Capítulo 27

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En este instante todo me molesta, como los tacones que calzó, jorobo mi tobillo haciendo que este salga de mi pie, luego hago lo mismo con el otro, dejándolos atrás tirados en la acera mientras continuó mi camino.

Los pendientes, pulseras y collares también me molestan, los arrancó y tiro a suelo, se sienten como grilletes, me mantienen cautiva.

Una lágrima corre por mi mejilla sin avisar, no lloro porque Daemon me pidiera que le sonriera a ese baboso, lloro por todo, cargo sobre mis hombros más pesos del que puedo soportar, los problemas acumulados estallan dentro de mí y salen en forma de lágrimas.

Desato mi cabello permitiendo que este caiga sobre mi rostro volviéndolo menos visible.

Daemon me habla desde la calle, haciendo que su carro avance suavemente con cada paso que doy, su voz se escucha lejana, y un poco distorsionada.

No quiero mirarlo, no quiero que vea lo débil y frágil que me encuentro, pero lo hago. Coloco los ojos sobre los suyos cuando escucha que pronuncia mi nombre claramente.

Al ver mi estado detiene el auto, baja de este y trota hacia mí.

No quiero escucharlo, no quiero sus mentiras, solo quiero estar sola, pero cuando sus manos se posan sobre mi rostro y clava de nuevo su mirada sobre mí se me olvida todo, incluso como pensar.

Me ahogó en el mar de sus ojos.

Muevo el rostro intentando soltarme, salir de su hipnosis, logro mover la cara unos centímetros a la izquierda, pero él la regresa a la posición de antes, coloca nuestras frentes juntas, nuestros labios no están muy lejos, y eso me gusta aún más.

Cuando Daemon me mira de esa manera mis miedos se van, el dolor desaparece, las dudas, todo. Solo somos él y yo. Incluso me creo la mentira de que nunca me lastimará.

Todos siempre prometen lo mismo, he escuchado salir esas palabras a lo largo de los años infinitas veces de los labios de los hombros, pero no he visto a ninguno cumplirlas.

—Sky, entra al auto —la orden sale por sus labios, no está enfadado, habla bajito y con ese acento alemán que eriza los bellos de todo mi cuerpo.

Me estremezco por un segundo antes de responder.

—Solo, déjame ir.

—No puedo, mierda, sabes que no puedo hacerlo —se ve frágil. Solo falta que empieza a llover y seríamos como los protagonistas de las películas de drama que tanto que gustaba ver a Kelly los domingos en casa.

Miro al cielo y sonrió, debo estar loca al pensar en algo así en un momento como este.

—¿Por qué no puedes? —algo dentro de mí necesita escuchar esa respuesta más de lo que me atrevo a aceptar.

—No es obvió —hace una pausa dándose un instante para llevar su mano a mi mejilla y limpiar el rastro de lágrima que hay en ella—, te necesito.

—¿Me necesitas? —las palabras bailan en mi corazón.

—No me hagas repetirlo —sonrió de nuevo, ha don perfecto le molesta tanto como a mí lucir frágil.

—¿Por qué? Me gusta cuando lo dices.

En la calle las personas se comienzan a detener para vernos.

—Deberíamos irnos ya —quita su mirada de mí, para ver a esos curiosos que nos observan.

—Sigo queriendo estar sola —Daemon  suspira.

—No me hagas cargarte hasta el auto —su ánimo ha cambiado.

—No serías capaz, no con todos ellos observando —el mío también.

—¿Me estás poniendo a prueba?

Para cuando termina la frase ya mi cuerpo esta sobre sus hombros y camina en dirección al auto.

—Salvaje —gruño.

—Testaruda.

—Don perfecto.

—¿Cómo me has llamado? —ups, se me ha escapado, se suponía que no debía enterarse de que a escondidas en mi cabeza lo suelo llamar así—, repítelo Sky.

—Te he dicho don perfe... —el sonido de una cachetada no me deja terminar la frase, sustituyendo la palabra por un chillido. Ha golpeado mi trasero.

—Déjame bajar.

—Sigue protestando y te ganarás otra nalgada —mis mejillas se tiñen de rojo, pero eso no me detiene.

—No me toques, aleja tus manos de mí.

—¿Qué no te toque? Eso no era lo que parecías que querías los otros días en la cocina de mi casa —Me paralizó.

Deja caer mi trasero en el asiento del copiloto, observo por el parabrisas como camina hasta su asiento y cuando los dos estamos dentro del auto escupo impasible.

—No sé dé que hablas.

Gira la llave haciendo que el carro se ponga en mancha, avanzamos algunas cuadras hasta detenernos en un semáforo en rojo, Daemon gira todo su cuerpo en mi dirección y dice.

—No sabía que tenías tan mala memoria, tendré que recordarte de que hablo cuando lleguemos a la casa, no me gusta quedar como un mentiroso.

Y en ese momento junto a esas palabras todas mis alarmas alumbran en rojo, creo que estoy en problemas, no, aún peor, creo que me puede gustar ese problema.

*****
Capítulo nuevo. He disfrutado mucho escribiéndolo, no me odien pronto habrá nueva actualización.

Emocionadas por saber que sucederá en la casa.

Dejen sus comentarios.

Los leo.

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