Cap. 27: Magnifica

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Sonó el silbato y la multitud estalló, se había decidido un ganador. Encorvado y sostenido de mis rodillas le di un ojo alrededor; mis compañeros respiraban igual de pesados y cansados que yo; los músculos me dolían, el cuerpo lo tenía caliente, sudoroso y, ¿para qué negarlo? Apestaba como si me hubiera bañado en las alcantarillas con los zorrillos.

La bulla del otro extremo me lo dijo todo, pero para asegurarme, con el corazón palpitando hasta los oídos, me obligué a mirar sobre mi cuerpo el marcador:

Tiempo terminado.

Segundo periodo cerrado.

Diferencia de dos puntos.

Perdimos.

Exhalé con decepción, el último lanzamiento no logró encestar en el aro. Los miembros del equipo contrario se abrazaron celebrando con fuerzas la victoria mientras que mi equipo se reunía a darse palmadas de aliento y abríamos cancha para despedirnos de nuestros oponentes. De casualidad la segunda persona que me tomó la mano fue el mismo capitán.

—Hey, buen juego —Respiró con dificultad y yo asentí con una sonrisa.

No pude decir mejor verdad, fueron grandes contrincantes, nos la pusieron muy difícil.

—Ahora que nos vencieron están obligados a ganar la final —advertí en forma de broma y se echó a reír.

—Cuenta con ellos... ¿Larbi? —Comprobó y asentí riendo también, aunque lo dijera muy en serio.

Me solté para decir adiós a los otros jugadores antes de retirarnos de nuestro último juego en las nacionales, recibiendo detrás el aplauso de consuelo del público.

. . .

—Fel, ¿puedes amarrarme esta cosa? —preguntó Claus, viendo poco amistoso al accesorio formal con un mal nudo en su cuello.

Reí abotonándome las mangas de mi camisa. Claus podría ser el mejor capitán y jugador, pero en cuanto a etiqueta no sabía nada, y siempre que venía a alguna competencia de mi hermana sufría porque no podía arreglarse sin ayuda.

—Sería gracioso ver que Mat hace si se enterara que el gran Clauster no sabe lidiar con una corbata —Se burló Tomas acercándose en mi lugar al ver que estaba ocupado.

Mejor arreglado que ninguno le sonrió al capitán, del cual recibió un gruñido de advertencia junto con su mirada más recelosa, resignado a que lo ayudara.

—Atrévete y no garantizo tu vida —Lo amenazó en un reproche, aflojándose un poco el cuello en cuanto Tom terminó de ajustarlo.

Volví a reír, colándome en medio para separarlos uno del otro antes de que pasaran a mayores y se nos hiciera más tarde por una pelea. No tenían remedio. Sonreí para calmarlos, podríamos haber perdido el partido, pero con compañeros como ellos era difícil desanimarse.

Unos silbidos llamaron mi atención, de repente pensé que una de las chicas pudo haber entrado a la planta donde dormía los hombres —como hizo cierta persona para detenerme de ir al partido en las estatales—, pero en cuanto vi a Henri saliendo de su habitación ya vestido y arreglado lo entendí todo.

—Vaya, vaya, vaya, hasta los conserjes se ven bien de traje —dijo uno de los gemelos acercándosele para darle una palmada en sus hombros—. Perfumado y peinado, ¿a quién quieres impresionar? —insinuó elevando y subiendo sus cejas, Henri se contrajo recibiendo el amable saludo y empezó a reír, después de todo se había llevado bien con el equipo.

—¿A nadie? —respondió enderezándose, echando un vistazo al resto que se encontraba todavía vistiéndose.

Me acomodaba el cuello, distraído del asunto cuando noté en medio de tanta elegancia algo que desencajaba: una bolsa de regalo al costado derecho de Henri. Tomas y Claus se dan una mirada y sonríen hacia él, percatándose de lo mismo, cómplices y listos para empezar a molestarlo de nuevo.

—¿Ya están todos listos? —preguntó nuestro invitado con mala cara al notar las intenciones del capitán y su aliado número uno, dejando el tema de lado con éxito cuando se limitaron a negar y dar un paso para retirarse de la escena.

—Ya entró el último par a las duchas, en veinte ya debemos estar todos —respondió indiferente Francisco, pasando por el lado de Henri mientras se ponía el saco. Entonces vio la bolsa y frunció sus gruesas cejas—. ¿Y esa bolsa?

Henri miró despavorido a Fran, trazando su disgusto en un deliberado sutil suspiro que dirigió hacia el objeto, fijándose a la vez que todos lo teníamos como centro de atención. Con la presión del equipo pensé que mentiría o pasaría del asunto otra vez —o en el peor de los casos nos mandaría a la mierda—, pero en vez de eso dio media vuelta y pasando el umbral de la puerta dijo lo que todos se imaginaban:

—Es para Lop.

Naturalmente saltaron algunos a molestarlo, pero yo que había sido testigo de lo que sucedió noches atrás no fui capaz de unirme. En vez de eso, tomé mi saco y me lo fui colocando, tratando de no sudar empecé a caminar, dirigiéndome a las casitas de campamento donde dormían las chicas. Llegué hasta la piscina y lo vi pasar a la habitación, no dejándome más opción que calmarme y pensar que hacer por mi invitado; lo último que quería era que se sintiera incomodo entre sus compañeros de cuarto a una noche de regresar a Santa Mónica.

Al final decidí hablar luego con él, y ya que estaba ahí, me acerqué a ver si ya estaban listas las chicas. Caminé despacio con mis ideas más claras y me detuve sobre la puerta cuando me surgió una interrogante: ¿Le daría en ese momento el regalo o esperaría a estar solo con ella? Si fuera el caso de la segunda no se hubiera llevado la bolsa consigo, entonces...

—¿Y esa bolsa? —Escuché desde adentro y mis alertas me posicionaron sobre la puerta, sin mal no me equivocaba era Mat quien hablaba.

—Dime que son zapatos, soy una talla más y Mat una menos que Lop —Ahora era Ana. Hice una mueca, así que tenía un problema de zapatos—. Se acaba el tiempo.

—Y no la llevaremos descalza —Se negó Mat y Henri se echó a reír mientras que Lop pareció repetir su respuesta.

—Uso mis zapatillas.

—Nos negamos —Casi pude ver el rostro de Mat arrugarse como una pasa.

Podría ser una gran atleta, pero también era muy coqueta y si, tal vez no estaba al último grito de la moda, pero le gustaba verse bien.

—No se preocupen, ya llegó su salvador —dijo Henri, poniendo abriendo un espacio de suspenso.

Me pegué más a la puerta, estoy a punto de escuchar el crujido de la bolsa cuando algo me tocó la espalda y me sobresalté, haciéndome dar un respingo y voltear hacia atrás, donde Tomás con una sonrisa me preguntó que hacía.

—¿Sabes? —susurró y yo negué para que continuara—. A Lop no le gusta que la espíen, ayer vi como regañaba a sus compañeras de cuarto cuando las encontró mirando algo que escribía en un cuaderno.

—¿Lop? ¿Escribir? ¿Qué? —pregunté desorientado y Tom negó, alzando sus hombros para decir que no sabía más nada.

—Si tienes algo que decirle abre la puerta y hazlo, sino vámonos con los demás, más de uno tiene el síndrome de la corbata.

—Pero...

—¡Ah, son hermosas! —gritaron desde adentro y automáticamente volví a pegarme de la puerta, reprochando con la mirada a Tom cuando lo vi hacer lo mismo.

—¿Quién era el que dijo que no era bueno espiar?

—No seré yo quien tenga problemas si te descubre tu "amiga".

—Cállate, no escucho.

—No deberías —Le reproché de nuevo con la mirada y esta vez se calló para que escucháramos.

Le van perfectas —dijo Mat muy contentan, pero no lograba identificar porqué todavía.

Intenta caminar con ellas. Anda, Lop —La animó Ana. Por lo que podía entender Henri le había regalado unos zapatos a Lop.

Me encantan —dijeron ambas satisfechas.

Fuiste muy oportuno, Hen —Escuché decir a la regalada. Me la imaginé sonriéndole—. Pero... —Su tono se apagó y temí porque algo saliera mal—. ¿Por qué el detalle? ¿Hurgaste en mi maleta y viste si tenía zapatos de vestir?

De hecho...

No lo hiciste...

¡Por supuesto que no! —Henri se echó a reír—, ¿De verdad lo olvidaste?

Y antes de darnos cuenta nos enteramos de algo que no tenía previsto. Un segundo menos del que pudiese reaccionar, alguien empezó a llamarme de la casa principal y, tanto Tom como yo, tuvimos que separarnos de la puerta y salir corriendo antes de que nos descubrieran.

Más no terminó ahí; sin perder tiempo tomé mi teléfono del bolsillo e hice una llamada. Esto no podía quedarse así.

Más tarde en lo subestimado, quince minutos después todo el equipo estaba entrando en las mini vans para partir a la competencia, subiendo detrás del otro y conversando entre ellos hasta que los asientos se llenaron y solo quedamos Tom, Fran, Claus, George, otros dos y yo por fuera; quienes iríamos en el otro transporte junto con Henri, las chicas y alguien del servicio de la villa, dejando a cargo del otro al entrenador.

Pasaron un par de minutos para que escuchara los fuertes gritos de Mat anunciando su llegada, pronto todos dentro volteamos y miramos al pequeño grupo de invitados. No lo comprobé, pero podía apostar la baba de Claus tocando el suelo cuando la hermosa morena nos sonrió, caminando con toda la elegancia que se podía.

Vuelvo a decirlo: Mat puede ser muy macha en ocasiones, pero si se trata de estilo y sensualidad era de las primeras en la lista; bien sabía yo que en muchas ocasiones había tenido que requerir a ella, cuando quería impresionar a alguien, y por normativa tuve que aprender de ropa.

Esta vez su elección se fue a lo sencillo por un top ceñido de manga corta, amarillo pastel y tirantes plegables con estampados de margaritas. Abajo, una falda suelta, blanca y larga con un cinturón azul oscuro marcaban su cintura, completando con unos zapatos de tacón negro; No iba usaba más maquillaje que un delineado en los ojos y brillo en los labios. Como punto fuerte: su despampanante cabello rizado ahora estaba liso y por ende más largo. ¿Cuándo le dio tiempo de hacérselo? Solo ella sabrá.

Por otro lado, la personalidad de Ana siempre iba a juego con una vestimenta sobria y simple, pero esta vez pensó en salir de su zona y se puso un vestido rojizo un poco que le llegaba por encima de la rodilla, complementándolo con unos zapatos beige con cierre dorado, igual que sus accesorios; su cabello castaño liso se lo onduló y trenzó, y a su rostro liberó de los lentes y le dio el color que tanto tiempo en la biblioteca le había robado.

Se veían hermosas...

—¡Perdonen la demora! —dijo Ana subiendo a la Van después de Mat, las cuales recibieron un silbido en conjunto de los chicos y de George.

Le di una mira de advertencia y este solo se rió entre dientes, rodando los ojos con altanería. Fran solo las miró un segundo y luego regresó con su teléfono, seguro hablando con Alice, quien no había podido asistir.

Pero sinceramente, ese era el menor de mis problemas...

—Ustedes tranquilas, yo nervioso —susurré cabizbaja aflojándome un poco la corbata, ya que repentinamente no podía respirar bien.

¿Por qué tenía amigas tan bonitas? Me sentía como un niño viendo a su primer amor de la primaria, incapaz de levantar la mirada y con los nervios calando en la tembladles de sus dedos.

Pero... No lo decía por Ana y mucho menos Mat, sino de quien venía a unos pasos detrás de ellas.

—¿Te sientes bien, Félix? —Escuché la voz de Lop y debí obligarme a sonreír para encubrir las aceleraciones de mi corazón.

Sabía que era inútil, no sabía mentir y ella siempre miraba más allá de la superficialidad, pero ¿qué más podía hacer...?

—Perfectamente —Pude notar mi risa nerviosa, la mirada de Henri me lo garantizó—. Solo me preocupa Mely, seguro se pregunta dónde estamos, siempre llegamos antes de la competencia...

—¡Qué horror, vámonos! —dijo Ana desde la parte trasera, pude descubrir la culpa en su voz.

Para ella era la primera vez que nos acompañaba, al contrario de los otros. Los cuales sabían con exactitud que eso no era cierto y que en realidad siempre la saludábamos y consentíamos al final de la competencia; por lo que, encubriendo mis malas mentiras, sonrieron y callaron, incluso Fran se rió de mí en silencio.

—No te preocupes... Llegaremos a tiempo —Me hice a un lado para que los últimos pasajeros subieran y cerraran el transporte para arrancar a la competencia.

Mientras tomé asiento en los penúltimos puestos junto a Tomas, miré por encima a todos y me detuve un segundo en Lop, suplicando que su sexto sentido no se fijara en mí un momento para detallar como las curvas de su cabello caían suavemente sobre su espalda, encima de la parte del vestido que era negro con transparencia.

Así durante todo el trayecto...

Y luego al bajar del transporte...

También cuando caminaba detrás de ella y Henri a la entrada del edificio.

Aspiré sin querer su perfume en el ascensor. Estaba seguro que era el mismo al de Mat, pero en ella se sentía diferente.

Minutos antes del evento, cuando encontramos a mi hermana y pasó directo a saludarla; Mely dijo lo que yo pensaba: que estaba magnifica, tanto que me era imposible quitarle los ojos de encima.

Por su culpa no pude concentrarme en la competencia, ni ver si estaban los rivales de Mely sino hasta la ejecución de la misma. Tuve que cerrar los ojos si quería opinarle algo en concreto a mi hermana y no saltara a la pregunta de qué hacía cuando estaba tocando; que, a propósito, fue la mejor de sus actuaciones, aunque lo diga yo.

El punto es que, pasaban los minutos y yo no podía dejar de contemplar como su delgado y pálido cuerpo, en vez de sus jeans claros u overoles y camisas; llevara puesto un vestido violeta con esas románticas decoraciones de rosas negras y puntos plateado. Encima, Lop es alta, por lo que se le veían preciosas las piernas. Por otro lado, su cabello alborotado y que casi siempre veía recogido, se lo había soltado, peinado y enrulado; y su imperturbable rostro, que parecía siempre cansado, ahora llevaba color. Sus ojos intensos se veían incluso más fuertes con el delineado y la sombra, y sus labios...

Cielos, sus labios brillaran y llamaban mi atención cada vez que hablaba o hacían el mínimo movimiento.

Es decir, ¿dónde quedó la chica del rincón que decía ser invisible? Luego de mi hermana, es a quien todos veían.

Me asustaba, me asustaba mucho que el magnetismo por la que la conocí no me dejara apartar los ojos.

—¿Cuánto más piensas estar así? —preguntaron a mi costado. No me hizo falta voltear, conocía esa voz muy bien.

—¿Estar cómo, Tom?

—Como un completo idiota —respondió otra voz. Sonreí de lado, se había tardado mucho en molestarme.

—¿En serio? No lo había notado, Mat... —bromeé y mi alrededor suspiró.

—Lo hemos perdido... —dijo Tom.

—La miras como un delicioso manjar desde que salimos. Ya acabó la competencia y aun no le dices ningún cumplido. Me siento indignada, ¿sabes cuánto me tardé en que se viera así de bien? —preguntó mi amiga y ahora si volteé a verla, algo sorprendido, aunque ya me lo había imaginado—. Lop parece costarle salir de su dura coraza, pero muy amable, y me sorprendió, pidió que la ayudara a arreglarse porque tal vez el vestido lo tenía, pero no sabía de accesorios, maquillaje y yo di lo mejor de mí, no lo eches a perder ahora y ve.

Reí notoriamente nervioso.

—No creo que sea buena idea; es decir, ella y Henri...

—Ella y Henri nada, ellos no son nada. Él es muy celoso y se conocen de años, pero Lop solo lo ve como un amigo —Mis cejas se dispararon, impactado.

Pero entonces, aquel beso... ¿Qué fue?

—¿Ahora entiendes? Henri solo la cuida. Ve y dile algo bonito, no es para tanto, por favor...

—No creo que sea solo eso... —La molestia y el arrepentimiento vinieron a mí—. La otra noche se besaron.

—Félix reacciona, me estresas: Ella lo rechazó, yo también estuve ahí cuando te fuiste.

—Pero si yo no fui hasta que se fueron...

Mat alzó una ceja y yo caí que había caído en su trampa.

—Estás como que muy acosador, Fel —Se burló Tom y siento mis mejillas arder.

—No es verdad...

—Oh sí, te iba a hablar de eso —La sonrisa maliciosa de Mat me pone en alerta—. ¿Qué hacías oyendo detrás de la puerta de nuestra habitación esta mañana? —Con su dedo índice me apuntó al pecho—. Yo fui el milagro de que no te descubrieran.

—¿Qué? —Pestañeé recobrando el control de mis acciones y la separé de mi—. Ok, basta, no es cierto. ¿Cómo pasamos a hablar de esto? Yo no soy ningún acosador...

—No, solo tienes la manía de ver a las personas de lejos —Se unió una nueva voz y por un momento quedé petrificado y sumamente molesto cuando el brazo de Claus se deslizó sobre mi hombro, uniéndose a la conversación—. Hablan de lo de Lop, ¿verdad? —preguntó a los otros dos y ellos asintieron. Él suspiró y palmeó mi hombro—. Hermano, te dolerá, pero pareces un lunático.

—¿Es que se pusieron de acuerdo para molestarme? —Me quité de encima a Claus y me puse enfrente de los tres—. El hecho que la mire solo es... —Sus miradas no me ayudaron—. Es que si, lo admito, está... —Tragué saliva—. Muy bonita, diferente y... —Sus sonrisas se agrandaron con cada sinónimo—. Pero no pienso decirle nada frente a Henri, por favor, es su novio.

—Bueno... —Tom rió—. Ahora no está "su novio" —dijo y todo mi argumento se fue abajo.

Miré sobre mi hombro y vi cómo, efectivamente, Lop estaba sola, mirando unas fotos en el pasillo de antiguos concursos. La risa de mis amigos enciende mis mejillas y explotan cuando Claus da una palmadita de aliento en mi hombro.

—Te cubrimos, los esperamos en la minivan.

Y se fueron, dejándome como un idiota enrojecido en mitad del salón, mirándola de lejos de nuevo mientras el público que estuvo presente en la competencia, se dispersaba y se iban con el evento ya finalizado. Pensando en lo que dijeron y decidido a demostrarle lo contrario, respiré para calmarme y, a tropezones y uno que otro empujón de las personas que transitaban, llegué hasta su lado.

Su sexto sentido se activó casi a un paso de mi llegada y volteó en el último, regalándome una mirada sobrecargada de su natural intensidad, junto con una media sonrisa.

—¿Ya terminó la discusión que tenían allá atrás? —Su pregunta primero me desconcertó, pero luego me avergonzó.

"¿Lo escuchó todo?". Quise que la tierra me tragara, sentía como todo mi valor reunido se iba en picada.

—No es lo que piensas —Me apresuré a decir.

—Tampoco lo pensaba —-Su mirada se suavizó y aun sentí que podía derretir chocolate con ellos—. Solo escuché que hablaban de algo, pero hay tanto escándalo por los ganadores todavía que no me molesté en escuchar —Suspiré aliviado y noté que eso le causó gracia—. Sin embargo, tengo curiosidad, ¿de qué hablaban?

—Créeme, no quieres saberlo —Me negué a contarle.

—Eso decido yo —Sonrió divertida—, pero como es un día especial para Mely, no enviaré a su hermano mayor rojo hasta por las orejas a tomarse las fotos con ella.

Su risilla hizo el efecto contrario a lo que quería y me sonrojé solo porque indirectamente dijo que ya lo estaba.

"Joder, concéntrate", me dije, tratando de reunir fuerzas para intentarlo de nuevo; no obstante, me detuve cuando noté un repentino cambio en sus expresiones.

—Me alegra que ganara —confesó volteando a mirar las fotografías del muro—. Es una niña muy talentosa...

Ese último gesto me inquietó. Sabía que Mely le recordaba a su hermana menor, pero ese tono melancólico no se parecía al que usó cuando partimos de Beverly Hills, era mucho más triste y hasta parecía molesto, pero no podía identificar porqué.

Traté de mirar el mismo punto para ver si encontraba una pista y reparé en una de las fotografías, extrañándome ante la imagen: en ella un muy joven violinista con cabello castaño ceniza, salía entre luces con un público aplaudiendo en el fondo. Por alguna razón creí conocerlo, pero su rostro estaba mitad tapado por el instrumento.

Pensé en preguntar porque miraba con tanta atención al cuadro, pero la mirada perdida de Lop me hizo darme cuenta de que no era muy buena idea y decidí no argumentar nada, zanjando el tema.

—Tuvo un buen maestro —susurré, logrando que volteara—. Pero hoy sentí que en especial se esforzó.

—¿De verdad?

Asentí.

—Sí y solo me imagino que la razón es porque tú estás aquí —Mirándola de reojo, le sonreí, dejándola sin palabras.

—¿Por qué sería por mí, Félix?

Sonreí de lado, teniendo más que clara la respuesta.

—Porque eres su amiga, Lop.

No supo que decir y, aunque estaba un poco oscuro donde estábamos, pude distinguir que se sonrojó.

Reí por lo bajo por su ingenuidad, dándome media vuelta.

—¿Vamos? —Confundida me vio de reojo y le señalé con el mentón la salida—. Los chicos deben estar esperando.

—Cierto... —murmuró reaccionando.

—Ah, y Lop una cosa... —La llamé y en cuanto me miró hice lo mismo antes de arrepentirme—. Te ves magnifica...

Sus intensos ojos se agrandaron ante el cumplido y terminó de dar la vuelta para observarme mejor, dejándome inmóvil ante ella, sin saber que más hacer o decir y con el corazón retumbando cada centímetro de mi cuerpo.

Sentí que, si esperaba una respuesta, algo raro pasaría; así que, tras sonreír nervioso, indiqué de nuevo la salida.

Como habían dicho los chicos, nos esperaron. Por alguna razón Henri no se encontraba en la van, pero Mat avisó que se había ido con dos niños y dos mujeres, y dijo que nos vería luego.

Me extrañó el giro de acontecimientos, pero no pregunté más al respecto y subí un pie en el transporte, haciendo espacio para que Lop, que me pidió ayuda, pudiera subir pese a los tacones que traía.

Algo abochornado, le tendí la mano y Lop la tomó, sorprendiéndome cuando se detiene un segundo en el primer escalón y repentinamente susurra muy cerca de mí, como si quisiera que solo yo lo escuchara:

—No soy buena con los halados, pero... —Alzamos la mirada y juro que pude ahogarme en ese momento por lo hermosa que me pareció—. Supongo que muchas gracias, Félix. También te ves increíble...

Sentí la boca seca.

Incrédulo, vi su cuerpo seguir hacia el interior. Sin decir otra palabra, se sentó en uno de los últimos asientos del rincón y volteó a mirar por la ventana, haciéndome ver que, incluso con tal extremo cambio de imagen, seguía siendo la misma chica de siempre.

No, tal vez era al revés y la chica de esa noche siempre había estado allí.

O quizás... Empezaba a ver a Lop desde un enfoque diferente.

Sea como sea, de algo estaba seguro:

No podía dejar de sonreír.

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¡Holiwis, mis distantes!

¿Pueden creerlo?

¡Son las 3 de la mañana y yo no quería soltar la computadora!

Y no lo haré todavía jajjajaja

En fiiin

Quien diga ahora que Fel no es un bebo bello vamos a tener problemas

Escribiendo desde su perspectiva esta vez me sentí igual que sus amigos al molestarlo >:'v Lo amo, pero me estresa, pero lo amo de nuevo

No crean, aun falta una parte para terminar este viaje y déjenme decirles que es mi favorita 7w7

¿Por qué?

¿Qué creen que hizo Fel cuando hizo esa llamada?

¿Qué olvidó Lop?

Cham, cham, chaaaam

Bueno, hasta aquí

¡Nos vemos!

Att: Keni


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