64. Distanciamiento y promesas.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Penúltimo capítulo.

Luego de la repentina noticia de Idaly realmente ni siquiera sabía cómo me estaba sintiendo, lo único que sabía con seguridad era que me encontraba perdida. No tenía la cabeza enfocada ni siquiera para poder trabajar y muy en contra de mi voluntad me vi renunciando al trabajo un día antes de que Idaly también lo hiciera por obvios motivos.

Mi decisión fue sorpresiva para todos, sobre todo porque era muy estricta conmigo misma y con el tema del trabajo, pero a este paso sentía que mi corazón y mi mente no me querían responder. Jarvis había tenido que hacerse cargo de Estrella durante estos días mientras ayudaba a Idaly a armar su maleta y aunque aquello rompía más mi corazón solo me mantuve con una sonrisa mientras Idaly me contaba cosas que antes no había considerado importante.

Como por ejemplo el hecho de que se había acostado con Hank en algunas ocasiones, según ella no fue nada serio y que no sentía absolutamente nada por él, solo habían sido encuentros repentinos cuando trabajaba. Le creí y sinceramente tampoco me molesto, Idaly era una mujer libre que podía hacer lo que quisiese.

Al tercer día después de la noticia Tae me había dicho que ya tenían los pasajes y aunque no quiso decirme dónde irían, después de mucha insistencia terminó confesándome que irían a Argentina pero no sabía con exactitud a qué parte. Los pasajes serían el sábado y recién estábamos a jueves, todo parecía tan caótico dentro de mí que me enfurecia al sentir que por fuera todo marchaba muy bien, como si no nos estuviéramos por separar.

Odiaba las despedidas, le temía mucho a que las personas me abandonaran y que Tae me haya dicho que no nos íbamos a poder ver por un tiempo me hacía enojar. Me sentía...desorientada.

Al otro día de la noticia Tae me había dicho que lo mejor sería que yo y mis hermanos también nos fuéramos, pero que no era necesario que nos separaramos porque presentía que no lo iba a permitir y estuvo en lo cierto. Por lo que tenía entendido Amelie se quedaría en la ciudad a ocuparse de la empresa y de Tae no sabía mucho tampoco, dijo que iba a ocuparse de todos antes de pensar en él.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Jarvis apagando la televisión después de no encontrar un canal divertido. Apartó la mirada de la pantalla y busco su mirada—. Con respecto a todo esto.

—No lo sé, no sé como sentirme. —Me encogí de hombros, porque esa era la verdad. ¿Qué tan malo era no saber cómo me sentía?

—¿Qué va a suceder con nosotros? —Solté un suspiro y estiré mi cabeza hacia atrás.

—Tampoco lo sé —confesé. Lo único que sabía era que Tae iba a sacarnos un pasaje de avión, lo demás era misterioso hasta para mí—. Lamento haberte puesto en esta situación.

—No digas estupideces, tú no tienes la culpa de nada.—Chasquea su lengua y estira su mano hasta tomar la mía—. Estuve pensando...

—¡Vaya! ¡Qué milagro! —bromeé.

—Hablo en serio, Lacie. —Borre mi sonrisa y fruncí mi entrecejo—. Sé que no he sido la mejor persona este último tiempo y quiero empezar a mejorar mis actitudes.

—¿A qué te refieres?

—Oí a Tae, sé que existe la posibilidad de que nos vayamos también. —Asentí, aferrando mi mano en la suya—. No quiero irme.

—¿Qué? —Jarvis suspiro con miedo, evitando mi mirada.

—Quiero quedarme...quiero...yo quiero quedarme con Amelie. —Como si fuera irónico, no pude evitar sonreír mientras mi corazón iba retomando sus latidos ferozmente—. Es decir, no es justo que yo me vaya y ella quede aquí sola solucionando todo con nuestro hijo en camino.

—¿Nuestro hijo?

Jarvis elevo la mirada hacia la mía, pude percibir un brillo sobre ellos que jamás había visto.

—Nuestro hijo, Lacie —afirmó.

Dejándome llevar por la euforia de mi cuerpo me abalancé sobre él abrazándolo. No quería escuchar a mis miedos, quería dejar de ser paranoica y pensar en el hecho de que existía la posibilidad de que todo saliera bien. No quería pensar en que todos estábamos en peligro, no quería imaginarme dejándolo en la boca del lobo porque lo cierto era que no sabía con exactitud qué tanto conocían a Jarvis aquellas personas.

Jarvis ya era una persona grande capaz de tomar sus propias decisiones y como si aquello ya no fuera mucho ahora iba a tener una nueva familia, su propia familia. ¿Realmente yo podía privarlo de eso? no, claro que no. En contra de mis miedos, de mis paranoias él era una persona independiente que podía tomar sus propias decisiones y aunque me moría de ganas por tenerlo siempre conmigo, ahora él también le pertenecía a otra persona.

Sorbí mi nariz sobre su hombro mientras él acariciaba mi espalda y decidí no soltarlo por un rato largo mientras me hundía en recuerdos nostálgicos. Siempre los había considerado como mis propios hijos y es que desde siempre había sido así, yo había ocupado aquel puesto. Nuestra madre había tenido tan poco tiempo para ocuparlo con nosotros que lo único que tenían ambos eran a mí y viceversa.

—Sabes que me cuesta tener que dejarte —murmure hipando. Cerré mis ojos y me aferre a él—. Y que me rompe el corazón hacerlo, pero no puedo privarte de esta etapa, no puedo obligarte a no construir tu propia familia.

Jarvis suspiro.

—Lo sé, Lacie. Creeme que siento lo mismo, alejarme de ustedes es la decisión más difícil que he tomado en toda mi vida porque nunca me imagine tener que dejarlas ir, pero Amelie...no es justo y realmente deseo quedarme.

—Estoy muy orgullosa de ti —confesé, separándome para verlo. Él sonrió mientras limpiaba nuestras lágrimas—. Siempre confié en ti, siempre creí en la persona que eras, en los principios que te di.

—Tenía mucho miedo, tengo miedo —corrigió—. No sé como será todo esto, temo hacerlo mal, me da pavor ser como...—

—No digas eso.—Tome sus mejillas para que volviera a verme—. Yo te crié, yo te eduqué, yo sé la clase de persona que eres y estoy segurísima del gran padre que serás. Nadie nace preparado para ser padre, eso se aprende con el tiempo y claro que cometerás errores, pero yo estaré ahí cada vez que requieras de mi ayuda.

—Gracias, Lacie y lo siento, siento no poder ir con ustedes.

—Nunca te disculpes cuando tus decisiones provienen por ordenes de tu corazón.—Sonrió, acomodando su cabello rebelde—. No puedo creer que estés creciendo, ¡qué serás padre!

—No me agobies, aún tengo que hacerme la idea.—Suspira echándose hacia atrás. Apoya su cabeza en el respaldo del sofá y cierra sus ojos unos segundos antes de volver a verme con su ceño fruncido—. ¿Crees que Amelie quiera que me quede con ellos?

Esbozo una sonrisa tranquilizadora.

—Amelie es una gran mujer, ella jamás te negaría tu lugar.

—Sí —coincide—. Amelie es una gran mujer, temo haberle hecho daño.

—Sabrá perdonarte, pero llevará tiempo.

—¿Cuánto?

—El que ella crea conveniente, pero su enojo no interferirá en la relación con tu hijo.

Jarvis aprieta sus labios asintiendo y mi corazón se encoje cuando veo cómo sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.

—¿Nos volveremos a ver?

Trago el nudo de mi garganta y estiro mi dedo meñique. Él se ríe cuando recuerda el ritual que hacíamos cuando era un niño para prometernos algo y estiraba su dedo meñique enlazandolo con el mío.

—Es una promesa.

(...)

Viernes.

Nunca jamás había odiado tanto un viernes como este.

Suelto un suspiro cuando siento la alarma de mi móvil y antes de apartar la mirada del techo para apagarla me saco las sabanas de un tirón. El frío del suelo me recibe apenas hace contacto con mis pies y soltando un bostezo comienzo a tomar mis cosas de higiene antes de entrar al baño de la habitación. Una vez que termino de ducharme lavo mi cara junto a mis dientes y envuelvo mi cuerpo en una toalla saliendo para elegir ropa cómoda.

Estos días se sentían tan monótonos, como si fuera un robot que manejara mi cuerpo solo para atender a Estrella porque la verdad es que no quería levantarme de la cama. Por suerte como Jarvis se la había llevado no tenía que fingir estar feliz y dispuesta a pasar un buen día, pero la sensación de tener que aprovechar cada segundo con Idaly me levantaba de la cama en contra de mi voluntad.

Observo mi móvil con esperanza de encontrarme con un mensaje de Tae pero al no ver señales de él desde ayer por la tarde mi ceño se frunce. ¿Me estaba evitando? claro que lo hacía, vivía debajo de mí si no tuviera tiempo simplemente me respondería uno de los pocos mensajes que le había mandado. No había querido agobiarlo llamándole o llenandole de mensajes, así que dejando el móvil nuevamente en la mesa de noche me puse lo primero que vi y dispuesta a salir del departamento me acerque a la puerta principal.

En el ascensor verifique haber traído las llaves que Tae me había dado de su departamento y me acerque hasta su puerta. Toque dos veces con esperanza de que me abriera pero cuando no lo hizo recurrí a violar su privacidad. Apenas ingresé supe donde estaba debido al olor a cafeína que había por todo el lugar así que me guié con el cuerpo tembloroso.

—¿Por qué no me atendiste? —cuestione apenas lo visualice. Tae terminó de hacer el café y se giró sin preocupación.

—Ya sabía que eras tú. —Me enseña con un meneo de cabeza el monitor de las cámaras.

—¿Y?

—Por algo te di las llaves. —Se encoge de hombros llevandose la taza a los labios—. ¿Sucede algo?

—¿Me estás evitando?

No responde, pero obtengo una respuesta cuando desvió su mirada hasta el café como si fuera lo más interesante por el momento. Suelto un suspiro realmente agobiada por todo lo que estaba sucediendo y tragando saliva asiento. Me estaba evitando y no sabía que había hecho para que lo hiciera, aún así decidí no actuar inmaduramente y deje que se quedara en silencio hasta que el ambiente dejará de ser tan tenso entre los dos.

Al parecer también se despertaba ya que solo iba vestido con su pijama aunque era viernes y eran las once de la mañana. Tenía entendido que toda la semana había estado atareado con trabajo, yendo a la empresa y pasando mucho tiempo allí, pero ahora no terminaba de comprender si aquello había sido una mentira para evadirme o realmente él estaba tan estresado como todos y aún así se ocupaba del trabajo.

No quería ser injusta con él y estaba en todo su derecho si no quería volver a estar conmigo, ahora más que nunca no estaba lista para tener responsabilidades del grado de una relación y no porque Tae no me gustara o no sintiera nada por él, sino porque era cierto que todavía no había cerrado heridas viejas y si no sanaba siempre buscaría en él errores que me dieran excusas para alejarme.

Tae Carter se merecía el mundo completo, él realmente se merecía una mujer que lo amara con todas sus fuerzas y le hiciera tan bien que sus ojos siempre mantuvieran un brillo de felicidad, pero imaginarmelo con alguien más era una imagen destructiva para mí.

—No nos cuidamos —menciona de repente, apoyándose contra el mesón relajado. Al ver mi desconcierto agrega—: el otro día en la oficina no nos cuidamos.

—¿Y eso es lo que te preocupa?

—Tener un hijo contigo nunca será una preocupación —aclara, sin alterarse por mi insinuación—. Pero la situación en la que estamos no es la mejor.

Asentí, comprendiendo lo que quería decir. Solté aire relajando los músculos tensos de mi cuerpo y me crucé de brazos.

—No puedo tener hijos, Tae —confesé, encogiéndome de hombros. Él no me juzgó con su mirada como pensé, solo se llevó la taza a los labios y asintió—. En realidad si puedo, pero para que eso suceda me tengo que someter a un extenso tratamiento.

—Está bien, no te sientas presionada de tener que contarmelo, lo respeto. —Asentí, porque la verdad es que contarlo era tan doloroso como recordarlo y no quería hacerlo, no por el momento—. Ya tengo los pasajes de avión, he sacado tres.

—Jarvis no viajará con nosotras, ha decidido quedarse con Amelie y el bebé. —Por la expresión de su rostro comprendo que todavía no lo sabían y que aquello realmente le sorprendió—. Te pediría que no se lo comentes aún a Amelie, todo esto le está costando a Jarvis y merece que se lo diga él.

—Comprendo y sinceramente me alegra oír eso, Amelie se pondrá muy contenta.

—¿Y tú? —Relamo mis labios ansiosa y tragó saliva—. ¿Qué harás?

Desde que Idaly me había dado la noticia no habíamos tenido mucho tiempo en pensar y hablar sobre nosotros, sobre todo porque él junto a Hank eran los que se estaban encargando de todo para que el viaje y la estadía en Argentina fuera lo más seguro posible. Aún así, presentía que si hubiésemos tenido el tiempo ninguno de los dos hubiese sacado este tema de conversación pero la realidad cada vez se estaba acercando y una parte dentro de mí necesitaba saber que iba a hacer Tae.

Cualquiera que fuera su decisión yo la iba a aceptar porque él también merecía estar seguro y en paz y sabía que en cierta parte al lado mío no lo iba a conseguir por ahora. Si su decisión era que se iría un tiempo con nosotras claramente me iba a alegrar porque no quería que se alejará de mí, pero pensar en eso me hacía ser nuevamente una egoísta. Él tenía una vida, trabajos, era un empresario que manejaba muchas cosas como para darse el lujo de escapar cuando Amelie se quedaría completamente sola.

Y si se quedaba lo comprendería, aunque me doliese lo haría porque quería dejar de ser egoísta y poner sus intereses, su vida, al nivel que yo ponía la mía.

Tae carraspeo su garganta.

—Yo no puedo...no puedo...—Chasqueo su lengua bufando—. No puedo dejar sola a Amelie.

《Pero nos dejara solas a nosotras...》

Asentí esbozando una sonrisa cuando elevo la mirada hasta mí.

—Entiendo. ¿Cuándo viajaremos?

—Mañana —indicó, acercándose hasta la mesa del centro en donde habían muchos papeles—. He cuadrado muchas cosas, irán a Estrasburgo. Tengo un departamento ahí que ya lo dejé a tu nombre, una vez que llegues tendrás que firmar algunos papeles. He decidido que vayan a Francia para que estés más cerca de tu empresa y porque Bera vive allí también.

—¿Por cuánto tiempo no podremos volver a vernos todos? —pregunte con un nudo en la garganta. Vi como él hizo lo mismo y aferró sus manos al borde de la mesa hasta que nuevamente nuestras miradas coincidieron.

—Por mucho tiempo, Lacie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro