Capítulo Cuatro

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4.- Carne quemada

—Oh vamos Sofía —mi hermano se encontraba en la puerta del apartamento rogándome en que le cubriera una salida y mamá no se enterara.

—No lo sé Dav—me crucé de brazos y le miré a los ojos.

—Sólo será esta noche, te lo prometo.

Quizás podría sacarle dinero o quizás podría hacer que mi hermano fuera mi sirviente por una semana o tal vez algo mejor.

— ¿Pero y si mamá se entera?, además David ya eres mayor de edad.

—Lo sé, pero ya sabes cómo es ella. Dime lo que quieres para poder convencerte, por favor Sofía.

—Está bien, pero... Me devolverás el favor cuando te lo pida —Dav me abrazó levantándome del suelo— ¿Y qué tengo que hacer?

—Gracias. Le diré a mamá que voy a estar aquí contigo. Si llama le inventas cualquier cosa. —Dav salió del apartamento.

Espero y no meterme en un gran problema con mamá después de esto.

Después de que Dav salió me senté en el sofá viendo la televisión, le puse en un canal de música y empecé a preparar algo para cenar. Sólo cocinaría poco ya que Chloe había salido con Thom.

La puerta sonó, puse la carne sobre la estufa para que se empezara a cocinar y fui abrir.

—Hola  nuevamente—Jos se adentró al apartamento y se sentó en un sofá estirando todo su cuerpo.

—Hola—me senté junto a él.

—Ya te había extrañado—Jos me jaló sentándome en su regazo y empezó a dar besos por mi cuello—. Me alegro que esa jodida menstruación se halla ido ya —susurró, pasó sus manos por debajo de mi blusa para luego deshacerse de ella. Coloqué mis piernas alrededor de su cintura y luego lo atraje a mi besando sus labios. Jos se puso de pie aún estando yo colgada de su cintura, caminó a la habitación y luego me dejó caer en la cama. Se quitó la camiseta arrojándola al suelo al igual que hizo con sus pantalones, abrí mis piernas para brindarle el paso para que así pudiera ir a mis labios y luego morder el lóbulo de mi oreja. Se deshizo de mi pantalón y de mis bragas.

—Encaje, me gustan. Me gusta que gimas, así me demuestras que te doy placer—fue subiendo hasta mi pecho, tomó un pezón y lo lamió. Acaricio con su mano mi parte íntima mientras me dejaba chupetes por todo mi cuello y parte de mis pechos. Se introdujo a mí haciéndonos gemir a ambos, sus embestidas cada vez fueron más rápidas—. ¿Aún te duele? —preguntó sin dejar de penetrarse en mi y negué completamente con la cabeza. Ya no tenía dolor ni ardor como la primera vez, y ahora sólo sentía placer a cada embestida que él hacía. Me deslice por debajo, luego quede encima de él, haciéndole saber que ahora yo tenía el control.

— ¿Sabes lo que estoy a punto de hacer?— cuestione y él negó, me acerqué a él mordiendo su labio inferior. Fuí bajado por todo su abdomen dándole castos besos, al llegar a su ombligo lo lamí dando pequeñas vueltas sobre éste, justo y como él lo había hecho antes. Bajé por su entre pierna aún sin dejar de seguir el ritmo de antes, tomé con mi mano su miembro y lo acaricie haciendo que Jos gimiera—. ¿Te gusta? —sólo escuché como Jos gimió nuevamente —. Jos huele a... la carne ¡por dios! ¡Se está quemando!—tomé una sabana cubriéndome todo el cuerpo y salí de la habitación para ir a la cocina —. ¡Mierda!—la cocina estaba cubierta de humo, muy apenas se podía ver. Fuí hasta la estufa y la apagué.

— ¡Jos busca el extintor!—le dije puesto que se encontraba detrás mío observándome —. ¡Ahora! —Jos corrió al armario sacándolo y después lo utilizó para apagar el pequeño fuego que se había originado en la cocina. Tomé un trapo que estaba allí e hice movimientos en el aire para poder deshacerme del humo.

—Huele horrible —tosió—. Abriré las ventanas, esto me está asfixiando—dijo Jos.

—Iré a cambiarme, ya no tarda Chloe en llegar —caminé a la habitación y antes de girarme completamente él me cogió de la muñeca.

—Pero estábamos en....

—Jos casi se quema la casa—me arrebate de su agarre y volví a la habitación.

Después de que ambos nos cambiamos nos sentamos en el sofá, viendo un reality show. La puerta se abrió y noté que Chloe había llegado ya.

—Sofía ¿Por qué huele a quemado?—Chloe se aproximó a nosotros.

—Estaba cocinando y se quemó.

—¡Sofía! Dime la verdad— Chloe se cruzó de brazos.

—Eso es cierto, le dije que no se viniera a sentar aquí porque la carne se podía quemar y fue lo que hizo. —dijo Jos y luego paso su brazo por mi hombro.

—Bueno ¡Pero que no vuelva a pasar!—gritó al dirigirse a la habitación.

—Tengo cosas que hacer—Jos se puso de pie y luego yo hice lo mismo—. Te veo luego princesa, esto no se queda así. —susurró en mi oído y salió por la puerta.

–o–

Al día siguiente mamá llamó a primera hora, me informó que era urgente. Salí del apartamento y me dirigí a la casa de mamá.

Toqué la puerta y mamá salió, estaba enojada por la forma en que ni siquiera me saludo. Al entrar a casa sabía que las cosas habían salido mal, pues Dav se encontraba sentado en el sofá.

— Sofía ¿David estaba contigo anoche?—mamá preguntó.

Si decía que no seguro mamá se enojaría conmigo, si decía que sí, seguro y también se enojaría. Así que cualquier respuesta que diera las consecuencias serían las mismas.

—Sí —dije entre dientes.

— ¿Entonces porque David llegó ebrio? —mi madre colocó su mano en su cintura y esperó mi respuesta.

—No lo sé mamá—miré a Dav, quería matarlo—. No sé de qué me estás hablando.

—No mientas. —dejo caer sus brazos.

—No lo hago. —no dejaba de mirar a Dav con mi ceño fruncido.

—Bien, tendré que tomar medidas en ese caso ¡Los dos están castigados!

—Mamá, Sofía no tiene la culpa y además ¡Ya tengo más de dieciocho! soy libre, puedo hacer lo que me plazca. —Dav se puso de pie

—No, no puedes. Eres mi hijo, son mis hijos.

—No me puedes castigar, no vivo contigo. —dije.

—He pensado en eso, y pensé que sería bien que te vinieras a vivir con nosotros de nuevo.

—Pero mamá...

—Nada de peros... Sofía Madeline Gil mañana quiero que traigas todas tus cosas—mamá subió las escaleras, dejándome a mí y a Dav solos.

—Bien hecho Dav. —le aventé un cojín del sofá.

—Gracias. —me lo volvió a aventar.

— ¿Cómo se te ocurre llegar ebrio?  eres un tonto.

—Lo siento, solo se me pasaron las copas... ¡No me pude controlar!

–o–

— ¿Pero qué? Cómo se le ocurre hacer eso. —dijo Chloe.

Le había contado todo lo que pasó con mamá y me dijo que intentaría convencerla de quedarme en el apartamento con ella.

Pero sabía que no iba hacer nada fácil, pues cuando ordena algo, es muy complicado para hacerla cambiar de opinión. Y creo que no bastara con solo pedir disculpas. 







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