Capítulo 19

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Tras un momento de calma, Aria se encontraba sentada en el sofá que había salido ileso tras el impacto que había lanzado Daryl. La joven con su magia, le curaba algunas heridas que había tenido Canrid tras la pelea. Por otro lado, Danya y Jake, se encontraban en la cocina, preparando algo para tomar y poder recuperarse del inmenso susto que se habían llevado.

Aria miró a Canrid cuando terminó de curarle la última herida del brazo, pero el chico, parecía tener la mirada perdida en otra parte.

—Creo que deberías hablar con él. —le susurró Aria.

Canrid negó con la cabeza sin tan siquiera mirarla.

—He intentado acercarme a él todo este tiempo, y no ha querido. Ha tenido que llegar al límite para dejarme claro que no me quiere en su vida.

Aria lo observó con atención. Posó una de sus manos sobre la mejilla del chico, quien inclinó la cabeza para poder amoldarse mejor en la caricia de la chica. Esta, con su pulgar, acarició con lentitud la mejilla de Canrid mientras lo observaba con ternura.

—Echaba de menos tus caricias —le confesó Canrid.

—Yo también. —le respondió Aria con una tonta sonrisa—. Sigo diciendo que deberías intentar hablar con él, aunque sea una última vez más.

Canrid se apartó entonces de la chica y la observó a los ojos.

—Aria, mi hermano no me quiere en su vida, no sé cómo decírtelo ya.

—Lo sé, pero no puedo evitar sentir que algo no está bien con tu hermano —dijo llevando una mano al corazón—. Te recuerdo que estoy continuamente en contacto con la naturaleza. ¿Piensas que no siento como se siente tu hermano? —Canrid desvió la mirada para centrarla entonces en la pequeña ventana que había por detrás de Aria, observando a su hermano cerca del río—. A pesar de todo lo que pudo pasar entre vosotros, sigue siendo tu hermano. Si no le ayudamos a curar ese veneno morirá, Canrid.

—Si, es mi hermano, pero está mal de la cabeza. Casi te mata, Aria. ¿No te das cuenta?

—¿Y sus ojos?

—¿Qué les pasa?

—¿De verdad no te preocupa lo que pudieran modificar en el Nobúo para que tu hermano le aparezca ese color de ojos? Deberías salir fuera, y arreglar las cosas.

Canrid, la observa y a regañadientes le hace caso. Danya y Jake salen de la cocina y observan al joven incorporarse y salir por la puerta. Lo siguen con la mirada y luego la centran de nuevo en Aria, quien sonríe con tranquilidad hacia los dos jóvenes que tenía delante de ella.

—Le he pedido que hablara con su hermano.

—¿Y si se vuelven a matar? —preguntó Jake con preocupación.

Aria se giró entonces hacia la ventana, viendo como Canrid caminaba hacia su hermano.

—Dudo que eso vuelva a ocurrir. Puedo sentir lo culpable que se siente Daryl con lo ocurrido —desvía la mirada y la centra en los chicos—. Hay algo en él que no está bien, y mientras intentan solucionar sus problemas, ¿porqué no me ayudáis a averiguarlo?

Jake y Danya intercambian una mirada y luego posan la mirada sobre Aria, esperando la respuesta. Asienten con la cabeza y la joven se levanta del sofá y los guía hacia unas escaleras que bajaban hacia una enorme biblioteca que tenía bajo su casa.

Mientras, Canrid caminaba con inquietud hacia su hermano, quién se encontraba agachado cerca del río. El viento soplaba suavemente, haciendo que las hojas de los árboles se mecieran en una danza melódica.

Daryl, de espaldas a Canrid, se encontraba llenando una botella de cristal con el agua del río. Sus ojos, ahora, azul verdosos por no tener la mascara con él, reflejaban tristeza. Al acercarse Canrid, sus manos chispearos durante unos segundos, haciéndole saber a Daryl, que su hermano, se encontraba muy cerca de él.

—Tranquilo, ya me voy ahora —se excusa Daryl con voz calmada—. Sólo quería llenar la botella para poder tener algo de beber durante el camino.

Cuando llenó la botella, la cerró y se incorporó quedándose frente a su hermano.

Canrid, se sentía inundado de pronto por una mezcla de emociones. La preocupación y el deseo de reconciliarse con su hermano se mezclan con la tristeza, y el pesar por la situación actual.

Al ver que su hermano no dice nada, Daryl lo rodea y camina hacia el coche donde lo habían aparcado para coger sus cosas. Canrid cierra los ojos al recordar las palabras de Aria en su cabeza. Suelta un pequeño taco y se gira para llamar a su hermano.

—Daryl, espera.

El nombrado se gira entonces hacia su hermano, observándolo con atención.

—Tienes razón, no hago más que causar problemas. Te prometí que rescataría al hermano de Danya y en vez de hacer eso, sólo te he causado problemas. Tal vez sea lo mejor. Será mejor que me aleje y encuentre la forma de lidiar con esto yo solo —responde Daryl con una voz de autocrítica.

Canrid, comenzó a sentir un nudo en la garganta, mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Sus ojos brillaban con un destello de tristeza.

—Daryl, somos hermanos. Aunque las cosas se hayan complicado, eso no significa que debas enfrentar esto solo —dijo refiriéndose al veneno del brazo y al hermano de Danya—. Quiero ayudarte, a encontrar una solución juntos —dijo con su voz cargada de anhelo.

Daryl, bajó la mirada y luego lo observó con recelo.

—¿Y ese cambio repentino? —preguntó achinando los ojos— Hace menos de un minuto me querías fuera de aquí.

Canrid suspiró.

—La culpa la tiene Aria —reconoce.

Canrid le muestra una pequeña sonrisa avergonzado y desvía la mirada, sentándose en una roca no muy lejos de ellos. Daryl lo sigue con la mirada, pero no se mueve.

—Lo siento —se disculpó Canrid.

—¿Lo sientes? —preguntó frunciendo el ceño.

—Siento haberme ido aquel día y no volver a dar señales de vida. Siento no haber estado contigo tras la muerte de papá y mamá. Siento no haber estado tan presente en tu vida.

La mirada de Canrid se vuelve aún más triste. Daryl lo observa y seguido, se sienta al lado de su hermano. Durante un momento no dicen nada, hay silencio entre los dos, sólo se escucha el sonido del agua del río como una pequeña melodía de fondo que acompaña esa conversación que los dos hermanos tenían pendiente desde hace tiempo.

Daryl, con un suspiro, rompe el silencio.

—Canrid, no puedo decir que mi vida haya sido más fácil sin ti, porque mentiría. ¡Joder, tío, eres mi hermano! Sangre de mi sangre, compartimos hasta el poder —Canrid lo observó de reojo—. Pero te fuiste tan rápido, que no creía que me fuera a doler tanto tu partida. Me prometiste que me llamarías, y nunca lo hiciste. Papá y mamá, cada vez estaban peor, y nuestra economía no era muy buena que digamos.

—Yo podría responderte a eso último si quieres.

Daryl en silencio, lo observó entonces con atención. Canrid, puso la mirada sobre la corriente del río, y continuó, como si tuviera un recuerdo de lo ocurrido por aquel entonces.

—Cuando me gradué, papá y mamá me dieron algo de dinero para poder crear la empresa que tenía en mente. ¿Sabes porqué creé el Nobúo? —Daryl negó con la cabeza—. Al trabajar nuestros padres para el gobierno, lo supe a través de ellos. Supe que los del gobierno, buscaban una especie de antídoto, que ayudase a curar a los soldados con más rapidez en caso de guerra y yo, tenía el equipo, los materiales y los conocimientos necesarios sobre el tema. Así conocí a Aria —mostró una pequeña sonrisa que desapareció de su rostro en segundos—. Asique con ella, creamos juntos el Nobúo.

—Espera, ¿ella te ayudó? —preguntó con las cejas alzadas.

Canrid asintió sin apartar la mirada del río.

—Papá y mamá me dieron todos los ahorros que tenían para poder fabricar aquello, sabían que, si aquello salía bien, el gobierno me compensaría con una buena suma de dinero e igual trabajaría para ellos, por lo que a pesar de que me negara rotundamente a no querer aquel dinero, ellos me lo dieron igual.

Daryl desvía la mirada para centrarla en algún punto frente de él. Sonrió, recordando cómo de cabezotas eran sus padres.

—Típico de ellos.

—Sí... —susurró Canrid—. El problema vino, cuando lo creé. Se lo vendí al gobierno y les gustó bastante. Recuerdo que me dieran una buena suma de dinero por la receta de aquel antídoto, lo cual evidentemente acepté. En ningún momento creí que pudieran modificarlo o hacer algo como lo que te hicieron a ti. Sólo había que bebérselo en caso de heridas graves, nada más. Pero meses después, comenzaron a querer más, pero yo había comenzado varios proyectos y no podía meterme en nada más, bastante trabajo tenía encima ya, y eso a ellos no le gustó. Empezaron con correos de amenaza, y siguieron con enviarme gente a intentar hacerme daño.

—Y luego ocurrió lo de papá y mamá.

Canrid asiente con seriedad y baja la mirada hacia sus manos.

—Luego, te reclutaron a ti, y tiempo después quisieron atacar BIOMA y ha hacer daño a los que me rodeaban. A Jake no le hizo gracia, por lo que se convirtió en mi guardaespaldas sin yo haberle dicho nada, y luego, tuve que alejar a Aria de mí, lo que fue muy duro para mí.

El nudo que Canrid sentí en la garganta, comenzó a intensificarse, lo que hizo que Daryl lo sintiera y se giró hacia él. Lo observó con preocupación y luego, apoyó su mano sobre el hombro de su hermano.

—Yo... No sabía que había ocurrido todo eso. Ni siquiera entiendo porque yo no sabía nada de todo esto.

—Estábamos esperando a que papá y mamá, cogieran vacaciones, para poder ir a celebrar lo que había conseguido crear, y poder así volver a verte, pero cuando empezó a ocurrir todo aquello, les hice prometer que no te dirían nada. No quería ponerte a ti también en peligro. Mantenerte alejado, salvaría tu vida. Siempre vas a ser mi hermano, y nunca dejaré de preocuparme por ti. Pero admito que pude haber llegado a ser muy egoísta al no querer contarte nada, pero entiéndeme, sólo quería protegerte.

Daryl baja la mirada, procesando las palabras de su hermano. Una brisa suave acarició su rostro, como si el viento quisiera llevarse la tristeza y abrir paso a la reconciliación.

—Estamos aquí ahora. Juntos. ¿No es así? —dijo Daryl levantando la mirada hacia Canrid—. Podemos empezar de nuevo. Ambos hemos cometidos errores, y aunque nuestros caminos fueran diferentes durante años creo que todos, incluso nosotros, merecemos una segunda oportunidad.

Los ojos de ambos hermanos se encuentran, reflejando una mezcla de esperanza y resolución. El río, seguía su curso, como si estuviera celebrando el inicio de una nueva etapa para los dos.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Daryl asiente. —¿Qué les pasó a tus ojos? Es decir, ya sé porque se ponen en ese tono, pero, ¿el rojo?

Daryl se queda en silencio, apartando la mirada de su hermano. Suspira con pesadez recordando aquel día, que había descubierto que sus ojos tomaban también ese color rojizo que él mismo apenas se veía.

«—¿Sabes ya algo acerca del color de ojos del chico? —preguntó Atami.

El científico de la bata blanca caminó por el despacho de Atami, hasta llegar a la mesa. No había cerrado la puerta del todo, por lo que Daryl podía escuchar perfectamente la conversación desde fuera. Observó a escondidas a los dos hombres, sentados frente a frente en aquella enorme habitación.

—Hemos observado sus constantes vitales y sus estadísticas estas últimas semanas —comienza a decir el científico posando sobre la mesa una carpeta llena de hojas—. Hay algo en él distinto a los demás.

Atami frunció el ceño a la espera de lo que tenía que decir el hombre.

—¿Has hablado con el joven con respeto a su pasado?

—¿Porqué debería?

—Resulta que ese chico te tiene un cariño tan grande que te tiene en un altar. Hay algo en él, igual falta de cariño fraternal o algo, que lo hace sentir sólo, con un vacío interior, por eso he visto que te tiene como si fueras su padre. Es tan leal a ti...

—Que se está convirtiendo en mí. —dijo Atami terminando la frase por él.

El científico asiente y luego con un gesto, le dice que observe los informes. Atami lo hace y comienza a observar lo que ponía dentro.

—Me he dado cuenta también, que sus ojos, solo se ponen de ese color cuando el joven se enfada, se molesta o pierde los papeles, lo que hace que los próximos movimientos del chico, los haga como si estuviera cegado por la rabia. Tan cegado, que luego no se acuerda de haberlo hecho.

Atami siguió observando los archivos del chico, mientras escuchaba todo con atención. Alzó las cejas y observó al científico de reojo.

—¿A caso eso es malo?

El científico lo observó como si Atami estuviera loco. Evidentemente que aquello que acababa de decir aquel hombre era bastante malo, pero eso no era lo que le iba a responder a una persona, que podía matarlo en milésimas de segundos.

—Evidentemente que no, señor.

—Entonces, no hay de qué preocuparse.»

—¿Daryl? —lo llamó Canrid.

Daryl se levantó entonces y estiró los brazos, ignorando por completo la pregunta que anteriormente le había hecho su hermano.

—¿Te apetece un helado? —preguntó cambiando de tema—. ¿Uno con sabor a castaña?

Canrid lo observa y segundos después le muestra una pequeña sonrisa, recordando el día que habían entrado en una enorme heladería con sus padres y su padre se había equivocado de helado y se lo había dado a ellos dos para que lo comieran.

—No gracias, sería lo último que probaría en mi vida —le responde con una mueca de asco.

—Oh, venga, si estaba buenísimo.

—Si, claro, por eso lo vomité todo a la mañana siguiente.

—Es que eres de estómago delicado, hermano. —se burló Daryl echándole la legua fuera.

Canrid se ríe, por la infantilidad de su hermano y se levanta.

—De castañas no, pero no te diría que no a uno. Como reconciliación y esas cosas.

Daryl asiente con una sonrisa y le hace un gesto para que camine con él hacia la casa. Canrid le sigue, pero Daryl pronto frena el paso recordando algo. Se gira hacia su hermano y le pregunta:

—¿Aria está embarazada?

Canrid lo observa pestañeando y luego suelta una carcajada bastante sonora.

—A buenas horas te acuerdas de eso —Daryl lo fulmina con la mirada—. Sí, está embarazada, por eso no quería recurrir a ella. Vas a ser tío.

—¿Es tuyo? —Canrid asiente.

Daryl sonríe sin poder creer aquella noticia y luego se tira a sus brazos, lo que pilla a Canrid por sorpresa. Estaba feliz, joder, iba a ser tío.

—Enhorabuena. ¿Sabéis el sexo ya?

Canrid niega con la cabeza.

—Queremos que eso sea una sorpresa.

—Me alegro un montón por ti. Siento que hayamos tenido que recurrir a ella por lo de mi brazo.

Canrid hace un gesto con la mano, restándole importancia al asunto.

—No es a mí a quién tienes que pedirle perdón. Te recuerdo que le destruiste la casa.

—Tienes razón —respondió él algo avergonzado.

Su hermano golpeó entonces su espalda.

—Venga, no pongas esa cara. ¿Qué hay entre tu y Danya?

—¿Cómo?

—Oh, venga, Daryl, que no nacía ayer. Sé de sobra cómo os miráis, ¿y el beso de aquel día? ¿Piensas que no lo hemos visto?

La cara de Daryl comenzó a tintarse de un color rojito, lo que hizo que Canrid volviera a reír con intensidad. Aquella situación le causaba mucha gracia, aunque a Daryl no tanto. No estaba acostumbrado a aquellos tipos de afecto, y le daba algo de vergüenza.

—Puede... puede que me guste un poquito.

—¿Un poquito? —preguntó Canrid alzando una ceja.

—¿Un muchito? —preguntó formando una sonrisa forzada, lo que hizo a Canrid fruncir las cejas.

—¿Muchito? Si que te gusta esa chica, sí.

Canrid se vuelve a reír y camina hacia la casa. Daryl golpea su hombro, haciendo que su hermano se riera aún más.

—Eres imbécil.

—Sí, pero me quieres un muchito.

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