Capítulo 4

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Bajando del avión nos esperaba una camioneta Range Rover Sport SVR, en la cual tomo asiento en la parte junto a mi novio.

Una vez dentro el chofer pone rumbo a mi nueva casa sin perder tiempo. Durante el viaje Daemon testea algo en su teléfono mientras observo como el sol aparece por el este adueñándose del cielo.

Al llegar a nuestro destino ha amanecido completamente.

Una imponente fachada moderna nos recibe —Alucinante—. Gritaba mi subconsciente.

El diseño interior es elegante, bañado por luz natural.

—Estaremos solos hasta el lunes que lleguen Martha y los demás —Informa mientras camina con total naturalidad por el salón.

—¿Martha y los demás? —pregunto tímida, pensaba que viviremos solos.

—Los empleados del servicio —Aclara.

Tímida le oculto mi rostro, seria iluso pensar que el solo mantendría esta casa.

—Ven te mostrare nuestra habitación —comienza a caminar dejándole solo analizando sus palabras.

—Nuestra —repito cayendo en cuenta de su significado—. ¿Dormiremos juntos?

Apresuro el paso tras él asiendo que el suelo suene cuando lo golpeo con los tacones.

—Regla número uno, nadie absolutamente nadie debe saber que nuestra relación es falsa, eso incluye al servicio que permanecerá aquí los días entre semana por tanto sí, compartiremos habitación —Asiento con la cabeza accediendo a su regla cuando ni siquiera me ve por encontrarme tras de él, mientras pienso si siquiera tengo la opción de negarme—. Llevo más de veinticuatro horas sin dormir, debo descansar. Puedes investigar la casa, en la cocina hay comida por si tienes hambres.

Para cuando termina de hablar ya estamos en la habitación. Daemon quita su camisa mostrándome su trabajado pecho, cuando veo que va a hacer lo mismo con su pantalón giro bruscamente quedando frente a frente con la puerta por donde entre.

—Lindos sueños —le deseo mientras me alejo.

Investido cada cuarto perdiéndose entre los metros y metros cuadrados de habitaciones.

La cocina después de unos minutos caminando la encuentro junto al segundo salón que da a la piscina interior.

Esta esta equipada con los últimos utensilios culinarios del mercado y un cerramiento de cristal transparente que delimita la bodega.

El comedor es sencillo, la atención se sentirá en el gran candelabros que cuelga en el centro de la mesa.

Como algunas frutas, mientras le escribo un mensaje a mis amigos.

Acabo se llegar, papá no parece poder recuperarse pronto, pero con mi ayuda saldrá adelante. Los mantendré al tanto de todo será como si nunca me hubiera ido y cuando menos lo esperen estaré de regreso.

Los quiero.

Releo mi propio texto, pronto estaré de regreso.

Retomo la exploración de la casa después de fregar y regresar el plato que use a su lugar, apartando la nostalgia, en esta ocasión descalzándome y dejando que mis pies sientan el frío mármol.

Camino tomando un objeto de cada habitación, una botella de vino de la bodega, una copa de la cocina, un libro de la biblioteca y sin darme cuenta estoy de regreso.

Todo esta oscuro, el cuerpo de Daemon se ve en la cama, entro en puntillas una puerta da a un armario de dos pisos, tomo cuidadosamente una camiseta y unas gafas de sol.

El sol abraza cada milímetro de mi cuerpo, me encuentro acostada en una impresionante área de descanso que descubrí en un confortable jardín en la zona trasera de la vivienda, a mi derecha hay otra piscina, llevo puesto únicamente las gafas de sol oscuras que encontré antes en el armario y su camiseta; la cual apenas cubre mi cuerpo, en mi mano el libro que tome prestado de la biblioteca y en el suelo la copa con el último trago de vino en su interior.

Pasos delatan la llegada de mi novio al jardín, se suponía que terminaría el libro, bebería vino y tomaría el sol antes de que el despertarse pero el tiempo ha pasado más rápido de lo que esperaba.

Intento mantenerme impasible ante la manera en la que sus ojos me miran, tan descaradamente, caliente.

—Necesitas algo de ropa urgente —Son sus únicas palabras después de lo que parece una eternidad. Gira sobre sus talones caminado hacia el interior de la casa.

Terminar el libro me toma todo el día, mi estómago ruge y al levantarme me tambaleó un poco, mi cuerpo no pasa desapercibida las botellas que me he bebido.

Después de Daemon retirarse fui en busca de otra botella después de eso no me moví más del lugar excepto para ir al baño en ocasiones puntuales.

Tomo una ducha refrescando mi piel, por falta de ropa visto la misma con la que llegué.

En la cocina me encuentro con el castaño.

—¿Tienes hambre? Estoy calentando una lasaña que Martha dejo para nuestra cena.

Pongo la mesa.

En la cena solo se escuchan el sonido de los cubiertos chocar contra los platos de porcelana.

—Necesito un cargador para mí teléfono, hace unas horas se apago —intento hacer la cena menos incomoda, pero Daemon solo responde un seco ok y con continua en lo suyo.

Como es la mañana cuando llegamos camino tras él hasta la habitación.

—Quítate la ropa —dice una vez en el cuarto.

—¿Cómo? —No pude haber escuchado bien.

—Que te desvistas —Mi rostro debe ser un cuadro por que se le escapa una pequeña sonrisa al repetir la frase.

Lentamente me voy deshaciendo de mi ropa hasta quedar en bragas y sostén, no debí confiar en las palabras que dijo en el avión, quizás solo esperaba que me sintiera cómodo junto a él para mostrar su verdadera cara.

Mira hacía mi dirección, a paso torturador se acerca lo suficiente como para que desde donde me encuentro poder sentir la fragancia de su perfume, cierro los ojos y aspiro su embriagador olor.

Sigue moviéndose, puedo escuchar sus pasos, se detiene detrás de mí, con la yema de sus dedos acaricia mis hombros, luego baja por mis brazos hasta dejar que sus grandes brazos descansen en mis caderas.

—No estés nerviosa —Susurra en mi oído, provocando que se me erice la piel—, con sus dedos desata el broche de mi sostén haciendo que este caiga al suelo. Luego acaricia mi columna vertebral, hasta llegar a mi espalda baja, desliza sus manos hacia mi vientre y baja hasta tocar el elástico de mis bragas—. No necesitarás el sostén ni las bragas—. Susurra nuevamente.

Se arrodilla a mi espalda rozando la punta de su nariz por mi espalda mientras baja con sus manos mis bragas por mis piernas, levantó un pie a la vez haciendo que su trabajo por deshacerse de mis bragas sea más fácil.

Mi cuerpo actúa solo.

Siento como se aleja de mí, no puedo verlo aun mantengo mis ojos cerrados, la curiosidad puede más que yo, abro los ojos lentamente.

Me sobresalto.

Un pesado de tela viene volando en mi dirección, lo agarro cuando esta aun  en el aire.

—Ponte esto, te será cómodo para dormir, pero ya lo sabrás ¿no?

Miro mis manos, la tela voladora era una de sus camisetas, la paso por mi cabeza mientras oculto con esta mi sonrisa.

Me la ha jugado.

Mantengo mis ojos cerrados y mi cuerpo tendido sobre la cama en espera de que Kelly comience a golpear la puerta amenazándome con publicar algún vídeo mío para que levante mi trasero de colchón. Los minutos pasan y mi amiga parece que nunca va a llegar con su bullicio —Es domingo—. Recuerdo—, ya no me encuentro en casa—. Suspiro.

Sobre la mesa de noche hay una nota.

Sobre la cama hay ropa que te ha traído Gillian quien te espera abajo es tu asesora de imagen, le he dado instrucciones al chófer para que las lleve de compras, gasta todo el dinero que quieras.

Junto a la nota se encontraba una tarjeta de crédito.

Entro en el baño, al salir envuelta en una de las toallas un holgado y sencillo me espera junto a unos tacones y cartera a juego.

Tal y como la nota decía en la sala me esperaba Gillian pacientemente —así debe de cobrar la hora— pienso mientras tomo la mano que me extiende en señal de saludo después de mencionar su nombre y darme los buenos días.

Camino fuera del centro comercial con apenas una pequeña bolsa en la mano, la mayoría son llevadas por el chofer. Gillian se despide dando su trabajo por culminado.

Mis pies duelen, pero aún tengo algo por hacer.

—Lleva la ropa a la casa, quiero conocer la ciudad, te llamare para que me recojas cuando termine — Informo al chófer, quien cual después de dudar unos minutos me dejo machar.

Tiendas, puestos de comida, restaurantes, bares, miro todo atenta. 

Las calles están abarrotadas de gente, las que camina de un lado a otro, me abro paso entre la multitud.

Atravieso una puerta del un local que ha llamado mi atención.

—Buenas tardes, señorita, en que puedo ayudarla. —La recepcionista es amable.

—Quisiera apuntarme en este gimnasio, me muestra las instalaciones.

—Con mucho gusto.

Al terminar de conocer el lugar quede encantada al descubrir que en las tardes daban algunas clases de baile incluyendo entre estas pole dance, me apunte inmediatamente.

En donde vivo hay un gimnasio, lo descubrí durante mi exploración, pero no quiero vivir encerrada en ese palacio.

Entro en la casa, subo a la habitación, todo está impecable, mi ropa nueva se encuentra ya acomodada en el armario.

Tomo una ducha de agua fría para relajar mi acalorado cuerpo. Después de ponerme algo cómodo, entro en la cocina, estoy hambrienta. Me sobresalto al ver a Daemon, se encuentra sentado sobre la isla de la cocina, mirando la pantalla de su móvil, sin camisa, solo en vaqueros rasgados y descalzo.

—Hola. —Pega un pequeño brincó al escuchar mi voz, tampoco esperaba que estuviera aquí.

—Ya has llegado, ¿cómo han ido tus compras?

—Bien, ¿cómo ha sido tu día en el trabajo?

—Agotador. Mañana comenzaras en la universidad, le he encargado al chófer que te deje en las mañanas y te busque en las tardes, yo no puedo por el trabajo —Informa.

—Gracias.

—No tienes por qué agradecerme.

—Toma —Extiendo mi mano ofreciéndole su tarjeta de crédito.

—Quédatela, es tuya por el tiempo que vivas conmigo, para lo que quieras comprarte, sabes, las mujeres siempre tienen gastos.

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