14;; Algún día mataremos a la narradora

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◤Algún día mataremos a la narradora◢


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—¿En serio? —Red se puso en pie con el ceño fruncido, viendo como el grupo de zombies que había enviado contra La Madriguera se retorcía en el suelo, volviéndose de nuevo humanos. Se acercó con los puños cerrados al televisor, como si fuera a pegarles a través de la pantalla— ¡Malditos debiluchos! ¡Debía haber ido yo misma!

Un tosido a sus espaldas le hizo girarse. Sully había recuperado la consciencia y se encontraba intentando no atragantarse, algo difícil debido al trozo de metal que le rodeaba el cuello. De tanto retorcerse en el asiento, sus gafas cayeron al suelo, a sus pies.

Red rodó su ojo y recuperó el sitio.

—Te daba por muerto, chaval...

Él dejó de toser y apretó los dientes. Varias partes de su cuerpo le dolían terriblemente y sentía quemaduras en varias zonas de la piel.

—Podrías haberme matado, maldita... —Se cortó en seco cuando vio que Red agarraba el mando y empezó a temblar. Ante esto, ella sonrió maliciosamente.

—Así me gusta —rio.

Me interrumpiré un momento para dar mis explicaciones, pues seguro que más de uno de los lectores de esta absurda historia ahora mismo está observando el dispositivo desde el que utiliza Wattpad y desea con todas sus fuerzas asesinarme por matar a Sully para luego decir que sólo estaba inconsciente.

Oh, espera. Si yo nunca dije que Sully hubiera muerto.

¡Dijiste que había caído!

Bueno, es cierto. Dije "había caído...". Tres puntos suspensivos. La frase estaba inacabada. Podría haber dicho cualquier cosa, como "había caído inconsciente", "había caído del sillón" o "había caído muerto", tal y como todos lo interpretasteis.

¡Pero si el capítulo se llama "La Trágica Pérdida"!

Hombre, leer esta basura de historia es una terrible pérdida de tiempo. No sé ni qué haces leyendo todas estas estúpidas explicaciones que estoy dando sólo para que ni vosotros ni el Sully de la vida real me odiéis. Nunca dije que hubiéramos perdido a Sully, y aunque así hubiera sido, ¿sería trágica? Es un personaje de ficción, a nadie la habría afectado realmente su muerte (menos, como decía antes, al verdadero Sully, el que le hace bullying a la narradora de esta historia).

¡Y... y...! ¡Pusiste "ejem, ejem" cuando dijiste "sus amigos se lamentaban como si Sully hubiera muerto"!

Pero por todos los dioses, hoy en día una narradora no puede ni toser. ¡Dices un par de veces "ejem" y ya se ha tenido que morir alguien! Lo que pasa es que todos estabais deseando ver como alguno de los miembros de La Madriguera moría, ¿verdad? Queríais drama, el típico cliché en el que uno de los personajes más queridos muere por sus amigos. No, queridos, esta historia no funciona así. Estás leyendo un absurdo libro que se llama "El Apocalipsis del Sah" en el que a los zombies se les cura con chocolate y una chiquilla de 13 años es capaz de matar armada con un cortaúñas. Nada de lo típico de siempre. Así que no, nadie en La Madriguera morirá.

Además, si matara a uno solo de ellos, luego los de la vida real irían a por mí. Y soy la más bajita, sería fácil matarme.

Sigamos.

Aunque Sully no volvió a abrir la boca, sonrió levemente al ver como sus amigos llegaban a las cocheras de la casa en la que estaba.

—¿¡Por qué no hay nadie esperándolos en la cochera!? —preguntó Red, girándose a Eve.

La mujer gruñó algunas palabras inentendibles, haciendo a la menor levantarse, histérica.

—¿¡Y no podían buscar otro momento para irse a buscar a más gente por el pueblo!? ¡¡¡Ugh!!!

Madre e hija se miraron unos momentos. De pronto, esta última alzó ambas cejas y se rascó la barbilla. Eve intentó disimular la sonrisa que empezaba a formarse en su rostro.

—Mamá, ¿irías tú a por ellos?

La mencionada sonrió abiertamente y se inclinó ante su reina, musitando más palabras que Sully no fue capaz de entender.

—Genial, entonces.

Eve se volvió y abrió la puerta para así marcharse.

Sully frunció el ceño. No le preocupaba mucho que Eve fuera quien se enfrentara a La Madriguera. Al fin y al cabo, sólo era una contra siete si contaba a la hermana de Marso. Puede que ya no fueran protegidos por sus armaduras, y que Pok hubiera abandonado su lanzallamas, pero seguían teniendo chocolate y tampoco creía que Eve pudiera dañar a su amiga y a su grupo de amigos.

Cuánto se equivocaba.

Red suspiró satisfecha y se colocó frente a Sully, con los brazos en jarras.

—Es mi mejor luchadora, ¿sabes? —dijo— Se nota que es mi madre.

Este comentario preocupó levemente al mayor, que alzó una ceja.

—En cuanto acabe con mi hermana y el resto de vuestros amigos... —Entornó los ojos y se interrumpió— Hmm, mejor no te digo que será lo siguiente que te haga. Lo dejaré en sorpresa. Sólo te digo que incluye lamparitas de mesa y cepillos de dientes. —Dicho esto, sonrió y le tocó la punta de la nariz con el dedo índice, haciéndole arrugar el gesto.

Dejando al pobre Sully con la intriga y en terror de lo que podría convertirse en su futura tortura, la niña se tumbó en el sofá y le pegó un sorbo a su zumo de color rojo.

Sully miró al televisor, inquieto. Aún sentía agudos dolores en todos sus músculos, pero aquello era de lo que menos le importaba en ese momento. Vio como sus amigos subían las escaleras con nervio, agarrados de las manos. ¿Eve los esperaría en el interior de la casa, o saldría antes de que pudieran entrar?

Si lograban llegar hasta allí, probablemente podrían rescatarle en un pispás. Pero si la madre de Gem era de verdad tan buena luchando como Red decía... ¿podría perder la humanidad alguno de sus amigos...?

El chico tragó saliva y apretó los puños en torno a los brazos del sillón, y, aun sabiendo lo que le tocaría después, exclamó:

—¡Coño, vosotros podéis! ¡Venid y salvadme de esta loca!

La descarga eléctrica no le impidió dejar los ojos abiertos esta vez. Se mantuvo firme, mordiéndose el labio y contemplando a los chicos llegar a la puerta principal de la casa.

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