Cap. 12: Sabor del pasado

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El viento surcaba desde la ventana, pegándose a mi cara y desordenándome el cabello. La carretera iba y venía con los demás automóviles que transitaban esa tarde en la autopista; hasta minimizarse en unos suburbios de clase media, donde el rulos fugitivo anunció su ida y vuelta, y bajó del auto, dejándome con su tía y su hermanita.

"¿Cómo terminé en esto?", me pregunté seriamente.

—Entonces... —La voz de Calista activó mis sentidos hacia ella, que me miraba desde el asiento del piloto con una agradable sonrisa—. ¿Tú eres Lop?

Asentí en silencio. La mujer parecía de esas madres que les encantaba meterse en la vida de sus hijos, o más explícito, una tía curiosa que adoraba a su sobrino.

—Félix me ha hablado mucho de ti —Alcé mis ojos, sorprendida—. Fuiste un amor en darle una mano con el partido. Llevaba semanas preparándose y estaba nervioso por si lo estropeaba.

—Sigo pensando que fue un acto de lo más temerario, pero... Bueno, solo quise ayudarlo...

—Y él piensa que lo hiciste por obligación.

Se recostó del asiento y vio hacia la entrada de la casa de Tomás Lowell, amigo al cual Félix venía a traerle unos cuadernos que dejó en su casa, que necesitaba y no podía salir a buscar por cuidar de sus hermanos. O eso fue lo que Felixiano me hizo saber cuándo me arrastró con su familia al auto, después de encontrarme en el súper mercado.

—Puede que un poco...

—¿Por lo del hombro?

Asentí sin agregar nada más. La señora estaba clara con lo que preguntaba. No hacía el gran interrogatorio, solo confirmaba cosas que al parecer ya estaba enterada, sin excederse, yendo a lo esencial, a lo que le importaba.

—Y, ¿el otro poco...?

Me avergoncé en mi asiento. No respondí esta vez y Calista, sin molestarse, reprimió otra sonrisa, desviando los ojos de mí a su sobrino. Quien casualmente entablaba una pequeña conversación con su amigo del alma; y este, alzándose sobre el hombro de Félix, da conmigo, impresionándose.

—Esa no es la bru... Digo, ¿la chica que trajo a Maritza al partido?

"Grandioso...". Como si no me importase la cosa, vi hacia el otro lado del auto, donde Calista hizo de nuevo contacto visual alzando una ceja de forma interesante, y se fijaba de nuevo en el par de afuera que hablaba de mí. La imité sin voltear de nuevo, mirando de reojo y jugando con mis dedos entre sí, solo buscando escuchar que decían.

—No lo sé, ¿lo es? —Se hizo el desconcertado.

—No estoy seguro. Solo la vi una vez... Y en todo caso, ¿qué hace contigo?

—Ay, no vengas con tus celos, Tomás. —Escuché su risa y el choque de palmas de un abrazo de despedida.

Rodé los ojos. "Hombres".

—Hablamos más tarde.

—¿Muy ocupado?

—Algo así —Puedo imaginarlo alzarse de hombros.

—¿No estabas castigado?

—Mi tía me ayudó a fugarme y yo la acompañé a hacer la compra —resumió con simpleza.

—No, pues, que chiste de castigo... —Rió Tomas—¡Hola, Calista!

—¡Hola, Hijo! ¿Cómo estás? ¿Todo bien? ¿Y tú mami?

—Todo especial, está en una operación hoy.

—Ah, bueno, vale, ¡cuide de sus hermanos!

—Si es que no me matan antes.

Rieron familiarizados. Félix los acompañó y se metió de nuevo en el auto, ocupando el asiento del copiloto. Sacó el brazo y se despidió de su amigo, quien a vernos arrancar se fijó en mí y con un sencillo ademán susurró un «bye, bye», antes de entrar a su hogar.

—¿Dónde es tu casa, cielo? —preguntó Calista, mirándome por el retrovisor.

Apreté brevemente los puños y los miré con una sonrisa de cortesía. No iba a dejar que me llevaran hasta allá, es... incomodo...

—No quiero ser un problema, solo déjeme en la parada más cercana.

—Oh, nada de eso, venga dime. No tengo ningún inconveniente en llevarte.

"Pero yo sí.". Quise agregar, pero me aguanté y pensé en otra excusa.

—Eeh, tía Cali... ¿No olvidas algo?

Todos vieron a la pequeña Caramelo al otro extremo del auto, quien no había dicho palabra en todo el camino. Casi me habría olvidado de ella de no ser porque sentía cada dos minutos su mirada en mi nuca.

Antes no me atrevía, ahora que era el foco de atención podía observarla directamente; debía de tener al menos doce años, al contrario de su hermano, no era tan bronceada, pero si tenía un cremoso tono casi moreno, algo pálido, tal vez. Su cabello era rubio y enrulado como el de Félix, caía en remolinos largos sobre su cuerpo; sus labios rosados con forma de corazón, la nariz pequeña, tenía pestañas cortas y cejas delgadas, vestía de rosa claro como un pastelito de fresa, era una muñequita. Sin embargo, nada de eso llamaba tanto la atención como sus ojos: eran completamente grises, miraban a la nada, sin ningún punto exacto. La niña era ciega.

Calista, como dándose cuenta de algo, apretó sus ojos y asintió dando vuelta en la siguiente curva.

—Cierto... Te debo un pastel, me ganaste la apuesta.

—¿Qué apuesta? —Curioseó el mayor y ambas féminas rieron cómplices.

—Secreto —dijeron, dejando en duda al rubio.

—¿Iremos por pastel? ¿Lop puede venir?

—No deberías, Fel. Tú estás castigado.

—Tú también —Rió divertido.

—El termino sería «regañada». Tú mamá dijo nada de salidas.

Aunque la idea sonaba tentadora, me resistí y apoyé a la señora con un asentimiento.

—Venga, Tía Cali, ¿puede venir? —pidió la niña y, desgraciadamente, no pude ni negarme yo.

¿Cómo podía decirle «no»? No pude; su mano empezó a buscar la mía y, al encontrarle, fijó su ceguera en mí con una sincera sonrisa. Así que cuando tía Cali buscó mi aprobación tuve que asentir.

Con la batalla perdida, se estacionó en una cafetería de tamaño promedio y bajamos todos a sentarnos en las mesas de afuera, siendo atendidos por un atractivo camarero pelirrojo que, todo serio, sonrió de lado a la familia Larbi, como un saludo, y desapareció para traer nuestra orden.

—Aquí tienes... No... No... Aquí, linda.

Sonreí viendo a tía y sobrina compartiendo un simple pastel de queso, algo que iluminó el rostro de la pequeña niña. Por otro lado, el hermano mayor no había tocado su postre y se encargaba de mirar con ternura a su hermana, feliz de verla contenta.

Finalmente, no pude resistirme y sonreí también. Era una bonita familia.

—¿Por qué se sentaron en otra mesa? —pregunté al rulos.

—Supongo que recordó cuando le dije que... Eres algo reservada con las nuevas caras y prefieres tu espacio... —Sonrió con timidez, alzando con miedo los ojos hacia los míos, cuyos se habían abierto de la sorpresa ante su sinceridad.

Por un instante la mirada de Calista se posó sobre la mía también, regalándome un guiño cómplice y continuando con su deber como buena tía.

"Félix me ha hablado mucho de ti". Recordé lo que me dijo cuando estábamos en el auto y sin evitarlo mi rostro fue cubierto de calor y color.

—Ya... —Disimulé el asunto, mirando el interior de la cafetería por el transparente vidrio decorada con mariposas de colores.

Él se dio cuenta del gesto y me miró confundido.

—¿Qué ocurre? ¿No comerás del pastel? ¿Eres intolerante a la lactosa?

Aguanté una risa, ¿de dónde sacaba tantas teorías.

—No, descuida —Lo tranquilicé tomando la cucharita del plato.

—Buen apetito... —susurró mediante me llevaba el primer bocado de pastel a la boca.

El cual me arrepentí apenas saboreé con detenimiento. Conocía este sabor: la exquisitez del queso, el punto de caramelo, la dulzura de la base; sin dudar, se trataba de una de las creaciones de una sola persona.

Dejé el cubierto en el aire y miré sobre mi hombro el letrero del local. "The Blue's" lucía en letras cursivas y doradas sobre el fondo negro, ovalado y elegante, encima del techo con carpa. Bajé un poco más y vi de nuevo al interior, como previendo lo que pasaría. En lo más profundo, tras una barra roja, un joven bien vestido bebía de una copa de vino mientras conversaba alegremente, con una chica rubia rojiza con traje de chef.

Tragué saliva, humedeciendo mi garganta lo suficiente para volver en si antes de que los ajenos ojos del sofisticado chico cayeran sobre los míos y se torcieran.

Lo más disimuladamente que pude desvíe la mirada y bajé la cuchara, rezando a todos los dioses que no me reconocieran.

Necesitaba salir de ahí, pero urgente.

. . .

Mis papilas gustativas hicieron agua al apetitoso manjar agridulce. Estaba feliz, pensé que no podría salir en semanas después del castigo. Agradecía tener a una tía tan comprensiva que me dio el pase para venir con ella y mi hermanita, de lo contrario, nunca me hubiera encontrado con la persona con quien deseaba hablar y decirle gracias de una u otra manera.

Y como si no fuera ir mejor, comía con ella un delicioso pastel de queso, en una mesa apartados durante un día azul y despejado. Aprovechando que estamos en frente del otro, aprovecho para detallar en ella.

Sus facciones se mantenían equilibradas con la vista en el pastel, siempre tan sutilmente seria que de lo atractivo es difícil no contemplarlo. Su cabello recogido en una cola alta le da un aspecto sencillo y fresco, manteniéndola igualmente más joven de lo que parece, sin maquillaje, completamente natural y espontánea. Solo me faltaba caer en sus ojos, que eran una máquina de intimidación y sensualidad, y sería feliz como una lombriz; más, estos se permanecían quietos en su plato, detallando el postre, luego alzados a lo alto, por el letrero del café, y a lo último, curioseando en el interior del local, regresando al postre menos intensos de cómo fueron y volvieron.

Algo no encajaba. De un momento a otro, Lop parecía más pálida de como la vi toda la tarde y dejaba el cubierto en el plato, sin terminar de comer el pastel, que estaba prácticamente entero.

—¿Tiene algo malo la tarta? ¿No te gustó? —Por primera vez desde que callamos en la mesa, me vio, pero no con los mismos ojos.

Estaba mucho más seria que antes y hasta parecía inquieta, como si estuviera expuesta a algún peligro del que yo era ajeno. Entonces se levantó y el hermoso día pareció desencajarse.

—Lo siento, debo irme.

Me levanté también, deteniéndola antes de que diera el primer paso.

—Hey, ¿qué pasa? ¿Tan de repente quieres irte?

—Recordé que tengo algo muy importante que hacer, debo irme. Ya —Vaciló por mi derecha y salió caminando velozmente del establecimiento.

Sin entender qué, tomé los dos pasteles y los llevé a la mesa donde seguían mi tía y hermana, compartiendo. Suspiré.

—¿Problemas en el paraíso? —Se burló mi tía apenas tomé asiento.

—No entiendo que hice ahora. Fui más cuidadoso como me aconsejaste.

—Seguro dijiste algo que la molestó —acusó mi hermanita, comiendo lo que quedaba de la galleta de la tarta con las manos.

—No que recuerde —Miré en la dirección que se fue. Suponía que a la estación de bus más cercana—. Splo dijo que tenía algo importante que hacer, pero... parecía más que huía de algo.

—De ti —Sentenció mi hermana, lamiéndose el caramelo restante de sus deditos.

Rodé los ojos. Con hermanas así, ¿quién necesita enemigos?

—Eres tonto, uno que te da la oportunidad de estar con la que te gusta y la espanta. Ya no te ayudo más. Te quedas solin, solón, solote.

—Hey, ella no...

—Aunque... —Me interrumpió mi tía—. Sí me pareció que, cuando pasó por aquí, no parecía la misma...

No fue mi imaginación entonces...

Sintiéndome regañado y sabiendo que me robarían la tarta de queso en cuanto me fuera de la mesa, salí corriendo buscando a mi compañera de clases por todas partes.

Vi por aquí y por allá, una y otra vez, hasta dar con ella en la esquina de un peatón, pasando su dedo índice por los ojos apunto de cruzar la calle. Entorno las cejas, contrariado, ¿estaba llorando?

No hubo tiempo para respóndeme. Todo pasa demasiado rápido, incluso estando de lo más segura en la acera, en plena luz roja un motorizado casi le vuela la pierna; si no es porque fue agarrada por un extraño a tiempo, no la cuenta. La atrajo a sus brazos y la mantiene a salvo hasta que cambia la luz del semáforo, junto a la velocidad de mi ritmo cardiaco y la temperatura de mi cuerpo.

Ese es...

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¡Holiwis, mis distantes!

Voy a decirles algo: el universo es malo :'v

¡VENGO TRATANDO DE ACTUALIZAR DESDE EL VIERNES!

Viernes: nainai

Sábados: fiesta de mi bff

Domingo: pues, que decirte, me sentía mal del cuerpo XD

Lunes: se fue la luz

Sep, tuve que esperar hasta que llegara :'v

De pana, cuando repartieron la suerte yo estaba comprando empanadas :'c

Pero en fiiiinn

¿Pastel? 

¿Family complice?

 ¿Hermanita TDFW? 

¿Quién era el de la cafetería?

¿Quién salvó a Lop?

Yo le diré: el amor de mi vida :'3

También el de Azare, pero ese ustedes no lo conocen XD

Salvo cierta personita que ya me la vi gritando por ahí y haciendome muchas preguntas...

Pero buenooooo

Manita arriba si ya amamos a Mely uwur

En el próximo capítulo conoceremos al que en FPA conocemos como el DOC

7w7

Ahí nos vemooooosss

Att: Kenite♥

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