Capítulo 8

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- Okey bon, tu puedes hacerlo, solo debes tomar el paquete, esperar en la fila, pagar por las navajas…- pensé, mirando el paquete una cómoda distancia - E irte...

Tomé la caja y sentí el peso de su significado en los hombros. Tendría que comprar navajas algún día. Algún día tendría que avanzar.
Pero honestamente, creía poder estar sin rasurarme un día más.

Salí de la tienda sin pensármelo dos veces, porque no quería quedarme otra vez atascado en esos pasillos, tarareando una canción familiar de poco en poco. Me gustaba como sonaba la melodía en mis labios, y me llevaba inevitablemente a esas cuerdas de guitarra en la ventana…
Okey, ¿Por qué debía pensar en esto ahora? ¿Con que uso lo pensaba? Esa era nuestra 2 vez hablando, ¿Acaso eso significa algo? Pero no hablamos mucho, solo tocamos la guitarra, ¿Acaso eso cuenta? ¿Acaso...

- tengo un amigo nuevo...? - me pregunto en un susurro

Me quedo unos segundos parado, en medio de la calle. Pasa un auto rojo por mi izquierda y una señora por mi derecha, paseando a su perro.
Mejor voy a casa de una vez.
Todo esto daba igual, y en todo caso; ¿cuando se había hecho tan importante tener un amigo? Es decir, es un poco más difícil para mi hacer amigos ahora que no estoy obligado a hablarle a nadie, peeo es verdad que Bonnie sería mi primer amigo propio que resultaba ser varón… si no contaba a los hermanos de Mangle, esos no eran propios, pero bueno, si tenía amigos varones, ajá, Bonnie no era especial en absolutamente ningún sentido.

Mi mente se detiene cuando mi pie choca  contra una bolsa de coto. Esa doña Juana otra vez con su basura de porquería en cualquier lado… ¿Cuándo iba a ser el día en el que pusiera  la basura en tiempo y forma?
Tomo la bolsa yo mismo y me acerco al contenedor de la cuadra, ¿Por qué era yo el que debía dignarse a hacer lo que la señora debía? Dejo la bolsa con un último resoplo y… es entonces que las veo.

Un par de llaves de tonos morados brillantes demasiado familiares para ser pura casualidad

Otra vez no.

- ¡Bonnie! -Grité por la ventana - ¡Bonnie! - repetí por enésima vez
Del balcón por fin sale el nombrado, y puedo ver la ansiedad contenida en un simple jugueteo con una liga y un ligero desbalance en sus pasos
- ¡Bon! ¡Justo a tiempo! llevo horas buscando el número de mi cerrajero - dijo preocupadamente - ¿Conoces alguno?
Por un momento me callé, queriendo poner mi mano en mi frente.
- Bonnie, tus llaves
- Sí, sí, perdí mis llaves pero la otra vez llamé a mi cerrajero y él...
- Yo las encontré - dije
Observé una expresión de alegría plena en su rostro, mientras que me hacía señas para que las lanzara con la mayor emoción que jamás había visto en su cara, casi como si el lanzamiento de llaves fuese su deporte favorito

Las tiro rezando a todo dios que conozco y caen a su lado, pegando contra el vidrio de la puerta corrediza demasiado moderna para la instalación.

Una tonta risita sale entonces de su boca
- Jamás me quedaré sin deberte algo, ¿verdad?
- Ya me dejaste usar tu guitarra la otra vez. - le respondí tranquilo-  toma eso como “pago”
- Si, pero... - dijo pausadamente - necesitaré otro favor.
Lo miré confundido hasta que sentí una libreta del tamaño de mi mano caer en mi cara y directo a mi cornisa.
La tomé con cuidado, tratando de que ninguno de los dos tenga que ir a un funeral hoy.

- Anota tu número
- ¿Qué? - pregunté con confusión pura
- volveré a necesitar un héroe en algún momento - dijo con una pequeña risa en su boca. - Me gustaría que ese héroe sigas siendo tú, no te molesta, ¿Verdad?

Por un momento solo lo miré, allí en el balcón con un suéter marrón y un poncho amarillo mostaza que le quedaba un poco grande

Es entonces que tomo el lapiz y escribo
"Bon: 1167680295"


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