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Foster me envió completamente a la chingada 🐴🔫

Tu pinche jeta Foster, ¿quién te necesita?

Literal, le pregunté si quería salir conmigo a la tienda a ver cómics h y me dijo que tiene más ganas de perder el tiempo en otra cosa que en lo que le dije. En pocas palabras, que coma tierra.

Nah, le dije que si quería comer o ver ropa. No me dijo nada, se me quedó mirando nomás. Era mucho mejor que me diga algo negativo. Si me preguntas se me hizo raro, llegué a su habitación y toqué la puerta, no obtuve respuesta del otro lado y me quedé ahí, mirando la parte superior de la puerta. Agaché la cabeza unos momentos y la subí, en realidad no tenía demasiados momentos buenos con él, mi entusiasmo de querer salir con Foster se desvanecían. Tomé el pomo y abrí. La primera vista fue un cajón, varios reconocimientos en papel alrededor de un marco, unos cuantos trofeos y lo típico de un cuarto. Me daba envidia, por así decirlo. Tenía de todo, éxito, el favor de todos, no un defecto genético.

Lo que parecía un ser cuadrúpedo azúl, con orejas de rombo alargadas, un diamante azul rey en su espalda, y su cola forma-de-rombo al final tocando el suelo escribiendo en una mesa, era mi hermano escribiendo algo.

Me quedé fijo con mi mirada puesta en el azulejo de su espalda, luego subió lentamente por su cuello a la cabeza. Un tic en su oreja y la atención fijada en mí. Sus ojos pararon en mí, la cabeza ligeramente a mi dirección. Empecé a sudar. Lo peor fue que comencé a tartamudear. Tragué saliva sin querer.

—F-Foster... Te quería preguntar si quieres venir conmigo al centro comercial.

Pasaron exactamente cuatro segundos, nadie dijo nada. Lo único que pude escuchar fue "¿Quién más?" En mi mente. Me sorprendí ya que vi que él no abrió la boca. Toy esquizofrénico. Por si las dudas le respondí.

—Solo nosotros dos. ¿Qué dices?

Un pequeño suspiro. Dejó lo que estaba haciendo y en la silla que estaba sentado (no lo mencioné) se dio vuelta, sus pendientes caían al igual que mi autoestima.

Gruñó.

—Eres una bola de pelos, camarón. ¿Por qué no vas solo?

—Vamos, conoce gente, haz algo.

—Yo he hecho mucho, ¿tú?

Mi Kokoro murió desde ese entonces.

Entré a su habitación. Era poco colorida y la luz entraba de a poco. Vi que tenía un bolígrafo en su pata derecha, lo que le dio su espalda era un libro de hojas blancas, estaba escribiendo pero al fijarme bien cerró fuertemente el libro con la tapa. Me sentí amenazado, me sobresalté, obviamente no quería que leyera eso.

—Estoy ocupado. Ve tu solo.

—Pues qué tienes que hacer. Yo te veo relajado.

—Ve a hacer tus cosas.

—Anda, qué andabas escribiendo.

Silencio por su parte. Me puse encima de él y trate de abrir la libreta.

—Solo una mirada y...

En ese momento me tiró al suelo empujándome, caí de espaldas aplastando mi cola y traté de mantener el equilibrio con mis patas delanteras, al tener mi pata izquierda al suelo sentí que me quemaba, no sabía porqué. Vi y lo que era un trozo de hielo había atrapado mi pata, no la podía safar, estaba congelada quemando al paso. Lo único que podía hacer era ver a Foster aterrorizado, bueno, en shock. Él me miraba, después se acercó y dándome la espalda, con su pata izquierda trasera le dio una patada al hielo, haciendo que se rompa en trozos. Pensé que iba a pegarme, porque siempre que se acerca lo hace, pero esta vez no lo hizo. Cuando levantó la pata reaccioné a cubrirme, solo para escuchar el sonido de hielo roto.

Se fue, se pegó al marco de la puerta aún dándome la espalda, y dijo con un suspiro:

—Haz lo que tengas que hacer, te espero en la salida.

Justo ahí se me fueron todas las ganas de salir con Foster. Me dio miedo y se me cerró la garganta. Realmente fue aterrador, pensé que me iba a golpear feo con la caída, al parecer solo fue el susto.

Temeroso, dejé el cuarto como estaba y como si estuviera jugando a las escondidas, vi en el pasillo si estaba a la vista. Nadie. Iba a salir, pero me llegó una idea de pronto.

La libreta.

Me entró más pánico. Se había escuchado los pasos de alguien que bajó por las escaleras, supuse quién era. Regresé y traté de buscar en sus cosas para no parecer que había ido de chismoso. Solo encontré poca cosa, nada interesante. Tarea, lapiceros, hojas con anotaciones, un disco de AC/DC <<Back in Black>>, una libreta azul.

Bingo.

La abrí y dudé.

No podía creer lo que era.

Un diario con fechas importantes que había sucedido en la casa, en su escuela, consigo mismo... Yo.

Lo demás no me interesaba... Aún. Fui hojeando hoja por hoja hasta encontrar mi nombre: Harper Blair. No sabía qué decir, era un puto diario, DE FOSTER. FOSTER.

Mi hermano tenía una letra legible, mejor que la mía. Así que leer no era un problema el tiempo sí. Un cacho de lo que estaba escrito:

Escribir aquí es una idiotez, un idiota sin amigos escribiría en un diario. Pero yo no soy un idiota, solo empecé por simple capricho. No terminaré la libreta, ni una hoja, nada...

Fin de esa parte. A decir verdad, había mucho más escrito de lo que decía la primera parte.

Si sigo aquí es por contradecirme a mí mismo, seguiré fiel a mis palabras y dejaré de hacer esto. No necesito un diario, mucho menos un psicólogo. Harper sí, y amigos necesita desesperadamente.

Otra parte, tenía fecha, ya se lo estaba tomando en serio más o menos:

14 de julio del 2023

Probablemente esto sea una broma, una de mal gusto, pero le he dado un libro de pocas hojas a Harper, mi hermano, a modo de un regalo de cumpleaños. Es demasiado para él, poco a poco veo que le está agradando. Al primer instante, creí que lloraría cómo costumbre, pero lo agarró con su boca y se fue a su cuarto, hizo como si fuera el mejor regalo de todos y no dijo nada. Tal vez fui duro con él, fue el único regalo que recibió, sin embargo ya no es un infante. Ya es demasiado grande para un juguete que dejará ahí tirado. Yo, por otro lado, sufro de mucho, me lo he estado aguantando, no se lo he dicho a nadie y se queda así. Me pueden ver normal, bien y defendido. Lo contrario de eso es que me aguanto todo, si digo algo será mal, para mí, ya que toda mi vida no he contado problema alguno.

Harper, en cambio, ha sufrido bastante y todo por mí. Nació con un defecto genético, es macho, pero una rara condición le hace tener cuerpo femenino. La diferencia de edad hizo que lo trate de forma típica entre otros hermanos, pero él no pidió nacer así. He hecho de todo, lo he molestado, insultado, llamado maricón, camarón por tener algo entre sus patas... Pero lo ha resistido todo este tiempo. Siento que me odia, no lo culpo, al final de todo fue a causa mía. Quisiera que algún día, estuviéramos bien, y que me cuente de sus días. Aunque fuera poco afecto que le muestro, le quiero, me agrada su condición. Tendrá buena diversión al tratar de buscar algo bueno para sí. Las cosas buenas que le esperan, sus idioteces y confusiones de género. Será bueno para él, yo no tengo nada mejor que lo que tiene, solo soy yo. Un día podrá entenderme, incluso mejor... Perdonarme.

No sabía qué tenía que hacer a continuación. Me quedo sin palabras al recordar todo lo que estaba escrito. Tenía ganas de hacer rabietas, de contar todo lo que había visto a mamá inmediatamente, tirarle las palabras exactas a Foster para sorprenderlo. Quería llorar, se formó algo en mi pecho que quería sacarme pero no podía. Simplemente era mucho que procesar. 

—Estúpido Foster, sale con estúpidas estupideces—Dije, casi llorando. Respiraba hondo para calmarme.

Con toda la fuerza que pude quise dejar todo, iba a llorar, pero estaba furioso. Ni había más en esa cosa y mejor así, tenía suficiente por ahora.

Bajé al primer piso y sabía a la persona que me encontraría. Me acerco cabizbaja y sin poder formular palabra, lo que pasó antes de la revelación, la caída no ayudaba nada.

Llegué a la puerta y me di cuenta de que estaba obligado a decirle <<¿Vamos?>>. Abrí la boca, solo para dejar en suspenso, no dije nada, no salió nada de mí. En espera de dejar que alguien más diga algo, me dio pena.

Caminé a fuera, poco después de dejar atrás de Foster.

—Camarón, espera.

No quería escuchar nada, era el fin del mundo, todo este tiempo pensando que yo era el problema.

Me quedé quieto, ahora que recuerdo bien, si alguien me veía diría que exageraba.

—Mira, sé que he estado siendo muy duro contigo y eso pero...

—Ahorra tu lástima, Foster—lo interrumpí

Me tomó nuevamente por sorpresa que me tirara al suelo otra vez.

—Eres un tonto, Harper, iba a tener piedad de ti e iba a disculparme pero...—otra vez

—¿Por qué tienes que ser duro conmigo? ¿Cuál es tu maldito problema?—se formó un nudo en mi garganta

—¿Cuál es mi problema? ¿Crees que tú has sufrido más que yo?

—Tú no tienes problemas... Nunca los has tenido, eres mejor que yo. Mirame... Solo soy un chico afeminado.

Eso le formó una sonrisa. Me apretó más, pero después me soltó, se quitó de encima y me dejó respirar.

—Tú... Eres igual que yo.

No entendí, ¿a qué se refería con eso? ¿Igual que él?

Me levanté.

—Mirame.

—Cállate—le dije

—¿Aún con ganas de ir?

Me agarró de la cabeza y la levantó, o al menos eso trató ya que estaba poniendo resistencia. No pude aguantar más la presión, me estaba lastimando a mí mismo por no dejar salir mis emociones.

Ahí dejé que la levantara. Cuando me vio a los ojos estaba llorando, las lágrimas salían y dejaba que caigan, sollozaba y mi respiración se volvía cada vez más pesada.

Me tapaba cuando sus ojos paraban en mi frente. Me dio una rabieta y le empecé a pegar en el pecho con golpes que no eran golpes realmente.

—¿Qué te pasa... Es que... No sientes... Nada?

—Te doy un minuto. Te lo has ganado.

Paré y tumbé mi cabeza contra su pecho todavía sollozando.

—Ya, ya, camarón. Admito que he sido demasiado duro contigo.

Me dio uno de sus pendientes para que secara mis lágrimas y me abrazó. Me empecé a calmar, me sentía cómodo en su pecho. Estaba confuso, pero ya me sentía un poco mejor. Me separé y nos vimos otra vez, desvié mi mirada por pena y vi que nos estaban viendo, específicamente extraños allá afuera, pero no me importa.

—¿Quieres la verdad?

—Mucho.

Me miró, hubo un rato de silencio, parecía que se arrepentía de lo que estaba ofreciendo.

—¿Seguro? Sonará estúpido.

Asentí.

Silencio

—Hubiera querido ser mujer.

Me reí un poco, no carcajadas, sino risas silenciosas. Todavía estaba haciendo "snif".

—¿Quién es el marica ahora?—dije y me tiré a su pecho riendo un poco. Aunque era tonto, sentía que me tenía un poco de envidia.

...Pero yo no pedí nacer como una mujer...


29 de marzo del 2023

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