Capítulo 5

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

- Entonces... ¿Qué?
- ¿Qué de qué?
- ¡Vamos Bon! Es obvio que viste a ese chico - dijo con picardía y dulzura, conteniendo la emoción que se le notaba en los ojos.
- ¿Qué?, obvio no - tartamudee mirándola algo avergonzado, aun fingiendo desinteres
- claro - con una pequeña risa en sus labios mordió su bombilla habitual, soltándola con picardía y siguiendo con su versito - deberías ser más honesto, se nota que te agrada
- No se de qué hablas - dije y tomé de mi café.

Pero en cierto modo Joy decía la verdad; estaba intrigado, pero no solo por ese chico sino también por mi repentino interés por él.
Algo en todo esto llamaba mi atención, pero aún no sabía el porqué.
Miré a Joy por un momento mientras se devoraba su cupcake como siempre hacía. Hoy Fede había vuelto y al parecer, el cambio era notable para Joy
Supongo que tomé partido para distraerme con algo... Pero llamar a un chico un algo se sentía mal, erróneo.

- ¿En qué piensas? - preguntó ella sacándome de mi nube.
- No tengo café en mi casa, debería comprar aquí. Estoy seguro que Meg me dejaría hacer un intercambio justo

- Sip, pero si no tienes dinero te presto -dijo dulcemente leyendo mis intenciones - De igual forma, Meg te dejaría robarle café gratis
- Meg es demasiado buena para su propio bien
- Aunque no lo demuestre - me interrumpe con una sonrisa dulce
- Aunque no lo demuestre. - siento una vibración en mi bolsillo - eso sí, no perdona cuando me robo tiempo de descanso
- Da igual, hay poco movimiento hoy, podemos fingir que trabajas por un ratitito - dice mientras mueve su bombilla, Yo suelto una media sonrisa.
- Dile eso a una estresada Meg con 4 horas de sueño. Está esperando que termine para dormir una siesta

De igual modo, por ahora no es tan importante.

Miraba mi taza azul como si fuese lo más importante, meciéndome en mi silla de escritorio, perdido en mi propio mundo sin nada que hacer.

Había terminado mi proyecto antes de tiempo. No había planos que hacer y ya no quedaba té en mi taza, y tras la 4 taza en el día ya había decidido no tomar más. El nudo en mi garganta me ayudaba a mantenerme firme en mi decisión. Y es que aunque sabía que el nudo no tenía nada que ver con mi reciente abstinencia, no sabía a qué atribuirlo, y lo único que concluía era que esto de hacer el reemplazo no estaba funcionando bien.

Escuché pequeñas gotas caer en mi ventana, y la abrí. Saqué la cabeza, teniendo un leve cuidado de no caer entero por ella, Sintiendo la brisa fresca en mi cara y un agradable aroma a lluvia que me hizo cerrar los ojos por un momento.

- Hola de nuevo - escuché de repente

Di un respingo, dándome con el marco de la ventana y soltando un chillido correspondiente. Abrí los ojos rápidamente, viéndolo ahí en el balcón de frente, sin su bufanda verde de la última vez, pero con un gusto en moda igual que la otra vez, con una taza humeante en mano.
Rogué para que no me hubiese visto oler la lluvia

- Hola - Respondí
- Gracias - Dijo ya teniendo mi atención - creo que no es malo decirlo - soltó una sonrisa, y dio un sorbo de su taza caliente

- No hace falta, ya lo hiciste la otra vez
- Supongo que nunca está de más hacerlo dos veces. -dijo tranquilo, disfrutando su bebida.- De verdad me salvaste, ya te digo que te debo una
- No hace falta - repetí, alejando mi vista, desviándola hacia un costado
- ¡Oh Vamos! Tiene que existir algo que pueda hacer - dijo moviendo sus manos, volcando un poco del contenido, abriendo los ojos un poco cuando se dio cuenta, alejando su poncho amarillo patito de las gotas en el barandal
Lo pensé por un momento mientras miraba el líquido derramado en el suelo de su balcón
- ¿Tienes café? -pregunté

Él simplemente se separó con suavidad de su posición, y entró a lo que asumí que era su living
Yo lo miré curioso por un momento hasta que volvió con una pequeña bolsa transparente, y la lanzó a modo de respuesta.
La atrapé en el aire, sorprendido de que mis manos de manteca funcionasen.

Abrí la bolsa y un olor demasiado familiar y relajante invadió por completo mi sentido del olfato.
Café. Dulce y amargo café.

- Oye - dije llamando su atención
- Oigo - dijo apoyándose en la baranda.
- ¿Cómo te quedaste atrapado?

No se escuchó nada por una milésima de segundo que me pareció una incómoda eternidad. Él se limitó a bajar su cabeza, sosteniendo su taza sobre el blanco metal. Fue en ese momento que recordé a lo intimidantes que podían llegar a ser los más grandes de la familia, y como los mayores habían reaccionado cuando vieron el cartel de desalojo en su puerta.

- Si no quieres no tienes que contarme, si algo malo pasó, debe ser incomodo contárselo a un extraño

- No, No, No - dijo apresuradamente - No tengo problema en contártelo a ti, es decir, sigo sintiéndome agradecido por lo de antes - me miró y noté un leve rojo en sus mejillas por el frío invernal, la marca que el uso de sus lentes había dejado en el puente de su nariz notable ahora que no los traía puestos - Supongo que no es algo que sea fácil de contar de todos modos - dijo con una pequeña risa
- Supongo - respondí sonriente - entonces déjame que me preparo el café, y tú preparas la historia

- Claro, buena idea - dijo soltando una sonrisa, dando un sorbo de su taza otra vez.

Entré a casa y tomé mi taza azul. Fui a la cocina, y encendí la pava eléctrica, saqué una cucharita, y conté dos cucharadas del polvito en el fondo de mi taza
Al rato, volví con un café en la mano.

- ¿Listo?
- Supongo -dijo con una sonrisa

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro