Cinco

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Tenia cinco cuando los vampiros lo tomaron de esa cabaña y lo llevaron a su cuartel.

Sus memorias de esa época están...borrosas. Recuerda el terror, la oscuridad, y el dolor mas que nada. Los vampiros se erguían sobre el, sujetaban sus muñecas y tobillos, lo arrastraban por las punzantes agujas de los pinos, riéndose cuando sacaban sangre y se acumulaba en su piel. Recuerda, en vivido detalle, al cielo estrellado y distante, y los atisbos que atrapaba de aquella libertad entre las altas copas de los arboles. Recuerda el cielo mas que nada, quizás, porque sería el ultimo día en que volvería a verlo en toda una década.

Tenia quince cuando los otros vampiros, los que se presentaron no como Galra, sino como la Espada de Marmora, lo salvaron a él y los otros esclavos, bueno; no a todos. Piensa en el chico con el cabello dorado y la piel pálida a quien llamaban siete, desangrándose en el piso a los pies de un vampiro. Piensa en el otro vampiro que lo tomo por sus delgadas muñecas, arrastrándolo lejos del inmóvil cadáver. Ella roso sus labios a su oreja cuando dijo, corre. Fue una orden, y no tuvo otra opción mas que obedecer.

Ella fue quien se lo dijo aquel día, y el jamás estará seguro de porque. Ella se había alimentado de él muchas veces antes, aunque siempre gentilmente, y ella escabullía cosas prohibidas – sabanas blandas, dulces deliciosos, flores bonitas, y sus favoritos, libros. Él cree que le gustaba leer cuando era un niño, antes de que los vampiros lo apartaran de su vida normal que ahora solo era un borrón desvaneciendo. En cualquier caso, le gustaba leer con ella, a pesar de tener miedo porque eso no estaba permitido.

Ella se llamaba Acxa, y él sabia que había sido una aliada del Príncipe Lotor, quien lo aterraba enormemente. Pero Acxa jamás era aterradora; ahora sabe que era por el control que la hacia ver tan dulce y tranquilizante, pero quizás no era todo por su control.

Ella no estaba entre los Galra muertos el día que logro ver el cielo de nuevo. Se pregunta, a veces, si ella vendrá de vuelta por el.

Pero no cree que sus padres alguna vez permitan que ella le ponga un dedo encima, y por eso, esta mas agradecido de lo que puede articular.

Sus padres son vampiros, pero son de la Espada, y son gentiles, y justo como el humano llamado Lance le prometió, Thace y Ulaz jamás lo han herido, ni sometido, ni mordido o amenazado. Lo tratan como su hijo, y como a tal se refieren. Incluso lo han ayudado a encontrar un nombre – era importante, Ulaz manifestó que debia ser él quien eligiera su nuevo nombre.

Su señora lo llamaba Cinco, al ser la edad en que lo había atrapado.

Encontró el proceso de nombramiento bastante abrumador y estresante, pero al final, con ayuda de sus padres, escogieron Oliver. Le gustaba el sonido que tenía, casi musical, melodioso, Ah-liv-her, una bella composición de sonido.

Llevaba con Thace y Ulaz ya un año y le gustaba mucho su nueva vida, pero fue difícil, al principio. Le dieron una habitación propia, con frías paredes azules y una enorme cama mullida y un closet para toda su ropa nueva, un escritorio con una computadora para que usara como deseara.

Durante la primera noche ahí, se arrastro hacia el closet y permaneció en una esquina, hecho ovillo con sus temblorosas rodillas pegadas al pecho, aguardando adormecido a que su señora llegara y se saciara.

Pareció una eternidad antes de que la puerta crujiera al abrirse, derramando luz pálida por el suelo, seguida de pisadas calculadas, apenas audibles, inhumanas en su quietud. La puerta del closet se abrió después, y él escondió su rostro hacia su pecho, su corazón desbocado, sabia que su nerviosismo solo la incitaría mas.

"Oh, pequeño," susurró una voz, y no era la de ella, sino una masculina vagamente familiar, era tan suave y triste. Lentamente miro a la cuidadosa mano en su hombro, se alejo cuando ojos relucientes y el leve destello de colmillos blancos lo recibieron. No reconocía a este, un hombre apuesto con despeinado cabello oscuro, con barba recortada y ojos brumosos como eclipses solares, encerrados por un revelador dorado. "No voy a herirte," prometió el vampiro, y él tembló, anticipando la mordida, el dolor invasivo, la sangre chorreando por su cuello.

Pero en su lugar el vampiro se sentó a su lado, ladeando la cabeza con rodillas flexionadas, y dijo, "Soy Thace, pequeño. ¿Te acuerdas? Soy amigo de Lance. El te envió a mi, para ayudarte. Para mantenerte a salvo."

"Por favor, señor," susurró él, "Si...si va a alimentarse de mi, hágalo ahora, no en la mañana, o estaré cansado el resto del día –"

Tartamudeo para caer en temeroso silencio cuando el vampiro tomo su brazo, seguro de que llevaría la extremidad a su boca para rebanar las preciosas venas. Sin embargo, Thace enrollo su manga, girando su brazo mostrando el interior y repaso las cicatrices en el, ocasionadas tanto por cuchillos como dientes.

"Te lastimaron mucho, ¿no?" Thace pregunto, con expresión no molestas sino reflexiva y sombría.

"Si," susurró con boca reseca. "Bastante."

"Mírame, por favor," dijo Thace, y no tomo su rostro para forzarlo a encarar el control, simplemente espero hasta que vacilante él elevo la vista para encontrar la del vampiro. "No recibirás daño aquí," prometió, suave pero firme. "Esto te lo juro, pequeño. Mi pareja Ulaz y yo, te protegeremos con nuestras propias vidas. No serás jamás nuestro esclavo; eres nuestro hijo, si es lo que deseas."

Enfoco su vista al vampiro, sin aliento. "Entonces serian... ¿Mis padres?"

"Si, pequeño," Thace dijo. "Y este lugar, nuestro hogar, será también el tuyo."

"Hogar," el susurró, con ojos inundados de lágrimas. "Eso me gustaría. Un hogar."

Se desplomo en el pecho del vampiro y sollozo, el vampiro lo sostuvo y no lo mordió ni lo castigo por hacerlo, cuando sus ojos se secaron y dolían, Thace dijo gentilmente, "¿Te gustaría venir a dormir con Ulaz y conmigo, pequeño?" y no había otra cosa que decir mas que Si, si, aglomerándose en un espacio roto en su pecho que no pensaba poder volver a llenar jamás.

Thace lo llevo a su cuarto aquella noche y Ulaz no dijo nada, solamente volvió a tirar de las sabanas y sonrió, él se acurruco entre los dos vampiros, quienes murmuraron suavemente y se quedaron toda la noche a pesar de que el bien sabia que los vampiros eran nocturnos. Pero no se fueron, y eventualmente se durmió, y despertó con dos vampiros durmiendo pacíficamente a cada lado, el sol se colaba entre la abertura de las cortinas.

Oliver hubiera deseado decir que aquella fue la ultima noche que tuvo que pasar en la cama de sus padres, pero no la fue. Fueron muchas más, demasiadas para contarlas y durante las peores noches, se quedaba en el closet, a llorar hasta que Thace o Ulaz se acercaran, entonces le dejaban sabanas, almohadas y pañuelos a pesar de que él sabia cuanto les dolía hacerlo. A veces, solamente necesitaba espacio y ellos lo aceptaron, le dejaban tenerlo hasta que sanara lo suficiente para expresar su dolor y miedos con palabras.

Otras ocasiones, el que fueran vampiros era demasiado, pero encontraba consuelo en sus formas animales, un gran lobo y una lechuza silenciosa. Thace recostado a su lado dejaba a Oliver perderse entre el suave pelaje de su pecho y estomago, mientras Ulaz extendería una amplia ala blanca sobre el cuerpo de Oliver como una colcha y gentilmente desplumaba el cabello de Oliver con su pico hasta que sus lagrimas se transformaran en risas y el sueño lo descubría por fin.

Alguna vez había visto el poder de los vampiros como aterrador, pero ahora que su poder era suyo, lo encantaba reconfortante, con Thace y Ulaz aprendió a no ver el mundo a través del miedo, sino con esperanza.

2.

Los sueños, aun así, lo siguieron acechando con crueldad incesante.

Despierta al menos tres veces por semana, a veces cada noche, con un grito ahogado en sus labios y el roce fantasma de dientes en su cuello y muñecas, forzándolo bajo su dominio. No les dice a Thace y Ulaz al inicio – han sido tan buenos con el, tan amables y no querría perder su hospitalidad de ningún modo. Podrá ser un chico traumatizado, pero es educado.

En su lugar, no duerme. Se mantiene despierto, acurrucado en su costado con el lobo de peluche que Ulaz le compro durante su primer cumpleaños con ellos, él tiene dieciséis. Es un juguete para niños, y Oliver lo odia tanto como lo necesita. Su edad indica que es casi un hombre, pero se siente como un pequeño asustadizo, especialmente en momentos como estos en que las sombras de su subconsciente se niegan a dejarlo en paz.

Tras tres noches sin dormir, es cuando llega la parálisis del sueño.

Mas tarde, Oliver descubre por el doctor que la parálisis ocurre tras interrupciones extremas en el ciclo natural de sueño. Pero mientras esta sucediendo ahora, todo lo que sabe es que el Príncipe Lotor y su señora están de pie sobre su cama, acechándolo con sonrisas hambrientas, y no puede ver a Acxa, pero la siente, la huele, desbordando el empalagoso aroma metálico de sangre y perfume, aplastándolo contra el colchón, susurrando en su oído, Vuelve con nosotros, Cinco, o te encontraremos nosotros.

Es incapaz de mover un solo musculo o de cerrar los ojos hasta que el episodio termina, tras el cual grita, de forma escalofriante hasta que Thace y Ulaz corren a su habitación con pánico.

"Shh, shh, Estas a salvo," Ulaz promete, permitiéndole a Oliver aferrarse a su pecho y sollozar inconsolablemente en su hombro. "Estará bien, Oliver, estamos aquí para ti." Pero Oliver no se perdió la impotente mirada que o Ulaz le dio a Thace, una mirada de cruda desesperación. Habían sido tres meses desde que lo adoptaron, y Oliver se había resignado a ser enviado lejos por su comportamiento. ¿Cómo se suponía que alguien tolerara tanta desobediencia y problemas? ¿Cómo se suponía que alguien lo tolerase a él?

El día siguiente, lo llevaron al doctor. El día después de ese, le compraron a Oliver un gato.

El gato se llama Snowflake. Tiene unos ojos azules que siguen los movimientos de Oliver con precisión constante, abundante pelaje blanco con patas y hocico color gris oscuro. Su nariz rosa esta salpicada de gris y la sacude cuando olfatea la mano de Oliver, lo observa con arrogancia y lame sus dedos con aparente aprobación. Es amor a primera vista.

Thace y Ulaz lo obtuvieron de una fuente inusual – su amigo de la Espada Antok, que aparentemente cría y entrena gatos, algunos de los cuales son muy especiales. Snowflake es una de los especiales, entrenada para despertar a Oliver en cuanto alguna de sus pesadillas comience, o incluso antes que lo haga. No se lo cree hasta que una nariz húmeda y firmes patas palmean su rostro, lo arrastran lejos del cuartel hacia su propia habitación. Oliver llora, pero por primera vez es con alivio y Snowflake lame su rostro y ronronea cuando con gentileza la acerca a su pecho, durmiéndose con su rostro enterrado en su suave pelaje.

Las cosas mejoran tras eso.

Actualmente, su vida ha caído en un ritmo familiar, y este le gusta mas que el anterior. No hay oscuras cámaras de baño ni dientes afilados acechando. Solamente hay abrazos cálidos y sonrisas amables, aunque a veces chocan como cualquier joven de dieciséis tiende a hacer con sus padres, Oliver no cambiaria lo que tiene ahora por nada.

La preparatoria es difícil, aunque, por decir poco. La educación de Oliver en el cuartel era principalmente acerca de temer, no sobre Shakespeare y la formula cuadrática. Thace y Ulaz se esforzaron para ponerlo al corriente, pero aun tiene problemas como estudiante. No importa lo que haga, siempre esta un paso detrás de todos los demás.

Su escuela y nuevo hogar están alejados del cuartel, al sur de California donde hay tanto sol que Oliver esta seguro de que ningún otro vampiro se atrevería a vivir cerca. Así que por eso es un completo shock que cuando su profesora de Lengua toma reposo por maternidad, y el maestro sustituto es una aterradoramente familiar figura, parada frente al cuarto con brazos cruzados y labios oscuros apretados en silencio evaluador.

Es Acxa.

Oliver mantiene la cabeza agachada y corre a su asiento al fondo de la clase, rezando por que no lo reconozca. Ella se gira un momento para tomar la lista de asistencia y Oliver toma a tientas el teléfono, escribe en el chat grupal llamado sencillamente "Papás."

Ayuda Galras aquí, comienza, y se congela cuando la fría, clara voz de Acxa resuena por el salón.

"Disculpa, pero no habrá mensajes en este salón, creo que la Sra. Moore dejo eso claro..." se detiene, sus ojos se ensanchan reconociendo a Oliver.

Oliver oprime enviar y empuja el teléfono en su bolsillo con manos temblorosas. "Si, señora. Lo siento. No sucederá de nuevo."

No sabe como esta hablándole. Hace un año, habría caído en venerable silencio a sus pies, disponiéndose a servir. ¿Pero ahora? Ahora su miedo se transforma en desconcierto y, sobre todo, ira. ¿Por qué esta aquí? ¿Por qué tenia que volver a su vida, justo cuando todo estaba comenzando a ir bien?

Ella hace una pausa y se gira. Sus manos tiemblan. Los ojos de Oliver se estrechan.

"Bien, entonces. Soy la señorita Ashling, y seré su profesora hasta que la señorita Moore vuelva. Comenzaremos donde se quedaron, el Acto 2 de Macbeth..."

Oliver sale a usar el baño a mitad de la clase, arrancando el pase de salida y apresurándose a la puerta antes de que Acxa pueda decir algo. Es posible que dude si realmente es él – su apariencia ha cambiado drásticamente desde que fue liberado del cuartel; había ganado una sana suma de peso, su piel anteriormente pálida esta bronceada y con pecas, su cabello castaño oscuro es mas largo y rizado, y por supuesto, lleva ropa que realmente cubre su cuerpo apropiadamente. Pero nada de eso importa si atrapa el rastro de su esencia; un olor es el mismo que siempre ha sido.

Acelera el paso y mientras lo hace, una chica de su otra clase pasa y se para, deteniéndolo con un, "¡Hola!"

Oliver para. Bajo luces baratas, sus ojos relucen con un antinatural matiz metálico, uno que jamás habría notado si no tuviera vampiros en la mente. Traga, retrocediendo y la sorpresa destella en el rostro de ella.

"Oliver, ¿No?" pregunta, frunciendo el ceño y ladeando la cabeza, su larga coleta roja se balancea con el movimiento. "Soy Ezor –"

"Retrocede," Oliver susurra, aferrando los dedos en el teléfono en su bolsillo como si fuera a salvarlo. "¡Aléjate de mi!"

Sus labios fruncidos forjan una delgada sonrisa burlona, y los colmillos asoman sus encías, blanco reluciente contra su rosado labio inferior. "Mantén la voz baja," le advierte y para su horror, el control cae sobre el como una gruesa manta sofocante, suave como lana y pesada como acero.

Oliver trastabilla, lágrimas pican sus ojos – a pesar de todo, a pesar de haber sanado tanto, no importa. Aun tienen tanto poder sobre el como siempre han tenido, no es justo. Todo lo que quería era ser libre, estar a salvo; que su vida le perteneciera. Aparentemente incluso eso es mucho pedir.

"Ahora, ¿Cómo sabes de nosotros, Oliver?" ella chasquea la lengua y su mano viaja a su garganta, él quiere vomitar, gritar, pero no puede hacer nada mas que observar inexpresivo a su rostro como ella desea que lo haga. "Eres humano... ¿Un cazador, entonces? No. No hay suficiente resistencia en ti, y estarías armado. Entonces tal vez tengas amigos... ¿No serás bueno y me dirás quienes son?"

Oliver aprieta la mandíbula, chocando sus dientes con desesperación para detener a las palabras de derramarse. No lo hará, no puede traicionar a sus padres con ella. Moriría antes.

Los labios de Ezor se curvean. "¿Así será? Bueno, Oliver, la muerte se arregla fácil – ¡Hey!"

Oliver es arrancado de su increíble fuerza, y se estampa en la pared, jadeando y oprimiendo sus costillas, mirando a la figura que lo empujo – Acxa. Ella descubre sus dientes al otro vampiro, su expresión es de furia helada rozando el pánico. "¿Qué estas haciendo?" exige saber. "¡Es un estudiante!"

Ezor hincha el pecho y pone las manos en su cadera. "Si, y sabe lo que somos, ¡Acxa! Eso significa que conoce gente que debería estar muerta."

Acxa gira hacia el. Necesita escapar. Tiene que – pero sus piernas se niegan a obedecer.

"Así que eres tu," susurra, ensanchando los ojos. "La espada – deben estar cerca."

Oliver niega, temblando. Su vista se oscurece, amenazando con desmayarse. "No lo están," jadea, "No los he visto desde que nos liberaron del cuartel –"

"¿Srta. Ashling?"

Hay otro maestro en el pasillo, mirando boquiabierto. Es el Sr. Slav. Nunca habría tenido oportunidad.

Acxa mira de vuelta fijamente y dice, "Regrese a su clase y olvídese de esto, Sr. Slav."

"Bien," dice y deambula por el pasillo, ignorándolos. Es aterrador. Acxa ni siquiera Tuvo que mover un dedo.

"Mientes," Ezor dice con una sonrisa torcida. "No te dejaron. Ustedes humanos, sus tontos corazones palpitantes siempre los traicionan. Así que, donde están, ¿huh? Escúpelo."

El rostro de Oliver se contorsiona cuando su magia lo presiona, inmovilizándolo, arrancando los pensamientos de su cabeza, las palabras de su boca. Pero se resiste, se niega, hasta que muerde su propia lengua tan fuerte que sangra y las pupilas de ambos vampiros se dilatan con la esencia.

"Has cambiado," Acxa adula, avanzando. "Y yo aquí, preocupada por que los esclavos fueran incapaces de reintegrarse a la sociedad humana jamás. Olvide cuan adaptable es tu especie. Es impresionante."

Oliver solloza tras los dientes apretados, sabiendo que, si abre la boca, traicionaría a las mismísimas personas que lo salvaron.

Las cejas de Acxa se juntan. "Escucha," le dice, "todo lo que queremos es la ubicación de La espada, o algún modo de contratarlos. Tenemos información para ellos; van a querer escucharla."

"¿Entonces por que no nos lo dicen de frente?"

Oliver cae mientras el control de Ezor se rompe al ella girar con Acxa para encarar a los vampiros bajando las escaleras, ambos rebosando irá palpable. Thace mira cortante y continúa andando en su dirección mientras Ulaz se transforma en lechuza, como rayo, sobrevuela las cabezas sorprendidas de los vampiros y cae suavemente junto a Oliver, ahí Ulaz se transforma de vuelta a hombre y toma la mano de Oliver, protegiéndolo con su cuerpo.

Infla su nariz. "¿Te mordieron? ¿Estas herido?"

Oliver sacude la cabeza, adormecido. "Control," susurra. "Estoy bien, pero – aquella, ella estaba con Lotor. Me ayudó a escapar..."

Ulaz gruñe desde su garganta, aunque su agarre en Oliver permanece perfectamente gentil y cuidadoso. "¿Qué asuntos tienes aquí?" sisea. "Deberías haber muerto cuando atacamos el cuartel."

Acxa pasa la vista de un molesto vampiro al otro, tensa y cuidadosa. Ezor observa con fiereza a Thace, pero afortunadamente parece seguir a Acxa, porque no hace ningún gesto hacia él.

"Queríamos darle información a La Espada," Acxa finalmente dice.

Thace resopla, elevando el mentón. "Buen cuento. Eso no explica porque atacaste a nuestro hijo."

La mandíbula de Ezor cae. Los ojos de Acxa se ensanchan enormemente. "¿Su...su hijo?" exclama, y palidece.

"¡Pero es un humano!" Ezor jadea indignada. "No es su hijo, mas bien un esclavo, no se hagan tontos –"

Oliver se estremece y Thace resopla a Ezor, más molesto de lo que Oliver jamás lo haya visto. "No será esclavo de nadie nunca jamás, mucho menos de nosotros," Thace responde. "Tienen suerte de que este intacto, o sus cabezas ya estarían rodando en el pasillo."

"Ezor," Acxa susurra, "¿Recuerdas la platica sobre diplomacia? Hay peleas que realmente no deberías comenzar..."

Ezor refunfuña, luego cruza los brazos. "Si. Bien. Entiendo, instintos de familia vampira protectora no son una broma. Lamento estar a punto de darle un bocado a su hijo humano."

Thace parece estar a nada de transformarse en lobo. Ulaz avanza, levemente mas calmado, pero no demasiado. "Vendrán con nosotros," dice Ulaz, "y nos darán su información y será mejor que sea buena y legítima o mi esposo y yo retomaremos la promesa de decapitarlas a ambas."

"¡No en frente del niño!" Ezor exclama con sorna.

Acxa le lanza un vistazo. "Iremos con ustedes," dice, "siempre que prometan que nos escucharán antes de recurrir a la violencia."

"Te damos nuestra palabra," Thace dice. "Cualquier otra cosa, esta por verse."

4.

La información es tanto buena como legitima. También es bastante inesperada.

"Expliquen de nuevo exactamente, ¿Por que saben la ubicación, distribución y los códigos de seguridad del cuartel del comandante Ranveig?"

Están sentados en la parte más apartada de una cafetería. Oliver sorbe su café de moca nerviosamente y permanece cerca a Thace, quien envuelve un brazo a su alrededor dando seguridad inmediata y aguarda a que los otros vampiros respondan. Sus padres querían que se quedara en la escuela, pero estaba demasiado alterado para concentrarse en algo académico, y de todos modos sabe que todos tendrían más paz mental si estaba con ellos.

Ezor ruidosamente succiona la pajilla de su batido de fresa y plátano el cual definitivamente no puede saborear y no debería estarse comiendo. "Bueno," dice, "Trabajamos ahí. Quiero decir, es nuestro cuartel. Pero es el peor. Digo, me apunto a la maldad –" Acxa le dispara una mirada cortante, "Digo, quien, ¿yo, mala? ¿Queeee?"

Acxa suspira, frotando su sien. "Lo que Ezor intenta decir es que, si, es su hogar y es el cuartel en que me quede luego de que derrotaran a Lotor. Pero es un lugar malo. No había forma de que pudiéramos orquestar un botín en cuenta propia, solo conocemos a otros dos desertores y el conductor castiga cualquier discrepancia en sus filas cruelmente."

"Así que vinieron a La Espada de Marmora," Ulaz dice lentamente, "enemigos jurados de los Galra ¿...por ayuda?"

"¡Si!" Ezor dice y empuja el batido por la mesa hacia Oliver. "¿Lo quieres? Me sabe a fango cenizo, niño. Probablemente sea demasiado plátano."

"Gracias," Oliver gesticula y ni toca el batido.

"Sabemos que es sospechoso y loco, pero no tenemos otra opción," Acxa invite. "Si necesitan pruebas las tenemos. ¿Creyeron que el cuartel de Lotor era malo? Este es..." Se estremece e incluso Ezor luce perturbada. "Por favor, solo dennos suficiente gente para sacar a los esclavos al menos."

"O lo que queda de ellos," Ezor dice por lo bajo.

Oliver se inclina. "¿A qué te refieres?"

"Oliver, no," Ulaz murmura, pero Oliver lo ignora.

"¿Qué les ha hecho Ranveig?" Oliver presiona.

Acxa aparta la mirada, claramente incómoda e incluso ¿...culpable? "Que quede claro que nunca he tolerado crueldad hacia los humanos; por eso intente liberar tantos esclavos como pude antes de que los otros en el cuartel de Lotor pudieran matarlos."

"Responde la pregunta," dice Oliver y todos los vampiros pestañean en su dirección, asombrados por su tono de orden.

Acxa suspira, resignada. "Los tortura," murmura. "Los hace realizar...acciones atroces. Por diversión y entretenimiento. Yo –"

"Es suficiente," Thace advierte, una vena palpita en su frente.

"No," Oliver susurra. "Quiero saber. Quiero ayudarlos. Ir con ustedes – y no digan que no puedo porque soy humano; Pidge y Hunk siempre están ahí."

"Pidge y Hunk son adultos con impresionantes habilidades técnicas e incluso ellos permanece lejos de la lucha," corrige Ulaz. "No es seguro para ti, Oliver."

"La escuela no era segura para mi tampoco," Oliver responde y la mesa cae en silencio.

Ezor silba por lo bajo. "Mieeerda, los acorralaron."

"Tú, silencio," Ulaz sisea y se gira de vuelta hacia Oliver con la mandíbula tensa. "Esta conversación se acabo. No iras a ningún sitio cercano al cuartel de Ranveig, o ningún cuartel, ¡Nunca jamás! Es definitivo."

"No era su intención gritar," Thace suspira, deslizando su brazo de los temblorosos hombros de Oliver. "Pero tiene razón, no soportaríamos ponerte en riesgo –"

"¿Y que hay de toda la gente en riesgo?" Oliver susurra, mirando a la mesa. "¿Qué hay de todas las vidas igual que la mía que podría salvar?"

"La respuesta es no," Ulaz dice.

Oliver observa a Thace, quien sacude la cabeza disculpándose. "Perdón, pero tiene razón."

"Podría ser de ayuda, seguramente," Acxa empieza y ambos padres se giran a ella de inmediato.

"Sometiste y heriste a nuestro hijo durante años, así que no actúes como si tuvieras alguna autoridad moral aquí," Thace escupe. "Investigaremos a fondo sus acusaciones y nos acompañaran a reunirnos con la Espada para discutir planes de ataque. Oliver, vas a quedarte con la tía Shay."

"¡No!" Oliver exclama. "Eso es injusto –"

"Pero es como va a ser," Thace dice, su tono no deja especio para protestas.

Y así es como transcurre.

La tía Shay es divertida, pero su casa esta en una dimensión alternativa de la que no se puede escapar, lo que la hace menos divertida.

"No es justo," Oliver le dice mientras ella le enseña como tejer amuletos de la suerte con hierba seca y listones coloridos, Snowflake intentaba deshacerlo con sus garras. "Quería ayudar. Quería ser un héroe, como mis padres. Pero ni siquiera me dan una oportunidad."

Shay suspira. "Te aman y tienen miedo de perderte, Oli. Se que quieres salvar a los otros cautivos, pero no estas listo. Tal vez jamás estés listo."

"Podrían transformarme," Oliver dice tras un momento, frunciendo el ceño. "Quizás así pueda hacerlo"

Shay frunce el señor, con ojos preocupados. "No lo dices en serio."

Oliver baja la vista y deja su tejido de lado, recargándose en su silla. "No," murmura. "Tienes razón. Jamás quiero ser como eso, pero...si me hace util..."

"Oh, cariño." Shay se acerca para apretar su mano. "No necesitas ser util para que Thace y Ulaz te quieran y estén orgullosos de llamarte hijo, y....hmm." se golpea un dedo en la barbilla del modo en que hace cuando se le ocurre algo brillante. "No creo que tengas que ser 'util' para salvarlos, tampoco, Oli. Creo que solo necesitas ser tú."

"¿Huh?"

"No puedes ir a sacarlos del cuartel, pero sabes mejor que nadie que es la primera parte de la batalla, ¿No?" Shay dice, sonriendo tristemente. "Podrías ayudarlos, ya sabes...luego. Si quieres. Nadie te culparía por no querer revivir ese desastre."

"Todavía lo hago," Oliver admite, pero muerde su labio y le da a Snowflake una caricia de agradecimiento. "Pero he mejorado. Bastante. ¿Realmente crees que pueda ayudar a sanarlos?"

"Se que puedes," dice Shay. "Se lo voy a sugerir a tus padres, ¿si? Algo me dice que estarán de acuerdo."

5.

No debe tener mas de diez años...la pobrecita vio a sus padres ser asesinados frente a sus ojos...perdió un dedo...puede que este ciega de un ojo...no deja que ninguno de nosotros se acerque...grita cada que nos ve...no come ni bebe...y no ha dormido desde que la encontramos.

Oliver filtra los frenéticos balbuceos de La espada mientras la puerta golpea al cerrarse tras el, y camina en la habitación temporal del más nuevo y complicado esclavo rescatado, una niña quien se niega a cualquier cosa mas que hacerse un tembloroso ovillo en su cama.

Snowflake se retuerce en los brazos de Oliver, olfateando el aire y arrugando su nariz, la niña estaba en necesidad de un baño y La espada no quería molestarla aun mas al forzarla a tomar uno.

"Hola," dice Oliver, avanzando cerca. "Mi nombre es Oliver, ¿Cuál es el tuyo?"

Lentamente, unos ojos marrones se asoman de entre las pálidas rodillas temblorosas. No dice nada, pero su entrecejo se arruga.

"No soy uno de ellos," le asegura, aunque debe serle obvio. "Soy humano, como tu...y de igual forma, solía ser prisionero en uno de esos horribles sitios, en un cuartel, como esclavo."

Ella solloza suavemente. "Quiero a mi mamá," susurra.

El corazón de Oliver duele. "Lo lamento," susurra en respuesta. "Tu mamá...se ha ido. Lo lamento."

Sus ojos se llenan de lagrimas. "¿También te quitaron a tu mamá?"

Oliver titubea y se acerca mas. Ella no se aparta, pero lo mira como un animal acorralado. "Me separaron de mis padres cuando era muy pequeño," le explica, "Si al menos tuve una familia, no me acuerdo. Pero ahora tengo una. Dos padres, que me aman mas que a nada. Incluso me dieron este gato. Mira, ¿Quieres acariciarla?"

Snowflake maúlla en invitación y camina por la cama de la niña. Ella mira al gato, luego se estira dudosa, soltando un leve jadeo cuando sus manos alcanzan el suave pelaje. "Wow," susurra. "¿Cómo conseguiste una nueva familia?"

"Son vampiros," Oliver dice y ella aparta la mano de un tirón. "¡Aguarda! No te asustes. Se que no te gustan. Eran aterradores...aun me asustan. Pero estos, ellos son buenos. No son Galra. Pueden ser amables e incluso algo...humanos."

Ella niegas. "Imposible," murmura. "Son monstruos..."

"Los Galra lo eran," Oliver asiente. "Pero, mira." Saca su teléfono de su bolsillo y ella retrocede, solo gira su cuello curiosamente cuando muestra una foto de Thace, Ulaz, Snowflake, y el mismo.

Ladea su cabeza. "Ellos...no parecen vampiros..."

"Y no actúan como ellos tampoco," Oliver promete. "No se alimentan de, bueno, de nosotros...solo de animales. No utilizan su poder en humanos. Nunca."

Ella muerde su labio mirando la imagen. "Luces contento," señala, y acaricia nuevamente a Snowflake.

"Lo soy," dice Oliver, "pero no lo fui en cuanto me adoptaron. Estaba muy asustado, igual que tu." Él ofrece su mano y ella la toma con cautela, sus dedos son casi solo hueso. "Ser un esclavo es...una pesadilla. Y toma un tiempo liberarse, pero ¿tras lograrlo? No hay nada igual, igual que ser libre, ser feliz, ser el que nunca te permitieron ser allí."

Ella traga, su mirada vacía se ilumina. "¿Como?" suplica. "¿Cómo hago eso? Quiero hacerlo, quiero ser libre, quiero – estar bien..."

"¿Tienes pesadillas?"

Ella asiente bruscamente.

"Snowflake es una experta atrapando pesadillas," Oliver le cuenta con una sonrisa. "Te despertara antes de que algún monstruo te atrape. Te lo prometo."

La niña acaricia al gato de nuevo, y esta vez, con cuidado acerca mas a Snowflake. "Gracias," susurra ella, y titubea. "¿Te...te quedarías conmigo? Por...por favor no me dejes sola con ellos, por favor."

"No lo hare," Oliver dice, y se sienta en el suelo. "Siempre que me necesites, aquí estaré. Estamos en esto juntos, ¿Si?"

"Bien," dice ella y sonríe, Oliver no quiere más que ella pueda ver la esperanza que él ve en ella; deslumbrante, hermosa, luchando por ser libre y ser amada por fin.


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