Capítulo 11.

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       El viaje se le hizo un poco más largo de lo que él pensaba, pero no le quedaba más remedio, tenía que ir sí o sí. Tenía que ir a ver ciertas cosas antes de ir a por el hermano de Danya.

Tras escuchar las palabras de Atami, cuando le iba inyectar aquello al niño, Daryl había recordado unos informes que había visto en el archivador de la enorme biblioteca que había en el edificio donde habitaba Atami. Informes, que hablan del Nobúo, de los entrenamientos de Daryl, de cómo evolucionaba a cada día que pasaba... Hablan de BIOMA y también de sus padres. Por desgracia, Daryl no tuvo oportunidad alguna de poder llegar a ver aquellos informes más detalladamente. Cuando huyó de allí, se los llevó con él, pero hasta que llegó a Ruinas e intentó hacer vida allí, ha sido un fugitivo buscado por el gobierno, lo cual ha tenido que mantenerse oculto mucho tiempo y trabaja por las noches para poder vivir.

Por aquel entonces, había conocido a un chico. Aquel chaval, de más o menos su misma edad, conocía cada rincón de la ciudad de Ruinas, conocía a todo el mundo de por allí. Su nombre era Kauzo, y era un experto en recopilar información y mantenía una amplia red de contactos. Era una persona muy conocida en Ruinas por su increíble habilidad para obtener información y estar siempre al día con los acontecimientos más relevantes. Aquel chico, solía ser muy reservado y discreto, pero, a pesar de no tener ninguna habilidad sobrehumana, su capacidad para obtener información con rapidez hacía que la gente siempre fuera a él para obtener información sobre algo en concreto, lo cual se había transformado en su trabajo. Algo que a Daryl en su día, le había parecido bastante curioso. Aquellos dos chicos, se habían conocido en el centro de la ciudad, cuando Daryl un día, observaba con atención una enorme pantalla donde solían salir las noticias más relevantes del mundo. Kauzo, había tropezado con él, tras intentar escapar de una pandilla de unos cinco hombres, por intentar conseguir unos documentos para una de sus clientas. Daryl, sin aun saber muy bien que ocurría, había defendido a aquel chico. Cuando consiguió espantar a aquella pandilla, Kauzo le dijo lo que había ocurrido, y quien era. Se encontraron varias veces más los siguientes días, hasta que un día, Daryl se dio cuenta de lo famoso que era aquel chico en aquella ciudad y el porqué, lo que le dio la confianza suficiente para que aquel chico le guardara ciertos documentos durante unos días, hasta que él mismo, pudiera asentarse en algún lado, pero cuando se quiso dar cuenta, había pasado un año, y Daryl se había olvidado de los informes, hasta ahora.

Con el viento golpeándole en la cara y sacudiendo su media melena hacia atrás, se adentró en aquella ciudad que fue su hogar durante un tiempo. La gente de Ruinas, observaban a aquel chico pasar por aquellas calles en aquella enorme moto negra. Algunas personas lo reconocían y lo saludaban con la mano, otras en cambio, no sabían muy bien quien era, por lo que solo observaban y luego, seguían su camino.

Giró el cuarto cruce a la izquierda y bajó la velocidad de la moto hasta pararse delante de un enorme edificio que había quedado en ruinas por culpa de aquel incendio. No había pasado ni una semana desde que se fue de aquí, pero aun habiendo vivido en la mierda, aquel pequeño espacio donde le habían dejado quedarse, se había convertido en su refugio, en su hogar durante un año, y una parte de él lo echaba de menos. Aún no tenía muy claro que, o quién había provocado aquel enorme incendio, pero sabía cuánta gente vivía allí, y sabía que se habían quedado sin hogar, al ver sus pequeños campamentos delante de aquel edificio. A Daryl, aquello le partió el corazón, aquella gente no se merecía quedarse sin hogar, y mucho menos, tener que vivir en la calle.

Uno de los señores que estaba calentándose una pequeña lata, alzó la cabeza y observó a Daryl unos largos segundos. Mostró una pequeña sonrisa y levantó la mano para saludarlo. Daryl hizo lo mismo, a aquel hombre le tenía un enorme cariño, le dejó comida los primeros días que había estado allí, y siempre que lo veía pasar por las escaleras saludaba con una enorme sonrisa. No sabía nada sobre su vida, ni cómo había terminado en un lugar así, pero Daryl sabía, que aquella persona era un buen hombre.

Alzó la mirada para volver a mirar aquel edificio una última vez y seguido, continuó su camino hacia la casa de Kauzo. Que, para su suerte, no estaba muy lejos de allí.

Minutos después, aparcó la moto frente a la casa de Kauzo, y tras haberse bajado de ella, caminó hacia la puerta de la entrada. No era una casa grande, era más bien pequeñita. Era sólo de una planta y para Kauzo viviendo sólo, le llegaba.

Cuando Daryl alzó la mano para tocar el timbre, se fijó en una pequeña nota sobre ella, que ponía:

«No uses el timbre, mis gallinas están en periodo de poner huevos. Toca la puerta. Gracias. ;)».

Daryl funció el ceño tras aquella nota que había sobre el timbre. ¿Gallinas? ¿Acaso era una broma?

Tocó la puerta dos veces y esperó a que Kauzo abriera. No tenía muy claro si estaba o no en casa, pero por la prisa que Daryl tenía, esperaba de corazón que sí.

Al poco tiempo, la puerta se abrió, dejando ver a un Kauzo somnoliento que parecía haberse levantado de su siesta.

—¿Daryl? —preguntó con voz adormilado mientras se rascaba la nuca.

—Siento despertarte tío, pero es urgente.

Kauzo observó al chico y con un gesto de cabeza hizo entrar a Daryl al interior de su casa. Cuando este está a punto de cerrar la puerta, se fijó entonces en la moto que había aparcada delante de su casa y seguido, observó a Daryl perplejo.

—¿Has venido montado en ella? —peguntó asombrado señalando la moto.

Daryl asintió y de pronto una gallina voló por delante de él para finalmente posarse sobre uno de los sofás. El joven rubio tosió mientras apartaba del rostro alguna que otra pluma de aquel animal.

—Tío, ¿desde cuando tienes gallinas?

—Y tú, ¿desde cuando tienes moto?

Daryl alzó una ceja.

—Yo pregunté primero.

Kauzo resopló y cerró la puerta.

—Desde que descubrí la cantidad de huevos que ponen y lo gratis que me salen.

Daryl observó perplejo a aquel chico. Kauzo a veces era una caja de sorpresas, hoy tenía gallinas, pero igual mañana se le daba por tirarse en paracaídas.

—¿Y lo del timbre?

Kauzo frunció el ceño y luego pareció entender la pregunta.

—Ah, eso. Las gallinas suelen estresarse. ¿Sabías que un huevo de una gallina estresada no sabe igual que la de una gallina normal?

—¿De dónde has sacado esa información? —preguntó Daryl sin poder de dejar de alzar las cejas.

—De mí mismo, lo he descubierto hace un tiempo y me alegro de que hayas entendido a la perfección la nota del timbre. Algunas personas les da igual y timbran de igual forma.

Daryl asiente serio.

—Bueno tío, cuéntame, ¿a qué has venido? Y, ¿De donde ha salido esa bestia de moto?

—Lo de la moto es una larga historia, que ya te contaré. Pero ahora mismo tengo algo de prisa.

—Muy bien, te escucho.

—¿Recuerdas aquellos documentos que te había dado hace tiempo y te pedí que me los guardaras? —Kauzo asiente con la cabeza. —Pues los necesito de vuelta.

Kauzo lo mira en silencio y alza la mano para rascarse la barbilla pensativo.

—Tío, ha pasado tanto tiempo desde entonces que creía que no ibas a volver a buscarlos. Así que los tiré —dijo él encogiéndose de hombros, como si lo que le había dado Daryl en confianza no había sido importante.

A Daryl se le para el corazón. ¿Qué los había tirado? Aquello no era bueno, en aquellos informes estaba toda la información que Daryl necesitaba ver, y más ahora. ¿Qué iba a hacer ahora?

Kauzo al ver lo pálido que se había puesto Daryl, se echó a reír y estiró los brazos para ponerlos por detrás de su cabeza.

—Era broma tío, tenías que haberte visto la cara. —le respondió guiñándole el ojo y sacándole la lengua fuera.

Caminó por el pequeño salón hasta desaparecer por un pasillo.

—Eres un capullo. —respondió Daryl volviendo a recuperar la sangre que había perdido durante unos segundos.

Kauzo vuelve con una caja de color negra y la coloca sobre la mesa del salón. Daryl se acerca a él y tras abrir la caja, comienza a sacar algún que otro archivo. Los observa con detenimiento y comienza a leer el interior de cada informe. El primero trataba de los entrenamientos de Daryl, del antes y después del Nobúo, de cómo había evolucionado, y lo fuerte que se estaba haciendo. Observó también unos informes con respecto a BIOMA, pero no pareció hacerles mucho caso, ya que su objetivo principal, estaba en buscar los informes de sus padres, que, segundos después consigue encontrar.

Daryl, observó la carpeta que ponía en grande el nombre de sus padres. Hiroshi y Emiko Born. El joven, recibe un pequeño pinchazo en el pecho, al recordar a sus padres. Los echaba mucho de menos, y le daba rabia saber que, lo único que conservaban de ellos dos, era aquella chaqueta negra que su madre le había regalado.

La mano de Kauzo se posó sobre el hombro de Daryl, quién volvió en sí al mirar al chico, que lo observaba con preocupación.

—¿Va todo bien? —preguntó Kauzo.

Daryl asintió y se enderezó pestañeando varias veces para que sus lágrimas no salieran de sus ojos. Abrió entonces aquellos archivos y observó su interior.

En ellos, aparecía información detallada de ellos dos, las fotos de cada uno, la edad, dirección... Más abajo salían las estadísticas de cada uno y el campo en el que estaban especializados. Por lo que el informe detallaba, Hiroshi y Emiko, eran los mejores científicos que podría tener el gobierno. Daryl siguió leyendo y pasando páginas ya que no salía nada interesante que él no supiera ya. En unas de las últimas páginas, observó con atención lo que ponía y entonces sus puños, comenzaron a arrugar un poco aquellos informes. En ellos decían que sus padres habían sido asesinados por traición, y que Atami, se había encardado de ellos. Decía, que habían estado en contra de la mutación genética y que iban a sacar a la luz, los planes que Atami tenía, convertir a los humanos en seres poderosos con habilidades especiales para que todo el mundo fuera igual, pero sus padres decían que aquello no era fiable, que podría causar la muerte o efectos secundarios muy graves. Atami, odiaba que la gente se pusiera en su contra, por lo que los reunió en su despacho y ahí, fue el último día que vieron la luz.

Daryl cierra los puños con fuerza y lanza los archivos a la otra punta de la habitación. Grita de rabia e impotencia y de sus manos comienza a aumentar el poder que él tenía. Kauzo, sin moverse, lo observa en silencio. No tenía muy claro que fue lo que Daryl había leído, pero no parecían buenas noticias. El joven rubio, volvió a gritar, pero con más fuerza y entonces, Kauzo, observó en sus ojos un color carmesí que nunca antes había visto.

—Tío, tus ojos. —balbuceó con miedo.

Daryl se giró entonces hacia él y golpeó con fuerza la columna que tenía a su lado. Kauzo salta en el sitio del susto, y da varios pasos hacia atrás. El rubio, estaba cabreado, dolido, por lo que les había hecho a sus padres. Por lo que Atami le había hecho.

De pronto, la mirada de Daryl se oscureció y su poder se calmó. Iba a acabar con Atami, iba a matarlo. Iba a vengarse por lo que les había hecho a sus padres.

Dejó todo sobre la mesa y enfadado, salió corriendo de aquella casa. Kauzo lo observó sin entender y lo vio irse por la puerta sin tan siquiera despedirse.

Daryl, caminó hacia la moto y tan pronto subió en ella arrancó y salió disparado por la carretera. Comenzó a aumentar la velocidad a medida que los segundos pasaban. Quería terminar con todo aquello de una vez por todas, y pensaba hacerlo ahora.

Con cada kilómetro que recorría hacia las afueras de la ciudad, recordaba cada momento vivido con sus padres, y cada palabra de aquel informe. Se odiaba a sí mismo. ¿Por qué narices no había leído aquellos informes antes? ¿Por qué se olvidó de ellos?

Las lágrimas amenazaban con salir, pero Daryl se limpiaba con la manga de la chaqueta impidiendo que aquello ocurriese.

Seguía avanzando por la carretera, sabía que aquella batalla debía librarse lejos de la ciudad, lejos de cualquier inocente que pudiera resultar dañado en el proceso. Le tenía tantas ganas a aquel hombre, que sabía el poder que podría desatar en aquella batalla.

La brisa fresca acariciaba su rostro mientras su moto, devoraba kilómetros por la carretera abierta. Los edificios altos de Ruinas, desaparecieron por el espejo retrovisor, reemplazados por paisajes más rurales y tranquilos.

Daryl comenzó a buscar un lugar aislado y seguro, donde pudiera enfrentarse a Atami, sin temor a causar daños colaterales. Su mente empezaba a llenarse de estrategias y planes mientras avanzaba por las carreteras serpenteantes y los caminos solitarios.

El paisaje cambiaba a medida que se adentraba en un entorno más rural y boscoso. Árboles majestuosos se alzan a ambos lados de la carretera, proporcionando una sensación de respiro y calma en contraste con la tensión que se acumulaba dentro de Daryl. El ruido de la moto se mezclaba con el sonido de la naturaleza, creando una sinfonía única en su camino.

En su mente, repasaba una y otra vez sus habilidades y poderes, preparándose para utilizarlos de la manera más efectiva posible. Una parte de él, sabía que aquella batalla que quería enfrentar, sería difícil y peligrosa, pero estaba dispuesto a arriesgarlo todo para detener a Atami.

Daryl, por fin consiguió llegar a un lugar desolado, un paisaje árido y desértico donde la presencia humana escasa. Aparcó su moto y descendió con determinación. Cuando observó que la larga distancia que mantenía con la moto, observó todo a su alrededor, asegurándose de que aquel lugar realmente estaba desierto. Al confirmarlo, suspiró y alzó la mano para quitarse aquella horrible máscara que estaba cansado de tener que ponerla.

La adrenalina, comenzó a fluir por sus venas, mientras se preparaba para el enfrentamiento inminente. Desenfunda la espada que Canrid le había regalado, con elegancia y habilidad, sintiendo el peso familiar del arma en sus manos. La hoja reluce bajo el sol, reflejando la mirada furiosa y las manos ardientes de su portador.

Daryl cogió aire, y luego gritó con todas sus fuerzas.

—¡ATAMI! —gritó. —¡Se que puedes oírme allá donde estés!

El sonido de su grito, se pierde en la inmensidad del paisaje, pero Daryl, no se rinde.

—¡Atami! ¡Tú y yo tenemos algo pendiente! ¿No querías encontrarme? ¡Pues aquí estoy!

Daryl, gritaba su nombre con fuerza. Los minutos parecían eternos mientras Daryl esperaba la aparición de aquel hombre. La tensión se intensificaba en el aire, hasta que de pronto, Atami apareció entre el polvo del desierto. Sorprendiendo a Daryl en un movimiento sigiloso.

El chico, se quedó momentáneamente sin aliento al ver a Atami aparecer detrás de él, tomándolo por sorpresa. Daryl pegó varios saltos hacia adelante para separarse de aquel hombre, quien no se movió ni un centímetro del sitio.

La expresión de Daryl se endureció aún más y su mirada, se clavaba en la de Atami, quien lo observaba con una media sonrisa, aunque más bien, parecía una mueca.

—Vaya, ¿te veo más grande o es impresión mía? —preguntó Atami.

Daryl se puso en guardia con la espada alzada en el aire, listo para contraatacar si es necesario.

—¿Eso es todo lo que tienes para decirme?

Atami lo observa en silencio y comienza a rascarse la barbilla con gracia.

—Es verdad, perdona mis modales. Daryl, ¿cómo has estado? Te veo un poco agotado.

—Mejor que tú, probablemente. —respondió con odio en su voz.

Atami se rio unos segundos y luego volvió a mirar al chico.

—Has tardado en llamarme más de lo que yo pensaba. ¿Por qué razón?

Daryl se mantuvo en silencio. ¿Acaso Atami ya estaba esperando a que Daryl decidiera llamarlo?

—Sé que me robaste aquellos informes, Daryl. Y también sé, que los tienes aún en tu poder, por lo que has tenido que leer lo que ocurrió con tus padres, ¿no es así?

Daryl chasqueó la lengua.

—Ni se te ocurra hablar de mis padres.

Atami hizo un pequeño gesto con gracia y camino varios pasos hacia su derecha. Daryl siguió en guardia, porque no se fiaba un pelo de aquel hombre.

—Está bien. Hablemos entonces de tu hermano. ¿Ya habéis arreglado vuestras diferencias?

—Eso no te incumbe.

—Aiii Daryl, tú y yo podríamos haber hecho tanto juntos...

—Después de haber descubierto que para ti no era más que una simple marioneta, lo dudo mucho.

Atami lo miro de reojo, aquel pequeño detalle le había pillado un poco por sorpresa.

—Veo que has escuchado la conversación que tuve aquel día con el presidente.

—Escuché lo suficiente, para darme cuenta de lo ciego que estaba y lo rápido que tenía que largarme de allí.

—Entonces, también habrás escuchado el porque te quería a mi lado.

Daryl se enderezó un poco, y mostró una pequeña sonrisa. Alzó una de sus manos y cerró el puño con fuerza haciendo aparecer su electricidad helada.

—Es verdad, había olvidado ese pequeño detalle.

Atami lo observa en silencio y en segundos se le oscurece la mirada.

—Vas a matarme —afirmó Atami.

Daryl lo observó detenidamente y asintió con la cabeza.

Atami suspiró y mostró una sonrisa de lado.

—Pues que así sea —dice preparándose para luchar—. Esto va a ser divertido.

Aquel encuentro en medio del desierto desolado, Daryl mantenía la espada en alto, mientras Atami lo observaba con una media sonrisa. Como si aquel chico no tuviera nada que hacer contra él.

La lucha entre Daryl y Atami comienza, desarrollando un torbellino de movimientos rápidos y ataques poderosos. Daryl despliega sus habilidades con la espada, pero Atami los esquiva sin problema. Cada golpe de su arma es preciso y contundente.

Atami por su parte, exhibe una destreza sobrehumana, moviéndose con una agilidad y rapidez asombrosas. Sus movimientos evasivos y su capacidad para contrarrestar los ataques de Daryl, demuestran el poder que irradia en su interior. Pero, a pesar de su habilidad, no logra derrotar a Daryl de inmediato. Y eso, comienza a frustrarlo.

—¿Qué ocurre Atami? ¿Has perdido facultades? —pregunta Daryl mientras suelta otro golpe con la espada.

Atami gruñe y da tres saltos hacia atrás.

—¿Y tú? ¿Qué se supone que haces? Sabes de sobra que tu poder podría matarme, ¿por qué no usas?

—Quiero divertirme un rato. —dice con una media sonrisa.

Atami se fija entonces en los ojos del chico, viendo cómo cambian a un color rojo carmesí. Entonces frunce el ceño y se endereza con tranquilidad.

Daryl, a no entender que es lo que está pasando, se queda inmóvil en el sitio a la espera de algún movimiento por parte de Atami.

—Veo que nada en tu interior ha cambiado. Sigues siendo aquel mismo chiquillo maltratado sentimentalmente por la muerte de sus padres y la despedida de su hermano.

—He cambiado bastante desde entonces.

—Ah, ¿sí? —preguntó Atami entonces dando varios pasos hacia el chico—. Y, ¿por qué aún puedo hacer esto?

Atami alza la mano y gira su muñeca hacia la derecha. A Daryl comienza a dolerle la cabeza horrores, haciéndole soltar la espada y cayéndose de rodillas al suelo. Mantiene la cabeza entre sus manos, mientras que Atami aumenta la potencia. Daryl comienza a gritar de dolor.

—¿Qué haces? ¡PARA! —suplicaba Daryl.

Atami bajó de golpe la mano haciendo desaparecer por completo el dolor de cabeza de Daryl.

Este último respiraba con fuerza, intentando volver en sí.

—Por mucho que digas que has cambiado, hay algo dentro de ti que dice lo contrario. —comienza a decir Atami—. Por alguna extraña razón, sigo siendo tu pilar, alguien en quién confiar. Alguien, a quién respetas, Daryl.

—Pero, ¿qué coño estás diciendo?

Daryl, aún con una mano sobre la cabeza, se incorpora para observar a aquel ser que tenía delante de él.

—Tus ojos —dice señalándoselos. Daryl frunce el ceño—, están rojos.

Daryl da varios pasos hacia atrás y cierra los ojos con fuerza intentando borrar aquel color, que Atami tenía en los ojos. A los pocos segundos los vuelve a abrir y ahora es Atami quién frunce el ceño.

—¿Qué pasa ahora? —pregunta Daryl.

—No se ha ido el color.

—¿Cómo?

Daryl comenzó a frotar los ojos, haciendo que aquel color desapareciese.

—No puedes evitar ser como yo...

—Deja de decir gilipolleces, no soy como tú. ¡No me parezco a ti!

—Tu color de ojos dice lo contrario —Daryl gruñe—. Es más, tengo la sensación de que tu batalla interna, no va sólo conmigo. También va con tu hermano, ¿me equivoco?

Daryl alza la cabeza y lo observa con recelo.

—Te equivocas.

Atami suelta una pequeña risa entonces.

—Quiero que sepas una cosa Daryl. Cada vez que ese color de ojos se active en ti, yo puedo sentir lo que sientes, ver lo que tú mismo estás viendo y, por si no te habías dado cuenta ya, puedo entrar en tu cabeza.

Daryl agacha la cabeza buscando con la mirada la espada de su hermano.

—Si eso es verdad, ¿en qué estoy pensando en estos momentos?

Atami lo observa divertido y se rasca la barbilla.

—En matarme, por supuesto. Pero eso era más que evidente, se te ve en los ojos.

El rubio, posa la mirada en la espada que está a un par de metros de él. Camina entonces hacia ella y se agacha para coger la espada, pero la voz de Atami interrumpe la acción:

—Por cierto, cuando me mates, mándale recuerdos a tu hermano de mi parte —Daryl frunce el ceño—. Si no fuera por él, no tendría el poder que tengo ahora. Pronto tendré BIOMA bajo mi poder, y todo será distinto.

Daryl se levanta, sin haber cogido a espada. La ira se comienza a mezclar con su poder, haciendo que aumente por segundos y creando electricidad alrededor de su cuerpo.

Es entonces cuando Atami se pone en guardia con vacile.

—Mi hermano, jamás haría eso.

—Entonces, no le conoces muy bien.

Daryl, cegado por la rabia, se impulsa con los pies y vuela sobre el suelo hacia Atami. Levanta el puño canalizando su energía, que comienza a fluir a través de su cuerpo. Su aura resplandece con destellos azules y blancos mientras la temperatura a su alrededor disminuye rápidamente. Atami, con su agilidad y velocidad, se mueve con gracia felina, evadiendo los ataques de Daryl, con movimientos precisos y fluidos.

Daryl, comienza a lanzar poderosos rayos de hielo que cortan el aire con su frío glacial, pero Atami, consigue esquivar ágilmente cada uno de ellos, saltando y deslizándose sobre el suelo arenoso del desierto. Con cada movimiento, Atami se acerca más a Daryl, aprovechando su velocidad para lanzar rápidos golpes y patadas que Daryl apenas puede bloquear. Daryl gruñe con desaprobación. Odiaba perder, pero odiaba más no ser capaz de vencer a Atami.

La batalla se intensificaba cuando Atami desplegó su poder, invocando un torbellino de aire que comenzó a envolver su cuerpo. Pequeñas tormentas comenzaron a aparecer dentro de ese torbellino, creando una barrera a su favor. Los pequeños rayos provocados por las tormentas, danzaban a su alrededor. Atami, comenzó a lanzar ráfagas de aire con algún que otro rayo hacia Daryl, quién respondía generando un escudo de hielo para protegerse. El choque de los elementos crea un espectáculo impresionante, llenando el terreno con explosiones y chispas.

Sin embargo, Atami era astuto y despiadado, aprovechó un momento de distracción de Daryl y se acercó sigilosamente hacia él. Daryl lo sintió tras él y con el puño cargado, se giró con rapidez para darle un puñetazo a Atami, pero este fue más rápido. Cogió al chico por los brazos, y lo elevó en el aire inmovilizándolo por completo. Daryl comienza a moverse para intentar salir de su agarre, pero Atami tiene más fuerza y sin problema, consigue inmovilizarlo. Los ojos de ambos, conectaron entonces. En silencio se observaban mutuamente.

—Siento hacerte esto chico, me caías muy bien. Podríamos haber echo tantas cosas juntos...

Atami amplía el tamaño de sus uñas de la mano derecha. Daryl observa de reojo lo que está por pasar. Con sus afiladas uñas, Atami se las clava en el brazo izquierdo del chico, inyectándole, lo que Atami llevaba preparando hace tiempo, un veneno mortal. El dolor punzante recorre el cuerpo de Daryl, mientras que el veneno se propagaba rápidamente.

Daryl, cayó entonces de rodillas, sintiendo como su fuerza y energía disminuían rápidamente. Atami sonrió satisfecho, seguro que de su victoria inminente. Pero a pesar del dolor y la debilidad, Daryl se negaba a rendirse. Con determinación, canalizó sus últimas reservas de poder, creando una esfera de hielo que envolvía su brazo afectado, ralentizando la propagación del veneno y le ayudaba con el dolor.

La batalla está lejos de terminar. Daryl, aún con su brazo debilitado, lanza un último ataque desesperado contra Atami. Ambos luchadores se encuentran en un choque final, sus poderes chocan en una explosión de fuerza y energía.

Atami, cansado ya de aquella situación, con un movimiento rápido de manos, eleva al chico en el aire y con cara de aburrimiento, golpea al chico contra el suelo.

Daryl, intenta levantarse, pero el cuerpo le pesa horrores, aquel golpe lo había dejado en la mierda. Su poder, pronto se desvaneció y observó a Atami desde el suelo una última vez, antes de cerrar los ojos.

Atami lo observó desde arriba en silencio, respiró hondo y se acercó a él con pasos decididos. Decidido a terminar con la vida de aquel chico.

Sin embargo, algo le arruina el plan, o más bien, alguien.

Unas flechas salen disparadas hacia Atami, desde una dirección desconocida, interrumpiendo su avance.

Atami retrocede instintivamente, tratando de localizar la fuente de los ataques, pero no logra encontrar nada. La intervención misteriosa de aquellas flechas, le habían salvado la vida a Daryl. Atami decidió retirarse, dejando pendiente, la muerte de aquel chico, para otra ocasión.

Cuando Atami desaparece del lugar, Jake aparece corriendo hacia Daryl, quien yace inconscientemente en el suelo. La preocupación se refleja en el rostro de Jake mientras se acerca a su compañero caído. Lo mueve e intenta ver que su corazón siga latiendo.

—Tío, no vuelvas a luchar tu sólo. Tu hermano no se lo perdonaría si hubieras muerto.

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