Capítulo 8.

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Daryl salió de la ducha, después de haber disfrutado de un maravilloso baño caliente que hacía mucho tiempo que no sentía. Limpió el espejo con la mano para poder verse y luego, comenzó a peinar aquella melena rubia que él tenía. Al volver la mirada al espejo, pudo observar las pequeñas marcas que tenía en el cuerpo. Con cada marca, recordaba cada uno de los duros entrenamientos que le hacía pasar Atami para ser soldado.

Cogió una toalla y la enrolló a la cintura. Volvió a mirarse en el espejo una vez más antes de salir del baño. Abrió la puerta y caminó por el pasillo hasta llegar a la habitación que Canrid le había asignado. Al entrar, una bola de pelo saltó de la cama corriendo y se enrolló entre los pies de Daryl. El joven al principio se asusta, aquel bicho peludo, le había pillado por sorpresa, pero cuando ve que no es más que Odín, sonríe y se agacha para acariciarlo.

—Pequeña bola de pelo traviesa. ¿De dónde has salido?

—Miaaau.

Odín disfrutaba de las caricias que Daryl le daba, y este, no podía dejar de mirarlo con ternura.

Al poco tiempo, se levantó y cerró la puerta tras de sí. Caminó hacia el pequeño sillón que habitaba en la esquina, justo al lado del ventanal, para coger la ropa que había dejado allí la noche anterior, pero por alguna extraña razón, no estaba. Daryl frunció el ceño y se giró hacia la cama. Sobre ella, había un atuendo totalmente limpio y nuevo. No era muy del estilo de Daryl, más bien, del estilo de su hermano, pantalón de traje, camisa y la americana, pero por lo menos, los colores eran oscuros.

Se secó con la toalla y algo incómodo, se vistió lo que había sobre la cama. La verdad es que la ropa se le ceñía al cuerpo, y eso no le agradaba mucho, adoraba la comodidad al moverse, y aquel traje que le habían dejado sobre la cama, era de todo menos cómodo. Se abrochó los últimos botones de la camisa y luego enrolló las mangas hasta los codos. Se acercó al espejo que había cerca del armario para observar el atuendo y luego, salió de la habitación con Odín siguiéndole el paso.

Al entrar en la cocina, se encontró con el resto, parecía que él era el último en llegar. Daryl se quedó parado en la puerta, observó a su hermano tomándose su café sentado en la mesa, mientras se reía de algo que Jake le contaba, algo acerca de un juego del móvil que le tenía muy absorbido. Mientras, por otro lado, Danya, intentaba hacerse unas tortitas, pero por lo visto se le pegaban a la sartén y eso la frustraba. Ver aquella escena, le recordaba a cuando sus padres aún vivían y Canrid no se había ido. Su madre haciéndoles el desayuno por la mañana antes de ir a trabajar, siempre con algo de prisa porque como decía ella, el despertador sonaba tarde. Mientras su padre y su hermano sonreían en la mesa mientras esperaban por e desayuno y hablaban de cosas triviales.

De pronto, Daryl notó ardor en su pecho, notó tristeza y pudo sentir esa nostalgia que él tenía con que todo volviera a ser como antes.

Canrid desvió entonces la atención de Jake y la puso en su hermano, quién estaba inmóvil en la entrada de la cocina.

—Daryl, buenos días. —lo saludó con una sonrisa—. ¿Qué tal la ropa? He mandado la tuya a lavar y he cogido algo de mi armario, espero que no te moleste.

Daryl alzó la mirada y la puso en su hermano. La sonrisa de Canrid desapareció de pronto. Podía notar el dolor en la mirada de su hermano, sentía que algo no iba bien, pero no tenía muy seguro si preguntarle o no.

Daryl se apartó de la puerta y caminó hacia donde estaba la chica para pillarse algo de desayunar. Observó sobre la pequeña isla que había en la cocina, un cuenco con fruta y cruasanes, y evidentemente no pudo evitar coger uno. Hacía tantos años que no comía un cruasán, que ya no recordaba lo delicioso que sabían.

Saboreó cada mordisco que le daba, aquel pequeño dulce, le hacía recordar tanto a su infancia con su hermano y sus padres, que una parte de él, estaba feliz.

—¡Esto es imposible! —gritó de pronto Danya—. ¡Estas tortitas no hacen más que pegarse a la sartén!

Soltó el mango de la sartén y apagó el fuego. La chica, se había rendido ante aquel desayuno que tanto le apetecía. Se giró hacia Canrid, sin percatarse de la presencia de Daryl a su lado y le dijo:

—Canrid, con todo el dinero que tienes, ¿cómo es posible que tengas sartenes que se pegan?

—No suelo ser yo quién cocina. Tengo gente que lo hace por mí.

Al ver la cara de la chica, Canrid se echó a reír, mientras Daryl observaba a Danya de reojo, y al ver lo enfadada que parecía estar con aquellas tortitas quemadas y destruidas, cogió uno de los cruasanes que él estaba comiendo y se lo tendió a ella.

La chica lo observó entonces, un poco desconfiada y luego suspiró, cogió lo que Daryl le ofrecía y le dio un mordisco.

—Gracias —Daryl asintió con la cabeza, como diciendo: "de nada", y se apoyó en la encimera. Danya se fijó entonces en la vestimenta de Daryl—. ¡Vaya! —exclamó ella—. Pues sí que sois iguales. Vestidos así no podría apenas diferenciaros.

Canrid, desde dónde estaba, observaba la escena, tenía la impresión de que su hermano, parecía estar más cómodo y tranquilo de lo que estaba la noche anterior, y eso le hacía feliz.

—Por cierto —dice Daryl acercándose a la mesa dónde se encontraban Jake y su hermano—, ¿dónde está mi ropa?

Canrid hizo un gesto con la mano para hacerle entender que no se preocupara.

—Como te dije antes, la mandé a lavar. Esa ropa pedía otra vida.

Daryl asintió con la cabeza y se sentó al lado de Jake para terminar su desayuno.

—¿Y Odín? ¿Cuándo lo habéis traído?

—Eso es cosa mía —respondió Jake—. Me costó encontrar el lugar donde te habías alojado tras el incendio, pero he pedido que trajeran todas tus cosas, o lo que quedaban de ellas, entre ellas estaba Odín, y mejor que aquí no va a estar.

Daryl asintió en respuesta y observó al pequeño animalito ronroneando entre las piernas de Danya.

—Tío, sé que tenemos otros planes con respecto al hermano de Danya, pero me gustaría verte luchar. —dice Jake estirándose sobre silla.

Daryl lo observa y le muestra una pequeña sonrisa.

—A mí también me gustaría. ¿Puedo unirme? —preguntó Canrid.

Daryl gira la cabeza hacia él y lo observa en silencio. Cuando está a punto de contestarle con un "vale", el teléfono de su hermano suena. Canrid se disculpa y sale de la cocina con el teléfono en la oreja.

—¿Y yo? —pregunta de pronto Danya, haciendo que Jake y Daryl se giren hacia ella—. ¿Puedo apuntarme? Yo también quiero ver eso.

Los chicos se miran entre ellos y luego asienten.

Cuando terminan de desayunar, Danya y Daryl, siguen a Jake hasta la sala de entrenamientos que había al lado del edificio donde se encontraban.

Al llegar, Daryl y Danya observaron el lugar con asombro. Aquella sala de entrenamientos era bastante grande. Estaba equipada con todo tipo de equipos y espacios abiertos para la lucha. Se encontraban rodeados de paredes acolchadas y un suelo resistente para garantizar la seguridad durante el combate. Algo que Daryl, hubiera agradecido bastante cuando entrenaba para ser la mano derecha de Atami.

Jake caminó hacia el centro de la sala y se gira hacia Daryl.

—¿Qué te parece?

—Impresionante.

Danya se quedó apartada fuera de las líneas del campo de batalla. Se sentó en uno de los bancos y observó a los chicos con atención. Mientras, Jake y Daryl se observaban ansiosos, con ganas de enfrentarse en aquel combate amistoso. El ambiente comenzó a cargarse de emoción mientras se preparaban para luchar.

—La lucha será cuerpo a cuerpo —informó Jake—. Nada de armas —Daryl hizo un gesto con los brazos para hacerle saber que no llevaba ninguna arma encima—. Y nada de usar la magia.

—Eso será algo complicado —vaciló Daryl.

—No me hagas usar los míos.

Daryl alzó una ceja interrogativo. No recordaba que Jake tuviera poderes.

Los chicos se colocaron frente a frente, midiendo sus movimientos y preparándose para el enfrentamiento. Ambos sabían que este combate no era una pelea real, sino más bien un combate amistoso. Sobre todo, porque Jake, quería ver luchar a Daryl de primera mano.

La música animada que pone Danya desde su móvil, llena el ambiente, creando una atmósfera enérgica que refleja la determinación de los dos combatientes. En apenas unos segundos, comenzaron a intercambiar golpes y movimientos rápidos, demostrando su destreza y agilidad.

A medida que avanzan, se sorprenden con sus habilidades y estrategias. Daryl muestra su destreza con su rapidez y agilidad, mientras que Jake utiliza su fuerza y ​​aguante para defenderse.

A pesar de la intensidad de la lucha, se aseguran de no hacerse daño real. Cada golpe y bloqueo están cuidadosamente controlados para evitar lesiones necesarias. Aunque están compitiendo, su amistad y respeto mutuo se mantienen intactos.

El sudor comienza a perlar en sus frentes mientras resulta el combate, moviéndose con gracia y determinación. Se empujan a dar lo mejor de sí mismos, desafiándose el uno al otro.

El tiempo pasa rápidamente mientras el combate se intensifica. Cada movimiento y técnica por ambas partes, demuestran el fruto del entrenamiento y dedicación que han hecho ambos, todo este tiempo. A medida que avanzan, se vuelven más sincronizados, anticipando los movimientos del otro y adaptándose rápidamente.

Finalmente, con una serie de movimientos finales, Daryl consigue tumbar a Jake en el suelo, llegando a un punto de cierre de combate.

Daryl ayudó a Jake a levantarse y entre jadeos y una sonrisa de satisfacción, se dieron la mano. Jake se dio cuenta entonces, que aun estando casi al nivel de Daryl en lucha cuerpo a cuerpo, no tendría nada que hacer contra alguien que había sido entrenado por el gobierno, estaba claro que Daryl tenía mucho mejor manejo de la lucha, y entendía porque los del gobierno lo tenían como su mano derecha, como alguien importante para ellos.

La sala de entrenamient21o se llenó de aplausos y felicitaciones por parte de Danya, quién vitoreaba a los dos con mucho ánimo tras ver, la impresionante demostración de habilidades de los dos chicos. Aunque solo haya sido una lucha amistosa, el combate ha sido más que suficiente para motivar a Daryl a seguir adelante con la misión, y en ver que, aun habiendo pasado un año desde lo ocurrido, tampoco había perdido facultades.

Tras el combate en la sala de entrenamiento, Jake le dice a Daryl, que quiere enseñarle algo, por lo que lo guía a la sala de armas que hay justo al lado. Cuando entran, Daryl queda impresionado por la gran variedad de armas que se encuentran expuestas en estanterías y vitrinas.

El metálico de las espadas, los destellos de los cañones, de las pistolas y la imponente presencia de las armaduras crean un ambiente intimidante pero fascinante. Daryl se acerca cautelosamente a una de las estanterías, que no está cubierto por un cristal, y toca una daga con reverencia.

Mientras Daryl explora las diferentes armas, Danya se une a él, fascinada por todo lo que había en aquella sala. Ambos curiosos, comienzan a examinar las armas con cautela. Danya toca uno de los arcos que cuelgan en la pared y sonríe emocionada.

Daryl la observa de reojo, ver la fascinación en la cara de la chica, hace que se dé cuenta que aquella chica no había visto nunca un arma tan de cerca. La chica, se acercó entonces a una katana que había cerca de ella. Tenía el mango de color negro, envuelta en pequeñas cintas de un negro mate, que hacía notarse la diferencia entre los dos negros. La cogió con cautela e intentó desenvainarla, viendo así un pequeño brillo del metal de la katana que había conseguido desenvainar, pero Daryl se apresuró a poner una mano sobre la chica para impedirle que desenvainara la katana del todo. Esta frunció el ceño sin entender por qué aquel chico no le dejaba ver aquella arma. Daryl, la miró con seriedad.

—Estas armas no son juguetes —le advierte—. Podrías hacerte daño.

Danya refunfuñó un poco, frustrada por la interrupción de su exploración con la katana. Sin embargo, su mirada se cruza con la de Daryl, viendo una mezcla de seriedad y preocupación en el rostro del chico. Comprende entonces, la importancia de sus palabras y decide hacerle caso. Deja la katana donde la había cogido y tras un suspiro pesado, salió de la sala.

Daryl la sigue con la mirada, y tan pronto desaparece por la puerta, Canrid aparece en el campo de visión de los dos jóvenes que quedaban en la sala. Este cierra la puerta tras de sí, después de saludar a Danya, y se acerca a Daryl con expresión un tanto preocupada en su rostro.

—Daryl, necesito hablar contigo de algo importante. —dice Canrid con voz llena de urgencia.

Daryl, sin entender muy bien que ocurría, asintió y sin hacer preguntas, le hizo un gesto a Jake con la cabeza en señal de que se iba, y salió de aquella sala detrás de su hermano. Caminaron juntos en silencio por los pasillos hasta llegar al despacho de Canrid.

Una vez dentro del despacho, Canrid cierra la puerta detrás de ellos y se gira hacia Daryl. Sus ojos reflejan preocupación. Daryl, notando la seriedad en la expresión de su hermano, se prepara para lo que le está a punto de decir.

Canrid tras un suspiro pesado, comenzó a hablar, intentando medir las palabras, ya que no tenía muy claro como revelar la información que le había sido llegado hacia apenas unos minutos.

—La llamada que he recibido antes, era acerca del hermano de Danya —informa mientras recorre apresuradamente la habitación—. Mis hombres han visto al chico entrando en un edificio seguido de dos hombres vestidos de negro. ¿Te suenan?

Daryl pensó unos segundos. ¿Hombres vestidos de negro? En el gobierno el 90% de la gente que trabajaba allí vestían así, por no decir, que él mismo vestía esos colores, pero si su hermano se intentaba referir a si Daryl los conocía o sabía quiénes eran, entonces, no tenía ni la más remota idea.

Negó con la cabeza y siguió prestando atención a su hermano.

Canrid, llegó a la mesa que había en el centro de su despacho y tocó algo por debajo de esta, que hizo aparecer un enorme holograma en medio de aquella habitación, pillando a Daryl un poco por sorpresa. No pensaba que su hermano tuviera esa clase de tecnología en su despacho. Este último se tuvo que alejar un poco para poder observar lo que Canrid quería enseñarle en aquel enorme holograma.

—Daryl —lo llamó su hermano, haciendo que el nombrado pusiera toda su atención en él—, sé que te pido mucho, pero, ¿crees que podrías confiar en mí?

Daryl frunció el ceño.

—¿Confiar en qué sentido?

—Me gustaría que me explicaras tu situación con el gobierno, porqué ya no trabajas con ellos, porqué estás en su contra... ¿Qué ha pasado?

Daryl observó a su hermano, pero para la mala suerte de este, Daryl no iba a decir nada al respeto.

Canrid suspiró con pesadez, cansado de que Daryl no le contase nada acerca de lo sucedido, por lo que intentó seguir con la explicación a ver si así, conseguía sacarle información al respeto.

—El punto rojo marca el lugar donde mis hombres han visto entrar al hermano de Danya. ¿Reconoces el lugar?

Daryl observó con atención el holograma. Sabía de la existencia de aquel edificio. Allí era donde los científicos de Atami hacían sus experimentos. La entrada a aquel lugar estaba prohibida hasta para Daryl, pero no entendía que pintaba allí el hermano de Danya. ¿Qué tenían planeado realmente la gente del gobierno? ¿Qué iba a hacer Atami realmente con el hermano de Danya?

De pronto, Daryl comenzó a sentir una enorme oleada de preocupación hacia aquel chiquillo, sabiendo que lo va a tener que sacar de allí más rápido de lo que él pensaba.

—¿Daryl?

Este observó a su hermano, y se dio media vuelta con rapidez para salir de la habitación. Canrid volvió a llamar por su hermano, pero tan pronto Daryl abrió la puerta, Danya le corta el paso.

—Apártate. —le ordenó Daryl.

—No, lo he escuchado todo —dijo ella con las dos manos sobre las caderas—. Es mi hermano Daryl y yo también voy a ir.

Daryl la observó desde arriba, enseñándole una sonrisa arrogante. ¿En serio aquella chica pensaba en que siendo una simple terrestre iba poder ayudar en algo en la misión? Daryl, sabía que más que ayudar, aquella chica iba a entorpecerle en la misión.

—Apártate de mi camino ahora —volvió a decir Daryl, pero con un tono algo más molesto.

—No —respondió Danya con firmeza, cruzándose de brazos.

La joven chica, desafió a Daryl con la mirada. Era su hermano de quién estaban hablando y por su hermano, cavaría un hoyo hasta el núcleo de la tierra si era necesario, por muy terrestre que fuera. Canrid observó con atención la escena y entonces desvió la mirada al ver moverse algo en el holograma.

—Pero, que... —dijo Canrid de pronto acercándose al holograma.

Danya y Daryl se giraron hacia Canrid, quien frunció el ceño ampliando con las manos el mapa del holograma para poder verlo más de cerca.

—No entiendo. Acaba de aparecer un punto morado cerca del edificio.

—¿Y qué significa eso? —preguntó Daryl acercándose hacia el holograma para poder verlo él también.

Canrid negó con la cabeza sin apartar la mirada del mapa.

—No lo sé Daryl, no lo había visto nunca.

Los ojos de los dos hermanos conectaron entre sí. Si Canrid no tenía idea de que era aquel punto morado, significaba que no podía ser nada bueno. Daryl lo observó unos segundos más y le hizo un gesto con la cabeza, el cual Canrid devolvió. No se habrían visto en años y tendrían vidas diferentes, pero eran hermanos. Gemelos para ser exactos. Lo cual compartían algo en común, y no solo sus poderes, si no también la inteligencia y el saber con certeza, lo que pensaba el otro. En ese sentido no necesitaban el poder de la telequinesis, su función de hermanos gemelos era más que suficiente.

Daryl se giró de golpe caminando a paso rápido hacia la puerta. Danya seguí allí sin moverse apenas, lo cual hizo que a Daryl se le tensara la mandíbula. Apartó a la chica de su caminó de un empujón, que la hizo retroceder varios pasos hasta chocarse de espaldas contra la pared.

Canrid salió entonces del despacho corriendo detrás de Daryl.

—Daryl, por aquí —le dijo Canrid adelantando a su hermano y metiéndose por un pasillo a la derecha.

Daryl lo siguió con rapidez hasta un ascensor. Ambos entraron en él y Canrid presionó un botón que, por lo visto, descendía al sótano del edificio. Daryl frunció el ceño. ¿Por qué lo guiaba hacia el sótano, pudiendo salir por la entrada del edificio donde habían entrado la primera vez que llegaron?

Al poco rato, las puertas del ascensor se abrieron, dejando a Daryl asombrado. Desde que estaba ahí todavía no había estado en esta planta del edificio. Un sótano lleno de coches, y no precisamente baratos, de todos los colores y de todas las marcas.

Canrid se adelantó y caminó hacia una esquina del sótano. Daryl lo siguió sin poder apartar la mirada de todo aquel lugar. Parecía que estaba en un planeta totalmente distinto.

—Daryl —le llamó Canrid, haciendo que el nombrado pusiera su atención en él—. ¿Recuerdas cuando de pequeños me decías que de mayor te gustaría tener una súper moto de color negro?

Daryl asintió con la cabeza al tiempo que fruncía el ceño. Su hermano, señaló entonces una moto negra que destacaba entre los demás vehículos. Daryl dio varios pasos hacia aquella imponente moto, la rodeó observándola con admiración y luego levantó la mirada hacia su hermano.

—Pues no hace mucho la vi en una tienda y no dudé en comprarla cuando me acordé de ti al verla —Daryl miró a su hermano con las cejas alzadas. ¿Le había comprado una moto? ¿A él? —Pues esta de aquí, es para ti.

Daryl volvió a mirar la moto sin creérselo todavía, no podía negar que aquella máquina se veía impresionante, pero aquel regalo no iba a hacer que Daryl, dejase de sentir aquella mezcla de enojo y desconfianza hacia su hermano.

—Menuda forma de pedirme perdón — respondió Daryl con un tono sarcástico.

Canrid suspiró dándose cuenta de la situación y asintió, comprendiendo el escepticismo de su hermano.

—Sé que no es suficiente para compensar lo que ha pasado, pero es mi forma de demostrarte que aún me importas y quiero ayudarte —respondió acercándose a su hermano para darle las llaves de la moto—. También quiero que estés preparado por si llega a ocurrir cualquier cosa, por lo que he pedido que la modificaran un poco.

Daryl contempló la moto por un momento, observado así unos enormes tubos que llegaban a los silenciadores, y luego miró a su hermano a los ojos.

—Gracias, supongo —Canrid se encogió de hombros—. Aprecio el regalo, de verdad —se sinceró Daryl, colocando las llaves en la switch de encendido, dándose cuenta de la variedad de botones que había rodeándolo—. Pero eso no significa que haya olvidado lo ocurrido o que todo esté bien entre nosotros. Todavía estoy enfadado contigo, Canrid, y no sé cuánto tardaré en perdonarte.

Canrid asintió comprensivo.

—Lo entiendo. Tómalo como un recordatorio de que siempre estaré aquí para ti, incluso cuando cometamos errores. Estoy dispuesto a arreglar lo que he hecho, Daryl.

Daryl suspiró, sintiendo entonces una pequeña tensión entre ellos, pero también el pequeño deseo de superar esta situación.

—Está bien —responde finalmente Daryl.

Ambos hermanos se miraron, reconociendo las palabras del otro. Aunque las heridas aún estaban frescas, había una chispa de esperanza de que aquellos dos hermanos, pudieran reconstruir su relación con el tiempo. Daryl le mostró una pequeña sonrisa y volvió hacia la moto.

—Y ahora, vamos a probar esta bestia.

Canrid dio unos pasos hacia atrás cuando Daryl encendió la moto.

—¿Para qué son estos botones? —preguntó Daryl.

—Esos botones son parte de la modificación que se te hizo en la moto, úsalo te encuentres un poco en apuros —Daryl asintió y se acomodó en el asiento de la moto—. Ah, Daryl, una cosa más.

Canrid desapareció unos segundos y volvió con la espada de Daryl en las manos.

—Toma —dijo tendiéndole la espada. Daryl la coge sin problemas y se la coloca en la espalda—. Si ocurre algo, llámame. Si necesitas ayuda, llámame. Esperemos que no le haya pasado nada al chico cuando llegues.

Daryl asintió acomodando la máscara en su cara. Aceleró un poco la moto, y solo el rugido que desprendía, le ponía los pelos de punta a Daryl, y eso le encantaba. Esbozó una media sonrisa y se volvió hacia su hermano, sintiendo la emoción por conducir una bestia como aquella por primera vez.

—Creo que esta moto me será útil. Gracias, hermano.

Canrid le devuelve la sonrisa, sabiendo que hacía mucho tiempo que Daryl, no le llamaba hermano.

—Me alegro de que te haya gustado.

—Será mejor que me vaya. Tengo un chaval que salvar. —dijo Daryl con bastante emoción en su voz.

—Daryl, ten cuidado por favor.

El nombrado asintió con la cabeza y con el motor rugiendo bajo él, salió disparado del sótano del edificio. Listo, para ir a salvar al hermano de Danya de las garras sucias de Atami. Por no decir, que tenía curiosidad por saber que o quién era aquel punto morado que salía en el mapa holográfico de su hermano. Pero si el punto morado significaba que estaba Atami de por medio, entonces estaría listo también para hacer aquello que lleva deseando mucho tiempo.

La muerte de Atami.

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