Capitulo 5.- Enfermo.

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Editado: 05/12/2020 

Enfermo.

Los días pasaban y las citas entre la primer princesa y el joven guerrero Nara cada vez eran mas frecuentes, eso significaba que el emperador no les molestaría por un tiempo, y eso la hacía estar tranquila, pero... de pronto otra inquietud salto sobre la familia real. Como cada día el joven caballero Lee se adentraba por los pasillos del palacio y caminaba hasta la puerta de su príncipe con el alma profundamente preocupada, pero simplemente no se atrevía a verlo; su alteza el tercer hijo había caído enfermo desde tres días atrás, lo invadía una fiebre muy alta que no le dejaba levantar de la cama y una fuerte y brusca tos que le destrozaba la voz sin piedad. Mientras el sol emergía del horizonte el médico del príncipe cambiaba por decima vez las toallas húmedas que descansaban encima del cuerpo del príncipe; y tras la enorme puerta de su habitación se podía ver a un hombre de gran altura con un semblante preocupado que caminaba en un vaivén interminable inseguro de cruzar aquella puerta con adornos de oro, que era lo único que le distanciaba de su príncipe.

— ¿Piensas entrar? —pronunciaba una voz femenina —he notado que últimamente... te encuentras muy preocupado por él.

El azabache bajo la cabeza de inmediato ante la presencia de la primer princesa quien con solo tocar su hombro le permitía subir la mirada, el joven trago saliva asintiendo y suspiro suavemente por la nariz mirándola cuestionarle con la mirada.

—No soy tonta Lee... y Gaara, Gaara jamás me oculta secretos, somos muy unidos y sabemos todo del otro... al menos casi todo —Decía con una sonrisa que se borraba apenas sujetaba el brazo del guerrero —él de verdad quiere verte, y quiere salir contigo de nuevo a la ciudad... bueno —exhala un suspiro —yo debo irme ahora, tengo una cita con mi caballero personal.

La chica lo soltó y simplemente sonrío avanzando con una sonrisa en cara feliz de lo dicho y hecho; el joven azabache suspiró, y al entrar miró al doctor quitando los ropajes del joven príncipe que parecía sumamente adolorido, pero al percatarse de la presencia de su caballero sonreía dulcemente.

—Lee... —traga saliva para recuperar la voz —que bueno que vienes.

—Disculpe caballero —pronuncia entre su poner de pie —sé que es su guardia personal, pero con lo indispuesto que se encuentra el tercer príncipe no creo que necesitemos de su presencia en este momento.

—No —pronunciaba roncamente tratando de incorporarse —sal... quiero que Lee se encargue de esto, sal, está bien.

Pedía con algo de enfado entre su ronca y dolida voz, sus respiraciones eran casi forzadas, pero el doctor no tenía opción y simplemente mirando al caballero se inclinó en son de disculpa para luego salir dejando a ambos jóvenes en aquella habitación; el caballero sonrío y con paso calmado avanzó a su príncipe que comenzaba a toser fuertemente, preocupado el joven sostuvo al pelirrojo de su nuca dándole un poco de agua para luego tomar asiento en la cama junto a él, acaricio la piel blanca y sudada del joven doncell que ahora respiraba con mas tranquilidad aun cuando su piel hervía bajo los dedos de su caballero, Lee avanzo hasta acariciar aquellos rojos cabellos mirando a su alteza sonreír levemente complacido entre su dolor.

—Lee... al lado de la cama...

El joven bajo la mirada notando un balde de agua, asintió tomando un pequeño trapo de tela fina que dejo remojando en esa agua mientras sus manos tomaban camino a la ropa del príncipe sacándola con delicadeza de aquel cuerpo que se llenaba de escalofríos, pero la sorpresa lo hizo detenerse, aun en aquel estado la piel de su alteza era reluciente, estaba sudoroso, y su piel subía con una lentitud absoluta, pero... seguía siendo tan lindo; su mano viajo a la mejilla del chico que sonriente se entregaba a aquella caricia.

— ¿Cómo te has sentido? —pronunció delicadamente.

—Umm... un tanto... mal... si —ríe levemente —muy mal.

El caballero sonrío levemente y tomando el pedazo de tela del balde comenzó a exprimirlo y con delicadeza comenzó a lavar la piel del príncipe siendo muy cuidadoso.

—No es para reír mi príncipe, estaba —suspira ante el exprimir de la tela y volver a lavar su piel —muy preocupado Gaara.

El príncipe sonrío levemente —No te preocupes, nadie piensa que sea tú culpa... tú solo fuiste elegido por mi hermana para acompañarme, pero el deseo de salir fue mío... ni el emperador, ni la emperatriz dudan de ti para nada, es solo... —suspira cansado —culpa de mi débil cuerpo.

Entre un suspiro tomó el brazo del príncipe comenzando a lavarlo —No me estoy preocupado por lo que piense el emperador o emperatriz, estoy preocupado por ti, por tu salud.

Una vez termino de limpiar el torso de su príncipe exhalo un suspiro notando esa mirada mas tranquila sobre él, el pequeño doncel en cama lo admiraba con un sonrojo sobre las mejillas, confundido, sin comprender por completo lo que ese hombre decía.

— ¿Por mí? —cuestiono curioso.

—Si... —confesaba avergonzado — ¡E...! ¡Es decir! ¡Si! Claro... claro que sí.

Sonriendo sujetaba la mano de su alteza que con solo esa unión comenzaba a olvidar todo el malestar de su cuerpo, Gaara sonrío de gran manera apretando la mano de su caballero, mientras nervioso por tal toque, el joven azabache desviaba la mirada entre el arreglo de su voz y concentrarse en aquel suave toque.

— ¿Aunque no me conozcas mucho?

—Creo... —nervioso regresaba la mirada —que te conozco lo suficiente.

El pelirrojo sonrío levemente y girando su cuerpo en la cama, con ayuda de su guardia, respiró más tranquilamente.

— ¿Piensas eso? —se acurruca contra sus manos unidas —yo... conozco muy poco de ti, no se mas que... —dice con tristeza —tu nombre y rango.

—Bueno... —ríe avergonzado —yo tampoco conozco mucho de ti, apenas y conozco algunos gustos tuyos.

— ¿Sí? ¿Cómo cuales, Lee?

Con una sonrisa avergonzada el joven azabache arreglo un poco los ropajes del príncipe y cuidadosamente entro a su lado en la cama mirándolo con una sonrisa mientras acariciaba su cien y algunos cabellos sobre su mejilla.

—Como que... no te gustan las cosas dulces, tu momento favorito para salir es durante la noche, siempre... sales a observar el cielo sea la hora que sea, te gusta leer —aparta algunos cabellos de su cuello —y cuidar de las plantas del reino... um... esa frase... aun siento curiosidad por ella —acaricia su frente.

El príncipe sonrío y llevando la mano de su caballero para delinear esa marca solo permaneció mirándolo directo.

—Es por... mi tío, mi tío siempre que se embarca en una misión fuera del reino dibuja esta frase en mi frente —lleva la mano contraria contra sus labios —él me ha cuidado gran parte de mi vida, procurando que me encuentre bien por petición de mi madre... —sonríe —mi padre no nos deja verlo casi nunca, pero siempre que él sale me deja esta marca por su algún día... él no volviera, para... no olvidar el amor que debo sentir hacia mi padre aunque... —divertido acaricia la mejilla contraria —él realmente lo odia, es solo para no arriesgar mas mi vida, todos piensan que tengo mayor oportunidad de vivir estando en este lugar que allá afuera.

Una sensación extraña lleno el pecho del azabache que entre abría los labios sin saber exactamente el porqué, pero su cuerpo se lo dijo enseguida cuando se acercó con dirección a los labios de aquel chico en cama, esos rojos y carnosos labios que podían seducir a quien el príncipe deseara; entre un suspiro a los labios contrarios, los delgados brazos del príncipe se sujetaron al pecho de su caballero mientras las manos de éste sujetaban aquel cuello descubierto con la mayor delicadeza posible, sus cuerpos se estremecieron al momento en que sus ojos se encontraban de frente mirando los contrarios, y Gaara se encogió viajando entre los ojos de su caballero y sus labios.

—Mi caballero... ¿Puedo... besarle?

—Yo quisiera... —se acerca inquieto —preguntar lo mismo mi príncipe —expresaba casi en un susurro.

El pelirrojo sonrío y levemente se acercó a aquellos labios mientras el azabache cerraba los ojos permitiéndole dirigir tal acto, sus Inhalaciones profundas se escuchaban fuertemente entre cada unión, mientras sus labios lentamente probaban los contrarios con absoluto deseo y se separaban con completa añoranza.

— ¡Gaara! —pronuncio una voz masculina.

La puerta fue abierta con brusquedad sorprendiendo al caballero que de prisa cubrió el cuerpo de su príncipe y ante la agitación termino de rodillas en el suelo, ambos jóvenes dirigieron la mirada al príncipe castaño que al verlos solo retrocedió unos pasos hasta poder cerrar la puerta de la habitación, al estar cerrada el chico parpadeo analizando la escena y de un momento a otro solo comenzó a reír divertido.

—Ahora veo que ya encuentras mucho mejor —se acerca sonriente.

—Ha... —avergonzado se levantaba arreglando sus ropas y buscando respuesta en el pelirrojo.

— ¡Es... esto es...!

De un momento al otro el príncipe menor cubrió su cara con las mantas que su guardia le había puesto encima, y lleno de vergüenza solo se giró en la cama dándoles la espalda. El segundo príncipe se dirigió hacia el caballero azabache con una mirada más brusca haciéndolo tensarse y mantener una posición de firmes mas correcta, aunque su mirada estuviera dirigida al suelo.

—Segundo príncipe —pronunciaba firme.

—Dime, Rock Lee... ¿Qué piensas que haces con un príncipe prometido?

— ¡No... esto es! Yo... yo lo lamento mucho... mi príncipe —caía de rodillas con la mirada al suelo.

— ¡Kankuro! —se incorporó furioso ante las palaras dichas a su espalda — ¡Basta! —furioso cerraba su bata para ponerse de pie.

— ¡Oye!...

Expreso aterrado deteniéndose pues el chico azabache que estaba de rodillas en el suelo ya se había encargado de sostener a su pequeño hermano que casi caí por la poca fuerza de sus piernas, pero apenas sus miradas se toparon el tercer príncipe sujeto su pecho dolido, aterrado el hermano del menor se acercó para cerciorarse de su salud.

— ¡Vamos, colócalo en la cama de nuevo! —instruía al caballero —Gaara, tienes que calmarte —pronunciaba lentamente —habla tranquilo, no lo estoy matando... te escucho Gaara.

El pelirrojo asintió con algo de dificultad y normalizando su respiración no apartaba la mirada de los ojos carbón que preocupados lo miraban, nuevamente se sentía mareado, pero al reponerse un poco bajo la mirada hacia la mano que lo sostenía con firmeza, parecía completamente preocupado a tal punto que ignoraba la presencia del segundo príncipe a su lado; la mirada cian del joven príncipe se dirigió hacia su hermano mayor.

—Fui yo quien le pidió hacer todo esto... —la mirada de su hermano dudo —Lee solo hizo lo que le pedí.

—Tranquilo... no me molesta lo que sea que este ocurriendo aquí Gaara, es decir... yo no tendría a un hombre como pareja, pero si así lo quieres ha habido muchos de la realeza que han tenido esos gustos... —dirige la mirada al caballero —el corazón de mi hermano es débil, las emociones fuertes como el miedo o enojo lo podrían hacer caer enfermo... —suspira sujetando su nuca —desconocemos la enfermedad, pero hemos podido mantenerlo a salvo, y sinceramente... siempre he temido que llegue a querer hacer el amor con una persona porque pensé que su corazón no podría...

— ¡Kankuro... es... vergonzoso! Yo estoy... estoy bien, estaba bien.

—Si, lo note hermano —sonríe pícaro —te veías decidido... en fin, solo... venía a asegurar tu estado ya que mire al doctor por los pasillos, pero bueno —choca sus manos entre si mientras retrocede —sigan en lo suyo, o como quieran que yo... pues voy de salida.

El joven pelirrojo se incorporó mirando a su hermano salir, Kankuro dudo un poco en la salida, pero finalmente cerró la puerta dejando a un avergonzado pelirrojo que se dejaba caer sobre su almohada completamente agotado mientras los ojos carbón de su caballero se posaban sobre él con preocupación, la mano de Lee busco la de su compañero que sorprendido se encontraba con aquella mirada.

— ¿Te encuentras bien?

—Si... —tragaba saliva, nervioso.

—Estas rojo —tocaba sus pálidas mejillas con sus nudillos —la fiebre ha bajado, pero aun estas muy descubierto.

Entre el cubrir aquel débil cuerpo se encontró nuevamente cerca de su rostro, pero simplemente se alejó algo nervioso mientras una nueva conversación comenzaba entre un intento de calmarlo y calmarse a sí mismo. Por las calles del poblado dos corceles viajaban juntos llevando a dos personas de llamativa apariencia, la joven rubia reía animada mientras el azabache de coleta a su lado sonreía complacido con verla reír.

—No puedo creer que enserio le hagas frente al emperador —sonreía complacido hacia ella.

—Digo lo mismo, tengo la ventaja de ser su hija, ¡Pero tú!

Ambos caballos se detuvieron y el caballero fue el primero en bajar para atar ambos caballos, la chica sonrío y de un brinco cayó al suelo arreglando su vestido mientras aquel hombre ataba los caballos.

— ¿Qué harás mas tarde? Mis amigos y yo beberemos en el bar, pensé que quizá querrías venir y dejar los modales de falsa princesa —sonreía animado mirándola elevar la ceja con una sonrisa de lado.

—Bueno... —se encoge de hombros para luego abrazar al chico por los hombros — ¡suena realmente bien!

Animada entraba a su lado, ambos tomaron la mesa de siempre pidiendo lo de siempre y simplemente comenzaron su plática divertida entre algunas carcajadas.

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