Cap. 13: Sin explicaciones

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La cabeza me iba a explotar.

Su voz... Su voz quería atormentarme de nuevo.

Esa mujer... ¿Por qué no se terminaba de irse a la mierda?

—Recuerda esto y jamás lo olvides: Aléjate, no nos nombres, no nos menciones, no te acerques de nuevo ni te vuelvas a aparecer. No quiero verte otra vez cerca de él o cualquiera de nosotros o, de lo contrario, puedes considerar tu fin y de cualquiera que tengas cerca, ¿lo tienes entendido?

Asentí, presa de la rabia y con los puños apretados, asentí, aunque solo fuera un recuerdo, tenía que seguir cumpliendo esa despreciable orden si quería que las cosas siguieran normales como hasta ahora. Porque lo sabía, los conocía, ellos me vigilaban y en cualquier momento vendrían a buscarme por infringir sus reglas, felices de ver que seguía sufriendo una condena de odio y rencor.

Mis pies se desplazaban rápido, moviéndome entre la gente hasta que ya me sentí lo suficientemente lejos del local. Fui descendiendo la velocidad de mi caminata, sin dejar de seguir andando mientras terminaba de tratar de localizar mi posición; tan pronto como pude, ubiqué un peatón en luz roja, no había autos a la vista y las personas pasaban tranquilamente.

Reconocí la calle. Si pasaba por ese peatón, seguía derecho por unas cinco / ocho cuadras y después a la izquierda; me encontraría con el terminar de buces y podría irme a casa. Miré mi reloj, tenía que darme prisa, el próximo autobús que iba cerca de mi estancia, estaba a veinte minutos de partir y a mí me esperaba un extenso trayecto a pie.

Sin pensarlo más, caminé hasta el peatón. Confirmé la luz, estaba en verde, pero ningún coche transcurría. Mucho menos yo lo haría. Recosté suavemente mi cuerpo del pilar con anuncios, miré mi reloj de nuevo, dieciséis minutos. Apreté mis dientes viendo la luz que seguía en verde y, como en antes, ningún auto acercándose.

No debí aceptar ese pastel, debí negarme con Mely, aunque no podía culparme del todo siendo que ella tenía un poder increíble de persuasión. Aparte, ¡es ciega! Y yo tenía debilidad por los niños con discapacidad. Ella se dio cuenta de eso y lo usó a su favor para ayudar a su hermano castigado; muy lista la pequeña.

Un minuto después, la luz cambió y yo me quedé mirando el peatón atiborrado por las personas que como llegaron se fueron, desapareciendo en la próxima calle del otro lado y detrás. Sonreí sin ganas, dueña de la gracia de la felicidad que llevaban algunos en sus rostros, ¿tendrían un buen día?

El sol descendía de lo alto, era eso cerca de las cuatro de la tarde y el bus pronto partiría. Un bostezo ganó terreno y descompuso mi rostro, liberándolo, sacándome un par de lágrimas; desprendidas por el cansancio acumulado del sábado anterior, pasé mi pulgar por ellas, quitándolas. Finalmente, recompuse mi postura y puse pie fuera de la acera.

Lo siguiente pasó sin dar tiempo de respirar.

Un motor rugió a dos metros.

Aceleró.

Miré.

Alguien me dio la vuelta y me atrajo de nuevo a la acera.

Un viento afilado flameó mis cabellos hasta desaparecer de la carretera, alzando el polvo de la calle y regresándome de vuelta a la realidad. Solté el aire retenido del susto y vi a mi salvador que hablaba, preguntándome como estaba.

—¿Hola? ¿Te encuentras bien? ¿Te dio?

—No, no. Estoy bien, gracias.

Alcancé a decir por fin y el chico soltó su agarre de mi brazo y cintura, ensanchando la distancia entre ambos y dándome espacio para respirar, lo cual agradecí con la mirada.

Una vez recobré la compostura le di un rápido vistazo: cabello algo largo oscuro, bajo inicios de sus orejas, acentuado a negro, piel bronceada, ojos de un color mezclado pantanoso, nariz en línea de perfección y boca fina, semi carnosa, más o menos de mi altura, sobrepasando el metro setenta. Admito, muy guapo, pero también muy curioso; algo me decía que no era la primera vez que nos habíamos visto.

Lo conocía, estaba segura, pero no de dónde.

—¿Mejor? —preguntó el desconocido, percatado de que tenía rato mirándolo.

—¿Te conozco?

El pelinegro en toda su sorpresa no cayó en mi pregunta y se mantuvo paralizado, examinándome; buscando ese algo del que yo encontré en él que me hizo dudar de nuestro desconocimiento. Acabó por negar, reprobando mi teoría.

—Creo que no, ¿debería ser así?

—No, así está bien —Alivié un suspiro, calmando mis nervios—. Gracias, me salvaste.

—No hay problema, pero ¿seguro te encuentras bien? Pareces distraída y.... estas pálida, como si hubieras visto un fantasma.

—Algo parecido... —susurré, sin intenciones de que me oyera.

—¿Qué?

—Nada.

—No mientas —Acusó, mirándome de cerca entre preocupado y con sospechas—. ¿Seguro te sientes bien?

—Yo...

—¿Tuviste problemas? —Se aproximó más a mi cara, casi podía sentir su aliento.

"Grandioso, un pesado...".

—Oye —Lo aleje, reprimiendo mis ganas de mandarlo a pasear. —. Agradezco que me rescataras, pero no necesitas saber de mi vida, ¿ok? Estoy bien, y ya, final.

—Wou, sí que no estás bien —Tomó la mano que apunté en su pecho y la acarició, ignorando lo último que dije.

Tragué saliva y retraje la extensión de mi cuerpo de sus manos; había notado la venda que cubría toda mi mano y muñeca, la herida que me hice la noche del robo en Houston al caer de la mesa y pegarla del piso.

—Fue un golpe, nada grave —Me apresuré a decir, preconociendo su pregunta, dejándolo con la boca semi abierta a punto de ejecutarla.

—Está bien, ya entendí —Alzó sus brazos, rindiéndose—. No más preguntas.

—¿Pero?

—Nada, no más —Sonrió, tal cual un niño que fingía no haber roto un plato en su vida. Me le quedé viendo, acentuándole que esperaba el resto de la oración—. Ah, andando, te acompaño al hospital más cercano.

—¿Qué? —No podía estar más incrédula.

—Tienes una herida, se te ve enferma y pálida, estas tan distraída de tu alrededor que no notaste a un motorizado que, para colmo, te ha robado, ¿quieres más razones?

—¿Qué? —Abrí los ojos, desmenuzados del asalto de compras que no había percatado.

La mano derecha, donde anteriormente tenía la bolsa del supermercado, ya no estaba, y, con ello, la comida de esa semana, había desaparecido como el motorizado de la carretera.

—¿En qué momento...?

—¿Ves? ¿No tendrás una contusión? Tu palidez no es normal, y no veo rastro de que seas albina.

Maldije en voz interna al haber pensado en voz alta frente al extraño del peatón; mantenía una postura firme, mirándome de arriba a abajo y viceversa sin disimulo, y muy detalladamente, algo que empezaba a ser incómodo y molesto.

¿De dónde había salido este tipo?

—Perdona, mis días dentro de casa son acentuados, los estudios me mantienen sin descanso, y mis problemas personales distraída. ¿Algo más que añadir? Lo responderé por ti: no, adiós.

Me di vuelta sin esperar freno del joven —que no fue necesario—, cuando alguien más se encargó gustosamente al pararse detrás de mí, formando una muralla con su cuerpo, con la que choqué y volví a maldecir a alzar y ver a su proveniente.

Félix, algo atontado, abría y cerraba la boca, como queriendo decir algo al encontrarnos de nuevo, después de que yo lo dejara con su familia en la cafetería. Yo, simplemente le puse una mano en lo alto, haciéndole un «stop» que parara lo que sea que planeaba decir para irme de una vez.

¿Me hizo caso? Por supuesto que no.

—¿Perdiste tus compras?

—¿No entiendes señales?

—¿Te vuelves conmigo y regresamos al supermercado? —Volvió a ignorarme.

—¿Y si mejor me voy y dejamos las respuestas con preguntas de lado?

—¿Y si mejor no...? Tienes que admitir que es divertido —Sonrió y yo, para no imitarlo, rodé los ojos y desvié la mirada.

—¿Félix? —Hablaron detrás de nosotros, volteamos, el extraño del peatón sonría apuntando al rubio y se acercaba de nuevo—. ¡Amigo, cuanto tiempo!

—¡Sam! ¡Viejo! Pensaba que te había tragado la universidad —Se acercó también a él y le dio un apretón de manos, más un abrazo de hermanos de toda la vida.

Pestañeé perpleja.

—Pues ya vez, nada puede conmigo —Cayó en mi de nuevo—. Salvo tú —Negué fastidiada—. Vamos, solo quiero estar tranquilo, de verdad no te ves bien.

—Pregúntame si me importa cómo ve veo primero.

Me crucé de brazos, llamando la atención preocupada de Félix, que no parecía enterarse de nada todavía y miró a, ¿Sam dijo? Pidiendo explicaciones.

—Hace un rato casi la atropellan, le robaron y su baja de atención no me gusta; parece que no durmiera bien en días, aunque pensándolo bien, esa es más factible, ¿has dormido bien, señorita?

—¿Señorita? ¿En serio?

—Tranquila, Lop —Félix rió—. Sam es un tanto extraño, pero si hace algo es para ayudar a alguien. Deberías escucharlo.

¿Me estaba jodiendo?

—Si te hace sentir menos incomoda, Fel ¿te vienes?

—Debería regresar con Mely y mi tía, pero deja les aviso y voy —anunció seguro y sacó su teléfono.

—Diles que es conmigo y permiso asegurado.

—Lo olvidaba —Sonrió viendo la pantalla—. Te adoran.

Hice oídos sordos al resto de su conversación y traté de dar vuelta e irme mientras estaban distraídos, luego me fijé en mi reloj de pulsera, ya había perdido el bus. ¿Me quedaba y aceptaba el aventón, o me escabullía y esperaba el siguiente transporte público?

No tuve opción de elegir cuando ambos chicos se me pusieron a los lados y me arrastraron al auto del amigo del rulos, sentándome en el asiento del copiloto mientras Sam tomó de piloto y Félix se acomodó en el asiento de atrás, con su amplia sonrisa de siempre.

"¿Es que este chico nunca encuentra nada malo a las situaciones que se le presenta?". Fue mi incógnita durante el trayecto; con un poco de esfuerzo, logré convencerlos para que me acercaran a mi casa en vez de llevarme al hospital. Sam me parecía un exagerado.

—Ahora que te miro bien, si, es verdad —Miré sobre mi hombro—. ¿Nos vimos en otra parte?

—¿Te lo preguntas en serio o sólo lo haces para romper el hielo?

—Ambos —Sonrió, sin importarle ser atrapado—-. No soporto el silencio si estoy con personas y me quedé pensando cuando lo preguntaste, ¿te sueno de algo?

Lo analicé por segunda vez. Siendo francos, sí, me sonaba, pero seguía sin estar segura de qué.

—Algo —admití—. Por aquí —Señalé la próxima curva por la que Sam debía pasar.

El auto quedó en silencio; algo que a Félix no le gustó y se aproximó a encender la radio, sumiendo el ambiente con una canción de un buen rock alternativo en un volumen medio. Sam lo aprobó y continuó su recorrido. Al cabo de unos segundos decidió apagar la música, dándose contra el lleno, descubriendo el lugar a donde me llevaban.

—Déjenme aquí —apremié, pidiendo que detuviera el auto en la siguiente esquina.

—¿Vives aquí? —preguntó inseguro, asegurando la palanca.

—Un poco más lejos, pero sí —Pasé el bolso por mi cabeza y bajé del auto—. No debieron, pero gracias.

—No te preocupes, fue un placer, em... ¿Lop?

—Sí, igual, ¿Sam?

Con una sonrisa, asintió. Cerré la puerta después de salir y me asomé por la ventana de Félix, que hacía de sus mejillas unos globos inflados, haciéndolo ver como un pequeño adorable, un niño.

—Eh... —Llamé su atención—. Gracias por el aventón y... el pastel también.

Sonreí con diversión, intentando no pensar en nada más. Abriendo los ojos, sus mejillas se desinflaron, degradándose en rojo.

—Eh... Claro —Se aclaró la garganta—. Te veo en clases.

Asentí y me despedí con un ademán. Una vez llegué a casa, como había imaginado, Indiana me esperaba, sentada en la sala leyendo una vieja novela de cuyo autor no alcancé a ver, puesto a que bajó la portada al notarme entrar y sonrió, recibiéndome.

—Lop, cariño, ¿cómo te fue? ¿Te divertiste...? —Me recosté de la puerta, exhausta y aliviada.

Miré a Indiana. Ya estaba en casa, necesitaba hablar.

—Lo vi.

—¿A quién?

—Lo vi, ma. A él.

Los grandes ojos cafés de mi madre desencajaron de sus orificios en una mezcla de sorpresa y preocupación.

—¿Cómo? —Dejó el libro de lado y se acomodó para ponerse en pie.

—Sí. Hoy. En una cafetería de las suyas —La voz apenas me salía.

—No puede ser, ¿te reconoció?

—No estoy segura.

—Ay, pero... ¿Qué hacías allí? —Tragué saliva y negué.

—Fue un accidente, la hermana de Félix, su tía y él me arrastraron a comer pastel —No pudo evitar sorprenderse—. No fue hasta que lo probé que me di cuenta de quién era el lugar.

—Cielos...

—Es mi culpa... Lo siento.

—Seamos positivas, a lo mejor no te vio.

—Eso es discutible —Bajé la vista al suelo, jugando con mis dedos tras mi espalda.

Mi madre frunció la frente, en desacuerdo con mi actitud.

—Lop.

—Si tenemos suerte, no vendrán, pero lanzarán una advertencia. —La miré—. Los conozco, ellos nos vigilan, ellos cumplen sus amenazas, ellos volverán si rompo el trato...

Entonces, como si predijera el futuro, el timbre sonó.

. . .

—No puedo creerlo... —susurró Sam.

—¿Qué?

—Este barrio... Tu amiga —Me miró algo preocupado—. ¿En serio vive aquí?

—Eso creo, ¿por qué lo dices?

Samuel, mi viejo amigo, mi hermano perdido, hizo una mueca, potencialmente de disgusto, como si no le gustara lo que veía.

—Este lugar es uno de los más pobres y peligrosos de la ciudad. No creí que tuvieras amigos de aquí...

—¿Qué me dices? ¿Pobres?

—Y peligrosos...

Tragué saliva.

—¿Estás seguro?

—Totalmente. El año pasado vine aquí a servir como ayudante, en lugar de mi tío, con un grupo de médicos a evaluar enfermos del área, una de esas epidemias de gripe. Por un mes brindamos apoyo a los de más bajo recursos de ahí y más de una vez intentaron robarnos.

Entreabrí la boca, asombrado. Samuel tomó el volante, le dio otro vistazo a la entrada del barrio y arrancó, con seriedad en los ojos, mirando la carretera.

—Vaya...

—Sí, bueno... Espero sinceramente que tu amiga esté bien...

Asentí, mirando por la ventana trasera el camino que íbamos dejando atrás. Me imaginé a Lop allí, entre el medio de personas enfermas o robando y no, no terminaba de encajarme.

No lo creía, y no lo permitiría creer.

Debía de haber alguna explicación, ¿verdad?

—Sam —Llamé a mi amigo, me vio por el retrovisor—. Necesitaré un favor tuyo.


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¡Holiwis, mis distantes!

No pregunten.

¿Qué hay?

¡UN NUEVO PERSONAJE!

Dije que el reparto publicado anteriormente no estaba completo.

Y si puedo decirlo, Samuel es uno de mis FAVS♥ (Bueno, uno de muchos XD)

¡ES QUE MIREN ESA CARETA *W*!

Tengo que actualizar la imagen del reparto :'v hasta entonces, gócenlo

Su personaje es un amor, al menos yo lo quiero mucho

Es como el amigo que muchos deberíamos tener

Aparte está reshipeableeeeeeeeeeeeee

#Samlope

#Lomuel

#Samlix 7w7

JAJAJJAAJAJAJA okya

¿Qué le ocurrió a Lop?

¿Qué planea Felix?

¿Les agrada Samuel?

Manita arriba si ese recuerdo del principio está sospechoso

Otra, porque también está raro el lugar en donde vive

¿Se imaginaban?

En el próximo cap regresa Chris y todo su junte

Ooooooh ziiiiii, bardooooo

¡The end! ¡Hasta otra!

ATT: Keni♥


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