Capítulo 3

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Me quedé confundido sobre mi silla hasta que empecé a buscar aquellas llaves con la mirada. Movido por la curiosidad me pongo a revolver el desorden, lamentando su existencia profundamente
El tiempo pasaba, y poco a poco mi búsqueda se volvía más frenética a cada que sentía una leve sensación de disconformidad en el estómago, mi garganta cerrándose un poco más. Todo empeoraba hasta que finalmente las encontré; sobre un pilón de hojas, enterradas sobre otro pilón de hojas junto al marco de mi ventana.
Cada cabeza de las llaves estaba pintada con brillantes tipos de verde a pesar de que cada una tuviese un tamaño distinto y color distinto.

Miré por la ventana, el primer lugar que se me ocurrió por obviedad, y allí frente a mí, vi al balcón de los Muñoz, ocupado por alguien más.

-Hola- hablo bastante fuerte con voz rasposa dando la impresión de hacer un gran esfuerzo, mientras tiritaba de frío como si su piel, blanca como si estuviese hecha de porcelana se fuese a romper- ¿Pudiste encontrarlas?
- ¿Las llaves?-pregunté, arrepintiéndome rápidamente de formular una pregunta tan obvia. - Que estúpido Bon, claro que se refiere a las llaves. -susurré para mí mismo, sin intención de que escuchara

El solo asintió en respuesta, frotándose los brazos incesantemente, tratando de entrar en calor.

- Toma -dije para acto seguido tirarle el manojo de traviesas llaves, rogando para que estas no cayesen, agradeciendo a quién sea que escuchara al ver que estas cayeron un poco a su izquierda, junto a un cuaderno bordó que recién me percataba que se encontraba allí. Así que de ahí salieron los aviones.

Desesperado las tomó y abrió la puerta, entrando a la casa sin decir nada, dejándome algo confundido mientras el viento frío entraba por mi ventana.

- Que chico más raro- pienso en voz alta


Tal parecía que los Muñoz al fin habían dejado en paz esa pobre casa, que ahora me resultaba más hermosa, interesante y legalmente viva.

- ¿Así que se había quedado en su balcón? - Dijo Joy algo extrañada, dejando a un lado su vaso mientras jugaba con la bombilla.
- Te lo juro, estaba con los labios violetas y tiritando de frío - después de un rápido sorbo, dejo mi café a un lado, imitándola - pero sigo saber cómo es que llegó a estar así
- Ese chico es algo raro -dijo mientras se reía suavemente, moviendo el rojo plástico hábilmente entre sus dedos- me agrada
- Si, es definitivamente raro.

Me quedé callado un rato, tomando el café mientras pensaba. Observé sus mejillas, con su rosado natural y restos de muffin de chocolate en sus comisuras, hasta que mi celular comenzó a vibrar fuertemente, dejándome confundido por un segundo antes de reaccionar y apagar la alarma. Mi descanso ya había terminado, y tendría que volver al mostrador

- Tengo que irme, perdón - dije suavemente, lanzando una leve sonrisa antes levantarme
- No importa, tranquilo. Espero que a Meg no le moleste tenerme un rato más - movió su vaso, todavía quedaba algo de líquido
- No creo, ya la conoces, solo está algo agobiada - respondí, riéndome un poco - el local está algo movido hoy y el chico de repostería no vino ayer diciendo que está enfermo, así que hoy nos quedamos sin dulce.
- ¿Ese chico Fede? Pobrecito, hace los mejores muffins de chocolate, su ausencia se nota - respondió, lamiéndose las migajas que le quedaban- Igualmente, la mesa te la voy a dejar libre en cuanto termino, tengo que ir a un lado después de esto - una sonrisa algo boba se le marca en los labios, y el rosa de sus mejillas ya no se debe al frio

Sin decir mucho me vuelvo al mostrador, después de unos cortos minutos ella vuelve al mostrador, ahorrándome la caminata, y extendiéndome la paga.

- Adiós Bon, dile a Meg que no hizo un mal trabajo con el muffin
-

Sí, Adiós


Y entonces pasó por la puerta de vidrio, y pronto la perdí de vista.

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