15;; La madre karateca no es tan mala...

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◤La madre karateca no es tan mala...◢


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—Eh... ¿Mamá? —Gem ladeó la cabeza, mirando a Eve.

La Madriguera había logrado entrar a la casa derribando la puerta gracias a la súper espada de Muto, y ahora se encontraban en la entrada, frente a la madre de Gem. Eve se hallaba con las manos entrelazadas y observando a los chicos con expresión calmada.

—Ujwekabdfallahuakbarbcfwek —susurró la mujer, flexionando las rodillas. Separó las manos y cerró los puños, esbozando una sonrisa.

—Dice que nos preparemos para luchar —dijo Muto.

Los otros seis le miraron con expresiones confusas.

—¿La has entendido? —preguntó Hamu.

El chaval se encogió de hombros.

—Sah. Después de escuchar a tantos zombies hablar terminas acostumbrándote a tu complejo idioma.

De nuevo, Eve murmuró las mismas palabras inentendibles. Los recién llegados prepararon sus armas, girándose a ella.

—¿De verdad vamos a pelear en la entrada de mi casa...? Si casi no entramos... —dijo Gem, tragando saliva.

Como respuesta, su madre se lanzó contra ellos. Jay y Hamu se tiraron al suelo, esquivando el golpe de la mujer, pero Pok fue más bien lento y recibió un fuerte puñetazo en la mandíbula que le hizo retroceder hasta salir de la casa.

—¡Pok!, ¿estás bien? —exclamó Elle, corriendo hacia él— ¡Vamos, que me dejas sin armas!

Eve se volvió rápidamente, encontrándose cara a cara con Muto. Él fue a alzar su espada, pero la zombie fue más rápida y le dio una patada entre las piernas, haciendo al pobre aullar un "sah" de dolor y caer al suelo.

—¿¡Desde cuándo los zombies son tan rápido y luchan tan bien!? —preguntó Marso, escondiéndose tras su hermano.

—Joder, parece que mi familia entera es un grupo de súper zombies con poderes... —dijo Gem— Mi hermana habla, mi madre lucha como Jackie Chan... Me preguntó qué hará papá...

Eve sonrió de lado y se abalanzó sobre su hija, que dio un salto para esquivar el ataque.

—¡Gem, el chocolate! —le recordó Jay.

Ella alzó ambas cejas y enterró la mano en uno de los bolsillos de sus vaqueros, pero Eve intuyó sus movimientos y volvió a atacarla, obligando a la chica a sacar la mano para empuñar el cortaúñas.

—¡Ya voy, Gem!

Elle brincó y se agarró a las piernas de Eve. Esta última gruñó, e intentando no perder el equilibrio, empezó a menearse para quitarse de encima a la mejor amiga de Gem. Mientras tanto, la castaña ya estaba desenvolviendo un par de bombones, sin despegar la mirada del enemigo.

Pero, justo cuando lo estaba logrando, Eve alzó el brazo, siseando, y le asestó un fuerte tortazo en la cara a su hija, arañándole el rostro. Gem gritó y se llevó las manos a la mejilla automáticamente, retrocediendo aturdida. Los bombones y el cortaúñas cayeron al suelo.

La zombie logró deshacerse del agarre de Elle, y le dio una patada a la chica para lanzarla contra Hamu. Este la agarró antes de que pudiera hacerse daño.

—¿Cómo puede hacerle eso a su propia hija...? —se preguntó Jay.

Eve lanzó una mirada asesina al grupo, que dio un par de pasos hacia atrás, con miedo a la mujer. Ella se giró entonces hacia Gem, que había retrocedido hasta chocar de espaldas contra la puerta de la cocina. Le sangraba la cara y se le saltaban las lágrimas.

—Déjala —dijo Pok desde atrás, temblando. Aun así, se quedó quieto, sin atreverse a hacer nada.

—¡No le pongas un dedo encima! —gritó Jay, sin saber qué hacer. Casi sin pensar, lanzó una de sus armas contra Eve, pero ella fue capaz de esquivarla sin siquiera darse la vuelta.

La mujer miró a su hija con expresión seria. Ella respiraba velozmente, muy asustada.

—Maldita... —gruñó— Ojalá fueras como la de antes...

Eve sonrió y se paró a pocos centímetros de Gem. Entonces, se inclinó levemente, para quedar cara a cara, con sus narices casi chocando. La chica arrugó el gesto al oler el putrefacto aliento de su madre.

De pronto, la expresión de la mayor se volvió más seria, y esbozó una mueca, como si estuviera esforzándose por levantar un peso muy pesado.

—Ve... —susurró, apretando los dientes— A... Porr... Tu amigo. Vía libre.

Gem alzó las cejas con asombro. ¿Había sido capaz de hablar?

Eve se volvió y se preparó para atacar de nuevo al resto de La Madriguera. La chica miró a su izquierda, donde estaba la puerta que daba al salón, y luego volvió a posar los ojos en su madre.

—Pues vaya... Va a ser más fácil de lo que creí —murmuró. Les hizo una seña a sus amigos, dándoles a entender que iba a entrar por la puerta a su izquierda, y ellos asintieron, pensando que Eve era imbécil y no sabía que su hija era capaz de cruzar al salón aun con aquella herida.

Gem tiró del pomo con fuerza, llegando al salón. Cerró tras de sí velozmente, y apoyó la espalda en la puerta, jadeando.

—¿Pero qué...? ¡¿Cómo has escapado de mamá?!

En la habitación pudo ver, a pocos metros de ella, a Sully, sentado en uno de los sillones rojos del salón. Se encontraba aferrado a este por varias cintas metálicas, herido por varias partes de su cuerpo y con la ropa humeando. Aun así, sonrió levemente al verla y levantó lo que pudo la mano a modo de saludo para poder decir:

—Buenas. Tienes una herida muy fea en la cara.

A su lado, de pie, estaba Red, con los puños cerrados en torno al mando a distancia del televisor, que mostraba una imagen del portal de su casa. Tenía una expresión de enfado y confusión dibujada en el rostro.

—¡Cállate, imbécil! —le ordenó a Sully, apretando con rabia uno de los botones del mando.

Gem soltó una exclamación de sorpresa y susto al ver como el cuerpo de Sully empezaba a retorcerse, siendo electrocutado.

—¿Qué mierda haces? ¡Para! —gritó, corriendo hacia su hermana.

—¡No quiero! —respondió ella, pero dejó de pulsar el botón, haciendo a Sully dejar de retorcerse y suspirar de alivio.

Gem agarró a Red, que era mucho más baja que ella, e inmovilizó sus brazos. Ella soltó un muy agudo grito que hizo a la mayor fruncir el ceño.

—¡Cállate y dame eso! —le gritó, tirando del mando.

—¡No!

Forcejearon durante un rato. Red intentaba morder a Gem, pero esta ya estaba acostumbrada y esquivaba con agilidad.

Finalmente, después de más de un minuto tirando del mando a distancia, la mayor de las hermanas cayó hacia atrás con el aparato entre las manos. Red cogió mucho aire y fue a lanzarse sobre ella, pero Gem fue más rápida y se levantó para después ponerle la zancadilla. Esto hizo que la zombie cayera al suelo y gritara una palabrota que jamás habría gritado en su forma humana.

Se levantó entonces a duras penas, encontrándose con Gem en posición de ataque.

—¿Quieres más? —preguntó.

La menor rodó su ojo y corrió hacia la puerta.

—¡Ya nos veremos otra vez!

Gem fue a perseguirla, pero Sully hizo un "pssst" para llamar su atención. La chica le miró, dándole tiempo a Red a salir a la entrada.

—¡Mami, nos vamos!

En el suelo se encontraban los miembros de La Madriguera, gruñendo de dolor. Madre e hija salieron corriendo por la puerta derribada anteriormente, dejando la casa a los recién llegados.

—Gracias por venir a rescatarme —dijo Sully.

Gem frunció el ceño y apretó el botón del mando que mandaba descargas eléctricas al chico, haciéndole gritar breves instantantes.

—¿¡A qué mierda viene eso!? —chilló él, con las cejas arqueadas— ¡Casi muero por culpa de ese cacharro!

—Eso por entregarte a un ejército de zombies por el grupo.

—Pero...

—Cállate o vuelvo a hacerlo.

Gem se puso a repasar con la mirada los botones del mando, que tenían pequeñas palabras escritas con rotulador permanente bajo cada uno, hasta dar con uno que decía "abrir". Lo pulsó, y tal y como había pensado, los agarres que mantenían a Sully en el sillón se abrieron, dejándole libre.

—Joder... —murmuró él, frotándose las muñecas— Por fin...

Con ayuda de Gem, se puso en pie. Ella gritó un par de cosas bastante bordes, haciendo a Jay gruñir desde fuera que estaban muy débiles.

—¡Podríais ayudarme al menos! ¡Es difícil cargar con este tío! —dijo Gem en voz alta.

—No podemos, en serio... —sollozó Elle— Que mujer, por Dios...

La chica resopló, pasándose el brazo de Sully por el brazo, ayudándole a caminar.

—Como vuelvas a preocuparme de esa manera te juro que las descargas eléctricas de mi hermana te parecerán poca cosa.

Él puso los ojos en blanco.

—Yo también te he echado de menos —dijo con sarcasmo.

Llegaron a la entrada a duras penas y se dejaron caer al suelo, junto a los demás, que tenían también algunos moratones y heridas.

—Lo has logrado —le dijo Hamu a Gem, arrastrándose hasta ellos y abrazando a Sully.

Poco a poco, todos se fueron acercando al más alto para saludarlo de nuevo con abrazos y llantos por parte de Pok y Elle.

—Menos mal que estás vivo. A Gem casi le da un ataque cuando le dijimos que te habías entregado —le dijo Jay, sonriente.

Ella se cruzó de brazos, negándose a admitir tal cosa.

—Y Muto lloró —afirmó Marso.

—Sah.

Los ocho rieron y se abrazaron de nuevo.

—Por favor, no más separaciones —suspiró Gem—. Me niego a repetir todo esto.

—No más separaciones —prometió Sully.

Ella pareció quedar satisfecha, pues sonrió y se tumbó, apoyando la cabeza en el regazo de Elle y las piernas en el de Pok.

—Bueno... Será mejor que descansemos. Aquí parecemos estar a salvo.

—Y tenemos camas —respondió Muto.

Se distribuyeron por la casa. Sully, Hamu y Jay se quedaron en el salón, durmiendo en el sofá y dejando de lado el sillón, pues mucho daño había causado ya. Elle y Marso permanecieron en la habitación de Red y Gem, ocupando las camas de estas dos, y Muto y Pok compartieron la cama de matrimonio de Fugui y Eve.

Gem se quedó haciendo guardia en el portal, apoyada contra la pared mientras releía entre bostezos la guía que había conseguido en la papelería aquella mañana.

—Acabaremos con esto... —pensó en susurros— Ahora que estamos juntos de nuevo, tenemos que acabar con esto...

Casi sin querer, dejó que sus ojos se cerraran y se durmió.

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