11

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng



—Estoy muy molesta contigo.

Estaba sentada en la cama, reclamándole a mejor amigo. Después de que mamá se fue, él apareció.

—A mi no me digas nada.

—Claro que te voy a decir algo, me dejaste sola. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué te fuiste?

—Dios. A veces olvido lo lenta que eres. —rió, pero yo no le encontré el chiste.

Al ver mi cara seria, el también se puso así y, habló.

—Yo estaba a tu lado, solo que no me viste. Te estaban cuidando y llegó tu mamá, recuerda: si tienes a alguien que te quiere contigo, yo desaparezco.

Bajé la mirada, era cierto que me lo había comentado antes. Desearía que hubiera una forma en la que Caleb esté conmigo y al mismo tiempo con las demás personas.

—¿Te gustó ver a tu mamá?

—Siempre me dará gusto verla.

Nos quedamos mirando un buen rato, hasta que decidí cuestionar de nuevo algo de lo que no tenía respuesta.

—¿Puedes decirme que fue lo que pasó? No recuerdo mucho después de habernos sentado en los columpios.

Hizo una mueca.

—No sé que quieres que te diga, yo no soy doctor. —se encogió de hombros.— Estábamos hablando, te levantaste y ¡plaz! Caíste. Al inicio creí que estabas jugando pero cuando vi que no hacías ningún movimiento me espanté.

No entiendo que pudo haberme pasado. Un desmayo por no comer, no pudo haber sido.

—En parte me alegra que no reaccionaras, porque te hubieras reído de mi.

—¿Y por qué me reiría de ti?

—Estuve como por dos minutos gritando por ayuda. —se recargó en el escritorio.

Me le quedé viendo un momento para luego comenzar a toser por culpa de la carcajada que solté.

—Dios, para que te lo dije.

—Es que... —no pude hablar— solo tú puedes pedir ayudar cuando ni siquiera te ven.

—Sí, bueno, le puede pasar a cualquiera.

—Sí, a cualquier fantasma con retraso.

🧩

—Esa es un payaso tocando una trompeta.

—¿Qué? No se parece en nada a un payaso tocando una trompeta.

—No, pero sería genial.

Habíamos salido al patio para recostarnos en el pasto.
Empezamos a mirar las nubes.

Tuve que escabullirme de mi cuarto para que no me dijeran nada. Nadie nos vio, bueno, nadie me vio.

El pasto me picaba los brazos, me sentía incómoda pero a veces, la incomodidad está bien si estás con la persona correcta en el momento correcto.

—Estoy comenzando a creer que tienes un amigo imaginario.

La voz de Sebastian me espantó, se acostó a mi lado.

—¿Puedes hacer eso?—me refería a acostarse en el patio.

—Creo que no, pero ya lo hice. — me mostró sus dientes.

Volteé a mi derecha, Caleb seguía a mi lado, pero su cara había dejado de ser feliz a ser una de disgusto.
Lo entendía, tampoco me gusta que nos interrumpan.

—¿Y?

—¿Y... qué?

—¿No me vas a decir con quien hablas?

—Pero vaya que eres metiche.

—Mira quien lo dice. —Caleb me susurró

Le di un codazo pero eso a Sebastian le pareció un movimiento muy extraño.

—Algo me picó. —mentí y asintió. —Y no tengo ningún amigo imaginario, solo un solitario tendría uno.

—Yo tuve uno a los cinco años, pero me abandonó.

Rió, no entendí si era verdad o lo decía a manera de broma, como sea, también me hizo reír.

—Me gusta hablar sola, me ayuda a organizar mis ideas y reflexionar.

—¿Sobre qué? —interrogó después de un largo rato de silencio.

—¿Hum?

—¿Sobre que reflexionas?

—La vida, las personas, todo.

—Si hiciera eso mi cabeza explotaría.

—En ocasiones, explotar está bien. Nos ayuda a eliminar todo para volver mejorados.

—Que filosófica. —comentó.

No supe que decir así que no hablé.

—Si quieres los dejo a solas. —Caleb expectó molesto.

—Creo que ya deberías irte y dejarme con mi filosofía. —le sonreí forzosamente y me paré para que él hiciera lo mismo, y así fue, se levantó y sacudió la tierra que se había pegado a us ropa.

—Creo que sí, debo volver a la cocina. Espero verte por ahí. —con ese último comentario se fue.

—Por fin.—soltó mi fantasmagórico amigo—. Creí que jamás se iría.

—Creo que me cae bien. —dije sin saber porqué, pero lo empezaba a creer.

—Mientras no te guste está bien.

Lo dijo un tanto molesto, quería preguntarle si aquello le molestaba pero decidí dejarlo pasar.

—¿No quieres seguir viendo las nubes?

—Ya no tengo ganas.

Sus palabras me entristecieron, un momento estábamos bien y ahora por culpa de alguien nuestro momento se había ido.

—¿Qué quieres hacer?

—Debes co... —dejó sus palabras a medio decir

—¿Comer?

—Sí, pero eso significaría verle la cara al tipo ese.

En esta ocasión si le preguntaría.

—¿Estás celoso? —comenté divertida.

—¿Celoso yo? Puf, por favor. ¿Celoso? ¿Yo? —comenzó a balbucear.

—Eso me suena a un sí.

Caleb siempre fue protector conmigo a pesar de que nadie se fijara en mí de esa manera, pero después de leer su diario tenía sentido.

Me crucé de brazos y levanté una ceja. Esperaba una respuesta coherente, no solo preguntas al aire.

—¡Sí! ¿Está bien? Sí estoy celoso.

—Pero si ni lo conozco, y jamás saldría con él.

—¡No! Si puedes y ese es el punto. A él puedes tocarlo, besarlo y sentirlo. —su tono de voz fue subiendo— A mí no. ¡A mí no! Y me hierve la sangre el solo hecho de pensar que perdí todo mi tiempo en tratarte como mi mejor amiga en lugar de pedirte que fueras mi novia.

Quería una respuesta pero todo lo que dijo no lo veía venir.

—Todo este tiempo pudimos ir al cine y no ver la película, pudimos ir a los bailes como una pareja de verdad, pudimos haber hecho de todo como novios. Te pude haber besado, y ahora no puedo. —bajó la mirada— Vas a salir con todos los hombres que quieras, y yo estaré feliz por ti, pero por dentro estaría muriendo de nuevo.

Mi pecho bajaba y subía, no tenía palabras para responder a todas las que Caleb dijo, pero si había algo que quería hacer y no me quedaría con las ganas de intentarlo.

No había mucha distancia entre él y yo, así que la acorté, lo tomé del cuello y me paré de puntas.

Lo besé.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro