Capítulo 19 - Calmarte

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Rubén

No tenía palabras para las cosas que me estaban pasando, tenía la felicidad tan cerca de mí, esa felicidad cuyo nombre es Miguel Ángel.

La clase había acabado, aunque con ello no me había librado se caricias disimuladas por parte de Miguel. Disfrutaba mucho de aquello, solo sentir un simple roce realizado por él era razón para que un hormigueo recorriera mi cuerpo, se sentía bien, muy bien.

Estábamos en el segundo receso, que quería compartir solo con él, con Miguel, me gustaba estar con él. Le pedí que no saliéramos del aula y que me avisara hasta que estemos totalmente solos.

-Listo, Rubiuh. Yah no hay nadie. ¿Por qué queríah que nos quedemoh? -la verdad ni yo lo sabía, pero quería estar solo con él.

-Pues... -suspiré. No había pensado alguna excusa. - Solo quiero estar contigo. -me sinceré.

-Peroh, ¿y tus amigoh? -volvió a tomarme las manos y a acariciarlas nuevamente haciendo que me relajara.

-Ellos están bien. -suspiré. - Igual yo solo sería una carga, no aporto nada.

-¿Peroh qué dices? -me soltó. - Noh eres nadah de eso, Rubiuh. -sentí sus manos posarse en mis mejillas acariciándome.

-Lo dices por ser bueno conmigo. -bajé la cabeza.

-Noh, lo digoh porque eres un chicoh muy dulceh. -sus dedos se movían muy lento como si disfrutara también de las caricias.

-Joder... -sentí un calor invadir mis mejillas, aquel calor que solo sentía con Miguel, sus caricias y sus palabras.

-Es la verdah, eres muy monoh. -me dio un leve apretón en mi mejilla izquierda, como lo hacía mi madre, pero estaba vez se sentía diferente, con él todo se sentía distinto.

-Mangel... -recosté mi cabeza en su mano, me gustaba ese roce.

-Meh gusta tocarteh. -susurró. - Se sienteh bien... -su voz era muy relajante.

-A mí también me gusta que me toques. -admití.

-Hazlo... -no sabía a lo que se refería. - Tócameh, quieroh que lo hagas. -joder, eso me tomó por desprevenido.

-¿Qui-quieres que lo haga? -me fue imposible no tartamudear.

-Sí, tócameh también. -mi respiración se agitó cuando sentí su mano sobre la mía y la llevaba con dirección a su rostro donde volví a sentir su piel, muy suave.

Comencé a mover mis dedos cuidadosamente por su piel, sintiendo como mi corazón se aceleraba en cada segundo que pasaba. Tocarlo era como poseer un pedazo de cielo y apreciarlo, volver a ver, eso era para mí poder sentir su tersa piel.

Así nos quedamos, tocándonos mutuamente, disfrutando de aquello tan cálido. Tomó mi mano libre con la suya también y entrelazó nuestros dedos mientras seguíamos con las caricias.

-Te quieroh... -susurró.

-Yo te quiero más. -secundé.

-Yoh más... -continuó.

-Yo-yo más. -estaba nervioso. Esto no me pasaba muy seguido.

-Rubiuh... -sentí un aire cálido cerca de mi rostro. - Eres loh más especial que tengoh. -su voz en mi oído, era tan encantadora.

-Tú lo eres para mí, espero que estemos juntos mucho tiempo. -confesé.

-Yoh también lo esperoh. -y su tenue voz se alejó.

Se oyó la campana que daba por terminado el segundo receso, y los gritos de mis compañeros comenzaban a ser más estruendosos. Miguel deshizo el agarre, mientras yo me acomodaba en mi posición, había sido un acto muy afectuoso y cautivador.

Los pasos acelerados de mis compañeros de aula llenaron el lugar, mientras trataba de calmar los raudos latidos de mi corazón. La voz del maestro indicando la nueva clase los calló haciendo presente el silencio, la clase comenzó y yo solo esperaba que Miguel me volviera a tocar, a acariciarme solo como él sabía hacerlo.

-Alumno Rogel, ¿podría resolver este ejercicio? -habló el maestro de matemáticas. A decir verdad, no me iba muy bien en esta materia, era muy jodido aprender algo que no sea sumar o restar con la máquina. Así que se me hacía muy difícil.

-Claroh. -accedió. Oí como sus pasos se alejaban de mi lado tomando un destino lejano al mío.

No tenía idea de lo que Miguel supiera en cuestión de la escuela, solo que impresionó al maestro de sociales, nada más. Quizás ese era su fuerte y ahora el maestro de matemáticas lo estaba avergonzando delante de toda la clase. Joder.

-¡Estupendo! -exclamó aquel viejo docente. - Nunca vi a alguien de su edad resolver un ejercicio de tal grado. -sonaba asombrado en realidad. - ¡Felicitaciones, usted es un niño muy brillante! -terminó de congratular.

-Noh ha sidoh difícil, no finjah. -la voz de Mangel se hizo notar. Parecía tímido a comparación que el maestro.

-Esto denota su gran coeficiente intelectual que sobresale entre todos sus compañeros. -sí que estaba orgulloso. - Demostrando el porqué del adelanto de su grado. -este hombre no pararía de hablar.

-Noh diga esas cosas, menos hable sobreh el temah. -Mangel sonaba serio como si el tema le molestara.

-Pero si es una de las mentes más prodigiosas de Esp... -

-¡Noh! -lo interrumpió. - ¡Ya noh hablé de esoh! -sus pasos volvieron a acercarse hacia mí.

-Sigamos con la clase. -habló el desconcertado docente.

-Lo sientoh... -me susurró. - Noh me gustah hablar sobreh eso. -se oía más calmado.

-No tienes porque disculparte, eres muy bueno en las materias. -moví a tientas mi mano.

-Sí tengoh que hacerloh, me cabreé sin motivoh alguno. -encontré su mano y la tomé.

-No debes avergonzarte por se muy listo. -comencé a acariciarlo. - Aparte que eres modesto. -su mano reaccionó a la mía.

-Peroh... -

-No digas más, solo relájate. -sentí como su mano entrelazaba sus dedos con los míos privándome de todo aquello que me rodeaba, de todos los sonidos para solo prestar atención a sus caricias.

La última campana del día sonó y me dispuse a guardar a tientas mis cosas en mi mochila, a decir verdad no era mucho, solo hojas de papel y mi cuaderno de asistencia; la máquina siempre se quedaba en la escuela porque era muy pesada llevarla de un lado a otro.

-Mangel. -llamé.

-Dime Rubiuh. -sentí su mano posarse en mi hombro derecho.

-¿Podrías ayudarme a pararme, por favor? -conjuntamente alcé mis brazos, donde en uno de ellos reposaba mi mochila.

-Valeh. -pasó sus manos suavemente por mi cintura y lentamente fue elevando mi cuerpo hasta ponerlo de pie.

-Ehh... gracias. -estaba muy nervioso, él se mantenía abrazándome de esa manera.

-De nadah. -se le oía tan seguro, pero su cuerpo estaba tenso. Así que para provocarlo agaché mi cabeza para dejarla descansar en su hombro, sintiendo como comenzaba a temblar. ¿Yo provocaba eso?

-Mangel, tenemos que irnos. -moví mi cabeza lentamente haciendo que mis cabellos causaran un parsimonioso roce y mi amigo comenzara a soltar leves carcajadas.

-Vamos Rubiuh. -deshizo nuestro abrazo para formar un lazo que unía nuestras manos. Me gustaba la sensación que aquel tacto causaba en mí.

Acomodé la mochila en mi hombro y tanteé hacia la mesa para tomar mi bastón, lo desplegué y moví mis dedos de la mano que sujetaban la de Mangel. Comenzamos a andar, de la mano y yo por mi parte con un sentimiento de felicidad que invadía todo mi cuerpo, algo que nunca había llegado a sentir.

Llevando la cuenta de los pasos, supuse que nos encontrábamos cerca de la salida donde tendría que esperar a mi madre para poder retirarme o sino me iría con Alex. Así que caminando recordé la conversación con mi madre y la invitación que ella había hecho a Miguel indirectamente, pensé un poco en ello, llevarlo a mi casa conociéndolo tan poco sonaba mal, pero con lo que había sentido hoy al estar a su lado era todo lo contrario hasta podría decirse que era algo que mi mente me pedía a gritos.

-Mangel... -mi mano que comenzaba a sudar por los nervios apretó más la suya.

-Síh Rubiuh... -manteníamos el paso donde mi mente guiaba el camino respectivo.

-Pues... ehh... -suspiré. - Quiero invitarte a casa. -paramos en seco.

-¿En verdah? -su mano volvió a proporcionarme aquellas caricias que extrañaba en segundos.

-Sí, en realidad fue idea de mi madre, pero a mí no me molestaría en absoluto, sabes en el poco tiempo que llevo conociéndote me ha gustado como eres, como me tratas y me encantaría poder tratarte más, ser muy buenos amigos, los mejores si es posible y estar a tu lado siempre, juntos. -solté aquellas palabras con gran velocidad haciendo que mis pulmones buscaran aire en gran cantidad, inhalando y expirando rápidamente. Decidí romper el lazo que nos unía, mi mano dejó la suya para secarse con mi camiseta y luego comenzar a jugar con la que llevaba el bastón.

-Wow -musitó. - Jodeh... Rubiuh... -una pequeña risa suya fue con el viento. - Noh sé que decirteh. -los nervios volvieron a dominar mi cuerpo, me sentía inseguro por la falta de respuesta. Mis manos comenzaban a temblar al igual que mis piernas en las que confiaba el peso de mi agitado cuerpo. - Noh espera, yah sé. -aquel temor se intensificó, temor a algo que no sabía, quizás mi mente estaba preparándose para un rotundo rechazo por las palabras tan cursis que había dicho, cosa que me alertó más.

No me calmé hasta que sentí un húmedo roce con mi mejilla derecha, lado por el que él iba anteriormente tomando mi mano. Aquel suave y cálido contacto hizo que me sobresaltara, era un beso, podía hasta sentir su respiración acelerada a mi lado y por la cercanía, oír el latir de su corazón. Era algo muy bello.

-Graciah. -susurró cerca de mi oído logrando que mi cuerpo se estremeciera a niveles desconocidos, joder Mangel que me pones feliz, demasiado. - ¿Dóndeh vives? Yo teh llevaré. -sentí su mano rozar con la mía y de nuevo las unió, entrelazó nuestros dedos asegurando el agarre. Y comenzamos a caminar.

No sabía por donde íbamos y seguro que él confiaba de que lo estaría llevando por el camino correcto. Si bien recordaba tenía que escuchar a unos tíos cantar, una campana sonar, un skateboard pasar y al tío de las drogas, me había memorizado el camino la vez en que Alex me había dejado solo, sabía que esto me serviría algún día, pero no pensaba que sería tan pronto.

Avanzábamos sin apuro alguno, disfrutando de la compañía del otro, me sentía tan alegre que me olvidaba de prestar atención a los sonidos que nos guiarían por el camino. Con unos cuantos pasos más oí a aquellos tíos que para mi suerte cantaban la misma canción, estaba bien encaminado. Mi mapa mental comenzó a formarse indicándome que girara a la izquierda donde supuestamente había una esquina que había fijado antes con la ayuda de mi bastón.

-Rubiuh, sigue una esquinah, ¿la cruzamos o giramos?

-A la izquierda. -avisé y sin más fuimos a ese lado donde seguía el camino.

Podía sentir los nervios de Mangel y es que no todos los días un ciego guía tu camino, menos si este aparenta estar seguro de saberlo y es todo lo contrario. Después de unos segundos la campana sonó, me tranquilicé sabiendo que aún estaba por el camino correcto y seguí avanzando.

Comencé a oír ruedas, como de patines, supuse que estábamos en un parque, pero no oí el skateboard y me preocupé, quizás estábamos en otro parque o en el camino contrario ya que solo caminábamos sin punto de llegada.

-Mangel, ¿aquí hay chicos con skateboards o algo así? -tuve la suerte de montar como afición cuando la ceguera no era problema para mí.

-Pueh... -sentí leves tirones en la mano de la que me llevaba. - Sí, más allá hay unos tíos practicandoh, ¿te llevoh? -era muy mono con sus atenciones.

-No, solo sigamos caminando. -y seguimos el paso, haciendo que el sonido de los skateboards aumentara en mis oídos mientras tanteaba el camino con el bastón.

Solo faltan pasear por el tío que me había ofrecido droga y esto podría ser más difícil ya que estas personas no suelen quedarse en el mismo sitio, sino la policía los pillaría.

Nuestro andar aceleró, puesto que el frío comenzaba a intensificarse y solo tenía puesta una camiseta sin ninguna clase de abrigo. Joder, debí haberle creído a mi madre con respecto al clima y aceptado el abrigo, ahora solo temblaba de frío.

-Rubiuh, tío estás que tiemblas como gelatinah. Detenteh un momentoh. -y accedí a su pedido deteniendo mi paso mientras el deshacía nuestro agarre. - Que te estás muriendoh de frío, macho. -al parecer era muy obvio que me estaba congelando. - Tomah. - sentí como una especie de cobertor posarse en mis hombros cortando el frío que invadía mi cuerpo, joder que era su abrigo.

-No, Miguel, que luego él que se muera de frío serás tú. -me negué a recibir su abrigo, no quería que se enfermara por mi culpa.

-Rubén... -suspiró. - Noh te preocupes, llevoh un jersey debajoh, sigo abrigadoh. Aceptah. -aquello me tranquilizó un poco y el frío se intensificaba, así que sin más acepté. Él me cubrió cuidadosamente, pasó mis delgados brazos por ambas mangas turnándose el bastón que me mantenía firme en el suelo.

-Gracias. -susurré con un calor en mis mejillas, como te quiero Miguel.

Unimos nuestras manos y no tardamos en seguir, pero una voz peculiar comenzó a sonar, era la misma, la voz de aquel tío que me había ofrecido droga y ahora se la estaría ofreciendo a las personas que pasaran.

-Niños, ¿queréis dro...? ¿Miguel? -¿qué?

-¿Tío Alfredo? -no entendía nada. Miguel había llamado tío al mismo tipo que estaba ofreciendo droga.

-¿Qué haces aquí? ¿No estabas en Italia con tu familia? -esto era un especie de reunión familiar y yo estaba sobrando.

-Pueh sí, peroh nos quedamos aquí un tiempoh por un problemah que tuvo mi padreh. -explicó.

-¿Qué le pasó? -yo hubiera preguntado lo mismo, pero sonaría entrometido de mi parte.

-Le-leh dispararon en la piernah. -y solo bastó eso para hacer que a mi mente volvieran muchos recuerdos, entre ellos Erick, el amigo que había dejado en Noruega, el cual estaba postrado en una silla de ruedas.

-Joder, que putada. -el drogadicto flipaba al igual que yo. Esos recuerdos hicieron que mi mente volara y me comenzara a sentir mal.

-Mangel... -hablé por primera vez en esa conversación con una voz rasposa. - Me estoy sintiendo mal... -los mareos se adueñaron de mi cuerpo e hicieron que este tambaleara, que si no fuera por el bastón o la mano de Mangel ya me hubiera caído.

-¡Jodeh! Tranquilo Rubiuh, dime cuántoh falta. -solo alcé mi brazo, recordaba que el camino seguía directo hasta que el grito de Alex me detenía, no tenía ninguna otra reseña. Volvimos a caminar de la mano, oyendo como a lo lejos como tío y sobrino se despedían, la duda había quedado en mí. ¿Cómo era posible que alguien como Miguel fuera familiar de drogadictos y mafiosos? Él, un chico increíble, no merecía tal decepción. Me sentía mal, entre recuerdos y dolor ajeno, mi cuerpo se debilitaba haciendo que mis pasos sean con menos aplomo, casi me sentía flotar.

Sentí su brazo izquierdo rodear mi cintura tomándome por el otro extremo y juntándome más a su cuerpo, mientras el mío se agotaba más con cada paso que dábamos. De un momento a otro, ya no me sentía pisar suelo, estaba totalmente ido escuchando la voz de Mangel pidiéndome que no me duerma, que faltaba poco. Él no sabía el camino, pero tenía razón y di cuenta de ello cuando la escuché gritar.

-¡Rubén, pequeño! -mi madre. Estaría muy preocupada y yo tenía la culpa siempre.

-Ma... mamá... -y me dormí.

Holaaaaaaaa aquí estoy después de mucho tiempo :D

Perdón por la espera, pero recién me desocupo casi totalmente y he podido acabar los capítulos :3

Sí, capítulos y es que tengo un nuevo fanfic, Rubelangel también ❤

Se llama Verdadera Identidad y lo dejaré en el Vínculo Externo ^^

Les gusta Tokio Hotel?? Yo los amo +_+

Espero que les haya gustado el capítulo, muchas gracias por las más de 12k lecturas y las 1.5k estrellas *-*

Es algo sensacional, nunca imaginé que tendría esa cantidad :O Wow gracias :3

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