20;; El VERDADERO apocalipsis

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◤El VERDADERO apocalipsis◢


✩✩✩



Zombies y humanos se posicionaron en el centro de la plaza, rodeando a Red y a Marso. Fugui, con ayuda de sus ojos dispara láseres, dibujó un rectángulo partido por la mitad en el suelo. Cada niña se colocó sobre una de las mitades, cara a cara.

—Esto funciona así: —empezó a explicar Red— la que abandone su mitad del rectángulo, pierde. Nadie del público puede salir de entre la multitud para ayudarnos. —Al decir esto, miró de reojo al grupo de humanos, para luego concluir con un—: Muy simple.

—¿Se pueden pegar puñetazos? —preguntó su rival, preparando los puños con algo de indecisión.

—Claro.

Hamu tragó en seco y colocó las manos a ambos lados de su boca, a modo de megáfono.

—¡Vamos Marso! —exclamó— ¡Dale una paliza digna de la familia!

—¡Marso! —La mencionada se volvió levemente hacia Gem, que se había acercado algo más de lo que tal vez debería según las reglas que Red había establecido— ¡No te olvides de lo que habíamos dicho que haríamos!

En ese momento, Marso no entendió del todo, pero entonces vio como su amiga se palpaba el bolsillo y asentía, recordándole así del plan que habían elaborado aquella mañana.

—¡No seré capaz! —respondió con la voz entrecortada— ¡Seguro que sale mal!

—¡Claro que serás capaz!

—¿Podemos empezar ya? —intervino Red— Tengo un ajetreado horario en el que se incluye comeros a todos y dominar el mundo. Esas cosas.

Antes de retirarse, Gem levantó los pulgares en señal de ánimo y regresó junto a su grupo. Hamu se encontraba sentado en el suelo, con expresión preocupada, siendo consolado por Elle y Pok. Gem se situó entre Jay y Sully, que observaban la escena con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa? —preguntó ella.

—Muto. No aparece —respondió Jay, de brazos cruzados.

—¿A dónde ha podido ir ese imbécil? —dijo Sully, sujetándose el puente de la nariz.

—Dejadlo. Sabrá apañárselas él solito. —les calmó Gem, y luego añadió—: Lleva consigo una súper espada escupe fuego y ácido.

—Cierto —recordaron los dos a la vez.

—Shhh —chistó Elle desde abajo, aún con el brazo alrededor de los hombros de Hamu—. Van a empezar.

Las miradas de todos los allí presentes se clavaron en las dos chicas, que se miraban con el ceño fruncido. La plaza al completo se hallaba en absoluto silencio.

Fugui se colocó junto a la línea divisora del rectángulo, y dijo una palabra que nuestros protagonistas no entendieron en voz muy alta, haciéndose oír.

—Tres... —tradujo Red— Dos...

Ambas esbozaron posiciones de ataque.

—Uno, ¡ya!

Fugui dio una palmada y lanzó un disparo de rayos láser al cielo, que indicó el comienzo de la pelea.

—¡Gyaaa! —chilló Red a modo de grito de guerra.

La zombie fue a abalanzarse sobre Marso, con los puños cerrados y aún gritando. Esta , en vez de atacar o defenderse, se llevó la mano al bolsillo, retrocediendo. Justo cuando Red iba a asestarle un fuerte golpe, la hermana de Hamu cerró con fuerza los ojos y arrojó algo hacia la cara de su contrincante. Afortunadamente, Red aún se hallaba gritando cuando esto pasó, y tenía la boza muy abierta, así que el objeto lanzado le entró de lleno en esta, sobresaltándola. Se frenó en seco, y debido a la sorpresa, tragó sin pensarlo dos veces, abriendo de par en par los ojos.

El público se encontraba sin mover ni un solo músculo, sin atreverse ni a parpadear con tal de no perderse ni uno de los siguientes movimientos de Red.

Una sacudida recorrió el cuerpo de la zombie, haciendo que grandes sonrisas aparecieran en los rostros de los miembros de La Madriguera allí presentes. Entonces, la chica comenzó a tambalearse, temblando cual flan. Intentó decir algo, pero pareció marearse y cayó de rodillas al suelo. Después de un par de sacudidas más, su único ojo se puso en blanco y de su boca empezó a caer espuma mezclada con el chocolate que Marso acababa de colarle. Se llevó las manos a la garganta, haciendo unos sonidos guturales no muy agrdables.

Marso dio un par de pasos hacia atrás, pero sin llegar a salir del rectángulo. La batalla no terminaba hasta que una de las dos abandonara el campo de batalla...

Pasó casi un minuto hasta que Red dejó de agonizar. Fue entonces cuando su cuerpo cedió, cayendo de espaldas pesadamente. Todo el mundo contuvo el aliento durante unos breves instantes.

La mitad de la cabeza de Red se encontraba fuera del rectángulo.

La Madriguera estalló en gritos de júbilo. Hamu, Elle y Pok se pusieron en pie de un salto, con los puños en alto, y este primero miró a la de la bufanda con euforia.

—¡Elle, hemos gando! —exclamó, temblando por la emoción.

Elle cogió mucho aire y miró al más alto.

—Hamu, ¡yo...! —comenzó a decir, pero fue interrumpida por él, que la tomó de los hombros y le plantó un beso en la boca, haciendo que la castaña abriera como platos los ojos y se pusiera rojo cual tomate.

Jay y Sully se abrazaron, aplastando entre ellos a Gem, que reía como si nada. Cuando Hamu y Elle hubieron terminado con lo suyo, Pok abrazó a ambos, aún gritando de felicidad.

Marso se les unió al poco rato, y todos acabaron fundiéndose en un largo abrazo grupal.

Los zombies observaban a su jefa, sin comprender por qué no se levantaba para darles una nueva orden. Eve, en cambio, sonreía levemente al lado de Fugui, que estaba de brazos cruzados, observando con orgullo a La Madriguera.

—Ugh...

De nuevo reinó el silencio. Todos los chicos se volvieron, sin dejar de abrazarse, hacia Red. La chica estaba incorporándose con dificultad, ya con la piel recuperando su color normal (aunque algo más pálido que de costumbre), las heridas curándose y el ojo de nuevo en su sitio.

—¿Qué ha pasado? —murmuró, girándose. Al ver a la multitud de zombies que la observaba con preocupación, pegó un bote y se puso en pie— ¿Es que estoy en una fiesta sorpresa de disfraces o algo así?

Gem se acercó a ella con el semblante serio.

—Ya hablaremos más tarde sobre todo esto, y te pegaré todas las collejas necesarias por casi matar a uno de mis amigos —le dijo, situándose a su lado—. Ahora, ordénales que se coloquen en fila frente a ti.

—¿Qué? —Red miró a su hermana con expresión de confusión— ¿A esas cosas? ¿Y qué te ha pasado en la cara? ¿También vas disfrazada?

—Son zombies de verdad, y te harán caso. Pero date prisa, antes de que se den cuenta de que eres humana de nuevo.

—¿Y lo de tu cara...?

—Ya te lo explicaré más tarde.

La menor fue a preguntar de nuevo, pero Gem le dio un suave empujón, obligándola a acercarse a la multitud de zombies.

Red miró a sus antiguos súbditos, aún sin entender, pero decidió que lo mejor sería fiarse de su hermana y obedecer.

—Eh... Buenas —saludó en voz muy alta para hacerse oír por toda la plaza. Un par de zombies sacudieron sus manos, correspondiendo el saludo—. ¿Podríais, por favor, hacer una fila aquí delante?

Ni siquiera les extrañó que su reina pidiera tal cosa por favor. Prácticamente al instante empezaron a moverse, sincronizados, formando una fila de uno que recorría toda la plaza y se perdía por la calle principal.

—No pensé que fuera a funcionar —admitió Sully cuando Gem volvió junto a ellos, dándole una palmada en el hombro—. Para ser tan pequeñita eres lista, gatito.

—Me vuelves a llamar así y te caso el intestino y te lo pongo de corbata.

—¿El delgado o el grueso?

—Ambos.

Él sonrió forzadamente y se alejó, quedando junto a Jay.

—No pensé que fuera a funcionar —repitió.

Jay se encogió de hombros.

La tarde pasó muy lentamente. Los zombies, al llegar a Red, tomaban un trozo de chocolate e iban a situarse tras La Madriguera, justo antes de comer el dulce y transformarse.

El hecho de que fueran más de tres mil zombies hizo que pasaran varias horas hasta que todo el pueblo hubo recuperado su forma humana.

Mientras tanto, los chicos se encargaban de explicarle a los recién curados la situación y a cuidarlos como podían. Más de uno les vomitó así de repente o estalló en llantos incontrolables, terminando con la paciencia y calma de nuestros protagonistas.

—Le juro que como no deje de llorar, le sacaré los ojos y los usaré de tapones para los oídos con tal de no escucharla más —amenazó Gem a una señora que se abrazaba a sí misma con el rostro surcado de lágrimas. La castaña mostraba ya unas muy profundas ojeras que ya adornaban los ojos de todos sus compañeros.

—Discúlpela, está cansada —se excusó Jay, obligando a Gem a caminar en dirección contraria a la pobre mujer.

Cuando la luna se encontraba ya en lo alto del estrellado cielo, el último de los zombies estaba engullendo un bombón de chocolate blanco, devolviéndole a su forma de humano.

Muchas de las personas ya habían abandonado la plaza, volviendo a sus hogares para descansar de tal locura, y tan sólo unos cien seguían bajo los cuidados de La Madriguera.

—Se acabó todo... —suspiró Marso, dejándose caer en un banco— De vuelta a la normalidad.

Tras una media hora, la gente restante se despidió de sus salvadores, dejándolos solos en la plaza. Eve y Fugui también se habían marchado a casa junto a Red, agotados, dejando a su hija mayor a cargo de Sully y Jay. Había sido un día muy largo...

—De vuelta a casa, ¿no...? —murmuró Gem, sentándose junto a Marso.

El resto de La Madriguera la imitó, quedando todos algo apretados en el banco.

—Antes deberíamos averiguar que ha sido de Muto, ¿no? —recordó Pok.

Todos abrieron sus cansados ojos de par en par.

—¡Muto! —exclamaron al unísino.

—¡Ya ni me acordaba...! —dijo Elle, llevándose las manos a la cara.

—¿Me buscabais?

Como por arte de magia, Muto apareció frente a ellos, sobresaltándolos.

—¿Muto...? —Gem alzó una ceja— ¿Dónde estabas? ¿Y cómo has llegado hasta aquí?

Él sonrió y empuñó su espada, alarmando a sus amigos.

—Eso no importa —respondió, seco—. No ahora.

—¿De qué hablas? —Sully se levantó, con los puños cerrados— ¡Hemos tenido que apañárnoslas solos para curar a todos los zombies!

Muto alzó su arma, haciendo al más alto retroceder.

—Sí, he visto que habéis sido capaces de arruinar mis planes... —dijo, con el ceño fruncido— Estaba a punto de dominar el mundo, ¿sabéis?

—¿Qué? —preguntaron los demás al unísono.

Él rio y ladeó la cabeza.

—Eso es... Yo fui quien comenzó este apocalipsis, quien le dio a Red la habilidad de hablar aun siendo zombie —explicó, con voz siniestra—. Mi plan era dejar que ella hiciera todo el trabajo sucio y luego hacerme yo con el poder... ¡Y vosotros lo habéis estropeado!

Levantó la espada. La Madriguera al completo gritó y esquivó el golpe, que dio de lleno en el banco, destrozándolo.

—¿¡Qué haces!? —chilló Jay.

—¡Estás loco! —dijo Pok, abrazándose a Gem.

—Sah —respondió Muto, muy sonriente—. Supongo que se puede decir que lo estoy.

—¿Cómo lo has hecho...? —preguntó casi en un susurro Gem.

—¿Te refieres a todo esto del apocalipsis? Tan sólo necesité un cuerno de unicornio para preparar una poción mágica y esas cosas.

Hizo un gesto con la mano, y los cuerpos de los chicos se levantaron de golpe del suelo, haciéndoles gritar.

—¿Algo que decir antes de morir? —dijo maliciosamente el rubio.

Sus antiguos amigos se miraron entre ellos, aterrados.

¿Era el fin...?

—¡Sí! —exclamó Sully— ¡No puedo morir sin... sin antes confesar estoy...! —Cerró los ojos y tragó saliva— ¡Enamorado de alguien de los aquí presentes!

El resto alzó las cejas.

—Ah... Pues adelante —dijo Muto, encogiéndose de hombros—. Pero rápido.

Sully se giró hacia sus compañeros, con el ceño fruncido.

—Yo... yo...

Gem apretó los dientes.

—¡Sully, yo también te...! —comenzó a decir.

—¡Jay, te quiero! —le interrumpió él.

El más alto se lanzó sobre Jay, que abrió como platos los ojos.

—¿Qué...? ¿En serio? —sollozó.

Sully asintió, y los dos se besaron brevemente bajo la luz de la luna.

—Bien, pues ya está —rio Muto.

El malo maloso casqueó los dedos y un rayo mágico salió del tercer ojo que escondió bajo su flequillo, dando con los flotantes miembros de La Madriguera, matándolos a todos al instante.

Era el comienzo del VERDADERO apocalipsis...


—Espera, espera, ESPERA —interrumpió Jay, haciendo un gesto a Gem para que se callara—. ¿Qué?

Ella rodó los ojos.

—¿Quieres dejar de interrumpirme? —pidió ella, acomodándose en el sofá de su casa.

Sully se cruzó de brazos y piernas.

—Entonces, según tú —empezó a decir—, si mañana quedamos en La Ensaimada nos veremos involucrados en un apocalipsis zombie en el que obtendremos mega armas para luchar contra tu hermana, que es la reina de los zombies. Luego yo seré terriblemente torturado, y cuando logréis salvarme, gracias a la hermana de once años de Hamu lograremos derrotar a miles de zombies para luego morir a manos de uno de nosotros...

—Exacto.

—La historia dejó de ser creíble en cuanto mencionaste el pelo de unicornio... —murmuró Elle— Y yo ni siquiera estoy enamorada de Hamu.

—¡Hasta lo del unicornio era más creíble que lo de mi beso con Jay! —exclamó Sully— ¿No te queda claro que soy hetero todavía?

—¡Habría sido bonito! —respondió ella.

—¿Y qué pasó con el amor zombie de Jay? —preguntó Muto.

—Pues... eh...  

—Vale, ya basta —interrumpió Pok—. Gem, si no te apetece quedar en La Ensaimada, dilo y ya.

Ella bajó la mirada.

—Es que mañana va a hacer mucho frío...

—Pues volvemos a quedar en tu casa —dijo Elle.

—Me parece bien.

—Haberlo dicho antes...

—¿Para eso nos hemos tragado toda esta historia?

Gem se puso en pie para despedir ya a sus compañeros.

—Bueno, venga, es tarde... —bostezó. Se dirigió a la puerta de salida y la abrió mientras el resto se colocaba los abrigos— Hasta mañana.

De uno en uno fueron saliendo por la puerta, despidiéndose con un breve "adiós". Justo cuando el último de ellos iba a cruzar la salida, Muto, Gem le agarró del brazo.

—Oye, Muto, te he visto despistado antes y no has respondido cuando hemos dicho de quedar —le regañó—. Te han quedado claros los planes de mañana, ¿verdad?

Él sonrió y se deshizo del agarre de la chica, para decir, mientras bajaba las escalaras del portal:

—Sah.

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