfecto —respondo después de pensarlo. Me iba a arriesgar solo porque tenía un contratiempo, porque necesitaba a su hermano ese mismo día—. Sigo viviendo en el mismo sitio de siempre, dile que vaya ahí. Nos estamos viendo, adiós.

Cuelgo la llamada y sin distracciones acelero el coche para llegar de una vez.

(...)

Tiro la llave a la mesa del centro cuando ingresó a la sala de mi departamento y despojándome de mi chaqueta me cruzo hasta la cocina en busca de algo para tomar. No tenía apetito aún cuando ni siquiera había desayunado, todo lo ocurrido me cerró el estómago de una forma increíble. Sirvo agua en un vaso y apoyándome contra el filo del mesón contempló el poco espacio que me rodea.

No necesitaba más, solo quería silencio y estar cómodo en mi propiedad para pensar mejor las cosas antes de salir y enfrentarme a la realidad. Sabía que la noticia sobre la muerte de Kilian traería dolor, él a pesar de sus vicios era una buena persona y eso lo tenía que admitir. Habíamos compartido muchas cosas por la misma razón, porque él no desprendía malas intenciones, porque a pesar de ser insoportable era de las únicas personas que se atrevió a cruzar los límites que había puesto y él único que no salió corriendo.

Era mi familia, tenía millones de recuerdos juntos, de peleas y de risas. Cenas familiares, navidades, vacaciones. Pfff. Así mismo, su muerte no solo traería el dolor a mi familia sino la curiosidad. Sabía sin haberlo presenciado aún, que su familia iba a hacer hasta lo imposible por descubrir el fin de su muerte, el porqué. Sinceramente, esperaba que no sucediera y no solo porque eso arrastraría a Hank, sino porque manchar su imagen por un vicio que lo llevó a la ruina no debería ser la forma de recordarlo.

Tampoco sabía si era lo correcto ser yo quien le diera la noticia a Lacie. No eran muy frecuentes, pero sabía que habían tenido algunas cosas y que la noticia la abrumaría. Lo correcto sería que se lo contase, que aproveche el momento y le comente sobre el plan también, pero necesitaba tiempo para saber cómo y cuándo.

Elevo la mirada del suelo cuando escuchó el timbre del departamento e intentando prepararme mentalmente para recibir a mi familia comienzo a caminar hasta la puerta. Ni siquiera miró detrás de la mirilla, sé que son ellos, pero al final termino llevándome una sorpresa cuando veo que quien está detrás de ella es la amiga de Lacie.

Por su expresión de cansancio e incertidumbres se que algo está ocurriendo, aún así no descifro si es malo o bueno ya que no veo más.

—¿Tienes un momento? —pregunta sin elevar la voz. Conocía a esa chica por ser muy atrevida, graciosa y por su rudeza, pero ninguna de esas características la acompaña en este momento. El estómago se me contrae cuando Lacie es la única persona que cruza por mi cabeza—. No sé si sea lo correcto, tal vez esté metiéndome con su privacidad y aunque me duela pensar que podría enojarse conmigo me voy a arriesgar. —Infla su pecho con aire antes de expulsarlo—. Oscar estuvo en su departamento.

No hace falta mencionarla, no hay otra persona que nos vincule, así que la sola mención de que estuvieron juntos paraliza lo que me rodea. Aferró la mano en el vaso con tanta fuerza que no soy capaz de darme cuenta hasta que me lo quita. Miles de cosas pasan por mi cabeza y ni siquiera estoy preparado para lo que está por decirme, no quiero oírla pero tampoco puedo hablar.

—Lacie está bien —aclara cuando ve la reacción de mi cuerpo. Suelto un suspiro sin ser consciente y vuelvo a respirar intentando controlar los latidos de mi corazón—. Sinceramente no sé con certeza qué fue lo que sucedió, pero por lo que encontré cuando llegué puedo asegurar que no le ha hecho nada. Al parecer mantuvieron una conversación que la alteró hasta el punto de tener una crisis nerviosa y tuve que llamar a Bera porque no sabía qué hacer. Ella se encargó de aplicarle un calmante y ahora está durmiendo, pero me pareció que lo correcto es que lo supieras.

—¿Sabes qué fue lo que le dijo para que reaccionara así? —interrogó, sabiendo la respuesta. Es su mejor amiga, han pasado tantas cosas juntas y si hay alguien que se sabe casi por completo la historia de ambos en absoluto debe ser ella. Idaly muerde su labio inferior.

—Sí. —Traga saliva apartando la mirada—. Pero no voy a decírtelo. No me pongas en esa situación, pregúntaselo a ella.

Asiento sin insistir, Lacie era la única que podía decidir si quería o no decírmelo y si era así lo respetaba. Me ganaba la curiosidad, claro que sí, pero era su intimidad y no iba a jugar con eso, no lo hice y jamás lo haré. Giró sobre mis talones después de tomar el vaso de agua y lo dejó en la cocina volviendo a tomar las llaves del departamento. Ella aún me espera afuera así que juntos subimos al ascensor.

Se hace eterno el recorrido hasta que las puertas vuelven a abrirse y ambos salimos directos hasta su departamento. Saca las llaves de su pantalón y al abrir puedo percibir el silencio denso dentro. Ingreso topándome con una Bera de entrecasa saliendo de la cocina, al parecer la habían pillado tomándose un descanso, ella nunca salía de casa sin arreglarse antes. Jamás. Y eso me sorprende, llenándome de orgullo. Ni por mí había salido desarreglada en ningún momento bajo ninguna circunstancia.

—No me veas así —resopla molesta. Pone sus ojos en blanco cuando sonrío y termina de meterse a la sala.

—Puedes ingresar a la habitación, intenta no hacer tanto ruido —pide. Asiento viéndola y recién me muevo cuando ella desaparece en la sala también.

Sigo derecho por el pasillo hasta las últimas habitaciones e ingreso a la que se que está usando ella. En la oscuridad distingo su pequeña figura recostada en la cama boca arriba, así que cierro la puerta con cuidado y me quito los tenis antes de acercarme.

Me subo a la cama en el hueco al lado de ella y acomodándome arrastró con lentitud su cuerpo hasta el mío dejándola casi encima, con su cabeza apoyada en mi pecho. El calor de mi cuerpo envuelve el suyo y casi de a poco su respiración comienza a controlarse, al igual que sus latidos. Acarició su brazo desnudo, mis dedos recorren cada extremo guardándose su suavidad y su color. La subo hasta su mejilla roja, tal vez de tanto llorar y trazó un pequeño recorrido de una lágrima marcada. Sus cejas y finalmente su cabello, obligándome a cerrar los ojos para aspirar su aroma. Dejó un beso en su coronilla.

—Sé que no he estado aquí para cuidarte...una vez más —susurro sin dejar de acariciarla—. Pero también sé que de alguna manera debías enfrentar esto tú sola, como la súper mujer que sé que eres. No, no tienes poderes, pero tienes un gran corazón y por él te conviertes en la mujer más increíble que he conocido. Desde lo más fondo de mi corazón espero que hoy se hayan cerrado heridas tuyas...tal vez alucino, pero deseo que hayas soltado esa mochila que cargabas o por lo menos, la basura que tenías dentro de ella.

Abro mis ojos y en la oscuridad, en silencio, mis ojos se nublan dejándose liberar de todo lo que había ocurrido cuando la intimidad de estar con ella se convierte también en mi refugio.

—Te quiero, Lacie —vuelvo a susurrar, dejándole un beso en la coronilla antes de cerrar nuevamente los ojos cuando dos lágrimas se me escapan.

Desde mi bolsillo izquierdo siento como vibra mi móvil en una, dos y hasta tres llamadas avisándome que la noticia ya salió a la luz, pero yo me permito estar los últimos minutos de paz junto a ella, olvidándome completamente de todo. Desconecto por completo mi mente, mi corazón, mis pensamientos y mis ideas, absolutamente todo y me entrego a ella, a la calma y a Lacie.


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