5;; Separados [Parte 2 de 2]

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5;; Separados [Parte 2 de 2]◢


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—Niña, que te muevas.

—SHHHH.

Gem le dio la espalda a Sully, aún con la mirada clavada en el libro.

—Estoy a punto de acabarlo, ¿vale? —se quejó.

—Sully, déjala y ayúdanos —gritó Jay desde el almacén.

El mencionado resopló y colocó las manos de manera que parecía que fuera a estrangular a la chica. Luego suspiró para calmarse y obedeció al mayor.

En el almacén se encontraban Muto y Jay pegando folios, libretas cartulinas y cosas de por el estilo con celo y cola. Bueno, en realidad, el primero aún intentaba encontrar el principio del rollo de celo y Jay intentaba quitarse el pegamento de entre los dedos.

—Ayuda, por favor —gimoteó, mordiéndose un labio.

—La madre que os parió...

Fue una mañana bastante larga. Gem no se despegaba de su libro mientras sus compañeros seguían haciendo lo que se suponía que estuvieran haciendo, aunque ella no tenía ni idea. Estaba demasiado concentrada como para preguntar, e igualmente, le daba bastante igual.

—¡Lo logré! —exclamó Muto felizmente tras lograr hacerse con el borde del fiso después de más de una hora y media— ¡Lo logré, chicos, lo logré!

GRRRRRRRRR.

Jay y Sully interrumpieron su tarea para mirar con los ojos muy abiertos a Muto.

—¿Qué ha sido eso? —interrogaron al unísono, poniéndose en guardia.

El más pequeño de los tres se frotó la tripa y se colocó bien las gafas.

—Creo... creo que tengo hambre —dijo con el ceño fruncido.

—¡Terminé! —suspiró Gem, incorporándose y dejando el libro donde lo había encontrado.

Justo en ese momento, sus compañeros entraron en la habitación.

—Gem, hay que buscar comida —dijo Jay, muy serio—. No podemos estar aquí sin comer nada. Tenemos hambre.

—Sí, sí, está bien, ¡pero tenéis que escucharme un momento! Este libro... —Gem se puso en pie y señaló el manuscrito, resplandeciente, pero Muto le puso el dedo índice sobre los labios.

—Sssah —chistó.

—Tú y yo iremos a buscar algo de alimento mientras Sully y Muto continúan trabajando, ¿vale?

Ella frunció el ceño y levantó la mirada hacia Sully, que se encogió de hombros.

—Menos gracia me hace a mí —dijo, señalando con el mentón a Muto.

Se deshizo de la mano del chico y cogió el libro.

—Pero, escuchad, es importante que sepáis que...

—Sí, sí, es peligroso salir... Por eso sólo iremos dos, para que por lo menos, si nos pasa algo, ellos puedan reunirse con el resto... —la interrumpió otra vez Jay.

—No, Jay, digo que...

—Además, necesitamos chocolate —continuó Muto—. Si no, estamos completamente indefensos.

Gem, empezando a impacientarse, comenzó a dar saltitos en el sitio.

—Que sí, que hasta ahí llego, ¡pero en serio, es...!

—¡Gem, déjalo, no hay nada que hacer! Tienes que ir tú —insistió Sully.

—¿¡PERO QUERÉIS CALLAROS DE UNA PUÑETERA VEZ, LECHE!? ME HACÉIS DECIR PALABROTAS.

Los tres mudaron de pronto. Gem cogió aire y puso el libro frente a sus narices.

—"Guía de supervivencia en caso de que un apocalipsis zombie ataque tu pequeño pueblo y tu grupo se haya dividido en dos" —leyeron todos al unísono.

—Un título curioso —pensó en voz alta Jay.

—Sah. —Creo que no es necesario que escriba quien dijo eso.

—Dice muchas cosas interesantes. He sido capaz de memorizar algunas de ellas, pero no todo. Así que creo que sería buena idea llevarlo encima hasta que nos reunamos con los otros de nuevo.

—Pero... pero si ahora Jay y tú vais a buscar comida, estaremos divididos en tres, no en dos —reflexionó Muto.

Gem le pegó con el grueso libro en la cabeza fuertemente.

—Lee la letra pequeña —dijo, señalando una pequeña frase entre paréntesis bajo el título.

—"(También vale si os dividís en más para buscar comida)" —leyó Muto. Entonces, alzó una ceja—. Vaya, es como si el libro conociera nuestra situación.

Gem se encogió de hombros.

—Hay una cantidad increíble de libros raros en el mundo. Es casualidad que este esté aquí en este momento.

Jay se cruzó de brazos, pensativo.

—¿Y quién de nosotros se lo queda? —preguntó.

La chica se abrazó con fuerza al libro y gritó:

Los demás tragaron en seco y murmuraron un "vale" a la vez.

—Entonces... ¿vamos o no? —le preguntó Jay, algo asustado.

—Oky.

Los chicos se observaron entre ellos, diciéndose con la mirada que su amiga estaba demasiado loca. El mayor suspiró entonces y se dirigió a la puerta de salida.

—Pues vámonos —suspiró.

Gem se colocó tras él, metiéndose el libro bajo el jersey.

—Lista.

Jay se volvió a Muto y Sully.

—Si en media hora no hemos vuelto, significará que algo nos ha pasado o que estamos en peligro, así que tendréis que ir en nuestra búsqueda. Si por un casual nos atrapan... id vosotros en busca de los otros tres, ¿entendido?

Los dos asintieron al unísono. Sully se sorbió los mocos.

—Jay, no mueras.

Gem frunció el ceño.

—¿Y yo?

—Sí, bueno, tú tampoco.

Ella gruñó un par de insultos y abrió la puerta.

—Vamos, Jay.

Ambos cruzaron la salida y se despidieron en voz baja. Todos tenían un terrible presentimiento de que algo malo iba a suceder...

—Adiós, chicos —susurró Sully.

—Sah.


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