16;; Fiesta de pijamas al estilo apocalíptico

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Fiesta de pijamas al estilo apocalíptico


✩✩✩


—Gem... Gem...

Gem despegó los párpados con sobresalto y se puso en pie de un brinco, apuntando con su arma a la persona que había murmurado su nombre, causando que despertara del bonito sueño que estaba teniendo.

—¡Tengo un cortaúñas, y no me da miedo utilizarlo! —dijo, para luego bostezar larga y profundamente.

Marso la miró con los ojos muy abiertos, asustada por su reacción.

—Perdona, no quería alarmarte —se disculpó, retrocediendo.

Gem entornó los ojos hasta acostumbrar la vista y poder ver al fin a la chica.

—Ah, hola, Marso... —dijo, algo más calmada. Guardó el cortaúñas y se frotó los ojos— ¿Ya ha amanecido?

—No. No son ni las cuatro.

Gem soltó un suspiro de cansancio y volvió a sentarse con pesadez.

—Tranquila, me quedo yo un poco más. Vuelve a la cama.

Marso ladeó levemente la cabeza y levantó una ceja.

—¿Qué?

La del jersey gris se acomodó contra la pared, sintiendo que los párpados le pesaban terriblemente.

—¿No vienes para hacer tu turno de guardia?

—Ah, no, no es eso... —Marso rio, nerviosa— Sólo... eh... —Se mordió el labio inferior y bajó la mirada con vergüenza— No puedo dormir. Tengo miedo.

La mayor arqueó las cejas y esbozó una sonrisa de compasión. Se levantó de nuevo, y justo cuando se encontraba abriendo la boca para decir algo, una voz femenina sonó al final del pasillo de la casa, donde estaba la habitación de Gem.

—¿Qué está pasando? ¿Marso?

Elle apareció en la entrada, con uno de los pijamas de Gem y con el cabello despeinado.

—Buenas —saludó esta última—. ¿Qué es esto? Ni que estuviéramos en una fiesta de pijamas.

—¿Alguien ha dicho "fiesta de pijamas"? —chilló la aguda voz de Pok desde el cuarto de Fugui y Eve.

Gem se dio una palmada en la frente cuando Muto y Pok aparecieron también, situándose junto a Elle. Ambos llevaban expresiones de entusiasmo incontenido.

—No es una fiesta de pijamas —aclaró Marso por su amiga—. Sólo no puedo dormir.

Los dos chicos cambiaron sus sonrisas por muecas de decepción.

—Pues vaya...

—Sah.

Gem carraspeó y les hizo un gesto para que regresaran a sus habitaciones.

—Venga, ya podéis volver a dormir. Aquí no pasa nada.

—¡Pero no puedo dormir, Gem! ¡Tengo miedo!

—¡Yo también tengo miedo! —dijo Pok, abrazándose a Marso.

—¡Sah!

—Yo no, pero me niego a quedarme sola en tu habitación. Los peluches parecen vigilarme con esos ojillos tan siniestros, brillantes y saltones...

—¡Está bien, está bien! —exclamó Gem, alzando los brazos en señal de silencio, para luego añadir con sarcasmo—: ¡Venga, quedaron conmigo! ¡Es más, podemos ir con Jay, Hamu y Sully! ¡Veremos pelis, comeremos palomitas y, ya que nos ponemos, cantaremos "Eye of the Tiger" para calmarnos!, ¿no?

Los cuatro se miraron entre ellos. Al principio mantuvieron el silencio, y Gem creyó haberles hecho entrar en razón, pero de pronto sonrieron y se pusieron a dar saltos en el sitio.

—¡Oye, es buena idea! ¡Vamos al salón con los otros tres!

—¡Sah!

—¿Podemos ver Frozen?

—¡Sah!

—¿"Eye of the Tiger"? ¿Qué es eso?

Gem tomó mucho aire y comenzó a pegarse en la cabeza contra la pared.

—Por todos los dioses...

Elle le dio un par de palmaditas en la espalda como diciendo "Te comprendo" y la empujó con ese arte que sólo ella tenía para empujar hacia la puerta del salón.

—Venga, tú primera, que ha sido tu idea. Despiértalos.

—¿¡Qué!? ¡No! —Gem intentó escabullirse, pero su amiga la sujetó con fuerza por los hombros.

—Vamos, ¡no seas tímida! ¿Te da vergüenza porque está Sully?

—PERO QUÉ DICES CHALÁ.

Gem miró a Elle con incredulidad, y ella se encogió de hombros.

—Oye, no sé. Después de lo de esta tarde...

—UGH.

Sin decir nada más y con la cara roja de furia, Gem agarró con fuerza y rabia el pomo de la puerta y tiró de manera bastante bruta, entrando al salón. Llevó la mano al interruptor de la luz, encendiendo las lámparas del techo y haciendo a los tres ocupantes del sofá gruñir y quejarse por lo bajo.

—¿Pero qué mierda...? —bostezó Sully, incorporándose.

—Cinco minutos más... —murmuró Ham, hundiendo el rostro en uno de los cojines.

—Venga, arriba —dijo Elle, resplandeciente—. Fiesta de pijamas.

Nadie pareció ver a Gem pegarse de nuevo contra la pared.

—¿Qué? —Jay se revolvió entre las mantas para poder mirar a Elle, sin las gafas puestas aún— ¿Ahora? ¿Qué hora es?

—Las cuatro —respondió Gem, cruzada de brazos y sin preocuparse por el chichón que le empezaba a salir en la frente—. A mí me hace incluso menos gracia que a vosotros. En serio.

Una vez los tres estuvieron "del todo" despiertos, Muto y Pok se tiraron sobre el sofá, ocupando todo el espacio sobrante y diciendo "sah". Elle y Marso reían felizmente, mientras que Gem atizaba a la pobre pared con su cabezón.

—Explicadnos de qué va esto —exigió Sully, colocándose las gafas.

—Marso y Pok tenían miedo y hemos pensado en hacer una fiesta de pijamas para que se les pase —explicó brevemente Elle.

—¡Sah!

—Perdón, Muto. Marso, Pok y Muto tenían miedo.

—Sah.

—¿Y tú? —preguntó Jay, desviando la mirada hacia Gem.

—Me han obligado a venir hasta aquí. Yo estaba haciendo mi guardia, cuando...

—Pero si estabas durmiendo —recordó Marso.

Gem abrió los ojos como platos y se le subieron los colores.

—Eh... No, no... O sea, sí, sólo descansaba la vista... —se excusó.

—Ya. Seguro.

La castaña frunció el ceño, y sin decir nada más, tomó asiento en el sillón rojo que había sido causa de las pesadillas de Sully aquella noche.

—¿Y qué queréis hacer? —preguntó Hamu, incorporándose y bostezando.

—Gem quería cantar "Eye of the Tiger" —respondió Pok.

La mencionada alzó una ceja y sonrió de lado.

—Ah, no, no, era sólo una broma.

—Lo dijiste. Tienes que hacerlo.

—No lo haré.

—Entonces, si me disculpáis, me vuelvo a dormir... —suspiró Jay, tumbándose de nuevo.

—¡Nooo, Jay! ¡No te duermas! —suplicó Marso— ¡Vamos a hacer algo todos juntos! ¡Comamos palomitas, como dijo Gem!

Todos se giraron hacia esta, que los observó con confusión.

—¿Qué? —preguntó, sin entender. De repente, pareció caer, pues frunció el ceño y negó con la cabeza— Yo no voy a hacer palomitas ahora.

Marso se le acercó, con ojos llorosos y el labio inferior sobre el superior.

—Porfaaa, Gem.

El gesto de la aludida pareció volverse más blando. Suspiró y se puso en pie.

—Bah... ¿Las queréis con sal o con mantequilla?  

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