- Bonnie - lo miré con las estrellas como un hermoso marco para su silueta
- ¿Qué pasa Bo- el volteo, cortando sus palabras. Yo estaba cerca a el, mirandolo. El me miró de vuelta, casi como una novela, una pelicula donde lo inevitable era terminar juntos.
Sentí su mirada como un rayo cegador, pero en este extraño caso, no me importaba terminar ciego.
Mi mirada se desvio a sus pálidos labios, soltando un aliento cálido que se marcaba como humo en el ambiente frío.

Me acerqué lentamente, sorprendiendome de mi mismo, como si mi cuerpo se moviese solo.
A medio camino me detuve, cerrando mis ojos, arrepintiendome de tanta estupidez por mi parte.
- Yo eh... - tartamudé.
Bonnie me miraba con un brillo hermoso clavado en sus rojos rubies, reflejando mil y una estrellas en el manto de la noche.
- Bon. - dijo caston, tomando mi mano en el suelo a su lado - Besame.

Yo me sorprendí. Sonaba casi como una demanda, una demanda que dios que quería cumplir.
Seguí mi camino, acercandome, ansioso de sentir aquel punto que ahora estaba tan reseco con el frio de la noche.

Me acerqué tanto que su aliento se mescló con el mio, y en un santiamén, colmado por la ansiedad, el se acerco de sopetón.
Fue una danza suave e inexperta, como nuevos amantes que se conocían poco a poco. Fue dulce y amarga, con un sabor que podía describir como un nosotros, algo que jamás queria dejar de probar.

Mis manos se volvieron a su cintura, las suyas a mi corto pelo, revolviendolo con suavidad, estancando sus dedos en pequeños rulos que el mismo formaba.
El beso era largo, como si fuesen pequelos besos, seguidos, ansiosos, en busca del otro.

Pronto paramos.
Lo miré en la noche, con los labios ahora suaves, rosados por el roce.

- Bonnie... - dije, recuperandome de tal movida de sentimientos.
- Bon... - respondio con una hermosa sonrisa. - Feliz día de los inocentes.

(ESTO NO ES CANNON SOLO UNA CRUEL BROMA; MUCHAS GRACIAS.)