12;; La trágica pérdida

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


◤La trágica pérdida◢



✩✩✩




—Vaya, pero si vienen hacia aquí... —susurró Red, mirando con asombro a la pantalla del televisor— Supongo que Gem ha terminado sospechando que te tengo en casa.

Sully se mordió el labio inferior. Menos mal que la niña no sabía nada sobre el rastreador.

Oh, vaya. El rastreador.

Repentinamente pareció darse cuenta de algo. Con algo de dificultada bajó la mirada, dándose cuenta de que no llevaba encima aquel traje de papel, libretas y bolígrafos tan incómodo pero que tan bien le había protegido.

—¿Dónde está mi armadura? —preguntó, arrepintiéndose al instante de haber abierto la boca.

La segunda descarga del día duró algo más que la primera, aunque Sully fue capaz de aguantar los gritos y tan sólo gruñó varias palabrotas que por suerte Red no escuchó. Al fin y al cabo, seguía siendo muy pequeña.

—¿Esa cosa de papel higiénico? Te la quitamos cuando te quedaste inconsciente y ordené a mis secuaces que la tiraran por ahí junto a tu arma. Y no, no me preocupa que nadie recupere ambas.

Sully apretó los dientes, viendo como finos hilos de humo salían de su ropa. Pensó en pocos instantes muchísimas maldiciones que le habría soltado a Red de no ser porque esta sostenía con fuerza el mando a distancia del televisor. ¡El rastreador estaba sujeto a su armadura...!

La puerta del salón fue abierta entonces por un par de zombies que llevaban en sus podridas manos un plato y un vaso de cristal. Sully sacó la lengua, repugnado, al ver que el plato contenía lo que parecía ser una pizza de masa rosa y blanda cubierta por condimentos que seguro que no eran ni queso ni orégano y el vaso estaba lleno por un líquido rojo y burbujeante.

—¡Comida! —chilló Red, lanzándose sobre los recién llegados. Tomó su cena y echó a sus sirvientes para poder sentarse de nuevo a comer mientras veía la tele.

Cualquiera diría que era un zombie y no una niña de diez años normal y corriente a la que le gustaba la pizza como a todo el mundo...

Sully tuvo que apartar la mirada para no ver como Red masticaba aquella bazofia que olía a muerto (probablemente estaba sacada de algún que otro cadáver). Prefería incluso ver la televisión, en la que sus compañeros se encontraban caminando por una calle bastante cercana a su posición actual, con cautela y con las armas preparadas.

—¿Quiere un poco? —El chico se volvió, viendo a Red ofrecerle un trozo de pizza. Torció el gesto y negó frenéticamente con la cabeza, haciendo a la zombie encogerse de hombros— Tú te lo pierdes.

Quedaron un buen rato en silencio, con el único sonido de Red disfrutando de su deliciosísima comida en el ambiente. El mayor tenía unas ganas increíbles de gritarle unos cuantos insultos que se le habían ocurrido desde que estaba atrapado que probablemente le habrían hecho morir por la electricidad provocada por el ya no tan cómodo sillón en el que continuaba sentado.

—Mami —dijo entonces Red a Eve, aún con la boca llena—, manda a unos cuantos al exterior. Ya va siendo hora de que les paremos esas piernas tan jugosas y carnosas.

Sully abrió como platos los ojos y comenzó a retorcerse en el asiento.

—¡No! —exclamó— ¡Maldita niñata de color verde con necesidad de parche! ¡Teníamos un trato!

La niñata de color verde con necesidad de parche rodó su único ojo, y según Eve abandonaba la sala, ella pulsó de nuevo el botón que mandaba electricidad al cuerpo de Sully.

Ah... Pobre Sully, lo recordaremos eternamente como el chaval que insultó ferozmente a la hermana zombie de su amiga antes de ser electrocutado por esta durante varios minutos seguidos, haciendo que sus ojos quedaran en blanco y su cuerpo inmóvil. Finalmente, había caído...

No quiero que lloréis por tal pérdida. Sí, sé que es triste, pero no podemos cambiar la historia. La moraleja a todo esto es que nunca debéis gritarle a una niña de diez años algún insulto si esta es capaz de mandarte descargas eléctricas pulsando un botón.

Y ahora, para olvidar tan trágico suceso, nos situaremos donde el resto del grupo se encuentra.

Aún no se habían encontrado con ningún peligro, pero de todas formas caminaban con mucha cautela y siempre alerta, como ya dije antes. Jay iba mirando su reloj, diciendo "Estamos cerca" a cada segundo. Ninguno de ellos imaginaba el destino que Sully había corrido...

—¡Hemos llegado! —exclamó de pronto Jay. Levantó la mirada hacia sus compañeros, que habían parado en seco y tenían los ojos muy abiertos clavados en algo que se encontraba ante sus pies— Chicos, he dicho que hemos llegado... —Cuando el mayor miró hacia abajo para descubrir que era lo que llamaba tanto la atención a los demás, entendió por qué estos parecían tan asustados así porque sí.

—No puede ser... —murmuró Elle, agarrándose del cabello.

Allí, en el suelo, se hallaba una armadura de papel maché destrozada, junto al hacha-escopeta que el mismo Sully había "creado". En el hombro de la armadura parpadeaba una suave luz verde: el rastreador.

—Mierda —maldijo Gem—. ¡Esos malditos le han quitado el rastreador!

—Sah —gimió Muto.

Jay empezó a mirar hacia todos lados, buscando alguna pista del paradero de su amigo mientras sus amigos se lamentaban como si este hubiera muerto (ejem, ejem). Entonces, paró de girar y apuntó con el dedo índice a una enorme puerta de cochera a la que se llegaba bajando una empinada cuesta.

—Hey, Gem.

Esta se volvió a Jay, con los labios fruncidos por la indignación. Cuando vio lo que señalaba, arqueó las cejas.

—¿De verdad crees que se lo habrán llevado allí? —preguntó, mirándole a los ojos.

Él se encogió de hombros.

—Si yo hubiera tenido que torturar a alguien, habría sido en mi casa —dijo Pok, colocándose junto a ambos.

—Yo también vivo por allí, sah —añadió Muto, muy orgulloso.

Gem cogió mucho aire y lo soltó con pesadez.

—No perdemos nada por intentarlo... —respondió, empezando a caminar hacia la puerta que daba al jardín de su casa— Y si no están allí, podemos entrar y tomarnos un ColaCao para cenar. Empieza a anochecer.

Gem tenía razón. El grupo la siguió en la bajada de la cuesta, con la anaranjada luz de la puesta de sol reflejándose en sus deslumbrantes armaduras de papel.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro