Capítulo 1

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"¡Sonríe!"

Y se escuchó el flash de la cámara. Una vez más, era la foto de un niño que pareciese que sus sueños e ilusiones acababan de romperse. No se inmutaba, no movía ni un músculo de la cara; era el único que no sonreía.
Otra linda foto escolar para colgar en la pared.

Keith, 5 años de edad; había aprendido el decepcionante concepto de soledad.

¿Cómo? Es simple; siempre había sido ignorado, excluido. Lo único que funcionaba para que lo integraran era "prestar" lo que eran sus juguetes, que al fin y al cabo, jamás se los regresaban. Simplemente, Keith se dio por vencido. No le veía el caso acercarse a los demás si al final sería ignorado.

Cuando tocó el timbre, fue el último en salir del salón. Él simplemente esperaba a que lo recogiera su hermano mayor; Shiro, él era 9 años mayor que él.
Iban a casa, comían, Shiro le ayudaba a hacer la tarea y si el tiempo les daba, jugaban un rato. Sus padres nunca estaban en casa, más bien, su padre. Él no sabía nada sobre su madre, nada sobre si ella regresaría algún día. Shiro era su único amigo, su única compañía de juegos.

Keith venía tan concentrado en sus pensamientos, que a la hora de que uno de sus compañeros pasó y lo empujó no tuvo la suficiente estabilidad y cayó al rasposo suelo. Como si nada, se volvió a levantar, pero ahora sentía un dolor punzante y algo escurriéndose por su pierna. Era su rodilla derecha, estaba sangrando; tal vez fue el pánico lo que lo causó, o el dolor, o simplemente había aprovechado la situación para desahogarse...

Y por primera vez, después de un buen tiempo, lloró. Jamás había visto aquel fluido carmesí brotar de una parte de su cuerpo.














—"¿Cómo que te empujaron?" Dijo Shiro, mientras tomaba la pequeña mano del menor y con la otra su mochila.
Keith asintió, mientras seguía sorbiendo los mocos y caminaba de una forma exagerada, casi como si se le fuera a caer la pierna en cualquier momento.
—"Por lo menos no fue tan grave lo de tu rodilla."
A esa edad, la imaginación de Keith era tan grande que juraba que la sangre salía a chorros, y que cuando la maestra le puso pomada mientras decía "abracadabra" se había curado al instante.
—"Pero, Shiro... salía mucha sangre, ¡tienes que creerme!" Dijo Keith, que ahora parecía a punto de romper a llorar otra vez.
—"Keith, tranquilo. ¿No crees que es mejor que te cambiemos de escuela? Tal vez puedas hacer... amigos." Shiro, miró a su hermano menor que ahora miraba hacia el suelo, en silencio.

Y así permaneció por un buen rato.








Un año después...




Lunes, 20 de Agosto.
Regreso a clases.

La alarma de las 7 a.m. empezó a sonar y con ello un quejido se escuchó como repuesta. Segundos después alguien entró al cuarto y abrió las cortinas, dejando pasar toda la luz del día. Esto molestó aún más al pequeño, que se cubrió con las sábanas hasta la cabeza para no ver la molesta luz de la mañana.

El padre de Keith, era un hombre de edad promedio de 30-35 años. Tenía rasgos orientales, y aunque la cifra de dos números que identificaba su edad dijera que era un adulto joven; lo que decían las bolsas y arrugas en su rostro era todo lo contrario. Keith y Shiro no tenían rasgos tan visibles como los de su padre, debido a que su madre no los poseía.

Con mucho esfuerzo, Keith logró levantarse. Ya listo para ir a su nueva escuela, desayunado y limpio. Ryō, como se llamaba su padre, tomó su mochila y la metió al automóvil; mientras que el menor se subía por el otro lado de la puerta y Shiro iba en el asiento de co-piloto. Segundos después, su padre subió al auto y arrancó. En el trayecto, Shiro le contaba los detalles de su nueva escuela, aunque sinceramente la descripción no le parecía nada del otro mundo.

—"Instituto Nueva Altea, ¿uh? Cuenta con jardín de niños, primaria, secundaria y preparatoria...
Por lo menos van al mismo Instituto." Dijo Ryō, mientras echaba una mirada hacia Keith con el retrovisor. Shiro sonrió e hizo lo mismo.

A Keith no le importaba mucho el hecho de que también pasaría la primaria ahí. Lo única que le interesaba es que ahora podría estar mucho más cerca de su hermano.

Al poco tiempo, llegaron a lo que era la secundaria y Shiro se bajó del automóvil justo en la entrada. Después de despedirse y desearle un buen reinicio de clases a su hermano menor, claro. Ryō estacionó el auto y Keith bajó de el con su mochila.


Tiempo después llegaron a lo que era la entrada del colegio. Y ahí se encontraban, padre e hijo. Keith estaba asustado, iba tomado de la mano de su padre, la cual apretó un poco más por lo mismo.

—"No va a pasar nada. Una vez dentro, la directora te guiará a tu nuevo salón."

Keith sólo asintió y dedicó un último abrazo a su padre antes de que la directora llegase y se lo llevara a su nuevo salón. En el cual se podía escuchar que todo el mundo había llegado ya, exceptuándolo a él.

Keith estaba tan nervioso y asustado que no cayó en cuenta de que ya se encontraba ahí; parado frente a todo el salón y con la típica pregunta de: "¿Cuál es tu nombre?" Por parte de la maestra.

No respondió. Estaba tan nervioso por las miradas fijas de sus compañeros de salón que había quedado como roca. Seguramente después de esto, todos le verían con rostro de "un bicho raro".
Sería otro año más en soledad.

—"Bueno... bienvenido seas. Todos, ¡demos un aplauso de bienvenida!"
Unos pocos aplausos se escucharon, que de fondo se escuchaba uno que otro comentario de "el gato le comió la lengua" o "es muy raro".
Lo típico.

Rápidamente la maestra señaló su banca y este fue hacia ella; se encontraba en la tercera fila, último lugar. Junto a un niño de piel morena y cabellos castaños.

Al pasar junto a él, el niño levantó la mirada de su cuaderno. Keith se le quedó observando, como esperando un comentario como "¿no hablas?"  o simplemente regresara su vista a su cuaderno de dibujar.

Pero no, su compañero simplemente le dedicó una sonrisa, mostrando la ausencia de su diente en la parte superior. Keith no pudo hacer nada mejor más que saludar de la misma manera, aunque su sonrisa no era muy notable como el del adverso.

Aunque no se le notase en el rostro, estaba contento de que por lo menos alguien no pensara que era raro.







Y tal vez, sólo tal vez... la posibilidad de tener un amigo.














| ¡HEEEEEEEEEY! Ah, esta era la obra en la que estaba trabajando. Sí, esa obra que me tenía ocupada y no podía actualizar mi otro fanfic.¿?

Creo que lo voy a actualizar pronto, para que al menos... bueno, ya saben; a por lo que vinieron seguramente.¿¿¿??

Hasta pronto~ |

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