Capítulo 1. Vida monótona

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Dentro de una amplia y hermosa habitación; las paredes color crema, eran levemente iluminadas por aquellos pequeños rayos del sol, los cuales, se colaban a través de las cortinas del gran ventanal. Los muebles color negro, de un brillante estilo moderno, encajaban a la perfección, sin embargo, aquella armonía mañanera era arruinada por el estruendoso pitido de la alarma que resonada por todo el lugar, provocando que el cuerpo que yacía en la cama se removiera entre las sabanas de esta.

Con sumo cuidado descubrió su cabeza, dejando ver esa hermosa cabellera rojiza para después tomar su almohada y tapar sus oídos, con el fin de tratar de ignorar tan exasperante sonido. Después de unos minutos mientras hacia todo lo posible por fingir no oírla, fracaso, pues el molesto sonido que emitía era simplemente imposible de ignorar.

—No, otro día más—suspiró mientras apretaba más fuerte la almohada contra sus oídos—. ¿Por qué no simplemente me deja dormir y ya? —se quejó levantándose de mala gana de la cama.

De manera lenta y pereza, se dirigió al baño; tenía que asearse y arreglarse para ir al colegio. Estaba harto de repetir la misma rutina de siempre. Su vida era muy aburrida; tener que ir a la escuela, ver a los mismos amigos, realizar las mismas actividades, meterse en las mismas peleas; siempre lo mismo y de eso empezaba a fastidiar. Esta monotonía le estaba cansando.

Una vez dentro de la regadera, abrió ambas llaves logrando encontrar el punto medio entre ambas; el agua tibia lograba calmarlo. No quería pensar puesto que los problemas que tenía no solo eran unos cuantos; el que ese líquido recorriese su cuerpo, la sensación de paz y tranquilidad fuera de esa monotonía se hacía presente.

¿Tan malo era pedir que ocurriera algo más emocionante en su vida? o ¿el querer romper esos estereotipos de adulación y grandeza por el hecho de ser un Kraft? Eso era lo que más deseaba.

Al terminar de haberse duchado, salió del cuarto de baño con una toalla sujeta en su cadera mientras que con otra secaba su cabello, después se colocó su uniforme escolar y se dirigió a la cocina, en la cual encontró una nota de su madre.

«Hijo tuve que salir temprano, te dejo algo de dinero para que comas.

Te quiere, mamá»

—Espero encontrar algo en el camino—murmuró con desdén tomando el dinero para así caminar hacia la puerta, la cual fue cerrada de un portazo.

El trayecto por muy raro que parezca, fue demasiado tranquilo —algo fuera de lo usual en su típica rutina—, nadie se había atravesado en su camino para molestarlo o cosas así, aunque eran pocas las personas que se atrevían a hacerlo ya que al ser un Akabane, es decir, el hijo de uno de los "héroes y fundadores" del nuevo mundo, la mayoría no se atrevía a ni siquiera mirarlo de manera normal o reclamarle algo, ya que se podría decir que era un ser intocable.

Eso también era aburrido pues al ser un chico travieso y burlón eso no le ayudaba en nada, ser un Akabane le daba dolor de cabeza.

...

Al momento de llegar a la escuela sintió las miradas de todos sobre él; unas eran por respeto y otro por desagrado, sin embargo, siempre las ignoraba por igual. Realmente no le importaba, ya se había acostumbrado o eso creía; una vez que llegó a su aula y estar cerca de su asiento, aventó su mochila sobre la mesa y se sentó fastidiado. Odiaba esto, era chocante tener que soportar día a día todo esto. Quería algo nuevo, algo que le diera luz a su monótona vida.

— ¡Akabane! —gritó una chica de larga cabellera rubia y orbes azulinos desde la puerta del otro lado del salón.

— ¿Qué quieres Nakamura? —preguntó molesto viendo hacia otro lado, al notar que la chica se había acercado a él.

—Tan frío como siempre—murmuró con sarcasmo—. Como sea—se encogió de hombros para seguido colocarse frente a él—, Isogai y los demás quieren ir al centro recreativo después de clases, ¿vienes? —Cuestionó. Al no recibir respuesta y notar cierta indiferencia le surgió una idea—. Podrás reírte de Terasaka y sus intentos por sacar un peluche de las maquinas—soltó una risilla burlona.

—Hoy no Nakamura, no tengo ánimos para molestar al bebe gorila—respondió cortante—, además, hoy buscare algo de diversión en algún lado. Quizás por fin encuentre a alguien que este a mi nivel—sonrió de medio lado, dándole doble sentido a lo dicho.

—Oh~ ¿acaso el gran Akabane Karma encontró un lugar nuevo? —sonrió con notable burla.

—Eso...—embozo una sonrisa maliciosa—, es algo que a ti no te importa, así que shu, shu, invades mi espacio—la corrió como si fuera un perro, aunque en realidad sabía que esa rubia burlona era una de las pocas personas a las que consideraba sus amigos.

— ¡Uy, perdóneme! Oh, gran señor Akabane, por molestar su apretada agenda—dramatizó sarcásticamente—. Lástima, me tendré que burlar del bebe gorila yo sola—sonrió y se encogió de hombros mientras salía por la puerta del salón para así dirigirse a su aula.

— ¡¿A quién le llamas "bebe Gorila", rubia oxigenada?! —gritó en medio del pasillo un chico fornido con el cabello bicolor.

Karma solo pudo sonreír de manera burlona desde su asiento al escuchar la pequeña discusión de ese par. Esa era otras de las cosas que mantenía su monotonía; luego de unos segundos volvió a dirigir su mirada a la ventana esperando que algo diferente sucediera pero todo seguido igual. Las clases continuaron; tan aburridas, fastidiosas y sobre todo con la misma cátedra de siempre.

El almuerzo no fue diferente, se reunió con sus amigos: Isogai, Maehara, Sugino y Asano. Como siempre hablaron de trivialidades —las cuales no le interesaban en lo más mínimo—, ya ni si quiera le interesaba pelear con Asano y eso que podría decirse que eran tanto mejores amigos como rivales.

Todo siguió su curso hasta finalizar la jornada.

...

Después de salir de las instalaciones de aquel instituto, decidió tomar un camino diferente al que solía recorrer, ya que si seguía el de siempre, seguramente se encontraría con sus amigos y eso provocaría que fuera arrastrado hasta el centro recreativo, cortesía de sus mejores amigos, Asano y Nakamura.

Durante todo el trayecto no se encontró con ninguna persona otra vez, sin embargo, hasta que se fijó bien a su alrededor noto el camino que tomó, lo había llevado hasta los límites de la zona. Aunque sabía que estaba estrictamente prohibido pasar cerca de ahí o bien traspasarlos pero eso no le importo; ya se había aburrido de pasear por los mismos lugares, además, ya no existía peligro alguno, las muñecas o como solían llamarles los demás las "Despair Dolls", que alguna vez existieron en este mundo habían muerto, todo gracias a la vida de varios Kraft.

Al recordar eso no pudo evitar sonreír con algo de tristeza; debido a los relatos de su madre y a unas cuantas fotografías sabia como había sido su padre. Nunca lo conoció pues él fue uno de los grandes héroes que perdido la vida en la batalla contra esas horribles muñecas, además, de que su progenitora se había enterado que estaba embarazada dos meses después de que él falleció.

Su madre a pesar de ser una Kraft, era amable y bondadosa, aunque a veces era bastante burlona y enojona pero así la quería, a su manera pero la quería; estaba dispuesto a regresar ya que había traspasado el límite pero al escuchar un pequeño maullido cerca de sus pies, miró hacia el suelo encontrándose con un pequeño gato blanco de ojos azules. Se arrodillo para acariciarlo, por alguna razón quería sentir ese suave pelaje blanquecino pero antes de hacerlo el gato huyo. Por inercia lo siguió hasta llegar a una pequeña plaza, de la cual, aún quedaban algunos locales y casas de pie después de la guerra. Decidido a buscarlo y llevárselo a su hogar comenzó su búsqueda, no quería que se lastimara o muriera en este lugar tan deplorable.

Recorrió casi todo lo que quedaba de la plaza y se detuvo cuando de nuevo escuchó un maullido detrás de él; al voltear dirigió la mirada al mínimo frente a sus pies, se arrodillo para levantarlo en sus brazos y la criatura acepto con gusto, pero al levantarse noto que una persona se encontraba a unos metros de donde él se encontraba. Sin darse cuenta esa chica había captado toda su atención, pues no todos los días podías ver a una persona que miraba embelesada las imágenes de postres en el ventanal de una pequeña tienda pastelera.

Sin pensarlo mucho se acercó a ella, tratando de ser lo bastante sigiloso, le daría el susto de su vida, eso estaba más que asegurado, al fin habían regresado sus ganas de molestar a alguien.

— ¿Sabías que está prohibido pasar los límites de la zona y que por romper esa regla serás encarcelada? —le preguntó cerca de su oído con tono de voz bastante serio, aunque por dentro se moría de risa al ver el rostro que había puesto.

— ¡Lo siento! —exclamó asustada—. No lo sabía —dio media vuelta y le miro entre apenada, nerviosa y sobre todo confundida.

Karma no pudo evitar sorprenderse, la chica que tenía frente a él era muy hermosa, ante tal pensamiento soltó una risa burlona, lo cual asusto a la joven. Alzó la mirada encontrándose con los bellos ojos de la chica, dedicándole una sonrisa ladina. Al fin había encontrado lo que tanto buscaba, el objetivo para matar sus días de aburrimiento finalmente había aparecido.









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Al fin, aquí con ustedes el primer capítulo.

Lamento mucho haber demorado bastante, pero la verdad es que tenia muchas cosas que hacer que me era imposible actualizar y la verdad no pensaba hacerlo, pero gracias a sus hermosos comentarios lo hice.

Espero les guste y la trama ira de poco a poco, ya que es la primera historia que hago de este tipo.

Nuevamente les doy las gracias y espero lo hayan disfrutado. Gracias.

Nos leemos luego.

Shiro (^・o・^)ノ"

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