Cap. 18: Invitaciones para recordar

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—¡Lop! ¡Por aquí!

Como había prometido, Félix me esperó justo en la entrada de Houston a eso de las siete menos quince de la mañana, agitando altos sus manos para ubicar su posición. Entornando los ojos, le hice una seña con las manos para que bajara los ánimos y el volumen. Aún era demasiado temprano, no entendía como era que tenía tantas energías a esas horas y un sábado, que en buen uso podría usarlo para dormir hasta un poquito más tarde y reponerme bien del cansancio de la semana.

Con el peso del sueño sobre los hombros, terminé de acercarme a la gran camioneta familiar donde el rulos y su abuela me saludaban animadamente. Les devolví el saludo por cortesía y en cuanto recibí el permiso, entré al vehículo, dejé mis cosas sobre mis piernas e hice un intento de sonrisa dirigido a la mujer madura que estaba de piloto.

—Que gusto verte de nuevo —dijo acomodando el retrovisor—. Me alegra que aceptaras la invitación.

—Gracias a ustedes por invitarme.

Me volvió a sonreír y encendió el auto, arrancándolo al instante. Exploré disimuladamente el auto. Aun dentro era espacioso y olía a lujos, con un ligero aromatizante similar a un prado rodeado de pinos. El mando de control del piloto era a larga vista de último modelo y el sonido del reproductor de música excelente, se escuchaban claramente las canciones de los cincuenta.

Por otra parte, en el asiento del copiloto, descubrí a una persona tapada hasta la nariz con una manta. Fuera quien fuera no la culpaba, hasta en el rincón en que estaba me llegaba el frío, por lo que no me quedaba de otra que abrazarme al bolso que había traído hasta que llegáramos a nuestro destino. Que, ahora que lo pensaba, no recuerdo que me lo dijeran, aunque suponía que la casa de Félix.

Mis ojos de aguaron del sueño y tuve que escurrirlo, estaba cansada. La noche anterior no pude dormir y al final en un vago intento de tranquilizarme, cogí un libro y me puse a leer boca arriba sobre la alfombra. Acabé el libro esa noche y en consecuencia solo pude dormir tres horas.

—De verdad, lo siento por hacerte venir tan temprano —Escuché a Félix y lo miré. Debió verme bostezar—. ¿Trajiste el cambio de ropa que te dije?

—Félix, respira, hijo —bromea su abuela, logrando que sonriera nervioso—. Disculpa a mi nieto, Lop. Está emocionado.

—Abuela... —Félix se avergonzó en su lugar.

—No se preocupe, señora. Ya me estoy acostumbrando —Me sonrío dulcemente. Miré a Félix—. Y a tu pregunta. Sí, si traje el cambio de ropa, aunque no termino de entender para qué es...

En cuanto mencioné aquello, el rubio chico y su abuela cruzaron miradas por el retrovisor. Félix rió nervioso, haciendo notar que escondía algo. Enfoqué los ojos sobre los suyos cuando volvió a mirarme, interrogándolo con la mirada, él la desvió de forma sospechosa.

—¿No le dijiste, Félix? —preguntó la abuela y volvió a mirarme.

—Je, je, je. No... Quería que fuera una sorpresa... —dijo tal cual lo haría un niño atrapado haciendo algo que no debería.

—¿De qué hablas? —pregunté tras escucharlo y ver el gesto de ratón atrapado—. ¿Felixiano?

La abuela, por alguna razón, volteó hacia a mí sorprendida. Félix se encogió en su lugar por breves segundos y al final, viendo que no tenía escapatoria, suspiró y con miedo en la expresión de sus ojos me rebeló:

—Pasaremos el fin de semana en casa de mi abuela... En Beverly Hills...

—¿Qué?

Que me sorprendí se quedaba corto. ¿Beverly Hills? ¿El hogar de ricos y famosos? Debía de estar bromeando. Al menos eso pensaba, pues viendo por la ventana me daba cuenta de que íbamos en ruta para salir de la ciudad. No podía creerlo, mis ojos no desencajaban de la impresión; de todas las cosas que pensé que podría hacer Félix, esta estaba descartada: sacarme de la ciudad.

—Grandioso, Félix. No pedí permiso para esto —Me pasé ambas manos sobre la cara, destapando solo mis ojos para poder verlo.

Pestañeé un par de veces y me puse a pensar. Ya estábamos a un cuarto del camino si calculaba el tiempo que habíamos estado en el auto y la distancia entre ambas ciudades; no podría pedir devolverme ahora que ya había aceptado la invitación, tendría que llamar y avisar de la situación. Sí, eso debía hacer.

Quité mis manos de mi cara y las deslicé por mi cabello. Llevé una mano adentro de mi bolso y saqué del bolsillo más pequeño mi teléfono, esperé a que prendiera ante la mirada de Félix, que ya se andaba lamentando mientras su abuela nos miraba de tanto en tanto por el retrovisor. Suspiré, no quería hacerlo sentir mal.

—No te preocupes —aseveré, pero igual me vio arrepentido—. Solo déjame avisar y todo estará bien.

—¿No tendrás problemas con tus padres, tesoro? —manifestó la señora—. No tengo ningún inconveniente en devolverme.

"Yo tampoco, pero ya iniciaría el partido para entonces". Me abstuve de responder.

—No habrá ningún problema —declaré con seguridad—. Mi mamá es muy relajada en ese aspecto, le gusta que salga pues casi nunca lo hago...

—Oh... ¿Segura? —insistió de nuevo y asentí marcando los primeros tres números del teléfono de la casa— ¿Y tu padre también estará de acuerdo?

Me detuve a punto de marcar el numero agendado. Mi respiración se detuvo por microsegundos y luego volvió como si nada. Ambos parientes me vieron desconcertados mientras finalmente marcaba el número, coloqué el celular al costado de mi oreja. Sin mirarlos respondí antes de que el «PI» de la línea censara:

—Vivo solamente con mi madre —expliqué desviando la mirada de ellos. No era un tema del que me gustara hablar—. Mi padre nos abandonó cuando yo era pequeña... —musité lo suficientemente alto para que lograran escucharme, volviendo al silencio mientras esperaba que contestaran la llamada.

Al quinto pitido contestó mi madre:

¿Sí? ¿Diga? —respondió con la respiración acelerada, sintonizada con un poco de tos que se obligó a tragar.

Suspiré, no debería correr para atender el teléfono. Ya van varias veces, pero no sería la última vez que se lo recordara.

—No corras... —Le murmuré. Escuché que tragó saliva.

Oh... hola, hija. ¿Qué pasa? Dios, ¿qué hora es...? —murmuró alejando el teléfono de su cara, seguro para ver la hora—. ¿Todo bien? ¿Cómo va tu visita a casa de Félix? —Empezó a hacer preguntas para desviar el tema.

Negué con la cabeza. Ella era todo un caso.

—De eso quería hablarte... —Miré a Félix que estaba a la expectativa—. Resulta que la visita es de hoy hasta mañana, en casa de su abuela.

Por eso la muda de ropa —Entendió de inmediato—. Vale, no hay ningún problema que te quedes con ellos.

—El problema no es quedarme. El problema es que es fuera de la ciudad.

¡¿Qué?! —Reaccionó de golpe.

—Iremos a Beverly Hills —Solté la bomba.

¡Lop, no te di permiso para esto!

—Yo también me acabo de enterar, mamá —aclaré sin mucho esfuerzo—. Félix al parecer quería darme una sorpresa llevándome hasta allá.

Santos cielos... —Empezó a toser de nuevo.

—¿Mamá? —La llamé preocupada.

Estoy bien —dijo con firmeza, asegurándome que se había recuperado—. Bueno... ¿Qué se va a hacer? Espero te diviertas.

—Lo tomas muy a la ligera... —Pensé en voz alta.

Estarás con un adulto, no tengo porque preocuparme. Será una buena experiencia para tu amagada coraza.

—¿Estás de acuerdo entonces?

Más que de acuerdo —afirmó. No podía verla, pero estaba segura de que sonreía—. Toma fotos, construye recuerdos, aspira el nuevo ambiente y cuando regreses mañana... ¿A qué hora regresas?

—Pregunta de a qué hora regresamos mañana —pregunté a Félix.

—¿Abuela? —Repitió la pregunta él hacia ella.

—A las siete de la noche estaremos de vuelta, querida —Respondió ella.

—Correcto, gracias —Regresé con la llamada—. Dice que a las siete.

Está bien, te espero mañana entonces. Se buena.

—Sí, no olvides cerrar todo —Le recordé.

Sí, si, señorita —Rió con ganas —Cuídate mucho.

—Tú también, te quiero.

Yo más. Nos vemos. Cuando vuelvas me cuentas como te fue.

Y cortó. Como había pensado, le encantó la idea.

—¿Te fue bien...? —inquirió Félix cuando bajé el celular de mi oreja—. ¿Fue muy difícil convencerla?

—Para nada. Como dije, ella es relajada para darme permisos —Guardé de nuevo el móvil.

—Debe tenerte mucha confianza —Comentó la señora.

—Puede que sí...

"Solo nos tenemos a nosotras después de todo", pensé, llegando a la incertidumbre de si ella estaría realmente bien mientras no estaba. Me mataba no poder responderla por mí misma.

—Oye, Lop... —Me habló Félix. Lo miré—. ¿Alguna vez saliste de la ciudad?

—No, nunca. Es más, sigo sin creer que de verdad me estés sacando de Santa Mónica a Beverly Hills.

—Me alegra haberte invitado entonces —Me dedicó una de sus grandes sonrisas—. Hoy veremos el partido y mañana prometo enseñarte la ciudad, ¿de acuerdo?

"Toma fotos, construye recuerdos, aspira el nuevo ambiente...". Curveé una pequeña sonrisa y asentí. El me imitó y volvió a mirar al frente, iniciando una conversación sobre los lugares que podríamos visitar al siguiente día.

Ese chico se reponía muy rápido, no perdía el tiempo.

. . .

Luego de un trayecto de veinte minutos más de carretera llegamos a Beverly Hills; tiempo exacto en que traté de mentalizarme que estaría treinta y cinco horas lejos de casa y de mi madre, en una casa de la abuela de cuyo nieto me trajo sin decirme un detalle y en una ciudad de la que no conocía prácticamente nada. Sería un fin de semana muy... nuevo, para mí.

—Bueno, querida. Siéntete como en casa —dijo la señora Ericsson, la abuela de Félix, guiándome por un pasillo de su casa hasta la puerta de al final.

Se detuvo y dando tactos de suspenso hizo caritas graciosas, abriéndola y dándome el paso a su interior. Accedí a su invitación y di el primer paso a la que sería mi estancia hasta el día siguiente. Igual que el resto de la casa y el auto, tenía cierto aroma a un bosque de pinos, era espaciosa, muy arreglada, pero no poseía la extravagancia que imaginaba que una familia de ricos tendría. Pues se notaban que tenían dinero.

—¿Es de tu gusto? —inquirió amablemente y asentí.

—Sí, es muy bonita su casa, señora —Volteé hacia ella y le devolví la sonrisa—. Gracias por recibirme.

—Es un placer, espero disfrutes tanto que olvides que no sabías que vendrías —Rió con sonar, alegrando el ambiente con su contagioso buen humor—. Bueno, te dejo para que te instales. Cualquier inconveniente me lo comunicas.

—Entendido. Muchas gracias de nuevo, señora Ericsson.

La dulce mujer asintió y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Finalmente pude suspirar y sentarme a reflexionar; ¿en serio esto estaba pasando? Parecía bizarramente irreal. A comparación de mi habitación en casa, el suelo no era de cemento puro, tenía una hermosa cerámica blanca y perfumada, las paredes estaban perfectamente pintadas de un pistacho, sin una sola mancha o telarañas en ellas o el techo, El closet era moderno y estaba perfectamente limpio y sin una pisca de polvo.

Para rematar, ¡no había alfombra! Grandioso, a mí que me encantaba leer de noche antes de dormir. No sabía que haría si me llegaban a dar pesadillas, ya que ni un libro me había traído.

Toc, toc... —Hizo eco en mis oídos.

Alcé la mirada ligeramente al proveniente del ruido. Desde la puerta, asomando la cabeza y parte del cuerpo, pasaba Félix con su característica sonrisa sin adentrarse a la habitación. Terminé por enderezarme sobre la cama y darle una señal con mi diestra para que pasara, algo que agradeció con la mirada y entró tranquilamente a la estancia. Esa cual miró por un rato y luego se detuvo en frente de mí.

—¿Qué? —demandé saber tras rato de ser observada.

—¿Ah? No, nada —Desvió la mirada y dio una vuelta por el cuarto. Se detuvo frente a la ventana, de la cual desplegó las cortinas que obstruía la luz—. Ya todo está preparado. Esperamos a que Mat se conecte y podremos ver el partido.

Sonrió hacia el exterior, suponía que pensando en sus compañeros y en como estarán en ese momento. Parecía tranquilo, pero sus dedos tamborileando el marco de la ventana me decía que estaba preocupado. No dije nada, ya tenía claro que en cuanto Félix y su equipo no podía meterme directamente.

Dejaría que el partido trascurriera y luego lo trataría a él. Me levanté de la cama llamando su atención, recorrí el cuarto hasta la salida y con un movimiento de cabeza le indiqué que nos fuéramos de ahí, pero por si no me entendía le hablé:

—¿Vamos?

Él me asintió y justo después de él, salí yo y cerré la puerta. No conocía la casa aún, así que dejé que me guiara hasta la sala o el lugar donde planeaba que viéramos el partido. Me encaminó hasta el vestíbulo principal, pasamos por este y llegamos a una bonita terraza cubierta, con un mueble amplio de cuero negro, dos mesas pequeñas a los lados de esta, una más grande en frente con variedad de chucherías, dulces y golosinas; en lugar de paredes normales, había grandes ventanales que protegían que el aire acondicionado de la casa se escapara y que, además, daban una gran vista al jardín trasero.

—Siéntate, Mat no debe tardar... —Fue diciendo mientras daba vuelta al sillón y se acercaba a un raro estante de madera.

Sin replicar hice lo que me pidió y lo vi desde el gran sillón negro. Félix tomó un control de una de las pequeñas mesas de los lados y presionó un botón que desplazó de forma automática una tapa de madera hacia abajo, rebelando un gran televisor pantalla plana. Abrí los ojos de la impresión. De una de las repisas sacó una laptop, seleccionó unos cables y los conectó al televisor que seguidamente encendió. Movió algunas cosas configurando la conexión y cuando todo estuvo listo, la imagen de lo que aparecía en la computadora portátil se proyectaba en el televisor.

En eso, un celular sonó, de forma instantánea el rulos atendió, colocándolo entre su hombro izquierdo y cuello, lo sostuvo y mientras atendía lo que sea que terminaba en la laptop, respondía a quien le hablaba por teléfono.

—¿Ya te conectaste? —preguntó Félix sonriendo—. Espera, ya entro... ¿Cómo andan los chicos?... No seas tan dura, Claus es un excelente capitán... ajá... ¡No te rías! —Y él se aguantaba la risa. Sonreí un poco, era gracioso—. ¿Qué? ¿Ella? Sí, está aquí —Volteó hacia mí, sonriendo más al ver que lo miraba. Me sentí algo avergonzada—. ¿Quieres saludarla? Vale, ya te pongo en altavoz... No digas nada indecente que estamos en casa de mi abuela y con Mely.

Como última advertencia, Félix dejó la laptop un minuto y presionó el icono de altavoz en su teléfono y me lo pasó. Me levanté para poder cogerlo, flexioné mis rodillas y me agaché junto a Félix, que ya había vuelto con sus asuntos en la portátil.

—Listo, habla.

—¡SEXO ORAL!

Escuchando aquello de golpe, Félix soltó la laptop y se abalanzó sobre su teléfono a quitar el altavoz y con la voz baja a regañadientes, sin mencionar completamente rojo, empezó a regañar a Mat:

—¿Qué parte de que estoy en casa de mi abuela y con mi hermana menor no entendiste?... No es plan de que te... oye, oye... ¡NO, MUJER!... ¡Ya, ya! Déjalo estar. No digas nada más... déjame pensar... mmm... no, hasta luego. Mándale un mensaje y... Cielos, Mat, ¡Vuelve a terapia! —Y cortó.

Al cabo de unos segundos recibí un mensaje de un número desconocido:

«Félix es un cascarrabias que no aguanta una simple broma sexual. Por eso anda solo. Eso y porque nadie es digno de mi permiso C:<

Pdt: Soy Mat y este es mi sensual número ♥ prepárate para reír como foca retrasada 24/7 MUAJAJAJAJAJAJAAAA»

—¿Qué te envió esa loca que sonríes? —Preguntó el rulos viéndome.

—Que eres un cascarrabias y que me preparé para reír —dije la versión resumida enseñándole el mensaje con una sonrisa burlona.

Volvió a enrojecer, justo a tiempo cuando la conexión se estabilizó y pudimos ver a una Mat sacando la lengua en la pantalla. Félix negó repetidas veces, murmurando entre dientes cosas que no pude entender mientras que su amiga solo reía a carcajadas de él.

—Eres cruel —Le dijo Félix y Mat volvió reír.

Ay no llores, nene. Que te estoy haciendo un GRAN favor a gastar mi renta telefónica para que veas el partido.

—Recuerda que te lo pagaré y te lo agradeceré toda la vida, pero no más frases así por favor —Imploró poniendo sus labios en forma de trompa de pato.

Vale, vale. Al menos por hoy. Ya cuando regreses a Santa Mónica te volveré a molestar todo el día —Sonrió sínicamente y él rodó los ojos—. Ahora, ¿todo listo? Ya están por salir.

—Déjame colocar esto y estamos listo por aquí —avisó Félix, levantando la laptop y poniéndolo sobre una de las repisas externas de la mesa del televisor.

—Cámara puesta... ¡Ya salieron!

Tal como avisó Mat, los equipos empezaron a salir a la cancha. Un miembro tras otro, agitando los brazos, llenando de euforia y gritos a los expectantes en las gradas. Nosotros por nuestra parte, nos sentamos en el gran sillón negro y vimos como todo se encendía desde el otro lado. Félix estaba impaciente, aguantaba las ganas de gritar lo suficiente para cuando por fin los elefantes de Houston hicieron su aparición, saltara del mueble y lanzara toda su emoción y buena energía, de modo que sus compañeros la recibieran desde donde estaba. Algo imposible, pero no quise comentarlo, se le veía muy animado y no quería aguarle la fiesta.

Fue un día muy largo, los elefantes no se dejaban vencer. Estaban dándolo todo de sí mismos y hacían unas jugadas maestras. Algo que motivó a Félix a levantarse más de una vez con esmero a hacer el baile de la victoria cuando encestaban o pasaban a la siguiente contienda.

No pude evitar contagiarme de su buen humor y reír bajito cada tanto con sus payasadas y ocurrencias. Hubo un momento que se unieron su abuela y su hermana, y entre los tres me hicieron unirme a la celebración cuando por fin, después de tantos enfrentamientos los elefantes llegaron a la final, asegurando su puesto en las nacionales y, si todo salía bien posiblemente, la victoria de las estatales.

Aprovechamos para sentarnos y hablar de las expectativas del último partido. Hasta que la pequeña Caramelo de un momento a otro pidió ayuda para ir al baño, y su abuela tuvo que llevarla, dejándonos como en un principio al rulos y a mí solos.

—Wou, ha sido todo tan intenso —comentó Félix sin ocultar su sonrisa—. ¡Hasta bailaste con nosotros! —exclamó alzando alto sus manos—. Ya puedo quitarme el peso de la pregunta de si te divertirías con nosotros.

Mordí mis labios entre sí tratando de aplacar un poco mi sonrisa. La verdad era que sí, si me había divertido como no creía ese día.

—Con personas como ustedes es muy difícil no divertirse, y para aclarar, ¡fueron ustedes que me hicieron bailar! Tres contra uno, eso fue muy injusto.

—Pero te divertiste, ¿no?

—Tal vez.

—Puedo vivir con eso —Se dejó caer sobre el sillón cruzando sus brazos tras su cuello. Me miró—. ¿Sabes? Estaba preocupado cuando llamaste a tu mamá, creí que vería el partido solo al final.

—No creo que hubiera tanta diferencia, me perdí en varias partes. No tengo mucha fascinación por este tipo de deportes.

—¿Cómo va a ser? —Se puso de costado hacia mí—. Si te veías tan entusiasta cuando te quedaste en el partido de la semana pasada.

—No diría entusiasta —renegué rodando los ojos—. Si te soy sincera no pensaba venir, hasta que me enteré de que estabas a punto de participar con un hombro lastimado...

Félix quedó un segundo en silencio al escuchar eso. Me di una bofetada mental. Félix no dijo nada y procedió a levantarse.

—Como sea, viniste. Y tal como hoy, pasaste una buena experiencia. Estoy seguro de ello y, sino, haré de este viaje uno que nunca lo olvides —Volvió a sonreír y salió corriendo de la terraza.

No quise preguntar nada, pero no evitó que pensara una cosa: Félix era extremadamente amable, me había divertido gracias a él. Creo que ya estaba llenando las razones que me faltaban, para capacitar mi convencimiento de que venir a ver el partido con él no fue tan mala idea después de todo.

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¡Holis, mis distantes!

Qué cosas, yo no debería estar por aquí, pero es que no me aguantaba más

Necesitaba salir de la rutina un segundo y subir este capítulo

Bueno, jajjajaja, esto es inesperado la verdad.

Aunque no me crean, esto del viaje no lo pensé en su momento, pero luego de escribirlo no puedo superar la cara de Lop XD

Félix pillin 7w7

Perdón, solo puedo pensar en lo hermoso que es este personaje

¿A quien más trae enamoradx?

¿Alguien más ama a la abuela? Tremenda la doña

¿Cómo creen que mejorará este viaje? A mi se me ocurren muchas cosas XD

MENCIÓN ESPECIAL PARA MAT, PORQUE ES LO MÁS

En el próximo cap tendremos un encuentro muy especial...

Y ahora sí, es todo, voy saliendo a clases :'v

Ahí nos vemosss

Un abrazote

Bye, bye

Att: Keni♥

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