Capitulo 13.- El ataque inicia.

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Editado: 31/ 01/ 2021

El ataque Inicia.

—Por aquí... —susurraba señalando con la mano.

El chico azabache dirigía la mirada a los lados asegurándose de no ser atrapado, pero una vez se percató de la mirada de aquella chica sobre él, solo asintió entrando al hueco de la pared que aquella chica le señalaba; bajando de un brinco se miró en una esquina de aquellos calabozos, entre un suspiro ayudo a aquella joven a bajar y ambos miraron con tristeza las malas condiciones de aquel lugar.

—Vamos... —susurraba precavida —tenemos que pasar —admiraba los pasillos —desapercibidos...

—Estamos en un casi calabozo, esto será complicado... —se acerca revisando por igual los pasillos —hay guardias dando vueltas, ¿No es así? —apretaba el mango de su arma.

—Si, me gusta saber que has puesto atención —sonríe levemente avanzando con precaución — ¿Piensas que sería mejor noquearlos de una vez? Los dos guardias de la entrada se quedan ahí hasta que el sol comienza a esconderse y luego cambian con otros dos de fuera, nadie entra mas que los cambios nocturnos.

—He escuchado que la señorita Tsunade es poderosa —duda mirando nuevamente por cada pasillo —pero... ¿Tanto así? Guardias todo el día y noche en un calabozo solo para ella.

—Yo tampoco la llegue a conocer del todo —gira hacia él —Pero aun tomada como presa ella se deshizo de al menos cinco caballeros en su último intento de escape.

Con un suspiro inquieto, ambos jóvenes se quedaron en completo silencio y solo prosiguieron en su camino por el largo pasillo lleno de celdas vacías que solo contenían ratas y algunas cucarachas. En el interior del castillo principal, el emperador reía con entusiasmo mientras su hijo entornaba la mirada completamente agotado de aquel comportamiento ridículo de su padre sobre el pelirrojo que suspiraba al igual que el príncipe Uchiha.

—Entonces... ¿Te parece bien la habitación? —cuestionaba divertido.

Con el subir de su mirada el joven camino sin expresión alguna en su rostro y se detuvo frente a su nuevo emperador —Así que... —sonríe mirando de reojo detrás suyo —Usted pensaba atacar mi hogar si tan solo yo decía... No.

El emperador sonrío divertido levantándose de la cama —Así es...—borra su sonrisa —yo no confío en tú gente, ni en nadie que no sea de este reino, pero... —se aparta —no quería ser tan cruel y simplemente matarlos a todos en un segundo....

Frunciendo levemente el ceño buscaba el rostro de aquel hombre — ¿Gracias?

—De nada —sonríe tranquilo —yo creare —avanza hacia su hijo —un verdadero y vasto imperio Uchiha, donde los tendré bajo mi control a toda hora, y la gente de mi corte solo será... mi gente —Sonreía con dirección al pelirrojo.

—Es un buen plan, debo admitirlo.

El hombre sonrío y se acercó hasta tomarlo por el hombro llevándolo a la sala donde tomarían el almuerzo. Soltando un fuerte puñetazo en la cara de un guardia, el azabache giro al hombre en el suelo mientras la guerrera Uchiha cortaba el cuello de otro guardia con su cuchillo, ambos guerreros suspiraron y algo agotados con la breve lucha se giraron para verse entre sí.

—Bien, yo me encargo de ese —se acerca relevándolo —ve por Lady Tsunade —tomaba una cuerda de entre sus cosas.

El joven azabache asintió y se alejó por los siguientes pasillos; había rejas que sellaban el área, pero era fácil pasar con las llaves quitadas a los guardias, el que antes era pasillo poco a poco comenzaba a volverse túnel e iba cada vez mas abajo. Lee se detuvo al llegar por fin al final, a una habitación que solo era iluminada por velas, el agua pasaba desde el techo hasta el suelo goteando con insistencia hasta llenar el lugar con su eco; y bajo un tenue y pequeño rayo de luz por el cual goteaba agua, se podía notar, en medio de la habitación... a una mujer rubia con un gran busto, su cabello estaba desordenado y apenas atado, su rostro estaba cabizbajo y se veía muy sucio, su ropa estaba rasgada señalada por marcas de golpes... con los brazos sujetos en alto por unas cadenas, y las piernas dobladas y sujetas de igual modo, aquella mujer parecía rendida y lo único que la mantenía de pie eran aquellas cadenas de sus brazos; Lee trago grueso, y se acercó con completa preocupación al verla casi muerta, pero se detuvo analizando la habitación por precaución, y finalmente se percató de que estaban solos en aquel lugar aislado.

— ¿Lady Tsunade? —al no obtener respuesta comenzó a buscar la llave de sus cadenas —Mi nombre es Rock Lee, soy del imperio Subaku y estamos aquí para liberarla.

Y con esas palabras la mujer reacciono tontamente subiendo la mirada con lentitud y duda, Lady Tsunade observó al chico sin entender lo que estaba ocurriendo, abrió sus labios resecos y partidos.

— ¿Qué hace un joven del reino Subaku aquí? —cuestionaba dudosa admirando la cara de aquel hombre.

—Hemos descubierto la traición —por fin encuentra la llave y se acerca para liberar las cadenas —Los Uchiha están tratando de tomar control del reino Subaku así como ha pasado con ustedes, ellos quieren apoderarse de todo.

—Sa... Sakura —sus labios temblaban con preocupación —mi pupila....

—Deben estar por rescatarla para este momento —Decía con seriedad mirando directamente a aquella mujer —tenemos poco tiempo, necesitamos salir de aquí cuanto antes —soltaba el ultimo grillete.

La mujer cayó al suelo con los puños directos al suelo, siendo lo único que la sostenía; con completa seriedad dirigía la mirada hacia el hombre que se encontraba preocupado a su lado, con algo de dificultad se puso de píe, manteniéndose firme frente a él, con la seguridad pintada en su rostro.

—El reino Haruno está repleto de estúpidos guardias Uchiha, ¿Qué es lo que tú gente esta tramando? Todo lo que intentan hacer no será pan comido.

El hombre sonrío hacia la fuerza que aquella mujer había recuperado en un solo segundo, y rápidamente la guio a la salida mientras comenzaba a explicarle lo que estaban planeando hacer. En un prado, el grupo de caballeros se detenía por mandato de su alteza; el hombre albino suspiraba y con una señal de manos mandaba a sus caballeros a los puntos clave que se habían marcado alrededor del reino, mientras que con un nudo en el estómago él miraba a la rubia a su lado.

— ¿Ahora qué haremos? —cuestiono algo inquieto.

—Solo tenemos conciencia de los traidores alrededor del reino, —confesaba —dentro... será un nuevo juego —suspiraba manteniendo la mirada sobre el muro que los dividía de las mujeres presas.

—Sus guerreros son conocidos por sus estrategias, —se hacía notar el azabache entre ambos —sus ataques inesperados... —sonreía hacia él —necesitamos un ataque sorpresa.

—Si, seria ciertamente lo mejor —asentía con una sonrisa decidida.

—Oye... —se acercaba en su corcel la rubia —Tranquilo... vamos a salvarla de esos idiotas.

El caballero personal de la chica sonrío ante el acercamiento de su pareja con aquel rey, y tranquilamente se acercó comenzando a trazar un plan con ambos líderes. En el interior del castillo principal del reino Uchiha, el emperador salía de una nueva habitación que le había mostrado a su invitado, todo el día aquel hombre se la había pasado riendo e ignorando los temas serios que su invitado intentaba tocar; Gaara suspiraba por milésima vez sintiendo como el brazo del príncipe Uchiha rodeaba su hombro.

—Vayamos a tomar la comida y luego, no lo sé... —se acercaba a su oído con una sonrisa seductora —podríamos intentar algo...

Con una leve risa empujo al azabache de su lado —Si como no, y yo estoy loco —niega bromista —... oiga emperador.

Con paso rápido el pelirrojo avanzo hasta aquel hombre situándose a su lado mientras intentaba convencerlo de evitar aquella unión forzada, pero aquel hombre solo sonreía mirando de reojo a su hijo quien algo cansado y molesto de aquella situación continuaba siguiéndolos muy por detrás ocultando su nerviosismo tras una mirada fría y cortante.

Con una señal de mano los caballeros de armadura plateada comenzaban a trepar los muros mientras las guerreras Haruno que viajan por todo el muro, vigilando los alrededores de su reino, se percataban de su presencia y de los ganchos que aquellos hombres lanzaron para trepar, sin dudar ellas trataron de cubrirlos rápidamente mientras se mantenían actuando con la mayor normalidad posible; entre su rápido trepar, los guerreros por fin se vieron llegando casi al interior del muro, con una sonrisa en cara la princesa Temari dio la señal a los arqueros, quienes de un solo tiro derribaron a los hombres Uchiha que se mantenían en los puestos centrales de vigilancia. Temari llego a la cima haciendo esperar a los otros guerreros tras el muro.

— ¡Ey! —tomaba a una rubia por los hombros — ¿Están todas bien? —cuestionaba preocupada —Necesitamos saber dónde se encuentran y cuantos más de ellos hay, vamos a recatar a tu pueblo, ayúdanos.

La chica sonrío entre su asentir —Me llamo Ino —asomándose por el muro hizo una inclinación entre su sorpresa —emperador Kakashi, tiempo sin vernos, Sakura...

El hombre albino negó —Necesitamos acabar con todos los Uchiha, una vez el plan este completo seré libre de concentrarme en Sakura por completo.

La chica asintió y mirando a sus demás compañeras sonrío comenzando a trazar un plan mientras sus guerreras escondían y ayudaban a los guerreros de los otros reinos; la princesa Temari se mantenía al tanto del plan, pero también dirigía la mirada hacia las otras guerreras, ellas se encontraban sobre el muro para proteger al pueblo y, sin embargo, ninguna de ellas poseía un arma... eran solo la fachada para hacer ver que se encontraban bien y que nada pasaba detrás de ese muro. Su atención fue llamada de repente por una joven de coletas que se acercaba dando una leve reverencia, y luego le dirigía una sonrisa.

—Primer princesa Temari, es un honor, aunque sean malas circunstancias... pero es un honor conocerla, si... acaso se pregunta por nuestras armas, —aprieta los dientes con enfado —los malditos Uchiha nos han dejado sin ninguna, ahora solo contamos con nuestra fuerza corporal y nuestra lealtad.

Con una leve sonrisa de lado, la princesa sujeto el hombro de aquella chica —Bueno... no me preocuparía, he escuchado que las guerreras Haruno son las mejores en todos los aspectos, además... —da unos pasos atrás, hacia el muro, donde toma una cuerda —No serán muchas —sube unas cosas envueltas en tela —pero son las suficientes, algunas dagas, espadas y arcos.

La chica sonrío ayudándola a subir las cosas, al abrir la manta tomó un arma e hizo señas a unas cuantas compañeras más que se acercaron con entusiasmo en la mirada.

—Pero, dime guerrera Haruno...

—Tenten —dijo a prisa —perdón, por favor, continúe.

—No hay problema Tenten, pero dime... —se acerca con seriedad — ¿Dónde se encuentra la señorita Haruno?

La chica tomo un respiro profundo y con el ceño fruncido suspiró —Como cualquier princesa cautiva —observa en dirección al pueblo —la tienen en su habitación, segundo piso, quinto cuarto a la derecha en el balcón.

La princesa asintió, y sonriendo llevó a la joven hasta el plan trazado mirando como todas tomaban su posición, preparadas para ayudar una vez ellos descendieran; los últimos grupos de guerreros subieron el muro siendo ayudados por las guerreras Haruno, y con todos listos sobre aquel muro que rodeaba el reino, los líderes del ataque se miraron entre sí y asintieron entre ellos, la princesa Subaku y el líder Hatake dieron la señal a su gente para comenzar a bajar al interior del reino. Con precaución y cautela los grupos comenzaron a bajar, descendiendo en silencio, y al poner los pies en la tierra fueron notados rápidamente por algunas guerreras que sonrieron con el entusiasmo que hacía tiempo habían olvidado, las mujeres avisaron a otras mujeres y rápidamente se movilizaron para distraer a los intrusos que las tenían cautivas, los Uchiha cayeron al instante dejando pasar, entre su distracción, a los hombres que trataban de ayudar a las Haruno.

El avance ya era mucho, faltaba poco para que los lideres llegarán al castillo central sin ser notados, cuando un Uchiha se percató de un intruso, un hombre del imperio Subaku, pero antes de que éste pudiera avisar a sus compañeros la chica de coletas marrones avanzo sin miedo hacia el Uchiha, arrojándole un par de bolas de acero unidas por una cadena lo hizo caer totalmente preso al suelo. Con una sonrisa la chica inspiro a sus muchachas quienes siendo respaldadas por los caballeros Hatake y Subaku recibían las armas obtenidas por los hombres que luchaban a su lado. La chica rubia que guiaba a los líderes de tal movimiento por fin se detuvo frente a las puertas abiertas del castillo central, y con un asentir hacia ambos líderes, dio una reverencia dedicándoles una sonrisa.

—Me ocupare de que no sean molestados, —dirige la mirada a sus compañeras —chicas, iremos por la derecha —se acerca a su tropa —Tenten ya les indico la habitación de nuestra emperatriz, les deseo suerte —se adentra al palacio.

Y con esas palabras la chica avanzo junto a su grupo, la princesa Subaku tomo un profundo respiro y se vio un poco sorprendida ante el roce de una mano contra la suya, su pareja le sonreía con levedad mirándola directamente.

—Nos encargaremos de los de la izquierda, sube y acaba con todos, hazlo con cuidado, no tardaremos en subir a ayudar.

La chica sonrío entre su asentir, y luego de mirar a su pareja retirarse junto a un grupo de cinco hombres y mujeres, puso su atención sobre el hombre albino que a su lado asentía entre un suspiro, dándole a entender que estaba listo para subir y actuar; solo estaban ellos solos, pero eso no los detendría. En la habitación real, la emperatriz del lugar solo suspiraba mirando al comandante de la invasión que admiraba al pueblo desde el balcón de aquel lugar, el ruido del ataque llegaba hasta aquella habitación y hacia fruncir el ceño del hombre que la mantenía cautiva.

—Bueno... —mencionaba con una sonrisa —parece que mis chicas están algo hartas de tú gente —avanzaba un poco por la habitación —creo que tú ataque ha terminado hoy mi caballero, Madara.

El sonrío girándose hacia ella con un leve suspiro —Pues así lo quisieron, ahora tendré que matarlas a todas —niega con pena —pero no os preocupéis, seré piadoso —sonríe entusiasmado —lo juró... intentaré que te maten primero —se acerca tocando el cabello rosa de la joven —para que así no las veas morir, después morirá tu maestra, —desliza su pulgar por los labios de la chica —y luego, todas tus chicas.

La chica sintió su corazón latir con fuerza, y apretando los puños al igual que la mirada, subió a esos ojos color ébano dedicándoles con una mirada todo el odio que su alma contenía contra aquellos hombres, contra aquel hombre, sin mediar palabra se apartó de las manos de aquel monstruo tomando camino al balcón dirigiendo la mirada hacia la entrada del palacio, y sorprendida parpadeo sin poder creerlo; su mirada dudosa se volvió hacia aquel hombre... ella no desconfiaba de su propia fuerza, pero sería peligroso atacarlo en ese momento, en especial con su maestra cautiva bajo sus garras, pero... en ese lugar, luchando contra sus enemigos... no solo sus chicas daban la vida contra los Uchiha.

— ¿Cuánto mas debemos esperar? —peguntaba furiosa la rubia.

—Le pido un momento Lady Tsunade, hemos trazado este plan en tan solo un día, y hemos ajustado las cosas lo mejor posible, pero para huir del imperio con la mayor cantidad de despiadados caballeros es...

La mujer se dejó caer al suelo, los tres se encontraban escondidos en una tienda de frutas, detrás de grandes barriles que casi los rodeaban por completo; la mujer azabache ladeó la cabeza hacia el joven a su lado quién asentía tomando asiento al lado de la mujer rubia con las ropas desgarradas, sucias y completamente desgastadas.

Apretando los puños sobre sus piernas, la mujer bajo aún más la mirada —Sakura... ella, ¿Estará bien?

El chico dudo, pero con un suspiro solo pudo negar —Eso espero, yo también estoy muy preocupado... dentro de este reino esta la persona que mas amo en la vida, y él está por casarse con el príncipe de éste reino... —subiendo la mirada se encontró con la sonrisa dolida del chico a su lado —pero él lo está haciendo para salvarla y salvarnos a todos de una matanza increíblemente sangrienta, con usted libre —pone los ojos sobre los de la mujer —con todos los demás caballeros intentando rescatar a su reino... —sonríe encantado —esperamos lograr nuestro propósito, y espero tener la dicha de volver a verlo y tenerlo en mis brazos.

La mujer asintió mas relajada, y con una leve sonrisa sujeto el hombro del joven —Oye, él saldrá de este lugar, pero necesitamos salir a prisa —Dice con seriedad —Sakura se negará a cualquier ataque si yo no estoy frente a ella y sigue creyendo que soy rehén de estos malditos.

El chico asintió dirigiendo la mirada hacia la azabache que a su lado se mostraba algo incomoda sentándose al lado de ellos —Ya he mandado el mensaje, así que Shisui ya debe estar por apresurarlos, pero el emperador suele ser muy hablador, en especial cuando lucha por algo que desea... puede que ya este sospechando algo.

Ambas personas a su lado la miraron con sorpresa, a lo que la joven solo bajo su mirada cubriendo sus bocas con prisa antes de que dijeran mas nada ya que gente se había aproximado al negocio donde ellos se mantenían escondidos.

Luego de derribar a algunos Uchiha, y herir a otros, la princesa y el líder de los hatake se miraron frente a la puerta de la joven Haruno. Con un asentimiento entre ellos, ambos abrieron la puerta de una patada mirando la presencia de un solo hombre en el interior de aquella habitación; una enorme sonrisa se pintó sobre el rostro del desconocido que invadía aquella habitación, el hombre sonrío y jaló a la joven pelirosa, sosteniéndola frente a él y rodeando su cuello con su brazo colocó un cuchillo contra su blanca piel y avanzó unos pasos hacia sus invitados.

—Vaya... princesa primera Temari, y el emperador Hatake, no esperaba su visita, pero es más creíble... —sonríe entre un suspiro —era imposible que las guerreras Haruno se revelarán por sí solas, en especial porque las vidas de sus dos emperatrices estaban en riesgo.

El peliplata apretó el mango de su arma y desviando por un momento la mirada le permitió a la rubia a su lado hablar con el hombre frente a ellos.

—Sera mejor que se aleje de ella caballero, somos dos contra uno, tenemos más posibilidad de derrotarlo.

El hombre sonrío divertido —Si, pero... —Dirige la mirada sobre la pelirosa que se mantiene cabizbaja —Ella no moverá ni un pulgar —aparta las manos —para ir contra mí, fácilmente —sonríe alejándose —puedo dejarla ir para poder enfrentarme a ustedes dos, y sé que ella seguirá aquí sin dudarlo.

El peliplata avanzo un paso, incrédulo de lo que veía —Sakura... —musitaba tendiendo la mano hacia la joven.

Con una leve risa el azabache avanzó con el arma en mano —No ira —declara con seguridad.

De un rápido golpe las espadas chocaron encontrándose en un metálico sonido, el hombre de pelo plata frunció el ceño, dolido con la actitud de su amada, y simplemente dirigió la mirada a los ojos negros que le retaban, apretando la dentadura hizo resbalar las espadas para volver a encontrarlas con un grito de furia, poniendo presión hacia retroceder al hombre que seguía sonriendo complacido con el dolor de su mirada.

— ¡Temari! —grito sin despegar la mirada de su rival.

Con paso rápido la joven rubia avanzo hacia la pelirosa que enseguida se soltó del agarre de aquella chica, la chica apretó los labios y las manos bajando la mirada entre su negación, se aferró a su propio cuerpo con completa pena en la mirada.

—No.

—Tenemos a Tsunade, ella está bien, está en camino —insistía tratando de tocarla —está por venir.

Su mirada subió con prisa ante aquellas palabras — ¿Qué?... —sujeta el brazo de la rubia con prisa — ¿¡Qué!?

—Tsunade, mi hermano menor ha ido por ella junto a algunos caballeros y Uchihas que están en contra de su imperio, Tsunade debe estar bien.

— ¿¡Qué dices!? —De una patada alejo a su oponente y lo hizo encogerse del dolor al golpear su rostro con el mango de su arma — ¿¡Desertores Uchiha!?

Con paso rápido se aproximó a la rubia sosteniéndola por el cuello y arrinconándola contra la pared; la chica rubia sintió su aire escapar de sus pulmones y el frío llenar su estomagó, sin poder hacer nada miró al hombre que la heria, se concentró en esos sádicos ojos que habían visto matar a tantos antes, y sonrío, sintiendo que ese era su último momento de vida; pero de pronto solo sintió una brisa chocar con su cabello y escucho el caer de la espada enemiga. Al abrir los ojos, notó una sonrisa amplia que hacía brillar el rostro de la pelirosa, la emperatriz Sakura apuntaba su espada al enemigo causando que el peliplata sonriera acercándose para atar al Uchiha, entre una leve risa Sakura se encontraba con los ojos de la primer princesa, y se acercaba tomándola por las manos mientras los ánimos de una niña a punto de recibir un regalo brincaban de su ser.

— ¿Enserio se encuentra bien? ¿Enserio la están trayendo?

—Eso espero... —confesó con desanimo —realmente no te puedo prometer nada, estamos haciendo esto bajo los pies de los Uchiha, no saben que hemos liberado a tú reino y que hemos forjado lazos con los Hatake, y sobre todo desconocen que su gente les esta A dando la espalda... —confiesa con seriedad —Mi hermano menor esta con Lady Tsunade, ambos están en peligro metidos en aquel reino, no tengo idea si ya han podido salir... —exhala un suspiro —no quisimos alzar dudas y ponerlos en más peligro así que decidimos no enviar gente para informarnos de la situación, sabíamos que si lo hacíamos podrían estar en mucho más peligro.

Con un poco de miedo en su cara, la pelirosa volvió a mostrar una leve sonrisa —Espero que vuelvan pronto...

La rubia sonreía por igual —Lo mismo deseo.

Tomando un respiro profundo, ambas se miraron con una leve sonrisa, y un poco mas animadas asintieron entre ellas; la princesa se abrió paso al Uchiha capturado permitiendo así que los ojos de la pelirosa pudieran encontrar los de su pareja, Kakashi sonreía entusiasmado y sacándose el casco de lobo gris extendía levemente sus brazos en espera de ella, la joven no dudo y se lanzó a sus brazos buscando rápidamente los labios contrarios que la recibían con cariño, apenas el beso termino las manos del peliplata viajaron por la fina piel de su pareja acariciando con fuerza aquel rostro que perdió por un tiempo y que ahora podía volver a tocar.

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