3;; Cortaúñas y súper espadas lanza ácido

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Cortaúñas y súper espadas lanza ácido


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El hombre sonrió y se colgó la ballesta a la espalda.

—Vaya, si estáis todo el grupito. —Miró a Gem y alzó las cejas, sin dejar de sonreír—. Uy, estás viva. Qué bien.

El labio inferior de ella empezó a temblar.

—Menos mal que estás bien... —suspiró— ¿Sabes algo de mamá y Red?

Fugui se encogió de hombros y se colocó bien las gafas sobre la nariz.

—Yo mismo vi como los zombies las mordían. Muy desagradable, por cierto... —Se sentó en el mostrador y cruzó brazos y piernas— Pensé que a ti te habían cogido también. Se me había olvidado que habías quedado con esta gente.

—¿Desde cuándo tienes una ballesta, papi?

—¿Y puedo tener yo una? —Pok miró con ojos brillantes al hombre.

—Hija, llevo años preparándome para el apocalipsis zombie. ¿Por qué te crees que juego tanto al "Call of Duty"? Y tu madre diciéndome que no me serviría para nada... ¡Ja! ¿Y quién es ahora un zombie? —Se levantó de un salto e hizo un gesto para que le siguieran a través de la tienda— Venid, venid. Necesitaréis algo para defenderos.

Los chicos se miraron entre ellos con entusiasmo. ¿¡Tendrían armas!? ¿Armas de verdad de esas que matan? Era el sueño de más de uno.

Cruzaron un corto pasillo, y el padre de Gem se paró frente a una estantería. Miró a Sully y a Jay y les dijo que le ayudaran a moverla. Entre los tres, lograron separarla de la pared.

Todos quedaron asombrados al ver lo que la estantería había estado ocultando: una enorme y pesada puerta de acero muy típica de cámara fuerte, con un panel de números a la derecha.

—Sah... —susurró Muto.

Fugui pulsó unos cuantos números (marcando la contraseña familiar, como reconoció Gem al instante) y la puerta se abrió hacia fuera con un "click".

—Et voilà! —exclamó Fugui, resplandeciente— Escoged lo que queráis.

La cámara estaba hasta arriba de todo tipo de armas, desde palos astillados hasta una espada de dos metros de altura de doble filo que probablemente podría escupir fuego o ácido, o las dos cosas.

—¿¡Tienes un lanzallamas!? —Pok se abalanzó sobre el arma mencionada, con los ojos llenos de ilusión— ¿Puedo quedármelo, señor papá de Gem?

Fugui le acarició la cabeza a Pok.

—Claro que sí, pequeñín.

—¡Wiii!

Sully entrecerró los ojos.

—Yo quiero un hacha-escopeta —murmuró con malicia.

El padre de Gem se rascó la barba, pensativo.

—Veamos... —Empezó a remover las armas con cuidado de no poner en funcionamiento ninguna— No creo tener una de esas. Dejaron de venderlas... —Tomó entonces una escopeta y un hacha y se las dio— Apáñatelas, chico.

Con expresión seria, Sully tomó el mango del hacha y la introdujo en el cañón de la escopeta ante la confusa mirada de los demás presentes.

¡Ta-dáaa! Un hacha-escopeta.

—Acabo de hacer una tontería, ¿verdad? —susurró, aún con los ojos entornados.

El resto asintió al unísono.

—Bueno, ignoremos eso —pidió Jay, acercándose a la cámara—. ¿Tienes algún chakram, Fugui?

—Sep. —El aludido sacó un par de las armas mencionadas y se las tendió—. ¡Siguienteeee!

Gem tenía un pánico terrible a las armas de fuego, así que se hizo con un pequeño cortaúñas metálico que, según ella, podría ser muy eficaz. Muto tomó la súper espada escupe fuego y ácido —miedo me da lo que pueda pasar...—, Hamu se quedó con una llave espada como estas del Kingdom Hearts y Elle decidió que sus compañeros serían sus armas.

—Si me veo en peligro, os lanzaré contra él —decía—. También seréis buenos escudos...

Aun así, obedeció cuando Gem le dijo que cogiera una navaja multiusos de esas que tienen muchos usos.

—Bueno, bueno, creo que estamos listos, ¿eh?

Supongo que os imaginaréis a todo el grupito esbozando poses épicas, sosteniendo sus armas con sensualidad mientras una brisa de aire movía sus pelos a cámara lenta alrededor de sus altivas miradas... Pero, nah, era la primera vez que llevaban cosas tan peligrosas encima y Pok ya estaba corriendo en círculos con el flequillo en llamas, chillando.

Muto era el único que parecía haberse adaptado a la perfección a su súpermegachachiepicespada escupe cosas, por increíble que suene.

Fugui se rascó la nuca, sonriendo forzadamente.

—Sí, perfecto. Anda, vamos...

Gem, sin dejar de intentar apagar el peinado de Pok, preguntó:

—¿A dónde?

—Tendremos que buscar comida, cacho imbécil —respondió Elle.

—Imbécil —repitieron los demás.

Ella puso los ojos en blanco, y de un soplido extinguió el fuego de la cabeza de su pobre amigo, que había empezado a lloriquear por el miedo.

De repente, Fugui pareció recordar algo.

—¡Esperad, se me había olvidado algo muy importante! —exclamó— Cuando llegué a casa para salvar a mamá y a Red, los zombies ya estaban en el jardín atacándolas. Yo llevaba un par de bombones encima, y se los lancé intentando hacerles daño, pero se los comieron dos de ellos. ¡El caso es que, al hacerlo, recuperaron sus formas humanas...! Claramente, al instante fueron mordidos de nuevo...

Jay alzó una ceja.

—¿El chocolate es la cura?

Fugui se sacó de los bolsillos unas cuantas chocolatinas y las repartió.

—Exacto —respondió—. Tenemos que ir en busca de mucho chocolate para curar a todo el pueblo. También he comprobado que da igual si los rematas, al rato vuelven a ponerse en pie... Así que, no temáis en meterle un balazo a algún ser querido zombie. ¡Ya están muertos, no pueden volver a morir.

Los chicos se miraron, parpadeando confusos.

—Sah, creo —dijo Muto.

—Pues entonces, ¡vamos! —dijo Fugui, girándose hacia la puerta.

Abrió esta tirando del pomo y se encontraron en el exterior. Aún no había amanecido.

—Uh, menos mal que no hay ningún zombie... —suspiró Elle.

Qué casualidad que justo en ese momento una enorme multitud de estos apareció en la distancia. Esta vez, sí que podían ser más de 100...

—¡¡Corred!! —exclamó Hamu.

Al parecer, todos interpretaron esto como un grito de ataque, pues se lanzaron directos a los zombies, chillando.

Que protagonistas más imbéciles tenemos, por todos los dioses...


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