Capítulo 7

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Escucho música.

Una fiesta.

Me coloco los tacones e ingreso en la casa de la cual proviene el sonido.

Me siento completamente fuera de lugar, pocas chicas van en vestidos y los que visten no son tan elegantes como el mío, excluyo de mi cabeza los pensamientos negativos, entró en la cocina en busca de algo para beber.

-¿Bailas? -Pregunta un desconocido.

Lo observo, para luego aceptar su invitación.

Las horas pasan mi piel se encuentra sudada, mis pies adoloridos.

He bailado, reído y coqueteado con alguno que otro desconocido.

Tomo asiento en unos de los muebles, mi cuerpo necesita descansar al menos cinco minutos. A mi lado se sienta el mismo chico que me hablo nada más llegar, conversamos por un rato de cosas triviales, luego me alejo.

La noche es fría, he salido a tomar un poco de aire.

En la acera una pareja discute, entre cierro los ojos para verlos mejor. Me recuerdan a mí y a Daemon en el restaurante, en su oficina.

Me acerco un poco más. Examino al chico, creo conocerlo o al menos lo he visto antes, la chica llora.

Sin darme cuenta cada vez estoy más cerca.

Lo reconozco, es el mismo chico que se sentó junto a mí en el almuerzo, no parece mal chico, su expresión es sería, no parece agradarle la situación.

-¿Tú quién rayos eres? no vez que estamos ocupados, lárgate. -Exige la chica enfadada.

Me habla a mí, no se en que momento he llegado a acercarme tanto, pero me encuentro parada junto a ellos.

Lleno mis pulmones de aire, dispuesta a hablar, a disculparme.

-Es mí novia -sus palabras son más veloces que las mías.

Sus ojos gritan ayuda, no me niego, no digo nada.

-¿Tan rápido me has cambiado? -Su voz sale quebrada, sus esperanzas también parecen estarlo.

El chico no responde, yo tampoco tengo nada que decir, me extiende la mano y la tomo, regresamos junto a la fiesta mientras dejamos atrás estática en el mismo sitio a la chica llorando.

-Gracia, lamento la situación incómoda -Son sus únicas palabras antes de alejarse caminado.

Miro mi móvil, tres de la madrugada marca el reloj. Tengo cincuenta llamadas pérdidas de Daemon y ni la más mínima idea de donde estoy o como regresar a mi casa.

Examino la habitación desde una de las esquinas, tenía esperanza de pedirle al moreno simpático con el que bailado al llegar que me llevara a casa, pero se encuentra desmayado sobre uno de los sofás.

-

Hola. -Lo saludo indecisa al chico que discutía con su novia.

-Hola, ¿quieres algo? -Responde apenas mirándome.

-Sí, el hecho es que...- hago una pausa, no me gusta pedirles favores a desconocidos-, no conozco a nadie aquí y no sé cómo llevar a casa.

-¿Por qué no llamas y se lo pides a tu noviecito? -Se me había olvidado que todos en la universidad saben quién soy gracias a esas revistas.

Rabia nace en mi interior al escuchar que lo nombra, hoy de los menos que quiero hablar es sobre Daemon.

-Gracias por nada -Le doy la espalda disponiéndome a caminar en dirección a la sala, ya pensaré en otra forma de salir de aquí.

Siento que me toman del brazo, impidiendo que me siga alejando, me giro nuevamente y lo miro con cara de pocos amigos, este me dedica una sonrisa.

-Te llevo, por cierto, soy Ángel -Mi expresión pasa de ira a confusión quien es este chico y como alguien puede tener una risa tan perfecta.

Narra Ángel

El día que la vi por primera vez en la universidad no pude evitar acercarme a ella en la hora del almuerzo.

Mí intención era hablarle, pero al acercarme me trato de una manera tan fría que mis ilusiones se perdieron a la vez que pronunció aquel gélido -sí- cuando pregunte si podía sentarme.

Más tarde la vi en una revista junto a su novio millonario y lo entendí todo.

Solo era otra niña mimada como las demás que asistían a esta escuela, no sé cómo no me di cuenta antes.

Tengo un radar para ese tipo de chicas, solo se preocupan por ellas misma, no son el tipo se persona que quiero a mi alrededor, ingrese a esa universidad por una beca, claramente no tengo el dinero necesario para pagarla, pero con mis calificaciones todo fue más fácil.

Nunca me interese por ninguna chica de la universidad antes, todas son hijas de papá y mamá que solo piensan en la fama; a que lugar caro la vas a invitar en la primera cita; de qué marca es tu coche; cuando seguidores tienes Instagram; si tu ropa es de marca; etc.

Me sorprendió cuando la vi, en un barrio como este, me sorprendí aún más cuando se acerco a la acera donde discutía con Cassie.

-Gracias.

No espere una respuesta de su parte solo me alejé, a la distancia la mire bailar.

Era un espectáculo magistral.

Su piel brillaba por el sudor bajo aquel elegante vestido, pero esto no opacaba su belleza al contrario la hacía lucir más sexy, los movimientos de su cuerpo eran suaves pero precisos, siempre al ritmo de la música.

Sus ojos se encontraban cerrados, tan despreocupada, no le importa quien la vea. No baila para que otros la noten, baila para ella.

El susurro de un hola a mi espalda mientras me preparo un trago en la cocina, hace que me gire a investigar de quien proviene.

Era ella nuevamente.

-Hola, ¿quieres algo? -No quería sonar frio, pero no puedo evitar recordar cómo me trato aquel día en la escuela.

No hacemos contacto visual, si eso pasa toda mi coraza iría al suelo.

-Sí, el hecho es que... -toma el aire sin saber como continuar-, no conozco a nadie aquí y no sé cómo llevar a casa.

-¿Por qué no llamas y se lo pides a tu noviecito? -Las palabras escapan de mis labios.

-Gracias por nada. -Su voz es cortante, como un cuchillo acabado de afilar.

Da media vuelta con intención de alejarse, la detengo tomándola del brazo. Es la segunda vez que nuestras pieles hacen contacto y la sensación es la misma, un cosquilleo recorre mi piel columna, sonrió ante su confusa expresión.

-Te llevo, por cierto, soy Ángel.

Narra Sky

Mis labios se encuentran entreabiertos, pero no hablo, mi cuerpo anhela el contacto de nuestra piel, pero no lo toco, mi respiración es agitada, nuestras miradas se evitan.

El auto se detiene.

Aún no a amanece pero falta poco.

Me alejo sin despedirme, escucho el motor del auto alejarse.

No me detengo.

Continuo mi camino sin mirar atrás, ingreso en la casa, no soy sigilosa, quiero que sepan que ya he regresado.

Bebo agua en la cocina, mi boca esta reseca por el alcohol, miro la hora en el reloj que cuelga de la pared, cinco de la mañana.

Pasos anunció la llegada a la habitación de Daemon furioso.

-¿Dónde estabas? -Me tomo mi tiempo para observarlo, lleva la misma ropa que cuando fuimos a cenar, su cabello esta despeinado. Suspiro mientras niego con la cabeza- ¿Por qué no respondiste ninguna de mis llamadas?, estaba preocup...

El enojo se hace notar en su voz, junto a su marcado acento alemán, no le permito culminar la frase.

-¿Preocupado por qué? ¿Por qué me pasara algo, o porque se te acabara todo el teatro que tienes montado para limpiar tu imagen? -No dice nada, no esperaba la frialdad en mi respuesta.

Continuo mi camino, busco algo de ropa en la habitación y me dispongo a darme una ducha.

Ha sido un día duro y en unas horas tengo clases.

El alemán entra al baño, aun más enojado que antes.

-Voy a darme un baño -Le informó esperando que se retire, pero el solo se acomoda apoyándose en una de las paredes del baño.

Me quito la ropa, furiosa.

Lo miró fijo mientras las gotas de agua resbalan por mi cuerpo, me observa como un lobo a su presa, lavo mi piel y cabello.

Daemon no se ha movido de su lugar, pero su erección se hace notar cada segundo más.

-¿Cómo has llegado a la casa? -Pienso por unos segundos mi respuesta.

-He pagado un taxi -Respondo sin darle importancia, no me gusta mentir, pero ya he discutido suficiente por un día.

*****
Ángel en multimedia

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Los leo.

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